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Capítulo 9: Descubrimiento.

Golpeo sin cesar mi pluma contra el escritorio, mientras el Señor Clark habla sobre la guerra civil. Sus labios delgados y agrietados se mueven pero no escucho ninguna palabra que deja su boca.

Miro a Sarah a mi lado y una risa amenaza con salir de mi cuando noto como su cabeza descansa entre sus brazos y sus labios están entre abiertos. Ella se encuentra profundamente dormida y dudo que se despierte fácilmente.

Detallo el lugar y me doy cuenta de que Sarah no es la única que está en ese estado. Al otro lado de la habitación, se encuentra Hana mirando fijamente al Señor Clark con ojos vacíos, su boca esta medio abierta y parece como si se hubiera quedado dormida con los ojos abiertos. Ni siquiera está parpadeando. 

Mi vida en el instituto parece tan corriente en comparación con lo que sucede en mi cabeza.

Es escalofriante pensar en mi sueño del sábado; en como esa chica me fulminaba con la mirada... en como sus espeluznantes ojos verdes me evaluaban, como sus gritos cortaban el silencio.

Pero no puedo dejar de pensar en cómo sus labios son idénticos a los míos, en las similitudes que hay entre nosotras. Su rostro ovalado, la piel pálida y las pecas que recorren nuestros rostros.

Si hay alguna disimilitud entre nosotras, son nuestras miradas. Mientras que mis ojos son redondos, los suyos son ligeramente rasgados. Y también los diferentes tonos de verde. Los suyos son fríos, parece imposible poder tener una tonalidad como esa en la mirada, pero ella la posee.

La voz en mi cabeza bufa.

"Nosotras no nos parecemos en nada"

Frunzo el ceño y garabateo mis hojas; Me voy a arrepentir de lo que voy a hacer.

"¿Tú me mostraste ese sueño?" Le pregunto mentalmente.

"¿Has aceptado que soy real?" contrarresta ella.

Ruedo los ojos.

–Señorita Gray –escucho el tono desaprobatorio del Señor Clark y salgo de mi ensimismamiento– podría responder mi pregunta.

Aprieto los labios  y me encojo cuando noto las miradas de las pocas personas que estaban despiertas. Abro la boca y la campana suena.

Sarah dio un respingo a mi lado con el sonido y por poco cae de su asiento. Suelto una respiración que no sabía que estaba conteniendo.

–Le respondo luego, Señor Clark– y con eso dicho tomo mis cosas y salgo del salón de clases.

Me dispongo a esperar a Sarah y a Hana en el pasillo. Veo las hojas en mis manos y noto que las arrugue todas en mi carrera por salir. Las extiendo contra un casillero y paso varias veces mis manos sobre ellas. Frunzo el ceño cuando veo que entre mis garabatos escribí "CW":

Alguien se aclara la garganta detrás de mí, me giro y trago notablemente.  La chica frente a mí, lleva unos jeans ajustados y un saco blanco. Además tiene una ceja arqueada y sus labios en una mueca de desprecio.

– ¿Qué haces? –inquiere. Sus ojos gélidos me están pulverizando. Ella mira detrás de mí y luego su mirada regresa. Asumo que este es su casillero.

–Y-yo...estaba...las hojas –tartamudeo y veo como sus ojos se convierten en dos rendijas.

– ¡¿Quieres dejar de balbucear?! –mis labios se juntan y ningún otro sonido sale de mí.

Beth Mawson es impotente, intimidante y se nota que tiene conciencia sobre las reacciones que causa en los demás. Se ve segura de sí misma.

Por el rabillo de mi ojo veo a Hana y Sarah, congeladas en la puerta del salón de historia. Observando la escena frente a ellas.

¡Cobardes! ¡¿Por qué no me ayudan?! ¿Por qué no dicen algo y me sacan de este embrollo? No, se quedan ahí paradas como dos estatuas sin decir nada.

No comprendo por qué esta chica se dirige a mí así. Parece como si me guardara resentimiento desde hace mucho tiempo. Hay odio puro en sus ojos.

Alguien posa la mano en el hombro de Beth y su cambio es inmediato. Sus facciones se moderan, sus ojos ya no están entrecerrados y su mandíbula, ya no está tensa.

Mi mirada hace un recorrido partiendo de la mano en el hombro de Beth hasta que me encuentro con otros ojos gélidos. La mirada de William esta fija en mí. Él se acerca a su hermana y le susurra algo en el oído.

William se aleja por el pasillo como si nada hubiera pasado. Yo sigo congelada en mi posición contra el casillero, mientras Beth me da una mirada y luego sigue a su hermano.

Suelto un suspiro de alivio e intento relajar mis músculos tensos, cierro mis ojos por un momento y cuando los abro Hana y Sarah se encuentran frente a mí.

–Eso fue simplemente...–Sarah niega con la cabeza– impactante –termina.

Hana asiente y yo las fulmino con la mirada. Ellas me miran con inocencia.

–Ustedes se quedaron ahí como si nada –les gruño. Sarah me da una mirada que dice "perdóname".

–Yo no me meto en nada que tenga que ver con los Mawson –dice Hana firmemente.

"¡Estoy aquí, Elizabeth!" grita la voz, y si ellos pudieran escucharla, no importaría, porque ya se han ido.

Mis ojos se abren como platos y el aire deja mis pulmones. Ninguna de las dos chicas a mi lado nota mi reacción.  ¿Por qué le dijo Elizabeth a Beth? ¿Un diminutivo? No comprendo.

–Vamos –dice Hana y señala su estómago –Muero de hambre.

Nos encaminamos juntas hacia la cafetería y cuando llegamos, me percato de que la mesa donde se sientan los Mawson esta vacía.

Sacudo mi cabeza y me dirijo a nuestra mesa. Thomas le sonríe a Hana y esta se sienta a su lado. Chris o pelirrojo -como lo llama Thomas- está sentado mirando fijamente a Thomas con interés.

–Y...–Chris alienta a Thomas a seguir con su conversación.

– ¿de que hablaban? –inquiere Hana.

Chris se gira hacia nosotras y sonríe. En su rostro se forma una sonrisa pícara y se nota que está consiguiendo lo que quiere.

–Thomas me está contando todo lo que sabe sobre Ryan –sus cejas suben y bajan y luego se inclina hacia Thomas.

Thomas comienza a hablar y yo  niego con la cabeza mientras ignoro totalmente su conversación.

Le doy un mordisco a mi sándwich y observo como todos parecen atraídos por lo que dice Thomas.

–Pero su ataúd estaba cerrado –eso llama mi atención y después de eso parezco fascinada con lo que dice, como los demás– Habían muy pocas personas, pero aun así el ataúd no estuvo en ningún momento abierto.

Frunzo el ceño y Hana también lo hace, parece centrada en sus pensamientos.

-Tal vez no querían mostrar un cadáver en descomposición- dice Sarah y toma un sorbo de su  jugo.

Hago una mueca imaginando el cuerpo de Ryan con la piel grisácea mientras los gusanos se mueven dentro de él. Aparto la imagen de mi mente y alejo mi sándwich, perdí el apetito.

Inmediatamente cuando alejo el sándwich de mí, la cafetería cambia. Un líquido negro cubre las paredes hasta dejarlas completamente oscuras.

Las personas a mi alrededor desaparecen y me encuentro sola mientras una capa de aire frio cubre el lugar.  Las ventanas se encogen hasta desaparecer. Me levanto de la mesa y me paro en medio de la cafetería.

Mi corazón se acelera por el miedo y me giro mientras detallo el lugar. Todo desaparece hasta que me encuentro en una estancia vacía.  Sin entrada, sin salida.

Mi mirada se desplaza en todas las direcciones hasta que me encuentro con unos ojos verdes.  Ella está parada delante de mí con determinación. Noto que soy solo un poco más alta que ella.

–Pobre Ryan –dice ella en un susurro pero la escucho tan claro como el agua- pero recibió su merecido– en su voz se nota que está fingiendo su pesar.

Ella baja su mirada al suelo que solía ser blanco, ahora la cerámica esta roñosa.

Sus ojos suben y me mira entre sus pestañas.

– ¿Qué quieres? –inquiero tratando de parecer imperturbable. Agradezco que mi voz no falle puesto que por dentro estoy temblando de miedo.

–Era un desgraciado –prosigue impertérrita– no se merecía vivir.

Ella analiza mis reacciones pero me mantengo firme bajo su escrutinio. Mi cuerpo esta tenso como un alambre y puedo escuchar los desenfrenados latidos de mi corazón.

– ¿Qué quieres? –repito mi pregunta.

–Venganza –dice con una sonrisa en sus rojos labios.

Me estremezco cuando esa palabra resuena en el desierto lugar. Ella camina de un lado al otro.

¿Qué le habrán hecho? Puedo notar que debajo de toda esa capa de mentiras inalterable, hay una chica rota con problemas.

 – ¿y dónde entro yo en eso? –la miro directo a los ojos y ella se ríe.

Su risa aguda perfora mis oídos y hago una mueca por el dolor. Una niebla espesa se empieza a extender a nuestro alrededor. Escucho el leve murmullo del agua a la distancia como si estuviéramos cerca de un rio. De repente, una oscuridad nos cubre y ya no puedo verla pero si sentirla.

Siento que mi mente cae en un olvido profundo y justo cuando todos mis sentidos son ahogados escucho su voz.

-Si tú mueres, yo vivo – y después solo hay oscuridad.

Abro los ojos con un grito aferrado en mi garganta. Hay cuatro pares de ojos observándome con preocupación. Mi visión esta borrosa en las esquinas y mi cabeza palpita con dolor.

-Samantha –dice Hana y su voz denota preocupación- ¿me escuchas?

Gimo y ella se relaja visiblemente. Thomas suelta una bocanada de aire como si lo hubiera estado reteniendo por mucho tiempo.

Entrecierro mis ojos a la exposición de luz que hay en la cafetería y escucho murmullos a mí alrededor.

Sarah escrudiña mi rostro, parece alterada,  y toca un punto sensible en mi cráneo.

–Te diste un buen golpe –dice ella y me ayudan a sentarme, noto que me encuentro en el suelo.

–Vi como la sangre se dreno de tu rostro –escucho la voz de Hana como estruendo en mis oídos sensibles– y luego tu cuerpo cayo en el suelo, parecías muerta.

Chris me ayuda a levantarme hasta que me encuentro sentada otra vez en la silla. Me llevo una mano a mi frente y hago una mueca. Mi cabeza duele.

–Eso se va a hinchar –dice Thomas. Lo miro como diciendo "En serio". Y Hana dice.

–Eso es lógico –me toma del brazo y me levanta– vamos a la enfermería.

"Que débil eres"

Gruño y el enfado empieza a correr por mi cuerpo.

"Un simple golpe"

Si pudiera golpear a mi subconsciente, lo haría en este momento. Esta voz lo único que hace es frustrarme, dañarme en momentos que creo estoy mejorando.

–Estoy bien –digo zafándome del agarre de Hana– Vamos a clase, estoy bien.

Hana frunce el ceño y parece como si quisiera protestar, pero luego asiente. Se mantiene seria y luego nos separamos sin decirnos una palabra mientras nos dirigimos a nuestras respectivas clases.

                                                           ***

Camino con Sarah mientras ella habla de algún grupo musical que no me llama la atención.

Nos dirigimos hacia la biblioteca, pues tenemos un trabajo sobre literatura inglesa. Y porque quiero investigar en internet si hay información sobre los Walker, aunque lo dudo.

No sé cuánto tiempo hemos estado leyendo sobre fechas y obras literarias, pero mis ojos están secos y se están cerrando cada cinco segundos.

Sarah cierra el libro que había estado leyendo por la última hora con un golpe sordo y gruñe.

–No puedo más –dice y se recuesta en su silla.

La miro viendo mi oportunidad para investigar sobre esa casa y le digo.

