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Capítulo 19: Ignorancia

Notas Importantes:

Queda estrictamente prohibida cualquier copia y/o adaptación de esta obra de ficción. Todos los derechos reservados.

Disclaimer: Los personajes no son míos, pertenecen a Rumiko Takahashi.

Stranno Yazyk

"Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol".

Federico García Lorca

Strange Lenguage: Ignorancia

El sudor le corría por toda la piel, sentía los músculos agarrotados y el cuerpo imposiblemente pesado. Después de la primera hora de batalla había perdido la cuenta del tiempo que llevaba intentando defenderse de los ataques y embistes del bastardo de su hermano pero sabía que no podía continuar así. Sin "Colmillo de Acero" para defenderse y combatir, sólo le quedaba utilizar sus garras que hasta el momento no habían servido ni siquiera para rozar un pedazo de tela de la vestimenta del daiyokai.

Su cuerpo estaba en malas condiciones más allá de los ataques de su hermano que ya lo habían alcanzado en innumerables ocasiones. Sus movimientos desde el momento que despertó preso de la furia del daiyokai habían sido lentos y desequilibrados, y a pesar de que la batalla lo había despabilado en gran medida, aún ahora se sentía moverse como en cámara lenta. Como si fuera poco, las heridas le escocían como si se encontrara en su condición humana y la luna en lo alto, y sus sentidos aunque funcionales, no lo ayudaban a reaccionar con la rapidez, ni fuerza suficientes para evitar ser alcanzado nuevamente.

—Ríndete. —ordenó su hermano sin emoción.

Al límite de sus fuerzas y energías como se sentía Inuyasha, estuvo muy cerca de responder a la orden y rendirse pero su orgullo resultó más potente. Tenía la cabeza hecha un lío, los recuerdos se entremezclaban y borraban a su gusto y sabía que no podía sucumbir ante el poderoso Lord hasta obtener algunas respuestas.

—Jamás, bastardo. —gruñó escondido tras un árbol.

Sesshomaru no era tonto y seguramente tenía sus capacidades y energía al máximo, así que Inuyasha era plenamente consciente de que sabía de su patético escondite y ubicación, pero también de que su hermano no lo atacaría hasta la muerte. Después de todo, lo necesitaba para traer de vuelta a Kagome.

—Primero quiero saber, ¿qué demonios fue lo que pasó?

Un corte exacto partió el árbol tras el que se escudaba y con una enorme fuerza de voluntad y la energía de la que ya no disponía, tuvo que moverse en el último momento para evitar ser alcanzado por el corte de la espada. No podía continuar con ésta inútil pelea donde Sesshomaru tenía todo para ganar y él apenas contaba con unos sentidos atrofiados y unas garras de cada vez más corto alcance.

—Fuiste capturado. —respondió el Lord sorprendiendo de sobremanera al hanyou.

Inuyasha no había esperado que su hermano realmente respondiera a la misma pregunta que desde horas atrás llevaba haciéndole y no pudo reaccionar a tiempo tampoco. Impresionado como lo estaba por esa intervención, no fue capaz de esquivar el látigo desprendido de las garras del daiyokai que lo aprisionó y envió con un doloroso golpe contra uno de los pocos árboles que aún quedaban en pie.

—Maldito bastardo. —gruñó furioso por caer en la trampa del Lord. —Suéltame.

—No me importaría matarte. —respondió con sequedad su hermano.

La prisión en torno a su cuerpo por el látigo se cerró con más fuerza en torno a él, haciendo crujir sus huesos de una forma descomunal que lo hizo agradecer su condición híbrida y no humana. Las quemaduras del veneno no atravesaron su vestimenta por las propiedades de la tela pero no impidió que sintiera el escozor de las heridas tras ser brutalmente presionadas.

—Me necesitas para traer de vuelta a Kagome. —refutó. —No pudiste atravesar el pozo, ¿cierto?

El Lord frunció el ceño ejerciendo mayor presión sobre su hermano mientras sentía gruñir a Yako desde su interior. Odiaba sentir que había información que se le escapaba referente a la sacerdotisa y al pozo en donde la había visto caer, pero detestaba todavía más ser consciente de que esas respuestas que requería las tenía el débil hanyou al que estaba enlazado por culpa de su padre.

