#16
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪsᴇɪs:
ᴀᴄᴇᴘᴛᴀʀ ʟᴀs ᴄᴏsᴀs
—¡Leah! —Alguien grita mi nombre pero no soy capaz de ver nada. —¡Leah! —La voz me resulta vagamente conocida, pero mi pies no se detienen.
¿Qué mierda está pasando?
¿Por qué corro? ¿Dónde está la luz?
Escucho el sonido de mis pies pisando con fuerzas es cemento, hay pequeños charcos que salpican mis piernas con las pisadas, y el eco de estos, es como si estuviese dentro de una especie de túnel.
Todo está oscuro y mi instinto de supervivencia no deja que detenga mi carrera ¿De qué huyo? Llevo algo sujeto en la mano derecha, no sé que es, pero no lo suelto. Siento que es parte de mi, como un apéndice a mi mano.
«La llave de un candado»
—Leah. —Vuelven a llamarme, la voz suena más cerca, aún así sigo sin detener mi carrera.
Una fría mano sujeta con fuerzas mi hombro deteniéndome y como si estuviese poseída por instintos que no sabía que tengo me volteo y sea lo que sea que tengo en la mano, lo clavo repetidas veces sobre el pecho de la persona que me sujetó.
No soy capaz de detenerme.
Me siento eufórica.
Necesito más.
Siento un líquido frío salpicar mi rostro y cuerpo y solo consigue que quiera más, quiero seguir. Una sonrisa se dibuja en mi rostro ante el placer que siento.
Todas las luces se encienden cegándome por un instante, sigo sin reconocer el lugar donde estoy. Mis manos cubiertas de sangre llaman mi atención. Sujeto un cuchillo con la derecha.
Mi corazón martillea en mi pecho, y con cuidado bajo la mirada. El cuerpo inerte a mis pies llama de inmediato mi atención, la sangre macha el pulcro piso, unos ojos sin vida me observan juzgandome. Los míos se llenan de lágrimas al reconocer lo que he hecho.
Lo he matado.
He matado a Alex.
—¡Alex! —El grito que escapa de mi garganta a la vez que del impulso me hace terminar sentada en mi cama, hace que mi garganta duela. —Alex. —Susurro pasándome mis manos por el cabello desesperada, analizando la situación.
Fue una pesadilla. Toco el rubí que adorna mi cuello mientras trato de normalizar mi respiración. «Fue solo un sueño»Me repito una y otra vez «Un estúpido sueño» A pesar de que todo se sintió demasiado real.
Miro nuevamente a mi alrededor para asegurarme de que estoy donde tengo que estar, en mi habitación, en mi casa en mo hogar.
Frotó mi cuello con ansiedad queriendo borrar la oscura imagen de el rostro pálido sin vida de Alex, pero siento que quedará grabada en fuego en mi mente. Mi mano se encuentra con el colgante del rubí.
Se supone que me daría paz mental ¿A que se debe la pesadilla entonces? Mis dedos siguen jugueteando con la joya mientras mi mente busca justificación para mi pesadilla.
«Has pasado por muchos cambios»Me digo. «Has recibido mucha información nueva y demasiado increíble »«No estás loca»Poco a poco voy tranquilizándome, obligo a ignorar lo real y fabulosas que se sintieron ciertas cosas en tan oscuro sueño.
—Pasión y coraje. —La conocida voz de mi tía me sobresalta desde la puerta de mi habitación
La miro y me observa sonriente lleva su pijama gris con rosas azules y su abundante cabello negro despeinado, lo que más me sorprende es ver un cigarrillo en su mano mientras el humo sale de sus labios. Está recostada contra la pared y a pesar de su evidente edad, brinda la apariencia de una adolescente rebelde.
—¿Qué? —Sujeto mi manta.
Tía Rosalind señala el colgante en mi cuello con una sonrisa antes de llevarse nuevamente el cigarrillo a los labios.
—Qué quién sea que fuera quien te dio eso. —Deja salir el humo. —No solo siente una gran pasión por ti, sino que también quiere darte coraje para la tormenta que se avecina.
—¿Tormenta? —No entiendo ni una mimara.
—Ah querida sobrina, apenas estamos en el ojo del huracán. —Y con una sonrisa misteriosa y para nada tranquilizadora desaparece entre los pasillos de la casa.
Yo simplemente la miro atónita, mi cabeza es una maraña de pensamientos y emociones, me siento aturdida, algo perdida.
He tenido que abrir la mente a un mundo fantasioso, a un mundo que me parece tan irreal, tan...
—¿Problemas con chicos? —Grecia aparece en el lugar que hace poco había dejado su madre, con una sonrisa de empatía.
A deferencia de su madre mi prima aparece con ropa de salir, una minifalda y una blusa a juego, su cabello negro perfectamente peinado.
—Veo que vuelves a llevar el rubí, así que me atrevería a decir que ya no lo odias. —Vuelve a hablar. —¿Te dejaste engatusar?
La duda ofende sinceramente, es cierto que muchas mujeres estamos propensas a caer varias veces en los engaños de una cara bonita, pero para ser de mi agrado Alex tuvo que buscar una justificación verdaderamente fuerte. ¿Y que más que ser vampiro?
—Tuvo una buena justificación. —Me limito a decir y ella levanta una ceja — Solo me siento aturdida por algo que me confesó, siento que no conozco el mundo a mi alrededor. —Ni siquiera pude contener las palabras. —Quiero volver a mi monótona vida en París.
Soy consciente de que me estoy acojonado, pero es que no puedo más, nunca me he sentido tan perdida como ahora.
La mirada de Grecia se mantiene imperturbable sobre mi, pienso que no dirá nada y comienzo a asustarme cuando pasado un minuto ni siquiera se mueve.
Hasta que da un palmada que me hace dar un pequeño grito (definitivamente estoy demasiado irritable) , mi tía loca, yo loca y al parecer mi prima también ha sucumbido a los placeres de la locura, me sorprende que esta casa siga en pie.
—Solo necesitas dejar la mente en blanco. —Habla y yo la miro mal.
—No me había dado cuenta. —Mi tono sale impregnado en sarcasmo.
—Pero aún así no has hecho nada por cambiarlo. —Espeta. —Lo que necesitas es una dosis fuerte de Leah Barnes.
—Acabo de levantarme, ni siquiera he tenido tiempo de ser persona.
Ella pone los ojos en blanco y tira mi cámara que se encontraba en mi mesita de noche sobre la cama.
—Solo ve a hacer lo que te hace ser tú. —Ríe. —Vuelve a tener el control y distrae tu mente .
No quiero ser cabeza dura, pero la ultima vez que fui a distraer mi mente, quede tan distraída que fui atacada por una osa solterona.
Achh no sé que hacer es demasiado temprano para tener pensamientos tan profundos.
—Al la mierda. —Tomo la cámara. —Es hora de volver a ser Leah.
...
Una suave sonrisa aparece en mis labios mientras tomo fotos de una pequeña araña creando una telaraña nueva, justo al lado de otra la cual está absolutamente hermosa llena de gotitas de rocío.
El móvil vibra en el bolsillo de mi chaqueta pero lo ignoro, Grecia y mi tía saben que necesito tiempo a solas, por lo que no me van a llamar, es más probable que mañana caiga el socialismo en Cuba antes de que mis padres vuelvan a llamarme, por lo que solo me queda Alex.
Y es el último con el que quiero hablar.
No estoy huyendo, pero supongo que sigo en la etapa de la negación, por más que intento mi mente se niega a creer que todo lo que pasó ayer fue real.
A punto de volver a la maraña de pensamiento agobiantes, un sonido me distrae. Por lo menos no es un sonido peligroso. Más bien uno agradable y tierno.
Es el maullar de un gatito. Soy demasiado curiosa para mi propio bien, y al parecer no aprendo de mi experiencia con la osa solterona, pero aún así introduzco mi mano en el tronco del árbol de al lado, justo de donde viene el sonido.
No soy capaz de explicar la mala impresión que me llevo al tocar una piel tan fría que puso mis pelos de punta y me hizo dar un respingo, consiguiendo que mi trasero acariciase dolorosamente el suelo.
—Mierda. —Murmuro sacando mi teléfono del bolsillo interior de mi chaqueta, paso por alto las cinco llamadas perdidas de Alex y enciendo la linterna del móvil. —A ver... ¿Qué tenemos aquí?
Esta vez con más cuidado aparto las plantas en el tronco del árbol, automáticamente mis ojos se empañan ante la triste imagen. Una que no quedará inmortalizada en cámara pero no así en mi mente, donde la tendré presente siempre.
Es una gata, una gata absolutamente hermosa de un pelaje blanco intenso y muerta,no presenta ninguna herida visible a simple vista a no ser dos pequeños puntitos de sangre en la pata delantera la cual está absolutamente hinchada y otras manchas en de sangre en la boca. No muy lejos de allí hay un víbora muerta, su cabeza está separada del cuerpo.
Una solitaria lágrima cae por mi mejilla cuando veo a un diminuto gatito blanco salir, estaba oculto bajo el cuello de su madre.
Si lo que estoy viendo fuese una fotografía se llamaría AMOR, porque aunque yo no tenga micha experiencia en eso, soy claramente consciente que ningún amor es más fuerte que una madre, que nadie lucharía contra demonios por ti a no ser una buena madre.
Aunque haya personas como yo las cuales contamos con un ser que nos engendró y no una madre.
Tomo al minino el cual se encuentra algo débil seguramente debido a la falta de alimento y lo coloco en el bolsito bolsa tejida que llevo colgando.
Mis pálidas manos se hunden en la oscura y húmeda tierra a los pies del inmenso árbol para cavar un hoyo, donde entierro a la heroína con sumo cuidado y respeto. Ella se lo merece.
Limpio mis manos en mis jeans sin preocuparme mucho por su limpieza y tras asegurarme de que el pequeño gatito este a salvo vuelvo a casa.
He salvado una vida, he salvado al pequeño gatito, en sueños maté a alguien, pero en la vida real salvé una vida. Me siento bien.
Y es cuando me doy cuenta que lo que tanto me aturdía
...
Sonrió ante la imagen que ofrece el espejo de mi, un vestido de tirantes, negro con lentejuelas, resaltando mi pálida piel, es corto, bastante corto diría yo y tiene un hermoso y gigante escote en la espalda. Me siento hermosa, me veo hermosa y como si el mundo me diese la razón comienza a sonar Joan of Arc mientras calzo los tacones.
Soy una puta diosa.
Me siento como una.
Sin poder evitarlo paso las manos por mi cuerpo admirando mi figura, es increíble lo bien que sienta sentirte sexy.
Veo a Suggar sobre mi cama (el gatito que rescaté) está bañado y recién comió. Ahora está acurrucandose seguramente para dormir.
Mi prima entra como siempre sin detenerse a tocar la puerta y se queda paralizada al verme.
—Joder Leah, gracias por ser la razón para recordarme porqué soy bisexual. —Musita.
—¡Oye! —Sonrío. —Soy tu prima, cochina.
Ella también luce divina, lleva una minifalda de tuvo, negra y una blusa del mismo color, solo que brillante, también lleva unas botas con tacones que llegan hasta sus muslos.
Está buenísima.
—Es hora de irnos. —Tomo mi monedero de la mesita de noche. —Hoy rompemos la pista de baile.
—¡Así se habla perra! —Pasa su brazo sobre mis hombros secándome del cuarto. —¡Nos vemos Suggar!
Y vaya si rompimos la pista de baile, pues desde el momento exacto en que pusimos un pie en la discoteca la pasamos bailando, riendo, tomando, solo siendo dos jóvenes normales en un mundo lleno de secretos y mentiras tan oscuras que la propia verdad voltea la cara para no verlas.
Era obvio que ambas necesitábamos una distracción, y sinceramente lo estábamos consiguiendo, nos dejamos llevar al punto que hicimos un pequeño y sensual sándwich con un desconocido de mirada pétrea, pero que no perdió la oportunidad para poner su manos en mis caderas.
Me sorprendí a mi misma deseando que fuese otra persona, otras manos, otra mirada.
—¡ Uigh! Estás sudada. —Gritó Grecia quitando las manos de mis hombros.
—Yo no sudo ¡Yo brillo! —Dije con burla.
Mi prima simplemente puso los ojos en blanco.
—¡Voy a por una bebida! ¿Quieres? —Gritó por encina de la música.
Comenzó a sonar Gods and Monsters de Lana del Rey, yo negué con la cabeza y vi a Grecia perderse entre las personas.
Me quede sola en una pista llena de personas, pero aún así no me sentía insegura, cerré los ojos y dejé que la música corriese por mi, mis movimientos se volvieron más lentos más sensuales, mis manos acariciaban mis muslos, en ese momento imaginaba que eran las suyas.
No se en que punto de la canción el mundo a mi alrededor dejó de existir y fue cuando lo sentí a él, su olor, su presencia, como un ancla que me hace permanecer en este mundo pero también como un par de alas que me llevan a la libertad, tan misterioso, tan él.
No fue necesario que abriese los ojos cuando dos frías manos se posaron sobre las mías, menos cuando su cuerpo se acopló al mío como si fuesen uno.
Ser uno con él, es una idea que no me desagrada en los absoluto.
—Alex...
—Cookie.... —Sus labios acariciaron el lóbulo de mi oreja poniendo mis pelos de punta mientras se deslizaban hacia mi cuello, despertando a los rinocerontes en mi estómago.—Has estado evitándome todo el día ¿Huyendo de mi?
Me volteé solo para verlo a los ojos de inmediato los míos cayeron en sus labios que me llamaban como llama una droga a un drogadicto, sin poder evitarlo me acerque tanto a ellos que nuestros alientos se fundieron en uno.
En uno.
Justo como quería unirme yo a él.
—Yo no huyo del infierno en el que quiero arder.
Y lo besé.
Bueno bueno ¡Feliz pre Halloween! La idea era subir actualizaciones de todas mis historias de fantasías justo el día de Halloween pero debía esta actualización. ¡Creo que llevo un mes sin actualizar!
Mi internado me está absorbiendo un poco, pero aún así no olvido mi compromiso con ustedes que es cada día darles un capitulo mejor. ¡Asi que espero que hayan disfrutado este!
Se vienen capitulo tanto reveladores como confusos
El hielo malvado ha despertado
Ja ja ja ja.
Okno
Bueno si.
Con amor
Hielo.
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