Veintiséis
No estabas, tu banco vacío carecía de gracia.
Me senté en una esquina a esperar que llegarás.
Y apareciste.
Era la primera vez que llegabas más tarde que yo, tú siempre eras puntual.
Me miraste y creí verte desorientado.
No me dirigiste la palabra, observaste a los demás y buscaste un lugar apartado del mío.
Cuando las siguientes personas llegaban tu sonrisa no aparecía con ellos y mucho menos tus saludos.
Tu mano ni siquiera pasaba por tu cabello exageradas veces.
Tu cuello ni siquiera se volteó una vez a verme.
Estaba claro amor, tú no sentías por mí lo mismo que por ella...
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