—Si no puedes atravesar el pozo, jamás podrás alcanzar a Kagome. —continuó con un exceso de prepotencia, considerando su peligrosa situación.

Después de todo, eso era lo único que tenía Inuyasha para asegurar que viviría un día más para contarlo. Sesshomaru nunca había prestado ninguna atención a su grupo, detestando tanto a los humanos como lo hacía, y por tanto, la magia con la que funcionaba el pozo era algo completamente ajeno a él, y por consiguiente, el punto débil del que podría agarrarse para obtener las respuestas que quería y necesitaba, y de paso para proteger a su amiga un poco más.

—Explícate. —ordenó el poderoso daiyokai.

—Hagamos un intercambio de respuestas. —contra-atacó el híbrido.

Darle la información a su medio hermano no supondría ningún problema puesto que aún teniéndola, no habría forma de que atravesara el pozo para llegar a la época de Kagome. Sólo él podía hacerlo y estaba seguro de que una vez que recuperara al resto de su grupo, no iría a recogerla sólo para entregársela una vez más al bastardo de Sesshomaru.

—Insolente.

—Siempre he sido así, "hermanito". —respondió con sorna el hanyou.

Un instante después sintió su cuerpo estrellarse contra el suelo y ser despedido varios metros por el rocoso terreno. Provocar a Sesshomaru no estaba dando todos los buenos resultados que quería pero era un infierno de divertido hacerlo, incluso estando en una condición tan desventajosa para sí mismo.

—¿Dónde están el resto de mis amigos?

—Atrapados. —respondió con sequedad el Lord.

—¿En dónde?

—En el paso entre el Infierno y el Inframundo.

Sesshomaru detuvo el ataque que estaba a punto de lanzar al molesto hanyou. Aceptar el intercambio de respuestas no había sido su plan pero su bestia estaba desesperándose cada vez más y no quería tener que lidiar con un Yako ansioso. Además, estaba todavía el extraño malestar que le producía saber que aquello que los había atacado, a diferencia de Él, había sido capaz de cruzar el pozo y estaba cerca de la muchacha que ya consideraba de su propiedad, y por tanto, de la esencia que deseaba apropiarse.

—La humana.

—El pozo conecta con una época varios milenios más adelante que ésta. —respondió a regañadientes. —Kagome proviene de ese futuro. Vive en un lugar que llaman "Tokio".

El Lord frunció el ceño, aún más irritado de sentirse burlado. ¿Ese hanyou hablaba de un tiempo futuro y un extraño lugar de donde provenía la humana? ¿Un lugar en donde a juzgar por las escuetas palabras del medio demonio, ellos ya no existían?

—No te burles de mí. —soltó con frialdad.

—Es la verdad. —se encogió de hombros con un doloroso movimiento. —Kagome es la reencarnación de mi Kikyo y viene de un futuro muy lejano.

—El pozo.

Inuyasha sabía interpretar las pocas palabras y órdenes del daiyokai, y si bien detestaba de sobremanera obedecerlas, éste era un intercambio y debía cooperar. Además, ya no estaba en condiciones de seguir peleando, ni esquivando los ataques de su brutal hermano.

—No puedes atravesarlo. —respondió con simpleza. —Por alguna razón, soy el único que puede hacerlo, pero aunque pudieras, no sobrevivirías ni un solo momento en el otro lado. Las cosas son muy diferentes que aquí. Mi turno, ¿cómo me encontraste?

—El cadáver.

—¿Kikyo? —preguntó con una mezcla de emoción y sorpresa. —Tal vez ella pudo decírtelo pero no llevarte hasta mí, entonces, ¿cómo me liberaste?

—No es de tu incumbencia.

Inuyasha frunció el ceño, haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener su carácter. Sesshomaru sólo le estaba dando respuestas cortas e inútiles. Le dejaba un regusto dulce saber que su amada Kikyo había buscado ayuda para recuperarlo a pesar de no poder ser capaz de ir personalmente por él, pero todavía necesitaba rescatar a Sango, Miroku, Kirara y Shippo, y para ello tenía que averiguar cómo había llegado el bastardo de su hermano hasta esa línea entre las dos muertes.

—Trae de vuelta a la humana. —ordenó con sequedad.

—Rescata al resto de mis amigos. —respondió imperativamente.

Se desató un duelo de miradas donde el ámbar y el dorado se fusionaron por unos minutos. Inuyasha podía sentir casi en la superficie a la bestia de su hermano junto con un presentimiento de que su amiga Kagome estaba en peligro, pero no lograba esclarecer si el peligro venía de la presencia de esa bestia o de algo o alguien más. Por su parte, Sesshomaru luchaba por no perder el control y asesinar al único individuo que podía traer a la sacerdotisa de vuelta a su lado antes de que fuera demasiado tarde. Estaba perdiendo la paciencia lentamente y el tiempo seguía corriendo.

—Jaken.

—¿Si, Amo bonito?

—Recoge y trae a los humanos. —ordenó con frialdad.

—¿Yo? —osó preguntar el pequeño demonio.

Jaken había estado atento a todo el encuentro entre su adorado Amo y el detestable hanyou, y había quedado sumamente sorprendido de que el gran Lord permitiera vivir durante tanto tiempo a su hermano después de las provocaciones e insolencias dichas durante ese tiempo. Aún más sorprendido había quedado al ver la cooperación en ese intercambio de respuestas y lo importante que esa humana comenzaba a volverse para su Amo.

—Iré con él.

—No. —respondió con firmeza el daiyokai. —Mi sirviente traerá a tus amigos, tú irás por la sacerdotisa. Hasta que no estés de vuelta, tu grupo permanecerá bajo mi poder. Miénteme y ellos morirán. Sus patéticas vidas no me interesan en lo absoluto.

—Tú no ordenas aquí, bastardo. —gruñó en respuesta Inuyasha.

No le gustaba el plan de Sesshomaru para nada. Le estaba pidiendo que intercambiara la vida de Kagome por la de su grupo de amigos, ¿qué tan enfermo podía ser eso? Probablemente si Kikyo hubiera estado en esa posición, no se lo habría pensado dos veces, pero su mujer estaba a salvo y tenía que decidir si sacrificar de esa manera el espíritu de Kagome valía la pena por rescatar al extraño grupo que había llegado a convertirse en algo más que compañeros.

—Ese es el trato, Inuyasha.

—Sé cuáles son tus verdaderas intenciones con Kagome y no puedo permitirlo. —añadió. —Creí que detestabas a los humanos, ¿cuál es tu interés en ella, entonces? ¿Por qué mejor no buscas a una demonio que pueda darte lo que buscas?

—Cállate.

—Eres un bastardo enfermo, Sesshomaru. —continuó. —La aterras, ¿por qué piensas que huyó de ti para volver a su tiempo?

Inuyasha esperó recibir el ataque de su hermano y se preparó para ello, pero éste nunca llegó. En cambio, observó cómo la mirada del Lord se dirigía hacia el pozo y se quedaba trabada ahí con el ceño fruncido y un brillo peligroso en las profundidades doradas. Le tomó todavía un par de segundos más darse cuenta de qué era aquello que le llamaba la atención.

—¿Qué demonios es eso?

—Hiedra. —respondió con suavidad una voz femenina.

Los sentidos de Inuyasha se activaron de vuelta ante el femenino sonido de la sacerdotisa. No la había sentido acercarse pero estaba feliz de verla nuevamente.

—¿De dónde viene? —preguntó curioso.

—Del otro lado. Esa criatura no quiere que alcancen a la chica.

—La siguió al otro lado. —interrumpió el Lord.

—No me refiero al que cruzó el pozo, sino a ella. —señaló la pequeña figura de una niña sentada sobre la rama más alta de uno de los árboles que habían conseguido permanecer en pie. —Inuyasha, esa niña fue la que los capturó y encerró.

Los cuatros pares de miradas recayeron sobre la frágil y bonita imagen de la niña que balanceaba sus piernas desde la rama y sonreía con ternura desde lo alto. Inuyasha no podía creer que algo tan pequeño hubiera sido capaz de hacer lo que hizo pero fragmentos de su memoria comenzaban a reconstituirse, y esa niña estaba en el medio de todas esas imágenes en su cabeza.

—Jamás podrán llegar hasta ella. —susurró con delicadeza la niña. —Kagome-chan va a ser mi mami y no voy a dejar que se interpongan.

Inuyasha esperó que la niña lanzara algún ataque pero se mantuvo quieta e impasible por unos instantes, y después desapareció justo en el momento en que uno de los ataques de Sesshomaru alcanzaba el árbol y lo hacía pedazos. Entonces, habiendo escuchado su amenaza y las palabras que el orgulloso daiyokai no le había dicho con anterioridad, la sensación de que Kagome corría peligro cobró un nuevo significado.

—Tengo que ir por ella. —declaró a los demás.

—No puedes. —respondió la sacerdotisa. —Esa hiedra no es común y herirte con ella puede significar tu muerte. Tenemos que deshacernos de ella antes y purificarla en el proceso.

Sesshomaru cerró las garras en puños, sintiéndose por primera vez en su vida impotente frente a la situación. Aún siendo el Lord más poderoso sobre esa tierra, sus habilidades y fuerza eran inútiles para recuperar a la mujer humana cuya esencia buscaba como un adicto. Debía depender entonces, de un cadáver con habilidades de sacerdotisa y del débil cuerpo de un hanyou para traer a la chica de vuelta, mientras que Él no podía hacer absolutamente nada.

—Amo Sesshomaru, ¿cumplo con sus órdenes?

—Hazlo. —respondió con sequedad.

A partir de la partida de Jaken, tomó a la sacerdotisa dos días deshacerse de aquella extraña especie de hiedra que cubrió e invadió el pozo para impedirle el paso al hanyou. Durante ese tiempo, Sesshomaru se mantuvo en conexión con la mujer humana del futuro, atento en la medida que le fue posible a los cambios sutiles en la esencia de su cuerpo que percibía lejana.

No estaba unido a la sacerdotisa y la única conexión que conservaba del escaso gusto de la esencia que tomó de ella no era suficiente para monitorearla. Sin embargo, al segundo día de espera Yako había percibido un estado elevado de fuerza en la esencia de la mujer humana, un indicador claro de un fuerte grado de excitación que lo tuvo al borde de una transformación.

Habiendo descubierto recientemente la procedencia y origen de la miko, encontró desagradable la idea de no conocer ese otro tiempo del que Inuyasha le había hablado. ¿Alcanzar un grado de excitación para despertar de ese modo la esencia en su cuerpo había sido resultado de algún macho que vivía en ese extraño lugar llamado "Tokio"? La sola idea hizo gruñir a Yako y tensar los músculos de todo el cuerpo. Era de imperiosa necesidad traer a esa sacerdotisa de vuelta cuanto antes.

—¿Lo has conseguido? —preguntó el hanyou desesperado.

—Sí. El camino ahora está despejado. —respondió sin emoción el cadáver. —Inuyasha, esa criatura es peligrosa. No luches con él, sólo ve y trae de vuelta a Kagome. Frente a alguien de su clase, estás en una completa desventaja.

Inuyasha no estuvo de acuerdo con la advertencia de Kikyo sintiéndose débil e inferior pero decidió tomarla en cuenta después de recordar la facilidad con la que una pequeña niña había conseguido capturarlo a él con su grupo. Así pues, su misión prioritaria sería recoger a Kagome y traerla de vuelta al Sengoku. La pelea con ese Ser tendría que esperar hasta que estuviera plenamente recuperado y tuviera de vuelta en sus manos a "Colmillo de Acero".

—Mis amigos...

—Jaken está regresando. —se apresuró a responder el Lord. —Estarán aquí a tu regreso.

—De acuerdo. —asintió. —Entonces, me voy. Estaré de vuelta cuanto antes.

El hanyou se detuvo frente al pozo con un nerviosismo que no había experimentado en mucho tiempo. No sabía lo que se encontraría al otro lado del pozo con una criatura tan peligrosa rondando entre los humanos pero tenía la fuerte impresión de que su problema más grande sería convencer a Kagome de volver. A final de cuentas podía coincidir en algo con Sesshomaru:

"La ignorancia era...

...desesperante."

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