VII: Sciurus Lis.
VII.
"Sciurus Lis"
Han pasado unos días, el ambiente ya no es el mismo y de por si la vida tampoco. Al menos para ninguno de los dos. Hyuga Naori no había visto al pequeño desde aquel día y a él tampoco le importaba. Quizás sí. Pero no lo diría ni lo daría a demostrar.
No estaba para pensar en cosas como ella, fue una etapa muy dura. La primera de muchas. Tuve que madurar muy pronto.
Kakashi pasó varios minutos caminando en un circuito sin salida, vacilando por el bosque y por el río, completamente solo junto a su mente inquieta y desesperada ¿Qué quedaba para alguien como él? Sin padre, sin madre y sin alguien que lo pudiese proteger. Aunque sentía que no lo necesitaba del todo, pues era alguien independiente.
Y no, Kakashi no se calificaba como un niño común para nada y mucho menos ahora. Pero tampoco se sentía completamente apto para estar solo, lo odiaba. Odiaba ese sentimiento de soledad y responsabilidad que tendría que enfrentar desde ahora.
¿Protegido por anbu's? Qué va, ellos solo se preocuparon de ver que no me quitara la vida o me pasase algo. Ellos no tenían ansías de cuidarme, solo vigilaban.
─¿Por qué lo hiciste, Padre? ─murmuró, presionando con fuerza ambos puños mientras se acercaba al río una vez más. Su mirada conectando con la nada y un nudo horrible en su garganta.
Observó su reflejo, su demacrado rostro y sus ojeras con detenimiento. Lucía terrible y su cuerpo temblaba un poco por el frío de la época. Kakashi odiaba el invierno, vaya que lo detestaba. Solo por el hecho de recordar al gran Hatake Sakumo cocinando para él, enseñandole a hacerlo o simplemente yendo en busca de leña para el fuego. Sus comidas juntos, las fogatas y los relatos al anochecer. Algo que desde ahora, ya no harían jamás.
Kakashi dio un suspiro y con ambas piernecillas intentó sentarse en el borde del río, aunque solo logró que ambos pies chocasen con el agua helada bruscamente. Su cuerpo tembló de repente, aún más con el tacto y no pudo evitar el abrazarse a si mismo en busca de calor. Aún viendo su terrible reflejo en el agua.
Quería ser fuerte, cambiar. Lo que no sabía era que solo lo estaba haciendo peor. La necesitaba, pero no fui capaz de decir algo...
Entonces, ya no pudo más. El pequeño niño de ojos oscuros estaba siendo parte de ese río al sollozar y temblar como nunca, le echaba de menos. A su padre y, a Naori. En ese cuartel de vigilancia anbu lo único que sentía era miedo y angustia de estar así toda su vida. Solo.
Pronto volvería a su hogar, eso estaba claro porque Sarutobi Hiruzen lo había dicho y lo iba a cumplir. Sin embargo, eso no cambiaría el hecho de tener que estar solo en ese lugar con sus recuerdos. Porque luego de haber dicho esas atrocidades en la torre, dudaba que la morena fuese a por él. Ella de seguro ya no le quería.
Y me dolía imaginar aquello, estaba tan equivocado.
─Oye tú.
El peligris entró en pánico, una voz femenina y agradable le llamaba. Por lo que, con sus puños limpió las lágrimas que se esparcían por su máscara rápidamente. Sin embargo, la pequeña niña tras de él ya había notado sus sollozos de hace un rato.
No era primera vez que le veía en ese lugar mojando sus pies. Y finalmente se atrevía a hablar.
─¿Sucedió algo? ¿Dónde están tus padres?
Kakashi presionó sus puños.
─¿Dónde están los tuyos? ─respondió de golpe, sin querer observar hacia atrás con su nariz arrugada.
─En el cementerio, bien escondidos bajo tierra pero bueno... ─balbuceó la pequeña sin mucha importancia─ ¿Por qué estás así?
El pequeño finalmente volteó su mirada hacia la voz y negó con su cabeza, sorbiendo el moco un momento antes de quitar sus pies del río y ponerse de pie con firmeza. Sí, le tocaba el hecho de que la niña tampoco tuviese padres. Pero él no la conocía, ni le apetecía hablar con ella.
─No te conozco, no hablaré contigo.
Dicho esto, Kakashi pretendía irse por el mismo sendero del que había venido sin volver a observarla o fijarse en ella. No obstante, la niña que estaba en ese bosque se lo impidió al correr hacia él y alzar ambos brazos estando en frente.
Su nariz algo arrugada. Kakashi enrodó ambos ojos con ligero fastidio.
─Oye, no es nada personal pero te digo que yo...
─Sciurus Lis ─espetó ella, esta vez estirando su manita para que este la tomase─ es un gusto hablar contigo, yo también estoy algo sola.
Kakashi la observó de pies a cabeza con algo de sorpresa y alzó una de sus cejas al escuchar su nombre.
Sciurus Lis, o mejor dicho ardilla japonesa. Quizás una especie de roedor esciuromorfo de la familia Sciuridae. Muy poco conocida en el país del Fuego. Pero al poner atención en clases o lo que mi padre decía, no se me hacía difícil recordarlo.
─Tienes nombre de ardilla... ─murmuró, aunque bastante audible para ella─ ridículo.
La pequeña parecía tener la misma edad del peligris, era morena y mantenía unos ojos marrones expectantes. Su cabello era castaño oscuro hasta los hombros y Kakashi podía notar solo por su ropaje, que no era una kunoichi o siquiera participaba en la academia. Ella estaba algo sucia.
¿Por qué estaría en el bosque?
─Y tú lloras como niña en medio del bosque y yo no digo nada, estamos a mano. ─respondió la niña, alzando sus hombros sin mucha importancia.
Kakashi suspiró con molestia, nuevamente queriendo escapar.
─Oye oye, no quise insultarte pero tú lo hiciste primero ─se excusó, en cuanto este caminaba adelante de ella. Lis no dudó en seguirle el paso─ ¿Por qué llorabas de todas maneras? ¿Cómo te llamas?
El pequeño arrugó su nariz e intentó caminar más rápido, sin embargo, ella lo hacia a su paso. Era bastante rápida.
─Deja de seguirme. ─gruñó, esta vez comenzando a correr por el bosque con ella detrás.
─¡No, no soporto cuando alguien está triste y no puedo ayudar! ─exclamó la pequeña, quedando un poco atrás de él.
A pesar de lo rápida que era aquella pequeña, Kakashi obviamente le doblegaba la rapidez. No quería estar solo, pero tampoco pretendía hablar con extraños que quizás pudieron pertenecer a la muchedumbre que difamó a su familia. Y ella no le daba la confianza suficiente.
─¡Oye! ¡Al menos dime tu nombre!
Kakashi gruñó, sin dejar de correr ni un solo segundo y tan solo lo pensó un poco más. Si él decía su nombre tal vez Lis dejaría de seguirlo y no tendría que bancarse aquella extraña conversación.
─¡Oy...
─¡Kakashi! ─gritó el peligris, Lis frenó el paso de inmediato─ ¡Hatake Kakashi!
La morenita dio un suspiro cansado y tocó su pecho, bastante aliviada de al menos saber su nombre. Sin embargo, el pequeño huérfano no dejaría de correr hasta que la perdiera de vista.
Y así fue.
El pequeño Hatake tras unos minutos corriendo sintió la respiración entrecortada y las ansias de parar. Miró hacia atrás unos instantes para cerciorarse de poder hacerlo y frunció el seño al notar que Lis ya no estaba. Entonces, quiso mirar al frente luego de tal calumnia pero al hacerlo, solo chocó con un trozo de metal. Uno bastante duro y grande.
Kakashi cayó al suelo de trasero, sus piernecillas abriéndose en un pequeño triángulo, a la vez que sobaba su nariz repetidas veces e intentaba recobrar el balance. Mientras, observaba quien sería capaz de frenarle de esa manera tan brusca, aunque no se sorprendió mucho al ver de quien se trataba.
─Hasta que por fin te encontramos, ─era la voz de aquel anbu que tanto repudiaba, sus cabellos rojizos junto a su máscara animal le daban asco. Mientras que a su costado Shimura Danzo observaba con detenimiento sus acciones─ hoy vuelves a casa.
─No iré a ninguna parte si ustedes son quiénes me van a vigilar.
El hombre de tez morena, vendas sobre la mitad de su rostro y un bastón tosco alzó su ceja visible, solo para luego estender su mano al pequeño y fágil niño, en señal de que este se pusiera de pie. En cambio, Kakashi golpeó su mano sin siquiera pensarlo, y enseguida el anbu le tomó de los brazos a regañadientes.
─Espera, ─Danzo frenó los movimientos de aquel ninja de las sombras y luego posó su vista en Kakashi─ Es tu hogar, o un orfanato niño. Tú eliges.
Dudé, lo admito. Un orfanato no suena para nada mal cuando estás solo y sin nadie que pueda darte lo que más necesitas. Pero mi padre había confiado en mi, me hizo partícipe de su vida y preparó ese hogar para mi. No quería dejarlo a otra persona o siquiera decepcionarlo.
Tenía que acatar las reglas, por más que me jodiese.
El grisáceo de ojos oscuros dio un suspiro y se puso de pie por voluntad propia. No sin antes voltear a ver el bosque tras de él y pensar en lo ocurrido minutos atrás ¿Por qué la niña le había dejado de seguir de repente? ¿Habría sido por ellos?
Kakashi no lo sabía, ni le importaba. Por ahora tenía más cosas de las que preocuparse y una niña huérfana en el bosque no estaba en sus planes.
El reloj hizo tic, luego hizo tac y después volvió a lo mismo, repetidas veces. La morena de ojos amarillentos resopló en el aire y esperó, resignada en esa silla mientras bostezaba de vez en cuando. Ya llevaba más de dos horas de la misma forma y su amigo aún no salía de esa maldita oficina.
Maldito Uchiha. Pensó.
Naori sabía que quizás Fugaku tenía otras cosas que hacer, más importantes que dar una respuesta sobre la situación de Kakashi, pero no podía evitarlo. Estaba preocupada, Hiruzen Sarutobi no sabía lo que estaba haciendo. Tal vez la morena nunca supo lo que era tener hijos, y lo más probable es que nunca lo supiera luego de la tragedia de su único e incondicional amor. Pero sentía que la manera del actual Hokage no era la correcta, que debía proteger a Kakashi de otra forma. Pero no había quien que lo pudiese hacer como ella, como si lo fuese, como si fuese su hijo. Al fin y al cabo fue lo más cercano a ello que tuvo.
Qué jodida la política del tercer Hokage. Repensó.
Últimamente había estado superando ese hecho, viviendo con Minato y Kushina. Ellos no se habrían negado ni de coña y les agradaba tenerla en casa. Pero a Naori le gustaba ser independiente, era algo que se había inculcado desde pequeña y no pretendía volver al distrito Hyuga jamás. Los aborrecía.
No a tal punto de odiar a su propio padre o a su hermana Soi, al fin y al cabo eran su familia, pero eso no quitaba el hecho de que no soportaría volver a ese lugar. Luchó tantos años por salir de ahí y cuando finalmente lo había logrado... el final no fue lo que esperaba.
Naori suspiró, cambiando la posición de su brazo en la incómoda silla mientras mantenía fija su mirada en el reloj ¿Cuánto más tendría que esperar?
─¿Qué hace ella aquí?
─No lo sé, lleva horas...
Naori mordió su labio inferior sin fuerza mayor e intentó evitar los cuchicheos que habían dentro del cuartel Uchiha de parte de varios policías, quienes pasaban cada minuto con reos o simplemente se esmeraban en divisar la novedad.
Hyuga Naori en el cuartel militar Uchiha, la viuda de Hatake Sakumo pretende quedarse con el huérfano y la casa. Una oportunista.
No era como si le agradase a todos la idea o lo que se comentaba a los alrededores. Al parecer esos hombres preferían que un indefenso niño quedase a la par con el mundo que con ella. O peor, se creían esas suposiciones infames sobre su vida y sus intenciones.
Ridículo. Pensó, otra vez dando un suspiro mientras daba leves golpeteos en el suelo con sus pies. Esperando.
¿Cuánto más iba a tardar Fugaku?
─¡Oiii! ¡Tú!
Naori frunció el seño y por fin volteó la mirada ante la voz de un niño ¿Acaso se estaba volviendo loca? Ahora ya escuchaba voces infantiles.
─¡Obito, que tengas más tacto!
La morena se sorprendió, pues aquel niño lo reconoció apenas le vio correr por ahí con una pequeña castaña tras de él. Se trataba de Óbito, el chico del día que olvidó ir en busca de Kakashi.
Y quien quería ser Hokage.
─¡Tú! ─exclamó el azabache, finalmente llegando frente a ella. Haciendo que Naori abriese sus ojos más de la cuenta al ver su pequeño dedo índice apuntar en su dirección─ ¿Dónde está Kakashi?
La chica de cabellos lilas abrió un poco su boca y balbuceó ¿Ellos lo sabrán? Pensó, sin saber qué responder al pequeño. A fin de cuentas gracias a su grito agudo la mayoría de miradas estaban sobre ellos.
─Disculpe a mi compañero, Naori-san. Es un gritón. ─Óbito refunfuñó ante eso─ Solo queríamos preguntar su paradero, lleva muchos días sin ir a la academia y cuando fuimos a su casa él no estaba. Estamos preocupados ¿Le ha pasado algo? ─terminó de hablar esta vez la pequeña a un costado de él, su cabello castaño hasta el cuello bastante reluciente y su mirada tímida.
─Bueno, lo cierto es que no lo sé muy bien ─mintió la de ojos amarillentos, en parte. Tocando su nuca suavemente─ pero él no está pasando un buen momento por ahora y se ha ido unos días. Cuando lo sepa se los haré saber Óbito y...?
─Rin. ─terminó su frase la pequeña con una leve sonrisa. Aunque se notaba preocupada.
─Y Rin ─repitió Naori con una sonrisa y sacudió un poco el cabello del azabache. Este se sonrojó un poco.
Ella no sabía por qué tenía este instinto maternal tan de repente, pero sentía muchas cosas y ver a dos pequeños preocupados por su amigo le ponía bastante sensible. Como deseaba que Sakumo no hubiese cometido esa locura.
─Naori-san ¿Él volverá pronto? ─cuestionó el pequeño de cabellos negros, ladeando un poco la cabeza mientras tomaba asiento a un costado de la morena.
Rin intentó hacer lo mismo pero por la altura de las sillas solo llegó a la mitad. Óbito quiso bajar de su silla enseguida para ayudarla. Sin embargo, Naori le frenó de golpe. Soltando una pequeña risa.
─Tranquilo pequeño Romeo, yo le ayudo.
Óbito frunció el seño y arrugó su nariz al escucharla ¿Romeo? ¿Quién era ese?
Quiso preguntar, pero al ver como la morena ayudaba a Rin no dijo más y solo observó, tímidamente viendo el esfuerzo de la castaña.
─Muchas gracias, Naori-san ─dijo ella, en cuanto ya estaba sentada en la silla al otro costado de la morena─ ya estoy aprendiendo pero me cuesta, aunque Óbito siempre me ayuda.
La Hyuga alzó una de sus cejas y luego soltó una risa pequeña.
─Así veo, es todo un galán ¿No crees?
El rostro pálido de Rin cambió a uno bastante sorprendido y sonrojado, mientras que el azabache del costado enrojecía completamente y gruñía por lo bajo.
─¡Solo tengo cinco! ─reclamó, alzando ambos bracitos que hicieron a Naori morirse de la risa.
Ellos eran adorables.
Los tres estuvieron conversando un buen tiempo, mientras Óbito comentaba lo mucho que amaba los Inarizuris y que siempre vencía a Kakashi en todo. Aunque, obviamente eso no fuera cierto. Naori lo sabía y por lo visto, Rin también.
Aquella conversación animosa no pudo durar más, pues, la puerta que tanto ansiaba se abriera lo hizo, dejando ver a un uniformado Uchiha con un montón de papeles en sus manos. Su semblante amargado como de costumbre.
─Chicos, ¿Me esperan? ─dijo ella hacia los pequeños, estos ladearon su cabeza confundidos.
Aunque luego Óbito tuvo que amortiguar esa situación.
─¡Toda la vida! ─exclamó, a lo que la Hyuga soltó una risa y se puso de pie.
Al hacerlo, notó enseguida como su amigo Uchiha le hacía un ademán con la cabeza, bastante sigiloso para que los demás policías no se diesen cuenta de lo trucho que estaba siendo el próximo líder del clan más nombrado y poderoso de la aldea. Al menos a boca de muchos.
─¿Qué significan esos niños en el cuartel? ─soltó el castaño de repente, al notar que en aquel pasillo no había gente.
Naori alzó los hombros.
─¿Acaso pretendes abrir una guardería? Debes tener cuidado, Naori. Estás en boca de todos.
La morena puso sus ojos en blando y dio un gran resoplido, tomando por su cuenta algunos papeles que Fugaku traía en sus manos. Este gruñó enseguida.
─Estás más gruñón de lo normal Fugaku, solo quería ayudar ─dijo la morena y notó un leve toque de nerviosismo en el rostro de su amigo─ ¿Cuándo nace Itachi?
─Pasado mañana ─respondió, tragando saliva notoriamente. La morena sonrió y quiso reír.
─Ya veo, tendrás una gran responsabilidad todo lo que resta de tu vida ─comentó, mientras ahora ambos caminaban hacia un lugar que al menos Naori no había visto jamás.
─Agradecería que no me pusieras más nervioso de lo que ya estoy, Naori.
─Vaya, lo estás admitiendo.
Fugaku frenó en seco sus pasos y Naori también lo hizo, confundida y algo nerviosa de haberle hecho enfadar. Después de todo, él era el único que estaba tomando las acciones legales de lo que ella pretendía hacer. Cosa que Minato y Kushina no podrían hacer ni con llantos de súplica.
─¿Y cómo quieres que no lo esté? ─exclamó en voz baja, levemente apretando sus dientes con angustia en su rostro─ ¡Voy a ser padre, Naori! ¡No es algo que suceda todos los días!
La chica de cabellos lilas soltó una risa leve y luego palmeó el hombro del Uchiha, quien solo dio un bufido y volvió a caminar por donde iban.
─Lo harás bien, Fugaku ─trató de animarle, sin observar las paredes o siquiera el camino─ con el apoyo de Mikoto-chan de seguro hacen un buen trabajo y quien sabe, Itachi termina siendo un prodigio en un futuro o el siguiente líder del clan. Hasta podría ser Hokage.
Fugaku abrió una compuerta mientras que Naori instintivamente quitaba los papeles de su regazo. Este dio un suspiro frustrado.
─Te estás anticipando, puede que sea un delincuente o un rebelde sin causa. No sé que haré en esos momentos... ¿Tú que harás? Cierra la puerta.
La morena entreabrió sus labios y con suma felicidad cerró tal compuerta, botando todos los papeles en el suelo. Fugaku ya no sabía si reír o reprenderla. Ella era así, algo bien y algo mal.
─¡Eso quiere decir que lo lograste! ─exclamó con suma felicidad, a lo que Fugaku asintió.
Naori no demoró en correr y lanzarse a los brazos del Uchiha, sintiendo una felicidad y alegría que jamás había sentido antes. Él lo había logrado y ella estaría agradecida toda su vida, se le debería.
─¡Espera, espera, Naori! ─exclamó el Uchiha, intentando sacarse a Kushina 2 de encima. Él solo había dicho la mitad de lo que ella debía de saber─ ¡Lo hice, sí! ¡Pero hay una condición y creo que esa parte no te gustará!
La morena frenó sus movimientos en seco, sintiendo como la felicidad de su corazón había durado tan poco. Le jodía que todo fuese así, con términos y condiciones. Ella realmente odiaba la política de Sarutobi Hiruzen, la aborrecía.
─¿Qué condición? ─preguntó, algo seria tras separarse de él.
Fugaku bufó, por fin lo escuchaba.
─Hiruzen-sama si te dará la custodia, pero solo si Kakashi acepta. ─espetó, una leve mueca frunciéndose en su definido rostro─ si él no lo hace, pues tendrás orden de alejamiento durante tres meses. Hasta que las cosas se calmen un poco.
─¿Qué?
La morena no podía creerlo ¿Por qué siempre que hay algo bueno tiene que haber de la otra parte? Aún así, no podía quejarse. Fugaku había arriesgado mucho por aquel trámite que no le correspondía.
─Lo siento, Naori... es todo lo que pude hacer, pero si el chico no quiere quedarse solo lo más probable es que diga que si ─dijo, tragando saliva una vez más al ver el rostro preocupado de la cabellos lilas. Temía que esta cometiera una locura─ no te preocupes, él aceptará.
Naori inhaló aire y luego lo expulsó con mucha fuerza, no sabía si estar molesta o feliz con ello ¡Él la odiaba!
Yo no la odié jamás, nunca se lo dije. Pero lo que creí odio en su momento, fueron solo sombras de lo mucho que la apreciaba. Y ahora que por fin...
─Te lo agradezco, Fugaku ─dijo, sonriendo de lado y este asintió.
─Sabes que siempre contarán conmigo, tú y los demás. Hasta el marrano de Minato. Ninguno se zafa.
Naori soltó una risa y le abrazó una vez más, esta vez siendo correspondida por el Uchiha solo unos segundos. Ambos separándose luego para que Fugaku pudiese ir al pequeño escritorio de la habitación.
─Ahora ¿Cumplirás tu parte verdad?
El rostro de Fugaku parecía divertido al notar el fastidio en el rostro de la Hyuga ¿Qué? ¿Acaso creían que un Uchiha no sacaría provecho de la situación? Si bien eran buenos amigos, el castaño tenía mucho que hacer ese día y como Naori necesitaba distraerse ¿Qué mejor que llevarla a trabajar con él? Así ambos matarían dos pájaros de un tiro, además, siempre se podía divertir con Naori. Más que con la violenta de Kushina.
Eso estaba claro.
─¿Comienzo con los papeles?─ preguntó ella, el desgano notorio en su voz mientras apuntaba las hojas del suelo.
Fugaku asintió.
─Y luego sigues con la estantería, yo tengo que firmar unas cosas.
Naori dio un suspiro y se agachó a por los papeles, luego subió su vista a la estantería y el desgano se hizo más notorio, causando la risa del Uchiha.
Ay madre, pobre Mikoto. Si así es siempre de desordenado en su oficina no quiero imaginar como será en casa. Pensó, para luego resignarse. Solo esperaba que Kakashi no tomase rencores hacia ella y pensara en su bienestar.
Que no fuese orgulloso como siempre. Otra vez suspiró. Tenía que distraerse, definitivamente.
Había pasado una hora, una mísera hora y al parecer los niños no tenían paciencia de oro. Rin movía sus pies colgantes en la silla mientras que Óbito intruseaba en todo el lugar. La niña podría regañarle, pero temía bajar de aquellas sillas tan grandes y el azabache se había aprovechado de eso.
Era un niño muy travieso, y Rin lo sabía muy bien.
─¡Obito, ten cuidado con...!
Tarde, la luz de todo el cuartel militar se había ido. Ahora las voces de todos los policías se hacían oír con enfado mientras Rin intentaba no orinarse encima por el miedo. Miedo porque regañasen a su amigo y miedo por la oscuridad del lugar, más si no podía siquiera bajar de esa silla.
Por otra parte, el azabache intentaba gritar a Rin que él no había sido. Sin embargo, una mano pequeña tapaba su boca y reía por lo bajo.
─Oye, no te haré daño solo fue una broma ─espetó la niña al ver que Óbito comenzaba a lloriquear.
Ella quiso soltarlo y preguntar a lo que iba, sin embargo, la luz se encendió de repente y tuvo que marcharse. Esto siendo una gran represalia para el pequeño Uchiha, pues uno de los comandantes generales al verle a un costado del interruptor no dudó en tomarle de la playera y alzarlo frente a los demás.
─Este fue, comandante.
Rin se llevó ambas manos a la boca cuando otro de los policías tomó su playera y la alzó de la misma forma que Óbito. Ambos estaban en problemas, por culpa de ella.
─¿Yo? ¿Vivir con Naori?
El pequeño de cabellos grises estaba sorprendido, no sabía si la vida le había dado una oportunidad pero le alegraba el hecho de saber que ella quería estar con él. Ella no estaba molesta, no como él creía.
─Tú decides, muchacho. ─insistió el tercer Hokage, pues él se había quedado sin palabras.
Fue una decisión difícil, no sabía lo que quería. Al menos no en ese entonces.
Kakashi tragó saliva e iba a responder, sin embargo, la puerta se abrió de golpe. Dos hombres grandes y robustos con logo Uchiha en sus hombros, sus rostros molestos y lo que más sorprendía. Al menos al peligris.
Rin y Óbito colgaban de sus manos.
─¡¿Kakashi?!
Ambos gritaron en conjunto al ver a su compañero sano y salvo, más sentían nervios de no saber cómo iban a castigarlos. Kakashi resopló en el aire.
No quería lidiar con ellos ahora, al parecer tenía una especie de imán para la gente molesta. Aún así no dijo palabra alguna.
─¿Qué ocurrió para irrumpir así? ─habló Hiruzen, su frente algo arrugada por la confusión.
─Estos mocosos cortaron la luz del cuartel militar, inhabilitando todas las actividades y dos celdas eléctricas. Merecen un casti...
─¡Que no fuimos nosotros! ─reclamó el pequeño azabache─ ¡Fue ella, la cavernícola! ¡Lo juro yo la vi!
Kakashi frunció el seño ¿La cavernícola? Él no quería pensar en ello, pero todas sus neuronas se fueron a ella. A Lis.
Y ahora, sentía curiosidad ¿Qué haría Naori con un caso así? Pensó, segundos antes de ir al papel del Hokage y marcar con tinta su respuesta.
Ni siquiera dudé, la corazonada... fue más fuerte. Ahí todo comenzó.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
—7—
¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad a mi gusto esta algo corto y así, pero bueno💓
¡Ha aparecido otro personaje, uno que será muy importante y bueno, de ayuda!
En fin, espero les haya gustado el capítulo y muchas gracias por leer😍 Recién ayer me di cuenta que ya somos 1k y dios ¡No llevo ni diez capitulos! Me he sorprendido y enserio, muchas gracias💓
Y eso, no las aburro más y adiosín😍
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