Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IX: ¿Vivir?

» Me inspiré en este capítulo con la canción Impossible, la versión de James Arthur por si quieren oírla mientras leen «

IX.
"¿Vivir?"

La vida no es simple, la vida no es algo que se pueda recuperar una vez que se va fácilmente como un abrir y cerrar de ojos. La vida no debe ser desperdiciada y mucho menos, asesinar las posibilidades de poder entrar a un mundo mejor del que te encuentras para superarte. Ella me lo enseñó. Nunca vi más posibilidades de las que tenía en frente de no ser por ella, quizás debí ser un poco más como Obito y seguir el camino correcto. Quizás, pude haber cambiado todo si hubiese sabido y ahora recién lo meditaba. Lo siento mucho... Naori.

Te he fallado.

─¡Kakashi-sensei! ¡Atrás de usted!

Mi cuerpo no pretende moverse, mis músculos están algo tensos, adoloridos mientras mi ropaje está hecho un asco y observo al chico con mis ojos bastante abiertos sin querer reaccionar ¿Debería luchar? ¿Quedarme? ¿Seguir?

En otros momentos podría insistir, permanecer como lo hacía usualmente y como lo hice aquella vez. Pero algo, algo me lo impedía. Yo quería esto, en el fondo de mis entrañas lo quería. No como antes. Lo necesitaba.

Sé que lo prometí, se lo prometí a ella.

Y Ella me lo prometió. Pero las promesas se rompen y todo se quiebra para quien no sabe salir, tarde o temprano lo hacen. Esto estaba mal, no era digno de un shinobi.

Entonces, el estruendo llegó a mis oídos junto al griterío. Naori... yo realmente lo siento.

Como no tienes idea.

La cena había transcurrido normal durante toda la jornada, Minato había devorado como un completo animal aquellos platillos hecho por su mujer mientras que la morena apenas y tocó su comida durante ese lapso de tiempo, aunque al recibir la mirada angustiada de Kushina se obligó a comer el resto. Los ninneko no tenían noticias, aquello la mantenía bastante al margen y algo nerviosa. Más si el rubio frente a ella se tocaba la barriga con una mirada bastante alegre y relajada.

No lo soportaba ¿Por qué el podía estar tranquilo y ella no?

─Minato ¿Te había dicho alguna vez que eres un cerdo? ─soltó ella con un resoplido, limpiando su boca mientras se ponía de pie.

El rubio frunció el seño, algo confundido. Al menos solo hasta que notó la suciedad y la humedad de su ropa.

─¿Y yo te había dicho alguna vez que estás loca?  ─respondió─ Además, esto se llama trabajo duro y una novia hermosa que me ama.

Kushina soltó unas risas al oírle, notando como su amiga tomaba el plato usado por ella y los de Minato para ayudar a la pelirroja en el lavabo de la cocina. Al parecer su idea no había sido tan buena después de todo, los felinos no tenían noticias y simplemente subió el volumen de los audífonos.

Nunca estaba de más.

─No te aflijas Naori-chan, los gatitos cuidarán muy bien de él mientras no estás dattebané. ─dijo, aunque se sintió más que angustiada al canalizar las palabras de su novio. Pues Naori recientemente había perdido a Sakumo y probablemente las relaciones de pareja le afectaban más de lo normal.

La morena suspiró.

─Eso espero...

Entonces, en el momento menos esperado en dónde todo parecía normal y estar bien en aquel hogar, la puerta de la vivienda Uzumaki se abrió de golpe y ambas mujeres se miraron entre sí dentro de la cocina, confundidas. Mientras en el salón principal se dejaban entrever a dos Uchihas de la policía militar con sus rostros bastante serios como siempre. Ellos solían ser así, pero no de manera tan repentina y mucho menos con ese aura tan agresivo que se traían.

Minato, un tanto sorprendido a regañadientes se puso de pie. Mientras ambas mujeres volvían al salón principal con notable preocupación al ver a dichos hombres. Naori estaba muy nerviosa, tanto que comenzó a temblar, pues creía que quizás la policía ya se había enterado de sus invocaciones y tal vez podrían encarcelarla o algo que se asemejara. Sin embargo, no sabía que no tenía nada que ver con ello.

Era algo más.

─¿Sucede algo? ─cuestionó el Namikaze con tono cansado, sin quitar ese toque de seriedad frente a los problemas que solía tener. Estaba dispuesto a defender a su amiga si era necesario, pues sería una exageración de su parte llevársela por unas invocaciones vagas.

La Hyuga de ojos amarillentos tragó saliva mientras se incorporaba en su posición, y la pelirroja tan solo sujetó su brazo en símbolo de apoyo. Ella también la defendería, incluso si pudiesen encarcelarla de igual forma o si la morena podría hacerlo por si sola. No por nada era la discípula del viejo Uchiha Kagami.

No era un prodigio, estaba lejos de serlo... pero tenía sus trucos.

─Necesito que los tres me acompañen, son órdenes del cuartel. Ahora.  ─habló uno de ellos, bastante robusto y con un deje de barba sobre su barbilla. Aunque más parecían escasos vellos. Mientras presionaba sus puños con impaciencia.

Minato frunció el seño, igualmente confundido. Pues, si fuese a por Naori no sería necesario el que los llevaran a todos. Se le hacía extraño que fuese de esa manera ¿Ellos por qué?

─¿Qué ha sucedido? Exijo una explicación antes de ir. ─bramó el rubio, aunque su voz seguía siendo bastante tranquila su rostro demostraba todo lo contrario. Aquello lo notaba cualquiera.

Uno de los policias bufó, sacando una de sus katanas para apuntar al Namikaze directamente en su pecho con brutalidad y notable decisión.

Kushina al ver aquello de inmediato pretendió correr hacia él con inquebrantable enfado en su rostro, y lo hubiese logrado de no ser por los apretones que el otro Uchiha había proporcionado en sus brazos para que no intentase nada en su contra. Por su parte, Naori intentó hacer lo mismo con el mismo nivel de enfado o quizás más. Sin embargo, apenas movió uno de sus pies la katana se acercó aún más al tórax de su amigo el rubio como advertencia.

Ellos no entendían nada, todo estaba sucediendo tan rápido y por la mirada del Uchiha sabían que él iba en serio con aquello. Si Naori se movía un centímetro más de su posición lo más seguro es que la katana traspasase su corazón sin ningún problema.

─Será mejor que no se resistan o tendremos que hacerlo a la mala, la ley la imponemos nosotros Namikaze. No tienes derechos a exigir nada.   ─explicó aquel hombre frente a un imponente Minato, quien solo analizaba la situación mientras observaba luchar a su mujer y a su amiga sudando como un atleta con su rostro ido.

─¡Que lo sueltes-ttebane! ¡Vas a ver de lo que soy capaz y...!

─Silencio, Uzumaki. ─bramó el policia que la sujetaba, tapando su boca con uno de sus brazos brutalmente.

─¡¿Qué es lo que quieren, maldición?! ¡Ya suéltenlos! ─gritó la morena, bastante molesta y dolida mientras hacía el amago de avanzar hacia ellos. Ya estaban colmando su paciencia.

─Epa epa, Hyuga ─burló el policia─un paso más y la rubia muere.

Naori frenó en seco, su corazón latiendo a mil por segundo mientras todo se volvía nada a su alrededor. No lo comprendía, definitivamente si esto era obra del Sandaime o del propio Danzo era que se habían vuelto locos. No había otra explicación.

Minato no tenía culpa en aquel drama que tenía la morena y su familia. O con el mismísimo Hokage.

─¡Vas a ver de lo que soy capaz-ttebané ya te lo adver..!

─Kushina, Naori ─habló el Namikaze para detonar el silencio de ambas, su semblante demasiado serio y hasta molesto por todo el alboroto─ solo no se resistan, si lo hacemos ellos tienen el permiso de asesinarnos cuando quieran. Así es ésta ley ¿O me equivoco?

El Uchiha robusto frente a él medió una sonrisa amarga, finalmente quitando la katana de dónde la tenía con diversión.

─No te equivocas, eres inteligente Namikaze. ─dijo, aún con aquella sonrisa que causaba asco en cualquiera. Luego se volteó a su compañero─ Suelta a la Uzumaki, si vuelve a causar estribos ya sabrá lo que ocurrirá con su novio o la Hyuga.

Entonces, todo ocurrió en cosa de segundos. En cuanto el Uchiha soltaba de sus brazos a la Uzumaki que pataleaba, el rubio no perdió oportunidad para mediar una mirada cómplice hacia la Hyuga y esta sonrió. Minato era demasiado inteligente, y Kushina también. Ambos de igual forma se observaron antes de realizar su plan mental.

