🐬-IV-🦋
Un vestido tan azul como el mar de Kamra cubría el cuerpo de aquella mujer sobre su lecho de muerte, sobre la cama de su amado hijo que fue entregado a las aguas profundas de ese pueblo maldito.
Jeonhyuk tenía la mirada perdida en ella, el abdomen vendado, estaba más pálido de lo normal, pero vivo.
No quería, por supuesto que no quería seguir con vida, solo deseaba ir allí donde su hijo y su esposa seguro se encontraban, quería estar con ellos; pero los del pueblo le hicieron prometer que seguiría con vida, porque la muerte para él era un pecado que no debía cometer.
«Morir sería muy fácil, él debe sufrir como nosotros lo hicimos por nuestros hijos».
Ese era el comentario de algunos que resentidos odiaban a Jeonhyuk, pero otros, quienes lo conocían a fondo, sabían que el hombre se lamentaba y se arrepentía de cada una de sus acciones. Hasta que decidió entregar lo más preciado que tenía, para que el pueblo viera que ni él se escapaba de las garras del tritón.
Qué tonto fue. Pero también valiente. Muchas veces planeó enfrentarse al tritón, aun sabiendo que no saldría vivo de esa contienda, lucharía por su pueblo. Sin embargo, estaba consciente de que otro tomaría su papel de entregarle los jóvenes al tritón y su muerte sería en vano.
No obstante a eso no se rindió y junto al resto de los habitantes ideó un plan, y luego otro, pero ninguno le funcionó.
Intentaron escapar del pueblo en una ocasión, fallaron, una gran montaña cubierta de espesa neblina los separaba del resto del mundo; una obra del tritón para impedir su huida.
En otro momento, optaron no tener más hijos. El tritón los amenazó entonces diciendo que los mataría a uno por uno hasta que todos quedasen extintos, como quedaron los de su especie.
Resignados, decidieron pagar el precio de sus antepasados. ¿Pero por cuánto tiempo seguirán las cosas así? La situación parecía un bucle interminable. ¿Y si le pedían ayuda al chico druida que encontraron al pie de la montaña aquella noche que decidieron escapar? Pero no era su lucha, ya suficiente hacía al utilizar sus poderes para sanar sus heridas y sus penas y el chico al parecer había sufrido en el pasado, pues no mostraba su rostro señalando que tenía una fea quemadura y no quería que lo vieran así.
Nada, simplemente no podían hacer nada. Algunos lloraban de angustia, otros de impotencia. Afligidos y cansados aceptaban la realidad. Ese era su destino.
Pero el pueblo no sabía una cosa; su destino, estaba a punto de cambiar.
Vestido en arapos y con capucha en la cabeza, el joven druida se adentró en Kamra. El rojo del cielo parecía más anunciar su llegada que la partida del sol. Cuando lo vieron, corrieron hacia él y lo llevaron hasta la casa del jefe del pueblo.
«¡Ayúdalo!».
«¡Sálvala!».
«¡Cúralos!».
Los gritos desesperados de los que allí se encontraban inundaron los oídos del chico con poderes. Vio al pálido hombre sentado en el suelo, recostado a la cama donde yacía su hermosa esposa, agarraba una de sus manos y sus ojos opacos transmitían una tristeza profunda. De no ser porque aún se notaba respiraba, podría jurar que había muerto.
—¿Me ayudan a sentarlo en una silla? —La voz aterciopelada del chico transmitía esperanza y paz.
Dos hombres levantaron con cuidado a Jeonhyuk del suelo y lo sentaron en una gran butaca en su pequeña sala. Entonces el druida levantó sus manos a la altura del pecho y dirigió su vista hacia las mujeres que allí lloraban desconsolas.
—¿Serían tan amables, de regalarme vuestras lágrimas?
Aquellas lo miraron confusas, pero una de ellas, la más joven, dio un paso al frente.
—Si mis lágrimas es lo que necesitas para salvarlos, lloraré para ti un mar entero.
Conmovidas con las palabras de la joven, las demás asintieron a la petición del muchacho y sus lágrimas se convirtieron en magia.
Una pequeña bola azul y brillante daba vueltas entre las manos separadas del druida y, tan mágico como sorprendente en dos mitades se convirtió. Una parte atravesó el cuerpo herido de Jeonhyuk, las emociones como un alud atacaron a los presentes, porque aquella herida existente en recuerdos se transformó. El cuerpo del hombre se curó, los colores volvieron a su piel y sus ojos marrones como la miel, brillaron con fulgor.
—¿Estoy…? Estoy curado. —Jeonhyuk se miró las manos, se tocó el cuerpo, arrancó los bendajes y la herida ya no estaba.
Eufórico, miró al chico para agradecerle, pero el cuerpo inerte de su esposa sobre la cama de su preciado niño lo hizo quedar estático. Inconsciente una lágrima rodó por su mejilla, la que fue capturada al instante por el druida.
La pequeña gota salada se unió a la bola resplandeciente y entonces el chico se dirigió a donde el cuerpo de la mujer, descansaba en un sueño eterno.
Una lágrima derramó, tan roja como el carmín. Lloró sangre para que así, su magia surtiera efecto. La bola penetró en el cuerpo, justo en el corazón. Y en la espectativa del momento, un respirar se escuchó. La mujer abrió los ojos y lentamente se sentó. Había vuelto a la vida, qué alegre estaba el tritón.
—Bienvenida de nuevo a este mundo, madre del ser digno de mi amor.
«Jungkook se pondrá feliz».
Fue lo último que pensó, antes de que una daga, le atravesara un pulmón.
Imagen sobre el momento en que el druida [Tae] usa sus poderes para salvar a los padres de J.K.
🐬🦋
Cuando todo parecía cobrar sentido, algo lo complica.
Si quieres saber qué sucedió con Jungkook después de que el tritón le hiciera una propuesta indecente y antes de que este decidiera salvar a sus padres, no te pierdas la próxima actualización.
¿Y qué pasó con Tae al final de este capítulo? Bueno, lo sabrán.
Chau Chau. Nos leeremos en el próximo episodio.
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