Capítulo 20: Silencio.
Sentí mi corazón romperse en mil pedazos, el aire abandono mi pecho y las lágrimas nublaron mi visión, pero ninguna cayó, miré horrorizado a Elizabeth.
Ella estaba mirando su copa de champan, una solitaria lágrima se deslizo por su mejilla, dejando un rastro casi imperceptible en su piel.
Nos observamos y encontramos la comprensión en la mirada del otro.
El alma de Charlotte había sido liberada.
En ese instante el celular que nunca utilizaba vibró en mis pantalones, lo saqué y revisé el mensaje, provenía del número de Samantha y era una dirección. Fruncí el ceño, esa área en las afueras del pueblo no era utilizada, las casas ahí eran solo ruinas.
Elizabeth y yo nos apartamos del enorme grupo de personas en la fiesta, tratando de encontrar un lugar privado para hablar. Hace varios minutos... un sin fin de minutos... Samantha había ido al baño, no sabía que una chica podía demorarse tanto... No debí confiar en Jane, seguramente, se la llevó lejos... Para este momento ya debe estar muerta.
Jamás quise que Samantha se involucrara en esto, pero era inevitable, ella resultó herida... muerta... No pienses de esa manera, William, seguramente aún tiene oportunidad.
Pero, él podía sentirlo, en algún lugar donde su corazón latía con fuerza estrepitosa, él sabía que Samantha había abandonado el mundo de los vivos... El lugar donde su corazón palpita dolorosamente... palpita... palpita... ¡Su corazón estaba palpitando! Eso no debería sucederle a un ser sin alma.
Imposible.
Comprobó el pulso en la muñeca de Elizabeth y se estremecio, ellos estaban vivos de nuevo... Debían rescatar a su hermanita.
— Debemos ir por ella, William — suelta Elizabeth presa del pánico, mientras se esconden entre altos arbustos bien cuidados.
— Jane la asesinara — gruñí, la ira llenando mi cuerpo, sentí la oscuridad en mi ser consumir mi cuerpo.
Elizabeth se agachó e intento rasgar la tela de su vestido, tiró de ella, pero nada sucedió, ella lo miró atónita.
— William somos humanos, comunes — eso debió llenarlos de felicidad pero la vida de Chalotte corría peligro y él tenía la esperanza de que Samantha todavía respirara.
Tomé el brazo de Elizabeth y la arrastré hacia el auto, no perdió el tiempo y se subió en el asiento del copiloto. Encendí el auto y arranqué a gran velocidad, salimos de la calle.
sentí impotencia, quien sabe que debe estar haciéndole Jane a Charlotte, torturándola antes de asesinarla, antes de arrancar el corazón de su pecho.
— William ¿Para qué estamos yendo? — preguntó Elizabeth sin mirarlo, prestándole atención a la carretera ante ellos.
— ¿A qué te refieres?
No comprendí lo que quería decir, como podía siquiera preguntar eso, a menos, que se hubiera equivocado de concepto.
— Somos mortales, no tenemos oportunidad contra Jane — dijo ella, su cuerpo se estremeció violentamente cuando dejo escapar un llanto reprimido.
Tuve la sospecha de que lo estuvo guardando por más de un siglo. Beth es una mujer fría, impávida, no suele mostrar lo que siente realmente. No le importa si los demás opinan sobre ella, no debería importarle si se están dirigiendo a su muerte.
Lo sé, no estamos dirigiendo a un callejón sin salida, pero sería mejor morir, que huir.
— Elizabeth, por lo menos debemos intentar — le dije notando repentinamente mi corazón acelerado y mi dificultosa respiración.
— Deberíamos suicidarnos — opinó ella, mirándolo, creía seriamente que era una de sus opciones.
Negué y tragué saliva nerviosamente. Un dolor indescriptible maltrató mi corazón, perdí el control del auto por un segundo, pero me recompuse rápidamente.
Ellas están vivas.
Están bien.
Sólo me estoy engañando.
Revisé de nuevo la dirección y conduje, mis nudillos blanco por la presión que ejercía sobre el volante.
— Si nos suicidamos, Jane asesinará a otros tres hermanos, no podemos permitir eso — solté bruscamente en dirección a Jane, sin mirar por donde conducía verdaderamente.
— Debería estar feliz, Will — susurra ella, mirando sus manos en su regazo — Siento mi corazón, sé que estoy viva... Pero, también sé que no lo estaré por mucho tiempo.
No me moleste en negarlo.
Era la realidad, lo más seguro es que Jane no asesine para completar el sacrificio, ella es un demonio: más rápida, más fuerte, más malvada... Y ellos habían perdido su inmortalidad ya que el alma de Charlotte fue liberada del cuerpo de Samantha...
Las afueras de este lado del pueblo son una ruinas donde fueron los inicios del pueblo, casas destruidas y antiguas, no se molestaban en quitarlas ya que eran parte de la historia del lugar. Acontecimientos extraños se llevaron acabo en este lugar.
Estacione y me bajé del auto, un grito cortó en medio de la oscuridad, entre cerré los ojos pero no logré ver mejor por la brumosa noche.
Otro espeluznante grito.
Charlotte.
Elizabeth y yo nos observamos por un segundo antes de lanzarnos en una carrera desesperada por encontrarla, no tardamos mucho. El próximo grito provino de una de las pocas casas que aún estaba en pie, parte del techo se había caído dejando entrar el resplandor de la luna.
Jane se inclinaba sobre Charlotte, retorciendo la daga clavada en su piel, ella gimoteaba y las lágrimas surcaban su rostro. Elizabeth se abalanzó sobre ellas y justo cuando iba a golpear a Jane, está sacó la daga de la pierna de Charlotte y la enterró profundamente en el pecho de Elizabeth.
Vi como la vida abandonaba los ojos de Elizabeth mientras su cuerpo caía como un peso muerto en el viejo piso, solté un grito agónico. No.
Es inevitable, me repetí una y otra vez, mientras veía el cuerpo sin vida de mi hermana mayor.
Escaneé el lugar, el cuerpo se Samantha reposaba sobre un enorme charco carmesí, su piel pálida y despojada de vida.
Miré con odio a Jane, quien solo me sonreía mientras sacaba la daga del cuerpo de Elizabeth, ella estaba quieta, aún con lo ojos abiertos, su muerte fue desprevenida y horrorosa.
— Eres vil — le dije a Jane.
— ¿Nunca te enseñaron modales? — contrarresto ella, observando la sangrienta daga de plata, para mi sorpresa, la soltó y esta cayó al suelo con un sonido afilado. — Voy a matarte con mis propias manos.
— Alguien traicionero no merece ser tratado con modales — dije. Detrás de Jane, Charlotte intentó incorporarse con esfuerzo, su cuerpo estaba repleto de sangre, sentí felicidad cuando me observó con sus bellos ojos verdes, pero se evaporó tan rápido como vino.
En silencio ella se movió por el suelo, sus ojos clavados en la daga olvidada.
— Traición — Jane se saboreó — Me encanta esa palabra.
Ella se lanzó sobre mi, no tuve oportunidad cuando sus manos se cerraron al rededor de mi cuello y apretaron, cortando efectivamente el paso de aire, posé mis manos sobre las suyas, pero no lograba apartarlas.
Ella es demasiado fuerte.
— Lastima que tenga que asesinarte para ser libre — gruñe Jane, apretando con más fuerza mientras mis visión se torna borrosa y se oscurece lentamente mientras la muerte me lleva...
Charlotte se levantó con esfuerzo, estaba perdiendo mucha sangre por las múltiples heridas que Jane le había hecho. El liquido escarlata caía a borbotones desde la gran herida en su pierna, una herida muy similar a la que le había hecho Jane a Samantha antes de asesinarla.
Apenas podía sostenerse en pie, pero viviría lo suficiente para acabar con ese ser.
Sin dudarlo, caminó adolorida hasta donde Jane estaba drenando la vida de su amado hermano William, los ojos de él estaban cerrados y el tono ligeramente azulado de su piel le dijo que su hermano la había abandonado.
Le había dolido un montón abandonar el cuerpo de Samantha, pero le dolió aún más presenciar la muerte de sus hermanos.
Venganza.
Jane permanecía apretando el cuello de Will, con furia, su lunática mirada no se apartaba del cuerpo muerto de William.
La oportunidad perfecta.
Con la última fuerza que le quedaba, alzó la daga sobre su cabeza y la bajó rápidamente atravesando la espalda de Jane, liquido negro azabache brotó de la herida.
Charlotte se desplomó en el suelo, su camisón blanco manchado de sangre ondeando a su alrededor por el viento que entraba en la destartalada casa. Una sonrisa se posó en sus labios. Lo había logrado.
Alzó la mirada para contemplar el final de Jane.
El demonio gritó mientras su cuerpo parecía consumirse dentro hacia afuera.
La plata es la peor enemiga de los seres malignos.
Sin fuego, sin cenizas, ni rastro, el cuerpo de Jane se consumió y desapareció.
Charlotte tomó su último aliento antes de cerrar los ojos.
De alguna manera, ella sentía que este no era su final.
FIN...
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