─¡¿Pero qué...?!

Naori ya había entrado en batalla, utilizando su famosísima y peculiar manera de luchar que de seguro odiaba por su apellido, el Jūken. Dejando así al Uchiha bastante sorprendido y con uno de sus brazos inactivos por unos cuantos minutos, esto debido a que ya luego se dedicó a activar su sharingan para arremeter en contra de la morena. Cosa que no le resultó, pues Kushina con un gran golpe lo noqueó en el suelo.

Varias cosas del suelo se rompieron debido a ello.

─¡Por personas como tú los Uchihas están como están-ttebané! ¡¿Esa es manera de tratar a una dama?!  ─exclamó la pelirroja, bastante molesta mientras las colas que se habían formado en su cabello anteriormente se disipaban enseguida. Naori suspiró, aquel hombre había estado muy cerca.─ Ugh, ahora sí que tendremos problemas con el Sandaime.

─Espera, Kushina ¿Y Mina...

─Estoy aquí, no te preocupes tanto por mi Naori. ─habló el rubio, quien tenía de boca contra el suelo al otro policia. Aunque seguía consciente, a diferencia del cual atacó a las mujeres.─ ¿Quién te ha enviado? ¿Por qué esta actitud arrogante dentro de mi propio hogar y con las mujeres que están aquí? Habla.

El Uchiha se removió en el suelo, adolorido e intentando zafarse del agarre del ninja rubio. Sin embargo, se le hizo imposible por la fuerza que este poseía. Por lo que, tras dar un resoplido rendido se dedicó a responder;

─Fugaku-sama, ─ dijo─  él dijo que les obligaran a...

─¿A qué? ─bramó Minato, molesto y con un deje de confusión por la repentina llamada de su amigo el Uchiha.

¿Por qué Fugaku haría algo así?

─A venir con nosotros, é-él no nos dijo más. Por favor, ya suéltame...      

Minato pidió permiso con la mirada hacia su novia y a su amiga, quienes asintieron sin dudar un solo segundo. Ellas no pensaban que Fugaku fuese capaz de algo maligno y mucho menos del policia que había en casa, pero aún así les causaba confusión que tuviera que ser de esa manera y en la propia casa de la Uzumaki.

No entendían la lógica del Uchiha. Algo extraño había en todo.

─¿Dónde está Fugaku ahora? ─cuestionó una vez más el Namikaze, a lo que el policia gruñó. Quitándose los escombros de sus brazos con notable irritación.

─En el hospital, su mujer está por dar a luz. ─respondió─ joder, con razón te haces llamar el relámpago amari...

Naori se llevó la mano a la frente, frustrada. Mientras que la pelirroja ya tenía sus orbes fuera de su rostro con mucho brillo y emoción por la fantástica noticia. Minato suspiró, mucha frustración inundaba su cuerpo a la vez que observaba al hombre inconsciente un poco más allá de su posición. Aquello sí que lo iban a pagar caro con el Sandaime, y Fugaku también ¿Qué clase de aviso retorcido era ese?  

─¡Vamos, vamos, que vamos, viene Itachi-kun en camino dattebané! ¡Muevan esos traseros, no pienso llegar tarde y perdérmelo todo! ─ exclamaba Kushina a todo pulmón, mientras tironeaba del cuello de la playera de su novio y tomaba la mano de la morena─¡Naori-chan, Minato-kun! ¡Después pensamos en qué hacer con el amargado del suelo, vamos-ttebané!

Ninguno de los dos se negó ante los constantes forcejeos de la pelirroja, siendo llevados casi a rastras por los pasillos arenosos de la aldea, mientras dejaban al policia dentro de su hogar junto al inconsciente cuidándola. Ya luego se ocuparía de ello.

Mikoto y Fugaku eran más importantes por ahora.

─¿Por qué Fugaku es tan raro? ¿Nunca le has preguntado, Minato? ─soltó la Hyuga, su semblante detonando la misma frustración al pensar en el regaño que recibiría de parte de Hiruzen por golpear a la supuesta Ley de la aldea.

─Créeme que lo he hecho, y no lo comprendo.

