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X: Transición.

X.
"Transición"

Naori ¿Cómo olvidar aquel día en que lo dejaste atrás? Tú sí podías olvidar, tú si podías seguir adelante y querer; no como yo... no como el iluso que pretendía seguir las reglas al pie de la letra y se hundía en su propio agujero sin valorar la vida.

¿Gustarías de recordarlo? Poco queda ya, realmente lo siento...

Un sonido silencioso, uno bastante peculiar inundaba la sala blanquecina de hospital en donde se encontraba Naori. Su padre, derecho y a brazos cruzados se encontraba a su costado, observándola. Mientras que Soi tan solo se afirmó en la puerta, a la vez que  esperaba a que despertase. Ninguno decía palabra alguna, solo la mujer de cabellos rubios que analizaba su estado de salud y escribía en su tableta.

No le parecía justo.

—Estará estable en dos semanas, por ahora les sugiero que dejen este establecimiento y esperemos a que se recupere. —espetó con cierto asco en sus palabras, presionando y aguantando las ganas de hacerlo aún más fuerte en su tableta.

Para ella, ver a la morena postrada en esa camilla, cubierta de vendas y sin poder moverse no era un lujo. Menos tras saber la razón por la cual había terminado de esa manera. Por mucho que Hyuga Hisagi dijese lo contrario, Namikaze Minato jamás mentiría a alguno de los sannin o al mismo Hokage. Menos tratándose de Naori tras haber perdido a su pareja por un suicidio insólito.

El Hokage y su antiguo maestro cuando apenas era genin, realmente estaban perdiendo el control con respecto al clan del byakugan. No todo respectaba a la paz  de esta manera tan extraña, y mucho menos pretendía a la deriva curar heridas mentirosas por su propia culpa. Más si Kakashi estuviese esperando en la sala de urgencias una respuesta de su parte.

¿Cómo podían? Era un niño.

Es mi hija, tengo el derecho de visitar cuando se me plazca.

Jeep. La paciencia de la rubia estaba llegando a su límite, aún así fue el mismo sonido de la puerta el que bajó sus humos y ganas de atacar a ese putrefacto hombre.

—Siento por meterme así, pero... —Minato lucía herido también, el sólo hecho de ver su pierna vendada era un ejemplo de ello— Kakashi aún espera en la sala, y Fugaku acaba de tener a su primer hijo y quería...

—Llévalo, le sentará bien despejarse un rato. —interrumpió la Senju, con una leve mueca— Por cierto, Naori no despertará en unos días, para que se lo hagas saber.

—No hay problema, Tsunade-san.

Dicho aquello, el rubio cerró la puerta sin siquiera posar su vista en la familia de su querida amiga.

—¿Qué esperan? —insistió la Senju al ver que ninguno de los dos Hyuga era capaz de moverse— Naori debe recuperarse, nosotros somos un estorbo en este momento. Son órdenes del hospital.

Hisagi observó el respirador sobre los labios de su hija y tan solo dio un suspiro, no diría palabra alguna por ahora. Al menos.

—Vamos, Soi. —ordenó a la otra Hyuga— Hay cosas que hacer en casa.

Hai.

Dicho aquello, ambos salieron de la habitación junto a Tsunade. Aunque, al marchar del recinto no fueron capaces de despedirse.

Tsunade sabía de lleno, que esto sería un enorme problema.


—¿Hacia dónde me llevas?

Minato medio sonrió, mientras a pasos vagos caminaba o intentaba hacerlo con su muleta a través del pasillo de hospital. Kakashi lucía algo cansado y frágil a su costado, pero aún así, estaba alerta a todo lo que ocurría alrededor.

—Iremos a visitar a un amigo, acaba de ser padre. —respondió, sereno— Él quería que Naori estuviese ahí, pero por obvias razones tendrás que estar tú en su reemplazo.

—No me gustan los bebés.

El rubio soltó una carcajada y no pudo evitar el dar un suave golpe en su hombro, uno que lo hizo aturdirse un poco. Kakashi frunció el seño, no le agradaba su presencia.

—A mí tampoco, Kakashi.

Así, ambos subieron hacia la tercera planta y siguieron su recorrido entre conversaciones vagas hasta llegar al sector de maternidad en donde estaría la mujer del Uchiha más prestigiado de la época. En ese momento, Minato buscó la puerta correcta y enseguida golpeó.

Kakashi tragó saliva.

Ni siquiera tenía la menor idea de cómo actuar frente a una vida recién nacida, una vida inocente sin manchas. No había asimilado lo ocurrido tras defender a Naori y mucho menos él estar rodeado de gente que no fueran mi padre.

Pero por alguna razón, confiaba en Minato-sensei.

—¡Adelante!

Tras oír el pase de Fugaku, el rubio no dudó en abrir la puerta y hacer ingresar al pequeño adelante suyo, quien lo hizo con algo de temor. Enseguida, sintió la mirada aterradora de esas tres personas sobre él.

Una en especial.