–Sabes, si quieres puedes irte –me encojo de hombros y agrego– yo me quedare investigando un poco más.

Ella asiente y se levanta de su asiento, estirándose, toma sus pertenencias y la veo irse entre los estantes con libros.

Me levanto rápidamente y me dirijo a la sala de computadoras. Enciendo el computador y abro un buscador.

Escribo "Asesinato Walker" pero aparecen un par de películas y unas obras de anónimos. Nada importante.

Lo escribo de diferentes maneras "Asesinato casa Walker" o con el nombre del pueblo. Pero no aparece nada, es como si no hubiera sucedido.

Después de buscar, apago el computador, resignada. La verdad, desde un principio sabía que no iba a encontrar nada en internet, solo tenía la mínima esperanza.

"Ya te darás por vencida"

Dice la voz con reproche en mi cabeza.

No.

Necesito encontrar información sobre ese día, lo que de verdad sucedió y ¿Qué tiene que ver conmigo?

"Eres la clave"

Esas palabras hacen eco en mi cabeza y recuerdo el sueño. Los espejos rompiéndose, la daga penetrando mi piel.

¡La daga!

Enciendo de nuevo la computadora y busco "Daga de plata". Encuentro páginas donde las venden pero ninguna se parece a la de la pesadilla.

Una página llama mi atención, cuando la abro encuentro algo sobre demonios. La cierro inmediatamente.

Tomo una respiración profunda y busco "Daga de plata demonios". En los infinitos resultados encuentro uno que atrae mi atención.

En varias tradiciones, la plata es el metal más comúnmente asociado a la luna y al alma humana...La pureza de este material resulta inaceptable para algunas criaturas.

Mientras estoy leyendo, me doy cuenta de que en algún momento debieron investigar sobre el asesinato Walker. La policía guarda toda la información sobre todos los casos.

Con esa idea en mi cabeza, apago el computador y me levanto, regreso a la mesa donde nos encontrábamos Sarah y yo, meto todas mis cosas en mi mochila.

Reviso la hora, todavía es temprano, las siete de la noche. Puedo ir a la central de policías del pueblo, pedir registros sobre los asesinatos del pueblo y decir que es para un trabajo de la escuela.

Cuando salgo de la biblioteca noto que está lloviendo, pero muy leve, unas pocas gotas de agua no me harán daño. 

Me coloco mi capucha y me encamino hacia  la central. A pesar de ser nueva en este lugar, Hana me había enseñado todos los lugares. Por lo cual me pude ubicar fácilmente.

Sarah vive cerca de la biblioteca, por lo tanto mantiene ahí, puede ir y venir caminando. Por otro lado, Steven me había dicho que cuando termináramos lo llamara y el me recogería.

Agradezco por que la central está cerca de la biblioteca, a unas tres calles. No es mucho.

El pueblo esta silencioso, uno que otro carro pasa por la calle, varios sitios de comida están cerrados. Solo hay un retumbar que proviene de una discoteca que está en pleno apogeo.

Camino en medio de la leve llovizna, debo parecer una sombra acechando en la oscuridad, excepto por los momento en que las luces de los postes me iluminan.

Subo los escalones y empujo la puerta del lugar. Hay un policía con una taza humeante en su mano. Se escucha el sonido insistente de un teléfono. Y cuando me acerco el hombre del mostrador me frunce el ceño.

–Buenas noches, Señorita –dice el hombre con una voz gruesa, el aparenta tener más de cuarenta años- ¿En qué puedo ayudarle?

Le sonrió dulcemente y es la mejor sonrisa falsa que he dado. Comienzo a batir mis pestañas, como he visto hacerlo a Hana con Thomas, y hablo con mi tono de convicción.

–Necesito ayuda –digo y el hombre enarca las cejas– me dejaron un trabajo aburridor en la escuela y me preguntaba si ustedes tienen información sobre asesinatos.

Sus cejas suben hasta que casi tocan la línea donde comienza su cabello negro. Me frunce el ceño y sé que está a punto de negarse.

–Esa información es confidencial –suspiro y hago un puchero, esperando no parecer muy ridícula.

Detesto con todo mí ser actuar así, pero no me queda de otra. Detallo al hombre delante de mí y veo como mis oportunidades se desvanecen.

–Mi trabajo es para mañana, no sé qué hacer –digo aparentando desesperación. Yo suelo burlarme de chicas con esta actitud, pero necesito esa información.

El hombre me observa y se remueve incomodo, sé que tiene prohibido hacer esto pero necesito esa información y voy a seguir hasta que ceda.

La indecisión está marcada en su rostro pero después de varios segundos de tortura suspira resignado.

–Sígueme y no le comentes a nadie sobre esto –el hombre se dirige por una pasillo casi desértico y abre una puerta del lado derecho, casi al final del pasillo– no te demores –agrega y cierra la puerta dejándome adentro.

Me sumo en la oscuridad y gruño. Tanteo las paredes en busca de un interruptor hasta que lo encuentro y se enciende una mortecina luz amarilla.

Frente a mi hay hileras e hileras de estantes con cajas y carpetas. Una de ellas contiene la información que busco.

"1862"

La fecha se escucha en mi cabeza y agradezco mentalmente a la voz, no sé por qué le obedezco pero mi intuición me dice que lo haga.

Busco en una carpeta gruesa de color azul, bastante desgastada, las primeras hojas en ella son amarillentas y las letras casi se han desvanecido por completo.

Al parecer, en esta carpeta escriben y llevan en orden todas las fechas ¡qué suerte la mía!

Paso rápidamente las paginas, hasta que encuentro la fecha que deseo. 1862. Mi dedo se mueve rápidamente por las páginas marcadas con ese año buscando el asesinato de los Walker.

Marzo 19 de 1862, Asesinato residencia Walker. D-64.

Inmediatamente mis ojos se posan sobre las palabras, me adentro entre los estantes hasta que encuentro una hilera con la "D".  Solo escucho mis respiraciones y mi agitado corazón mientras busco el número 64.

Paso mis manos por los estantes buscando, pero solo logro llenarme de polvo y estornudar varias veces.

Tal vez han reorganizado los archivos y por eso no encuentro el 64. Gruño de frustración y comienzo a mover cajas con la esperanza de que el archivo de los Walker este detrás de estas.

Golpeo mi pie contra el metal de los estantes y este se tambalea. Mis manos están ahí al instante intentado parar el movimiento para no hacer un caos. No me imagino como debe ser organizar tantos casos y tantas fechas.

Algo me golpea en la cabeza y retrocedo, golpeando el otro estante tras de mí.  Llevo mis manos a mi cabeza y miro el suelo para saber que me golpeo.

Una pequeña caja mugrienta de color marrón marcada con el número 64.  Me siento en el suelo y espero a que cese el rechinar de los estantes por mi torpeza.

Cuando el silencio cae en el lugar, me dispongo a ojear las hojas polvorientas con una refinada escritura.

Informe escrito por: Charles Hamilton

Fecha: Miércoles 19 de marzo de 1862.

Detalles: El Señor Harrison afirmo haber escuchado gritos provenientes de la residencia Walker...

Mis ojos se mueven rápidamente por las palabras escritas en esa perfecta caligrafía, mi corazón se acelera con cada palabra que leo.

Se encontró el cuerpo sin vida del Señor y la Señora Walker, sus dos hijos mayores se encontraban gravemente lastimados y no se encontró el cuerpo de la hija menor, Charlotte Walker, según lo relatado por William Walker y Elizabeth Walker, un desconocido allano su vivienda asesinando a sus padres. Ellos lograron escapar pero no saben que sucedió con Charlotte...

"Eso no fue lo que sucedió"

Las palabras de la chica en mi cabeza me sacan de mi lectura. Sacudo mi cabeza y dejo el informe en la caja.

En la caja hay una cadena de plata, una llave de apariencia antigua y desgastada. Y un par de fotografías.

Mis ojos se abren abruptamente y todo el aire deja mis pulmones cuando veo la primera imagen.

Es la chica de mis sueños, ella lleva un corsé y un vestido largo, de eso que usan en las obras de teatro.  La foto no es a color, y esta desgasta por tantas manos que deben haberla tocado.  

La chica no está mirando la cámara, está mirando al alguien más allá,  esta sería pero en su mirada hay un brillo que no se identificar.

La segunda imagen está rota. Se ve otra vez la chica, que asumo es Charlotte, hay una mano entre las suyas pero no se ve a quien pertenece, es una mano de un hombre. Pero la fotografía fue rasgada.

Meto la evidencia en la caja, excepto por la cadena y la foto rasgada. Esos dos objetos los meto en mi mochila. Debe ser ilegal llevarme esto pero dudo que se enteren. Esas cosas habían estado ahí almacenadas y se nota que nadie las ha visto en años.

Me estoy levantando del suelo cuando una luz llena el lugar. El mismo hombre de la recepción, me hace un ademán con su mano para que salga.

– ¿Encontraste lo que buscabas? –me pregunta mientras acomoda sus gafas sobre el puente de su gruesa nariz.

–Sí, muchas gracias –acuno mi mochila contra mi pecho; tengo la sensación de que voy a ser descubierta.

El hombre me sonríe dejándome ver una serie de dientes amarillos. Le respondo con una falsa sonrisa y salgo a la calle.

Ahora la lluvia cae ferozmente y golpea el asfalto. Me coloco bien mi capucha y abrazo mi mochila mientras me encamino de nuevo hacia la biblioteca.

"¿Tu nombre es Charlotte?"

Le pregunto a la voz pero no me responde, se mantiene en silencio.  Tomo mi celular de uno de los bolsillos de la mochila y luego lo vuelvo a guardar negando con la cabeza.

No puedo llamar a Steven y decirle que me recoja en la estación de policías. ¿Qué pensaría? Primero, le daría un ataque cardiaco, luego, me acribillaría con preguntas y por último, me mataría.

Mientras camino por la calle, escucho el delator sonido de unos tacones, me giro. Y no veo a nadie, ni un alma. Solo escucho el sonido de las gotas golpeando el cemento y mi corazón igualando ese sonido.

Me giro y continúo caminando pero más rápido, cuando he adelantado otra calle, el sonido de los tacones se repite. Me giro con mi corazón en mi garganta y el miedo helando mis venas, la calle sigue solitaria.

Me giro y camino, un golpe hace que mi cuerpo caiga fulminado en el suelo sobre mi mochila. Grito y escucho la risa de una mujer.

Alzo mi mirada para encontrarme, otra vez, con una calle vacía.  Las lágrimas de temor amenazan con nublar mi visión pero las contengo. Me levanto del húmedo cemento y comienzo a correr.

Siento que puedo caer en cualquier momento por la lluvia, pero no sucede, llego a la entrada de la biblioteca que ahora se encuentra a oscuras y saco mi celular.

Miro mí alrededor  y marco el número de Steven. Suena una, dos, tres veces antes de que mi teléfono caiga el suelo y la llamada se corte.

Mi mochila cae lejos de mí y yo siento un golpe en mí nuca, tan fuerte, que me hace caer de nuevo al suelo.

Alzo ligeramente mi cabeza y veo unos tacones de ocho o nueve centímetros. La mujer se sube a horcajadas sobre mí y como estoy boca abajo, no puedo verla.

Se agacha y susurra en mi oído.

– Tienes algo que me pertenece –ella habla con fluidez, tiene una voz ronca y sensual.

Un sollozo sale de mí y ella golpe mi frente contra el asfalto. Me remuevo intentando quitarme su peso de encima, pero, es en vano.

Siento otro golpe y las lágrimas inundan mis ojos.  Estas caen pero no se notan por la lluvia que nos está empapando a las dos. La mujer choca su puño contra el área sensible donde me golpee hoy al "desmayarme".

Mi teléfono suena e intento levantar mi cabeza.

Steven debe de estar devolviéndome la llamada. La mujer choca mi cabeza contra el suelo y un dolor estalla en mi cráneo.

"Estoy aquí"

Grita la voz y un segundo más tarde el peso de la mujer es quitado de mí. Escucho un gruñido gutural, parecido al que escuche cuando estaba en la reserva, y luego un golpe sordo. Se escucha el choque de dos cuerpos y yo no logro moverme para ver.

Escucho un crujido y luego un gemido de dolor. Después de eso, reina el silencio a excepción de mi celular.

Me siento y me estiro hasta tener el teléfono en mis manos.

– ¿Por qué no me contestas? –pregunta Steven, su voz destilando preocupación. 

Miro mí alrededor y noto que no hay nadie, es como si nada hubiera pasado, como si esa mujer nunca me hubiera atacado.

–Estaba hablando con Sarah –miento. No quiero que me tomen por loca, no hay ninguna pista de que me hayan atacado, y yo fácilmente pude haberme golpeado la frente.

Me limpio mi rostro sintiendo como la hinchazón está comenzando y me levanto del suelo. Tomo mi mochila y la abrazo, buscando consuelo.

–Te estoy esperando en la biblioteca –digo ahogando un sollozo.

Steven me dice que espere y que no vaya a ir a ningún lado. ¿A dónde puedo ir?

Para cuando veo las luces del carro de Steven, estoy tiritando y mis dientes están castañeando. Steven detiene el auto, abre la puerta y yo corro para adentrarme en el calor.

– ¿hace cuánto estas ahí? –inquiere y yo niego con la cabeza. Mis manos subiendo y bajando por mis brazos para entrar en calor.

No le respondo, el observa mi rostro y sus ojos se detienen en donde la mujer golpeo mi frente contra el suelo.

-– ¿Cómo te hiciste eso? –pregunta mientras estira un brazo para tocar mi rostro pero me alejo.

-–Choque contra un estante –respondo evasivamente.

Steven abre la boca para decir algo y luego la cierra mientras aprieta la mandíbula. Dejo de mirarlo y observo como las gotas de lluvia se deslizan por la ventana.

Steven estaciona el auto en nuestra entrada, me lanzo en una carrera por entrar en la casa y evitar mojarme más. Subo corriendo las escaleras mientras Steven me dice que tenga cuidado.

Entro en mi habitación y me despojo de mis ropas húmedas. Entro en el baño buscando refugio en una ducha caliente. 

Cuando he terminado mi temperatura corporal esta normal y mi piel sonrosada. Me coloco un pantalón de pijama con rayas de colores y un saco. Confirmo que mi ventana este cerrada con seguro antes de acomodar las sabanas para acostarme.

¿Por qué me suceden estas cosas a mí? Primero, la voz; luego, mis pesadillas y esta es la segunda vez que escucho ese gruñido, la primera fue cuando me perseguían en la reserva y hoy, cuando alguien me quito a la mujer de encima.

Me dirijo al baño y observo en el espejo la hinchazón de mi frente. ¿Quién habrá sido el o la que me ayudo?

No lo sé, siento que le debo mi vida. Si esa persona no hubiera estado ahí, estoy segura de que esa mujer me hubiera matado.

Me coloco un gel para la hinchazón en mi frente y en la parte posterior de mi cabeza. Con eso hecho, salgo del baño y me acuesto en mi cama.

Me envuelvo en las cobijas y abrazo una almohada.

Con todo lo que sucedió después de salir de la central, no pude pensar bien en lo de los Walker. ¿Por qué solo tendrían fotos de Charlotte?

¿Por qué me dijiste que ese reporte no era cierto? le pregunto a la voz, pero no me responde.

Bufo.

Siempre hace sus comentarios cuando quiere y cuando le pregunto algo, no me responde. 

Me giro en mi cama y cierro los ojos, esperando poder caer rápido en las aguas de los sueños.

Bostezo y siento como mi cuerpo se relaja.

"Si, lo soy"

Escucho su voz justo cuando caigo en la inconsciencia. 

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