Entonces, en cuanto la morena intentó decir algo más, una vibración demasiado fuerte de parte de su cuello le hizo frenar con fuerza. Logrando que por poco la Uzumaki cayera de rostro hacia el suelo, si no fuese por los rápidos reflejos de su novio, quien no demoró en sujetarla y observar a la de ojos amarillentos con más confusión de la que ya tenía con su amigo el Uchiha.

─¿Qué sucede?

─Ha de ser Toushirou y Katnoa.   ─respondió, tragando saliva sonoramente.

─¿Qué crees que haya ocurrido? ─cuestionó la Uzumaki, mordiendo levemente sus uñas con nerviosismo. Aunque no quitaba su emoción por el próximo bebé que tendría su amiga.

Era todo un lío.

Naori no respondió, simplemente presionó el botón de encendido casi al instante para recibir los mensajes que vendrían de parte de sus invocaciones. Sin embargo, apenas lo hizo pegó un brinco del susto. Al igual que los otros dos presentes.

Ese griterío no se lo deseaba a nadie.

─¡Naori-sama! ¡Naori-sama! ─exclamaba la pequeña Katnoa con mucha desesperación en su voz de felina delicada─ ¡Es el niño! ¡El niño-nya!

─¡Kakashi pretende! ¡Pretend...Toushirou deja-nya! 

─¡¿Qué?! ¡¿Qué ha pasado con Kakashi?!

Ahora la mirada que mantenía la pareja sobre la mujer ya no era de confusión más que preocupación pura, los animales habían hecho bien su trabajo al cuidar de Kakashi y al parecer estaban avisando o haciendo el intento a su ama sobre lo que ocurría. Incluso si no se les entendiese mucho al haber más voces junto a ellos, niños. Ella los reconocería donde fuese.

Obito y Rin parecían estar junto a ellos.

─¡Se va! ¡Se va! ─gritó el pobre Toushirou, quien al parecer luchaba contra el pequeño Obito desde la otra línea de audífonos. ─ ¡Suelta, mocoso!

─¡No le estás diciendo bien, gato rolloso! ─decía el azabache, mientras leves crack se hacían sonar por el audífono. Si seguían de esa manera iba a romperse en cualquier momento y ninguno quería eso. Sobre todo la morena, quien no entendía mucho pero sabía que tenía que ir a su salvación.

Ella iría a dónde yo fuese, y ese día lo supe con la mayor certeza posible. La necesitaba, como siempre lo hice...

─¡¿A quién llamas roñoso?! ¡Ni siquiera así es la palabra maldito Uchi...

─¡Toushirou, deja de pelear con los niños y dime que mierda está sucediendo! ¡Joder! ─bramó con mucha desesperación la morena de ojos amarillentos, aún siendo observada por algunas personas que pasaban y por la pareja.

─Él quiere...

Nuevamente, un crack en la línea y gritos. El cual desesperaba aún más a la Hyuga de cabellos lilas. Algo había sucedido con Kakashi y ninguno de los que estaba tras el audífono era capaz de articularlo bien. No los culpaba, eran niños. Pero sus ninneko seguramente se lo pagarían luego.

Ellos tenían que cuidarlo.

─¡Estamos sobre los hokages, Naori-san! ¡Kakashi va a lanzarse! ¡Necesitamos ayuda! ¡Ella se lo quiere llevar!

El rostro de los tres presentes se sumió en el pánico al escuchar la dulce voz de Rin, todos observando hacia las grandes rocas en dónde parecía llover a más no poder. Mientras que en el lugar donde se encontraban había un sol radiante que podría quemar a cualquiera. De lejos pudo notar como un punto negro se acercaba a la nariz del Tercer hokage, pero nada más que eso.

─Maldición. ─gruñó, odiándose casi de inmediato por no tener el tan valioso byakugan para poder observar lo que estaba ocurriendo con sus propios ojos y ver que tan grave era el dilema.

Kushina se acercó a ella y posó una de sus manos en su hombro, dando algo de contención. Ella también parecía asustada. Mientras que Minato parecía analizar todo con su mirada.

Entonces, los griteríos cesaron de golpe tras uno al final de todos los que estaban tras la línea y enseguida, los aldeanos parecían haberse enterado de la noticia. Pues, unos pocos corrían en dirección a los monumentos.

La situación era más grave de lo esperado.

─Minato, llévame con tu hiraishin. ─ordenó la morena, su mandíbula demasiado tensa mientras rechinaba sus dientes─ Ahora.

─Naori, los tres mes...

─Al diablo los tres meses, no dejaré que muera. No como Sakumo, ─espetó, su voz demasiado firme y decidida mientras se soltaba de Kushina con cuidado─ me vale si me pudro en la cárcel por ello, solo llévame y ya. Por favor.

El rubio tragó saliva notoriamente, inseguro. Observando el rostro demasiado preocupado de su novia y luego al decidido pero desesperado de Naori. Él no creía que el pequeño Hatake fuese a suicidarse, sin embargo, también sintió miedo y preocupación por el muchacho al oír las palabras de la pequeña. Por lo que, asintió sin sisear un segundo más.

Kushina asintió con su cabeza.

─Sálvalo, Naori-chan. ─animó la pelirroja, su mirada igual de firme que la de su novio y su amiga─  él te lo agradecerá.

Arigato, Kushina-chan. 

Dicho aquello, el rubio sacó uno de sus kunai especiales para luego posarlo sobre sus manos y tras la morena tocar su hombro, ambos se fueron en un soplo de viento hacia la cabeza de Sarutobi Hiruzen.

Kushina tragó saliva con nerviosismo, ella solo deseaba que Kakashi estuviese bien y en los brazos de su amiga como debería ser. Realmente no quería que otra tragedia la avecinara y mucho menos que el pequeño huérfano muriese luego de negarse o sufrir de esa manera.

Espero que todo salga bien. Pensó, segundos antes de caminar a pasos temblorosos hacia el hospital. Mikoto no les perdonaría el perderse el parto de su bebé, pero si ella se apresuraba quizás podría explicarlo todo y lo entendería. Además, sabía con certeza que entre su novio y Naori nada le pasaría al hijo único de Hatake Sakumo.

Y también, dar una gran paliza al amargado Uchiha de métodos extraños, realmente se lo merecía por envíar a sus subordinados de esa manera. No se zafaría.

─¡¿Ves?! ¡Ya lo rolpiste! ─bramó con mucho enfado el pequeño Uchiha, ambos brazos estirados mientras Rin lloraba a su costado al ver como Lis intentaba empujarlo hacia el abismo.

Kakashi se notaba demasiado desesperado. De pronto, la lluvia frenó su correr.

─¡¿Podrías por lo menos hablar bien pequeño mocoso-nya?! ─le siguió aquel felino negro de mirada desafiante.

─¡Lo siento, hablo mal cuando tengo nervios! ¡Pasa el aparato!

Ellos discutían, lo recuerdo perfectamente. Como los escombros de mi alrededor hacen crack y sentí mi vida correr en un solo segundo. Ni siquiera recuerdo el momento exacto en el que ellos arribaron en mi ayuda, pero Lis no pretendía soltarme, una profecía y una leyenda fue lo que oí de sus labios... Yo solo quería que me dejase en paz.

Por primera vez tras la muerte de mi padre, tuve ganas de vivir y ellos no podían acercarse para ayudarme, y yo tampoco lo permitiría.

No lo suficiente, a no ser que fuese desde fuera del bosque. Como ahora, ya no hay quien pueda acercarse. Ni siquiera ella.

─¡Lis, no quiero! ¡Basta! ¡¿Por qué me haces esto?! ¡Si te sentiste ofendida yo...

Ella alzó sus cejas, bastante desconcertada y ofendida frente a lo que el peligris estaba diciendo. Lis iba a acabar con su dolor, con su miseria y de paso ella sería feliz otra vez. Ya no tendría que divagar por los bosques como una completa extraña, sin que pudiesen tocar su cuerpo o darle algo de amor que jamás tuvo. No después de la muerte de sus padres.

Lo que hacía era salvación propia y ayuda al pequeño Hatake, no lo comprendía. Lo que hacía era lo que cualquiera haría por el bien de alguien.

Ella era solo una niña.

─¡Esto es por los dos, Kakashi! ─exclamó, notando el miedo en los ojos del peligris─ ¡No temas, yo seré feliz y tú volverás a ver a tu padre como sueñas! ¡Solo hazlo, no te dolerá lo prometo!

Kakashi mantenía sus orbes abiertos con mucha sorpresa y cierto temor mientras forcejeaba con la pequeña Lis. Aunque a vista de los demás él solo luchaba con sus instintos de querer suicidarse como su propio padre, Hatake Sakumo.

Solo él podía verla, quitando a Obito y Rin quienes también podían.