—¡Kakashi-kun! ¡Minato-kun! ¡Gracias a Dios! —sí, la pelirroja ya estaba frente al peligris agachada a su altura mientras canturreaba e intentaba abrazarlo— ¡Me tenías muy preocupada-ttebané!

—¿Eh? Quita, me aplastas.

El hijo de Sakumo parecía confundido, mientras intentaba buscar soporte en el rubio para que se la quitara de encima, sin embargo, Minato ya se encontraba saludando a Mikoto y a Fugaku, y también, al recién nacido en los brazos del padre con sumo entusiasmo.

Itachi estaba dormido, pero al parecer el ruido de Kushina no era suficiente para despertarlo. Eso era algo bueno, al menos para Mikoto que estaba exhausta.

—Sé que estás preocupado por Naori-chan pero ella estará bien en unos días, ya sabes-ttebané. —Kushina refregó su mejilla contra la suya entre lloriqueos— Ella es fuerte, y te quiere y...

—No estoy preocupado. —gruñó el pequeño, frunciendo el seño y corriendo su mirada junto a los forcejeos en contra de la mujer. También le molestó el hecho de ver como Minato parecía disfrutar de aquel recién nacido.

¿Que no le gustaban los bebés? Pues no lo parecía.

—Tu aroma me da náuseas, basta.

—Si, si, lo que digas-ttebané.

El Hatake llevaba tantos días estando solo que recién ahora, estar rodeado de gente le hacía sentir extraño. Tal vez debería haberse quedado así, porque odiaba esa nueva sensación de estar acompañado y casi pierde su valía como ninja al defender a la Hyuga.

¿En qué estaba pensando? Ni él mismo lo sabía, solo tenía cinco años y lo único en mente que tenía, era el hecho de extrañar a su padre. Defender a Naori fue un simple acto reflejo. Algo que simplemente le nació de pronto.

Sin embargo, lo que más llamó su atención fue la defensa que llegó después a por Naori de la misma forma en la que él lo hizo. Puesto que, no solo había sido el anciano y respetado Kagami, sino también, la única fémina de los sannin junto al tercer Hokage. No se esperaba que aquella gata roñosa fuese tan querida por los altos mandos.

Ella era un desastre, ¿por qué alguien la querría a tal punto de dar su vida por ella?

Aún así, todo se complicó en cuanto los Hyuga no quisieron retroceder, pero al ser una orden del Hokage no pudieron hacer más que obedecer. Incluso sabiendo que eso generaría represalias para el mismo Hiruzen. Kakashi poco entendía esas situaciones y conflictos, sin embargo, lo hacía mucho mejor que otros —Obito, por ejemplo—.

¡Obito! ¡Casi lo olvidaba! Él había quedado a cargo de su abuela luego que los anbu's fueran a por los niños al igual que Rin y Li... ¡Lis! Nadie sabía el paradero de esa niña demonio y él estaba ahí, observando a un recién nacido y a los adultos divertirse. No tenía tiempo para esas huevadas.

Menos para una mujer que al parecer no quería despegarse.

—¡Que te quites ya, estúpida!

Kushina sacó la lengua en tono de burla, separándose casi al instante.

—¡Estúpido el que lo dice, bruh!

—Que infantil.

—¡Infantil tú!

—Se parece mucho a ti, Fugaku. —comentó el rubio de pronto, mientras Kushina tomaba asiento a un costado de la camilla donde descansaba Mikoto, sin dejar de hacer señas de burla al peligris que solo gruñía por lo bajo— ¿No hubo complicaciones?

Fugaku medio sonrió y negó con su cabeza, sin dejar de cargar a un dormilón Itachi. No obstante, tras posar su vista de re-ojo en el pequeño Hatake, su sonrisa se borró de inmediato.

—¿Lo dejarán a cargo de Naori o Danzo se hará responsable? —medio susurró, para no ser oído por el pequeño, quien parecía sumido en sus pensamientos mientras Kushina finalmente dejaba al crío en paz para charlar con Mikoto.

Incluso burlando a Kakashi, intentando reír un poco ante el ambiente tenso y ver las cosas de manera positiva, el solo hecho de recordar la pierna rota de Minato y analizar la situación, Kushina no podía estar tranquila. Menos si se trataba de una de sus amigas la que estaba inconsciente por su propia familia. Naori tenía que ser fuerte.

Y ellos también.

—No lo sé, —respondió Minato— todo fue obra del clan Hyuga y es todo lo que sé por ahora. No entiendo por qué tanto alboroto frente a esto, ¿tú sabes algo?

—No, solo sé que si Kakashi firmó el si... la custodia es de ella.

Minato soltó una bocanada de aire, aliviado.

—Eso es bueno.

—¡Espera, ¿Kakashi a dónde vas?!

Ambos varones voltearon la vista hacia el pequeño peligris y la puerta, una vez oyeron el grito exasperado de Kushina. Él lucía con ansias de irse hace bastante rato y ya estaba cerca de la puerta; desesperado y casi entrando en pánico. Gracias a dios que Minato estaba cerca o éste hubiese escapado como planeaba.

Minato era consciente de que tenía que mantenerlo vigilado mientras todo se solucionaba, o eso es lo que Tsunade había dicho antes de revisar a Naori. Porque a vista de la rubia, el pequeño había intentado suicidarse.

Y él también lo creía, era una situación crítica.

—Suelta, quiero salir.

—¿Hacia donde vas? —preguntó el rubio, su rostro algo serio mientras Kakashi forcejeaba— Si quieres salir tendrás que hacerlo conmigo, no puedo dejarte ir o rondar este hospital solo.

Mikoto quiso decir algo también, pero la fatiga de dar a luz comenzó a llegar en ella y con suerte podía mantener sus ojos abiertos. Aún así, Kushina corrió hacia donde se encontraba Kakashi mientras Fugaku posaba a su hijo en la cuna que le correspondía.

—¿Qué sucede, Kakashi? —insistió el ojiazul, esta vez a voz calma al ver como mordía su labio inferior bajo la máscara— Puedes decirme lo que sea, no voy a juzgarte.

—Es ella, Lis. —dijo, casi en un murmullo hacia el rubio con duda— Debo encontrarla o volverá por mi, por ellos.

Por alguna razón, Kakashi confió en el rubio. Fugaku por su parte, mantuvo la postura y los oídos abiertos a lo que poco escuchaba.

—¿Quien? —soltó Minato, algo confundido.

—Lis, la niña que quiso asesinarme. —respondió Kakashi, forcejeando con el agarre de Minato desesperadamente— Hay que encontrarla antes que haga más destrozos en la aldea. Por favor. Hay que proteger a las personas.

La mirada de Minato solo mostraba angustia y su pecho se aprisionó en pena compartida. Kakashi era un niño ¡Un maldito niño de cinco años! Y aún así pensaba tan diferente a los de su edad que... joder. Era indescifrable. No sabía en qué pensar o responder, y ahora, era el momento justo para comprender los sentimientos de Naori frente a tal pequeño. Sintió el impulso de tener que salvarlo a como dé lugar solo por el hecho de ver el temblar de sus piernas.

¿Siquiera habría dormido o comido algo desde lo que ocurrió?

Si Kakashi seguía de esa manera, terminaría convertido en un monstruo.

—Kakashi, creo que quizás deberías ver a Tsunade-san. —se oyó la voz firme de Fugaku, a lo que Kushina frunció el seño.

—¿Qué estás tratando de decir, Uchiha engreído de porcelana?

—No grites, mierda. —medio gruñó el líder del clan mientras posaba una de sus manos en su nariz, tras oír el reclamo de la pelirroja.— Digo que quizás deba verla nuevamente porque debe estar exhausto, no ha dormido desde el incidente y cayó de quizás cuántos metros. Es un niño, Kushina. Su salud es primordial.

Kushina chasqueó la lengua y cruzó sus brazos, sin querer rendirse a pesar de saber que el Uchiha tenía razón.

—Esto de ser padre te ha afectado más de la cuenta-ttebané.

—¿Qué tratas de decir, pimienta vencida?

Nada, nada.

Fugaku...

Ambos dejaron su discusión al oír la voz débil de la azabache, quien apuntó hacia la puerta medio abierta, debido a que Minato y Kakashi ya se habían marchado sin decir siquiera un adiós.

—Espero que Minato sepa cómo sobrellevar a Kakashi.

Y entonces, dio un suspiro. Fugaku no podía hacer más, al menos no por ahora. No después de haber oído los planes turbios de Danzo en contra de un clan que seguramente esperaba su apoyo. Eso, también era primordial.


Poco más tarde, días después ambos descubrieron que no había rastros de Lis por alguna parte. Naori no despertó durante esos días y Minato cargó con el cuidado de Kakashi hasta nuevo aviso, ambos se turnaban horas para visitar a la morena y también, a la azabache.

No obstante, Mikoto en un par de horas ya sería dada de alta y comenzaría con su rol de madre en la casa que compartía con Fugaku. Algo que le llenaba de ilusiones, claro estaba.

No fue hasta entonces, que una brisa calurosa recorrió la ventana de hospital en donde reposaba Naori. Las cortinas se movieron, también y las flores de su costado se congelaron un poco. Al costado de su camilla, una niña de cabellos castaños con mirada enfadada se cruzaba de brazos.

—Pagarás por quitarme a Kakashi, él era mi única esperanza. —escupió con desdén— Búscate tu propio pasantaje, ángel del demonio.

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno que por lo tanto puede tener spoilers.

¡Hola!

Ha pasado bastante tiempo desde que subí un capítulo aquí y me disculpo ): no era mi intención 💔 pero... ¡Ya estoy de vuelta! ¿Qué les ha parecido?

La verdad está algo corto para mi gusto, pero preferí guardarme el resto para el próximo capítulo en donde ahora comienza el desarrollo de las cosas que quiero escribir y... ¡Estoy ansiosa!

En fin, espero les haya gustado y como siempre digo, muchas gracias por leer (y por tenerme paciencia) las recobrar amo❤️.

¡Nos vemos en el próximo!

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