Asimilé la histeria.

Asimilé la –cruel– realidad tras el lamento bochornoso de mi desnudez ante el espejo. Del otro lado, el que está vivo, parece sonreírle a la muerte.

¿A dónde va cuando me voy?

¿A dónde voy cuando se va?

¿En dónde puedo dejar a salvo esta transcripción mientras borro las ropas de su nombre?

Asimilé lo impúdico.

Asimile la máscara de una triste mentira, desgarrada por mi tan inescrupuloso rito de desvestirlo.

Al volver asimilé su nombre con cada espacio de mis labios, con cada espacio de mi cuerpo entero echado hacia la sombra.

Se masturbó el olvido con su nombre muy a pesar de mí... muy a pesar de él... muy a pesar de todo.

Me quedé pensando entre cada quejido, entre cada lamento, entre cada suspiro imaginario.

Y me perdí, delleno, con el sabor azul de su desnudez entre mis manos.