No obstante, ellos estaban muy lejos del pequeño Hatake como para ayudarle. Siendo cortados por una barrera de árboles que ni los gatos podían cruzar. Por ello, los aldeanos que observaban expectantes de abajo no comprendían como el hijo de Sakumo había llegado a ese lugar sin tener que subir por los rostros Hokage.

Yo era un prodigio, para ellos era fácil adularme por ello. Pero ninguno fue capaz de arriesgar su vida para salvarme...

─¡Basta, mi padre cometió un error y yo no pretendo hacer lo mismo suicidándome! ¡Suéltame! ─gritó, el enfado haciéndose evidente junto a la respiración agitada y su corazón latiendo a mil por segundo.

Un solo paso más y...

─¡Suéltalo, cavernícola! ¡¿Qué clase de persona eres?! ─gritó el pequeño azabache, sumido por la desesperación de ver a su amigo caer y a su amiguita llorando a mares por no poder subir aquellos troncos.

Estaba muy al borde, demasiado.

Obito lo intentó, sin embargo, Katnoa punzó sus garras en su brazo y lo lanzó de vuelta a dónde estaban sin sisear un segundo.  Incluso si el pequeño Uchiha se había quejado por ello. Ya tenían a un niño de cinco años al borde de la muerte, no necesitaban dos. Y mucho menos sí la felina estaba cien por ciento segura que su ama no fallaría.

Ella nunca lo hacía.

Toushirou lo había previsto apenas divisó al moquillento y la felicidad que provocaba él en su ama. Ella lo protegía y protegería con su vida hasta que pegase su último aliento. Era evidente, y luego de la muerte de Sakumo aún más.

El felino estaba seguro.

Un crack sonó, uno bastante fuerte tras el pie derecho del pequeño Hatake que luchaba con todas sus fuerzas para no caer con su semblante arrugado. Pero Lis tenía una fuerza descomunal como solían tenerla los espíritus de su tipo, y para alguien como Kakashi que no sabía como lidiar con esas cosas a pesar de ser un prodigio... aquello le pasó la cuenta.

─¡Lo harás, yo creo en ti!  ¡Seremos felices! ─gritó la morenita, esta vez moviendo una de sus piernecillas para generar una leve zancada y que este se tambaleara aún más.

Solo un paso, uno solo y...

─¡Kakashi! 

Sé que pensé en todo, en mi padre y en Naori. También en Obito, Rin y hasta en Guy, quien solía luchar conmigo cada vez que mi padre me dejaba a cargo del suyo. Todo pasó tan rápido que ni tiempo tuve para gritar o defenderme, más el oír los que proporcionaba la poca gente y los felinos que corrieron a por mí. Todo es tan difuso.

No como ahora, todo pasaba tan lento que... ¿Por qué? ¿Qué estoy haciendo mal?

El Hatake tras caer intentó generar un sello de manos en el aire para ablandar la arena que había bajo los monumentos o al menos lanzar uno de sus kunai para no caer. Sin embargo, la velocidad era demasiado amplia y al parecer el elemento de la pequeña espíritu era nada más ni nada menos que el elemento viento.

Ella no dudó en dar un empujón a sus brazos con ello.

Kakashi comenzó a hiperventilarse, sus oídos junto con el pánico se bloqueaban al oír tantas voces a su alrededor. La más fuerte era la de su amigo y los felinos, quienes apenas lo vieron caer comenzaron a correr por el rostro de Senju Tobirama para al menos hacer el intento de algo.

Si él caía, Naori no se lo perdonaría. A ninguno de los dos.

─Padre, yo no quería... esto. ─murmuró el pequeño, presionando sus puños a la vez que cerraba sus ojos en cuanto sentía más cerca el suelo de su cuerpo, esperando así el gran impacto.

Entonces sucedió, como si los dioses estuviesen a favor de todo bien, unos brazos rodearon su cuerpo y lo acurrucaron como si fuese un completo bebé, generando demasiada fuerza. Mientras el griterío de la gente abajo era más fuerte, incluyendo a los felinos. Aterrados por quien había hecho tal acto suicida.

Lis sintió pena, demasiada. Pero aún así su madre lo había dicho, caso pendiente... La pequeña de cinco años no podía perder su oportunidad de ser feliz. Por ello, otra ola fuerte de viento los azotó al haber notado como el Namikaze pretendía acercarse con el hiraishin.

─¡Naori, no!

Su aroma, lo sentí, lo viví y lo disfruté como nunca. Si el cielo tuviese un aroma, seguramente sería el de ella porque así lo sentí. Quisquilloso y lleno de calma. Más no pude el pánico en ese entonces, pues ella estaba dando su vida a por la mía. Quizás, solo quizás ella no me había dejado ni lo haría jamás o al menos eso pensé... ¿Qué estaba haciendo?

El grito desesperado del Namikaze, junto a la vista de unos cuantos aldeanos y la mirada de pánico que le había proporcionado el pequeño Hatake a Naori antes del impacto, no pudo evitar lo que estaba por suceder. Incluso si Minato se había lanzado desde el lugar al igual que ella  con su hiraishin para intentar arremeter el golpe.

Golpe que no supo frenar a tiempo. Mejor dicho, fue disipado por el viento descomunal de la pequeña que comenzaba a sentir un nudo en su garganta al ver como todos ellos le defendían con su vida. Ella también quería algo así, Lis solo buscaba el bien de los demás.

¿Por qué nadie buscaba su bienestar?

Crack. La gran cantidad de polvo a las cercanas de la torre Hokage se hicieron entrever, más el gran estruendo del golpe contra las piedras de arena dura y sobre todo, los gritos horrorizados de la gente que se acercaba. Incluyendo al propio Hyuga Hisagi junto a Hyuga Soi.

Ellos esperaban con ansias ese momento, ese incidente que les permitiría llevarla a con ellos.

Hiruzen solo observaba por su ventana con su pipa en mano, aunque no pudo evitar el sentirse sorprendido y angustiado por ello. Por Minato, y  sobre todo por el hecho del pequeño haber estado al borde de la muerte solo en beneficio del clan Hyuga. Aquello no hubiese sido algo bueno.

Pero más no podía hacer, fueron órdenes planteadas por el distrito Hyuga que no podía rechazar o en realidad sí. Pero no estaba seguro de aquello. Era un gran dilema para su comunidad.

─¡Naori! ─exclamó el ninja rubio con preocupación, una vez notaba como el brazo derecho de la morena comenzaba a sangrar al igual que su pierna. Sin mover un músculo.

Ella estaba inconsciente.

En cambio, él sintió un ardor enorme en su pierna y brazo izquierdos, pues con ambos había intentado amortiguar el golpe de la Hyuga a como de lugar. Y lo logró gracias a su hiraishin, debido a que de no ser por la pierna ─quizás rota─ de Minato bajo su cabeza, aquel golpe hubiese sido mortal para ella. Incluso para Kakashi, quien aún se mantenía entre los brazos de la morena temblando como nunca antes.

Él no se esperaba esa acción de la morena. Ella no había llegado, pero esta vez le había salvado la vida. Algo que de seguro solo ella sería capaz de hacer. No lo comprendía.

─¿Estás bien? ¿Puedes escucharme? ¿Naori?  ─insistió el rubio en cuanto la vio moverse un poco y golpeaba levemente su hombro. Sin embargo, solo se trataba del peligris que intentaba salir de ahí a como de lugar.─ Kakashi, no te muevas. Puede que se haya roto algo o...

─No, lo mejor es que salga de ahí. Ella tenía prohibido acercarse al muchacho y ha roto las reglas de la aldea.

La voz firme de Hyuga Hisagi se hizo notar en medio de todo el drama. Minato tragó saliva con un deje de nervios al ver al segundo mando Hyuga frente a ellos, aunque más era la molestia que sentía con lo que le estaban haciendo a quien era su amiga y también, de su novia. Él sabía que pronto ellos tomarían represarías contra ella y no le parecía bien.

Naori era una gran persona a pesar de sus locuras y solo buscaba hacer el bien por los demás. Ella no se merecía lo que su propia familia estaba haciendo en su contra solo por haber estado con un hombre mayor. Para nada.

Kakashi quedó estático en su lugar al oír la voz del hombre y lo dicho por él, pues aquello no se lo esperaba. Él creyó que ella no había llegado por su propia voluntad. Pero al parecer, no era así.

Qué equivocado estaba, no sabía nada. De nada. A pesar de ser un niño, bien podía analizar esas palabras.

Su cuerpecillo comenzó a temblar con mucha más fiereza que antes debido a los nervios que empezaba a sentir. Pues, tenía la imagen de una inconsciente Naori bajo él y sus brazos lo estaban rodeando con demasiado afecto por haber salvado su vida y él sólo...

Kakashi no pudo evitar el recordar la viva imagen sangrienta de su padre sobre el suelo tras ver a Naori de esa forma, ensangrentada y sin esa chispa que solía tener. Aquello solo le causó nauseas y ansías de llorar como un crío, sumido en el miedo. Aunque no se lo permitiría.

A fin de cuentas, yo seguía siendo un niño... Uno bastante ingenuo y dolido.

─Al resto de aldeanos, recomiendo que dejen el lugar y nos dejen a solas. Este tema no les incumbe, ella está bien. ─prosiguió aquel hombre frente a los amigos que no pretendían salir del rocoso suelo, observando fijamente al Namikaze con desaprobación.─ eso te incluye, Namikaze.

─Ay no, padre ¿Por qué lo echarás a él? mírale, es todo un...

─Soi, silencio. ─detonó con molestia el Hyuga, acercándose aún más a quienes estaban en el suelo.

La mujer de chasquillas y trenzas tras su espalda soltó un bufido, notando la mirada ida y algo molesta del rubio sobre ella. Más no hizo caso de ello.  

Hiruzen notó desde su posición como al parecer las palabras de Hisagi hicieron efecto en las personas que habían alrededor desde su ventana, pues aunque no pudo escucharlas, las pocas que había parecían hacer caso a él mientras cuchicheaban entre sí.

Nuevamente, exhaló el humo de su amada pipa ¿Debería ir? No, no era su asunto. No quería tener problemas con dicho clan, como siempre.

Enseguida, los felinos aparecieron uno a cada costado de la morena con rapidez y preocupación mientras que Rin y Obito corrían para llegar a la misma posición. Ambos bastante desesperados al ver a la morena tirada sin moverse y a Kakashi en medio de sus brazos.

─Naori, lo siento. ─murmuró el pequeño albino de cinco años sin ser audible para los demás, una vez intentaba ver el pulso de Naori y su mirada se hacía cada vez más sombría al alejar sus brazos.

Me dolió, me dolió verla de esa manera, tan frágil y dormida... ¿Cómo reaccionaría ella si me viese de esta manera o en esta situación?

Eso no importa, yo quería pagarle lo que había hecho por mi. Ella me quería.

No obstante, apenas intentó hacerlo los brazos de la morena se hicieron tensos sobre su cuerpo y uno de sus brazos se movió brutalmente, tomando así por sorpresa los cabellos grises del pequeño para intentar azotarlo contra el suelo.

Sin embargo, Rin y Obito fueron lo suficientemente rápidos como para sujetar a quien pretendía hacer aquello. Lis parecía no frenar, sin embargo, sus lágrimas no demostraban lo mismo mientras era sujetada por ambos niños. Ella estaba sufriendo, probablemente mucho más que cualquiera que estuviese en ese lugar.

Pero no podía ser visa frente a los demás, era doloroso. Y Óbito pudo notarlo.

─Nos llevaremos a Naori, ─sentenció el padre, su seño levemente fruncido al ver como aquellos pequeños luchaban con algo invisible a sus ojos─ ella nos pertenece ahora y...

─No.

Antes que el mismísimo Namikaze fuese capaz de negar aquella sentencia del hombre Hyuga, el pequeño peligris de cinco años ya se había adelantado al finalmente ponerse de pie con decisión. Haciéndole frente con ambos brazos abiertos y la mirada enrabiada, como nunca antes lo había hecho.

─K-kakashi...─tartamudeó el rubio, una leve sonrisa formándose en medio de su dolor al ver como quizás todo podía mejorar para su amiga.

Ella dio la vida por mí, ahora yo debía dar la vida por ella. 

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

—9—

¡Hola! 🙊 Perdón la demora, sé que he demorado un montón y pues uff! 😭 ¿Qué les pareció? Si les soy sincera pensaba terminarlo en dónde quería pero si lo hacía tendría como 8000 a 10000 palabras así que mejor lo corté ajaja😂 (espero no haya quedado buah o aburrido por ello)

En fin, espero les haya gustado el capítulo y muchas gracias por leer. Sin ustedes la historia no sería lo mismo y enserio, gracias💓😍

Que tengan un muy lindo día yyyyyy un beso enorme💓

Adiosín💓💓

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro