Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Nada más despertarme, bajo corriendo hacia el salón para limpiar y dar la bienvenida a mi familia y vecinas. Para nadie es un secreto de que vaya a contraer matrimonio.
De hecho, todas las familias del vecindario acuden para ayudar con los preparativos para la pedida de mano.
Como viene mandando la tradición, hoy se conocen los novios. Habrá una fiesta por la noche con más invitados donde las mujeres harán como una especie de ofrenda y baile para que mi matrimonio sea bendecido y tenga unos hijos fuertes y sanos.

Intrigada y feliz, me preparo junto a más mujeres, algunas de ellas son de mi familia para el acontecimiento.
Dejo que sean ellas quién me arreglen y me pongan bella para no defraudar a mi prometido.
En el caso de que no le guste, sería toda ofensa para mí familia por ser rechazada por un hombre.
Intento calmarme quitándome esa absurda idea de la cabeza. Nada puede salir mal.

Al ocultarse el sol, todas las mujeres que se encuentran en mi habitación aconsejándome y felicitándome comienzan a irse.
Me quedo sola en mi habitación esperando a mi prometido.
Según la tradición, debemos vernos a solas antes de intercambiar los anillos.

De pronto no se escucha nada, solo el latido intenso de mi corazón. Me miro al espejo observando como me han maquillado y peinado.
La espera se hace eterna. Mis nervios comienzan a sacudir mi estómago, estoy a punto de desmayarme cuando escucho la puerta abrirse.
Me quedo quieta, espero unos segundos más observando al hombre que hay sentado en una silla de ruedas.
La primera impresión que me da, es de ser un hombre mayor que yo y que no le gusta arreglarse. Tiene pelo moreno ondulado recogido en una coleta y tiene una barba de no haberse afeitado en meses.

— Buenas noches Keila. — Su voz es sería y profunda.

— Buenas noches...— Me quedo callada sintiéndome una tonta por no saber ni siquiera su nombre.
Al parecer él se percata y no tarda en presentarse.

— Vaya, veo que tan poco te han hablado de mí que no sabes ni mi nombre. Soy Abdiel, el hombre que ha pagado para que seas mi esposa.

— Gracias por haberme elegido. Seré buena esposa y trataré de complacerte en todo.

— Ahórrate tu discurso Keila. Ambos sabemos porque vamos a casarnos. Tú, porque a tu edad no has encontrado marido y tú padre quiere que te vayas de casa pronto para darle nietos. Y yo, porque necesito alguien que me soporte porque estoy atado a esta maldita silla de ruedas.

— Lo siento...— Susurro bajando mi vista al suelo.

— Lo menos que deseo es que me tengas lástima. Este matrimonio es falso. Incluso creo que es una atrocidad lo que están haciendo contigo. Mírate, eres joven, guapa e inocente. ¿Porqué demonios tú padre quiere casarte con alguien como yo? Al caso que hayas sido una hija rebelde.

— No. — Protesto mirándole fijamente a sus ojos claros.— Soy una chica obediente, jamás he hecho algo que pudiera hacer enfadar a mi padre.

— Así me gusta que seas buena chica. Y...bueno ya que nos conocemos bajemos para celebrar nuestro primer encuentro. Dentro de tres días serás mi esposa.

— Abdiel, quiero hacerte una pregunta.

— La respuesta es que jamás tendrás conmigo lo que toda mujer desea. Ni hijos ni amor. Aún estás a tiempo de echarte atrás. Conmigo no estás segura Keila.

— Abdiel, ¿Porqué quieres casarte conmigo?

— ¿Acaso no ves en las circunstancias que me encuentro?

— Lo veo, pero yo no soy bella.

— Pero yo si soy una mala persona. Alguien que ha sufrido y quiero estar solo y al parecer mi familia se empeña en organizarme mi vida sin consultarme. Ahora ven, dame tú mano para que me ayudes ha empujar la silla. Vete acostumbrado Keila, porque esto es lo que te espera. Si no quieres, eres libre de tomar la decisión de buscarte otro hombre.

En ese momento me sentía pérdida en el laberinto de mi interior. Aquel hombre desaliñado y mal vestido que había delante mío hablándome con soberbia me empujaba a no querer casarme con él.
Pero si escogía el camino más fácil, mi padre me estaría esperando y nada bueno me esperaba si no quiero casarme con el hombre que él mismo ha escogido para mí.
¿Tengo escapatoria? ¿Hay otra salida donde pueda encontrar mi libertad?
Ninguna. Me sentía acorralada, apenada y dispuesta a complacer a todo el mundo sabiendo lo que me espera junto Abdiel.

— No temas, si tú me has elegido para contraer matrimonio conmigo, así se hará. — Su rostro se vuelve serio. Quizás me anticipado en hablar o él mismo esperaba escuchar algo distinto.

— Solo espero Keila que tomes la decisión correcta, después no podrás echarte para atrás. Ahora estás a tiempo, yo como comprenderás soy un hombre atado a una silla de ruedas y mis cambios de humor son constantes debido a que no soporto tener que verme recibiendo ayuda. Para mí es muy difícil verme en este estado y no termino de adaptarme. ¿Estas segura de lo que quieres?

— No tengo opción. Si o sí debo ser tu esposa. Si anulo nuestro compromiso después de haber pagado tú por mí, estaría dejando en evidencia a mi familia, dando a entender que la palabra de mi padre no vale nada. Sabes que para los Hatichi, la palabra y el respeto cuentan mucho.

— Lo sé. Solo te estoy proponiendo que no margastes tus días con alguien que no va darte nada. Conmigo tus sueños nunca se van han cumplir. Y...digamos que tengo mal carácter.

— No puedo echarme para atrás. Estaría en juego la honra de mi familia. Y...no quiero pensar en lo que me haría mi padre si no le obedeciera.

— Lo siento Keila. Yo ya he pagado, te he comprado, más no puedo hacer por ti. Ojalá las cosas fueran de otra manera y tanto tú como yo no estuviéramos en esta situación.

— Vayamos, nos esperan a bajo. Tan solo nos queda soportar lo que venga.

— Siento lástima por tí Keila. Eres tan inocente que no sabes aún donde te has metido. Mejor dicho, donde te han metido.

Empujo la silla de Abdiel clavando los colmillos en mi labio inferior. Tan solo de pensar en sus palabras hace que tenga ganas de huir. Correr hacia el horizonte lejos de mi cultura, abandonar a mi familia para intentar ser feliz.
Al parecer eso nunca sucederá.

Llegamos al  salón donde nos espera la familia de Abdiel y mi familia. Todos nos reciben llenos de júbilo. Uno a uno vamos presentándonos y besando sus manos en señal de respeto.
Hechas las presentaciones, tomo asiento junto a la abuela de Abdiel. La señora Fadela. Un mujer con un rostro serio y con un pequeño tatuaje en la mano.
Según me han contando,  antiguamente cuando a las niñas les venía su periodo, inmediatamente su padre le buscaba un marido. Acto seguido se hacían un tatuaje para que cuando la niña tuviera edad de casarse lo hiciera con el niño que le han buscado sus padres.

Fadela es la primera en brindar por nosotros. Seguido todos los invitados alzan su vaso pronunciando las mismas palabras de Fadela.
Acto seguido agarro un pequeño vaso con un líquido blanco y le doy de beber a Abdiel. Él hace lo mismo.
Mientras me da de beber, me dice algo que me deja alucinando.

— Escondes más que dejas ver. Pena que no pueda llegar a verlo. — Exactamente, no sé qué ha querido decir.
Por lo que le sonrió tímidamente dejando que ponga en mi dedo anular el anillo de compromiso.

El anillo es sencillo, admito que espera algo más llamativo. Pienso que deberé de conformarme con esto, pues este anillo es símbolo de una tradición, de un hecho que debe hacerse según lo dicta la cultura Hatichi.
Porque en mi interior escucho latir desilusionado mi triste corazón.

Finjo felicidad en el pozo vacío de mi corazón. Ahuyento el dolor camuflándolo con una alegría apagada estirando mi mano para alcanzar una migaja de esperanza aferrándome a un pequeño palo sacando fuerzas para caminar en este nuevo viaje que tengo pendiente hacerlo junto a un hombre que no me ama, que vive resentido y amargado.
Mis labios se estiran conforme me inclino a mi padre agradeciéndole el haberme echo el favor de poder ser una mujer distinta.
Porque si algo tengo claro, es que Abdiel va ser mi marido y yo seré su sirvienta, obediente y debiendo soportar todo de la mejor manera posible.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro