Capítulo 11: Preguntas.
Me senté en el sofá de nuestra sala sintiéndome como una criminal siendo juzgada, la mirada verde e incriminatoria de Steven posada en mí, haciendo que me recueste y quiera desaparecer.
Me ha estado haciendo preguntas en el transcurso de la última hora sobre el acontecimiento de anoche. Preguntas como "¿Por qué había gritado?" Y "¿Por qué parecía tan alterada?" Habían dejado sus labios en ese lapso de tiempo.
Yo había respondido a aquellas preguntas con voz monótona. Esperaba convencerlo de que nada malo había ocurrido... cuando la situación había sido todo lo contrario.
Un temor persiste en mi pecho, apretándose más y más con cada hora que pasa. Esa acumulación de emociones que se ha asentado en mí está oprimiendo mi frágil corazón.
A medida que pasan los minutos la mirada determinada de Steven sucumbe a una mirada resignada y sé que va a abandonar su inquisición y escrutinio. Por primera vez desde que me mude, noto las delgadas y poco profundas arrugas en las comisuras de sus ojos.
El hombre frente a mi frunce el ceño y luego entierra su rostro en las palmas de sus manos. Su posición es... derrotada. Sus codos apoyados en sus piernas mientras sus manos hacen un imparable trayecto a través de su oscuro cabello, dejándome ver su frustración.
Siento lastima, pues sé que no soy la mejor persona y tal vez pueda ser considerada un problema, no soy fácil de tratar, soy consciente de ello.
Creo que podría tratar de ser una mejor persona con él, intentar llevar una mejor relación... simplemente parece algo tan imposible. La idea ni siquiera es considerada en mi mente.
Me levanto siendo consiente de cada pequeño ruido que hago. El protestante chirrido del sofá y mis suaves pisadas haciéndolo un leve eco en la silenciosa casa.
Tomo las llaves del auto de Steven, las cuales están en la mesa de café, en frente del sofá. Ellas tintinean y se balancean de un lado al otro en mi mano.
Steven no se mueve ni un centímetro, mantiene su rígida posición; cierro la puerta de entrada tan suave como puedo. Trato de oprimir el nuevo sentimiento de culpa que se posa en mí por cómo esta Steven.
Abro el auto plateado y entro en el colocándome rápidamente el cinturón de seguridad, creo que me estoy volviendo un poco paranoica con los autos, el accidente de mi madre me ha hecho más consciente de los diferentes tipos de peligros en uno.
Giro en la esquina y me alejo, acelerando conforme me alejo de la casa.
Lo que sucedió anoche fue extraño, de alguna manera, siento que falta algo. Hay un lugar vacío en mi mente, como si lo hubieran drenado sin dejar absolutamente nada, solo una nublosa bruma que no se aclara.
Sé que debería ser más condescendiente con Steven, él no se merece esa frustración; para él toda esta situación de ser padre y tratar con una adolescente que ni siquiera comprende ella misma lo que le sucede, es nueva, apenas debe estar acostumbrándose y haciéndose a la idea.
No lo culpo. Por otro lado...
La pesadilla de la noche anterior me ha dejado con más preguntas que respuestas, de alguna manera siento que tengo una conexión con Charlotte, la cual está muerta; soy consciente de que de alguna manera su espíritu está muy cerca de mí. Ella desea comunicarme algo.
La chica de ojos verdes es tan sombría que pareciera que no queda ni un gramo de humanidad en ella, pero hay un brillo inquietante en sus espeluznantes ojos que me causa intriga. Es un brillo que reconozco... puesto que también está en mis ojos.
La pérdida.
La tristeza que la rodea y aquel brillo me hace pensar que perdió a alguien hace poco, lo cual es imposible considerando toda la situación, la perdida para ella puede sentirse reciente aunque haya ocurrido hace más de un siglo.
Cuando me encuentro en el parqueadero del instituto, me bajo del auto como un alma en pena; las manchas oscuras bajo mis ojos, mi piel grisácea y mis apagados ojos verdes, me hacen ver muerta.
Me bajo del auto lentamente sintiendo mis músculos cansados y adoloridos, como si el día anterior lo hubiera pasado haciendo ejercicio. Sacudo la cabeza intentando despejarme.
— ¡Samantha! —Me giro bruscamente al escuchar mi nombre, casi golpeando a un chico que también acababa de bajar de su auto. Lo primero que veo es el cabello negro, luego las gafas de marco rojo y por último, a Sarah viniendo hacia mí con un ceño fruncido — ¿Sabes algo sobre Hana?
Tomo una respiración profunda y niego lentamente con la cabeza, los hombros de Sarah bajaron como si una gran carga se hubiera posado sobre ellos; no he hablado con Hana desde el día de ayer, por lo cual no me preocupo, pero los ojos de Sarah están colmados de preocupación.
— ¿Por qué? —inquiero. — ¿Qué sucede?
Tomo mi mochila y cierro el auto, bloqueándolo. Sarah y yo nos encaminamos hacia el instituto, ella arrastra los pies y camina con la cabeza gacha, como si fuera directo a su juicio.
—Todos los días hablamos por teléfono...—comienza ella con voz rota. —... ayer no llamo y cuando la llame, no contesto. Además hoy no ha venido y Thomas esta terriblemente preocupado, ¿estará evitándonos?
Le regalo una pequeña sonrisa a Sarah, según lo que me han contado, ella y Hana han sido inseparables desde pequeñas, son como hermanas y en este momento, es bastante notoria su preocupación.
En ese instante un VW bronce derrapa y aparca cerca de la entrada, resplandece y atrae la mirada más exigente que estuviera cerca. Una delicada figura se baja del auto, y el abundante cabello rubio es lo primero que vislumbro.
Su sofisticada forma de caminar, es todo lo que necesite para notar que aquella chica, debía de ser presuntuosa e insolente.
Ella lanza su brillante cabello sobre su hombro y sus ojos marrones atrapan los míos, aquellos ojos llamativos y esplendidos se convierten en dos rendijas. De alguna manera siento que quiere transmitirme algún mensaje a través de nuestras miradas conectadas.
Ella parpadea, sus largas pestañas hacen un gran contraste contra sus pómulos y su piel sin imperfecciones.
Los ojos de Sarah están abiertos de par en par, observando a la chica que aparenta tener unos dieciocho años y luego sacudió su cabeza parpadeando constantemente, como si intentara aclarar sus pensamientos.
Por mi parte, intento procesar el por qué su mirada se me hace conocida, cuando nunca había visto a esta chica en mi vida.
Ella camina balanceando sus caderas rítmicamente causando que aun más miradas se fijen en ella, empuja una de las puertas dobles de la entrada del instituto y entra con un aire de arrogancia.
Para mi sorpresa, Sarah y yo nos hemos quedado paralizadas en nuestro sitio, en medio del parqueadero.
Justo cuando la puerta se cierra tras ella, Sarah y yo continuamos con nuestro camino; la preocupación por Hana y lo demás, totalmente olvidado.
Caminamos con la cabeza gacha y un silencio sepulcral ha caído sobre nosotras, hasta que entramos al instituto e inmediatamente la contaminación auditiva de los cotilleos y murmullos golpean contra mis oídos.
Aquel día el instituto parece diferente, de hecho, la diferencia es notoria en el lugar; como si la presencia de aquella chica hubiera iluminado la sombría secundaria.
Sarah y yo nos dirigimos hacia nuestra primera clase, un martirio que tenemos que soportar pero no podemos evadirlo.
—Sabes... —murmura ella. El temor manifestándose en cada uno de sus gestos—. No me importa. —declara indecisa.
Sacudo mi cabeza descartando su temor por Hana, aunque de alguna manera mi corazón se ha llenado con el mismo miedo; la alarma en su mirada me demuestra que para ella esto es frustrante.
Abro mi boca para decir algo pero las palabras nunca dejan mis labios.
Un repentino golpe me hace perder el equilibrio, alguien ha chocado contra mí. Y como consecuencia hemos caído en un enredo de extremidades, un delgado brazo golpea mi rostro y luego escucho un golpe ligeramente inaudible.
Mi brazo impacta contra el frio suelo de linóleo y hago una mueca.
Abro mis ojos lentamente para prepararme, pero ningún tipo de disposición me hubiera preparado para lo que vi.
Choque contra Beth Mawson.
El brillo histérico y despiadado en su mirada hela la sangre en mis venas, sus carnosos labios están torcidos en una mueca de desprecio y su respiración sale en pequeños jadeos.
La chica parece incontrolable y desenfrenada.
A mí alrededor el tiempo parece haberse detenido. Parece que cada persona que nos rodea, contuviera la respiración a la espera de la reacción de Beth.
Pero para mi sorpresa ella simplemente se levanta, sacude sus pulcras manos en sus pantalones oscuros y se encamina por el pasillo, sus pisadas resonando por el pasillo sin que siquiera un murmullo se escuche.
Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo y miro a Sarah, esperando su ayuda, pero parece tan consternada como todos los demás.
Cierro mis ojos, tomo una respiración profunda intentando calmar mi acelerado corazón y cuando abro mis ojos, una mano claramente masculina obstaculiza mi visión.
Mis ojos hacen un barrido desde aquella mano pasando por un jersey gris y terminando en unos amables ojos gélidos, unos ojos que tienden a quitarme el aliento.
Tomo la mano que Will me ofrece...
"¡William!"
La voz de Charlotte retumba en mi mente en el instante en que mi mano se posa sobre la de él, un hormigueo extraño inicia en la yema de mis dedos y se extiende por todo mi brazo.
Suelto su mano como si me hubiera quemado y busco su mirada... él se ve escéptico y conmocionado, el brillo indescifrable en sus ojos causa que mi mente se colme de preguntas, pero aquella expresión desaparece repentinamente, guardada bajo un manto imperturbable.
Él se aparta de mí, y me observa como si fuera una incógnita que tuviera que resolver; sus ojos se han oscurecido y parece perplejo, siento como si una barrera se hubiera formado entre nosotros.
Los sollozos de Charlotte atiborran mi mente, causándome un serio mareo.
— ¿Te encuentras bien? —pregunta Will y la sobriedad en su mirada me deja sin palabras. Asiento casi imperceptiblemente.
Su mirada recorre mi cuerpo lentamente, de tal manera que me hace querer cubrirme bajo su escrutinio, es como si me observara por primera vez.
—Beth se encuentra algo... voluble esta mañana —la suavidad y claridad con la que pronuncia las palabras, me hace querer pensar que nada ocurrió; sin embargo, un ambiente gélido se ha apoderado del lugar, aunque para todos parece haber vuelto a la normalidad.
Asiento como si comprendiera. ¿Qué habrá puesto a Beth de aquel humor? Se veía más mordaz de lo normal, además era notorio que estaba furiosa por algo.
¿Tendrá que ver con la nueva chica?
Aparto el pensamiento inmediatamente llega, eso sería incoherente; a menos que conociera a aquella chica, lo cual no me incumbe...
—Lo lamento. —susurra Will disculpándose por su hermana, dándome una mirada que provoca que mi corazón se derrita.
El observa la salida del instituto y luego sacude su cabeza haciendo que un mechón oscuro caiga sobre su frente. Parece indeciso sobre si ir a buscar a su hermana o dejarla tranquilizarse sola.
Al final, se gira sobre sus talones con un suspiro resignado y se dirige a su clase por el pasillo opuesto.
Sarah me gira con una fuerza impresionante que no sabía que poseía y me confronta.
—Parece que tiendes a atraer la mala suerte —observa ella y toma mi brazo, revisándolo para cerciorarse de que no pasó nada grave.
Cuando ha terminado, me arrastra por el pasillo, que se encuentra vacío. Lo cual me dice que ya ha sonado la campana.
Gruño.
Otro retardo.
El resto del día transcurrió sin incidentes, ninguna voz en mi mente o alguna imagen extraña, no más encuentros indeseados en el pasillo y ninguna Beth Mawson triturándome con la mirada.
De hecho, todo había pasado relativamente normal, hasta la hora del almuerzo; Donde Savannah parloteo durante media hora sobre como su primo estaba entrando en cosas extrañas.
Lo que había llamado mi atención de aquella conversación insignificante, fue el hecho de que el primo de Savannah había visitado a una médium, que vivía en las afueras del pueblo, puesto que había estado teniendo sueños extraños.
Mi mente no tarda en llenarse de las posibilidades de ir donde esa mujer, tal vez no fuera una verdadera médium, de hecho, podía ser una estafadora cualquiera.
Pero mi mente esta atestada de interrogantes, muchos de ellos ni siquiera tienen sentido; necesito preguntarle sobre la relación entre estos sueños, Charlotte y yo.
Tal vez ella no tenga todas las respuestas, pero tengo la esperanza de que pueda darme algún indicio.
Luego de que Sarah le dijera a Savannah que estaba cansada de aquel tema tan atemorizante; el tema que surgió fue la chica nueva.
—Jane es hermosa —expresa Chris con la mirada perdida, claramente imaginando a la impresionante rubia de ojos chocolate.
Thomas abre la boca y luego la cierra, boqueando como un pez, sus ojos están posados en Sarah; ella está retándolo con la mirada a aportar algo a la opinión de Chris, claramente defendiendo a Hana.
—Es exasperante —contrarresta Savannah y luego rueda los ojos—. Esta en mi clase de historia, acaparo toda la clase con todo su conocimiento sobre la guerra civil.
Ella sacude su cabeza enojada y Sarah se ríe al verla; es la primera vez que veo a Savannah molesta, ella normalmente suele ser una chica con una sonrisa tímida y extremadamente paciente.
Pero no puedo culparla, con la única mirada que le di a Jane, fue todo lo que necesite para tener una idea de cómo sería su personalidad.
Thomas abre la boca y la campana suena interrumpiéndolo, el frunce el ceño y Chris ríe, Thomas lo golpea en el brazo.
Me levanto y me dirijo a mi última clase, una que no comparto con ninguno de ellos, Química.
Sarah me lanza una mirada a través del pasillo cuando nos separamos y luego cada uno se dirige a su respectiva clase.
Empujo la puerta del aula marcada con el número quince y me dirijo a mi lugar, los estudiantes van entrando conforme avanzan los minutos.
Abro mi cuaderno y escribo la fecha en la esquina superior, una figura pasa delante de mi puesto y mi mirada es atraída hacia arriba para encontrarme con unos indescifrables ojos marrones.
Jane me sonríe falsamente y luego se acomoda en el puesto detrás de mí. Cierro los ojos intentando mitigar las desagradables sensaciones que genera la presencia de esta chica.
Tomo una respiración profunda y parpadeo justo cuando el maestro comienza con una teoría. Intento mantenerme concentrada en la clase pero se me hace imposible sintiendo su mirada en mi espalda.
Siento un leve roce en mi espalda y me estremezco, el roce se repite. Trato de ahogar cualquier exclamación que quiere salir de mí.
Entonces ella susurra en mi oído, su cercanía causándome nauseas.
—Hola —su aliento caliente golpe la parte posterior de mi cuello.
La campana suena segundos después y doy un respingo en mi lugar, escucho su sensual risa mientras sale del aula pero se detiene en el marco de la puerta, lanzándome un guiño.
Trago con nerviosismo y me levanto de mi asiento, sintiendo que mis piernas van a flaquear en cualquier instante.
Tomo mi mochila y salgo de aquella aula.
Los murmullos se extienden por el pasillo y alguien me llama, mi nombre dicho una y otra vez pero el sonido es ahogado por la multitud de estudiantes.
Atravieso el parqueadero sintiendo el martillear de mi corazón en mi pecho con un pitido constante en mis oídos.
Abro el auto y me deslizo en el asiento del conductor, segundos más tarde estoy tomando una vía alterna para ir a las afueras del pueblo.
Cuando llego al lugar que Savannah describió con exactitud, noto que no recuerdo nada del trayecto que acabo de recorrer. Mi mente no capto nada, como si hubiera estado desconectada.
Aparco el auto al otro lado de la calle, salgo del auto y una fría brisa me golpea; me concentro en la espeluznante residencia frente a mí, avanzo atravesando la calle y toco la puerta tres veces.
La puerta tallada a mano es fría al tacto, se abre sin emitir sonido alguno y una mujer de cabello negro me observa inquisitivamente. Abre la puerta por completo, palabras silenciosas indicándome que entre.
Entro y observo el lugar, una pequeña sala de estar con pobre iluminación. Una tetera y una taza antigua descansan sobre la pequeña mesa de café. La mujer me hace un ademán para que me siente en un sillón.
Ella desaparece silenciosamente por un angosto pasillo y luego regresa con una taza del mismo juego de té que hay sobre la mesa.
Llena la taza y me la pasa, observo el humeante líquido caliente.
— ¿Cómo te llamas? —pregunta una voz delicada que me sorprende.
—Samantha... Samantha Gray.
Ella asiente y toma un sorbo de su taza de té.
— ¿Qué te trae por aquí? —ella me observa, sus ojos marrones evaluándome.
Tomo una respiración profunda y dejo la taza en la mesa de café, retuerzo nerviosamente mis manos en mi regazo.
—Escuche que usted...
—Hay algo extraño...—murmura interrumpiéndome.
Trago nerviosamente y tomo una respiración temblorosa. Ahora me siento impotente, indecisa de si contarle a esta mujer que no conozco con la esperanza de que tenga respuestas, algo improbable.
—Yo... una serie de sucesos extraños han estado ocurriendo—susurro pero sé que ella me ha oído, ya que ahora me observa curiosamente.
Retuerzo nerviosamente mis manos en mi regazo, la decisión de contarle a esta desconocida todo lo que me estado sucediendo desde que llegue al pueblo... pero necesito saber, si hay algún indicio sobre la razón.
Se sienta al borde de su asiento.
— ¿Qué tipo de sucesos?
Y ahí es cuando mi determinación falla, el miedo invade mi corazón y observo el suelo, como si este tuviera todas las respuestas que necesito.
—Es... Olvídelo—digo levantándome y ella se levanta conmigo.
Sus ojos me escanean, sabios, como si leyera mi alma... mi ser, cada parte de mí; me siento impotente, sé que no debí haber venido; fue un error y si, la perdida de mi madre me ha llevado a la locura.
—Está bien...—ella tiende su delicada mano hacia mí—...es tu decisión.
Observo su mano, sus pulcras uñas y las delgadas venas azules que la recorren. Luego, la tomo... ella suelta mi mano como si la hubiera quemado, sus ojos están abiertos de par en par.
—Ten cuidado, charlot...—ella sacude su cabeza y yo siento nauseas— Samantha—corrige y se aleja de mi— Ten mucho cuidado, Samantha.
Siento la sangre drenándose de mi rostro y el miedo paralizando el correr de la sangre en mis venas.
Ella estuvo a segundos de llamarme Charlotte. Lamo mis labios e intento relajarme, mi corazón martillea en mi pecho dolorosamente.
"Acéptalo"
Dice Charlotte en mi mente. Puedo escuchar el palpitar de mi corazón y creo que ella también puede, acomoda su blusa nerviosamente, sé que quiere que me vaya.
—Gracias por el té. —susurro.
Ella asiente pensativamente y toma la tetera entre sus manos, las cuales se encuentran ligeramente temblorosas.
Me dirijo hacia la puerta y tomo el pomo en mis manos, lo giro lentamente y corro fuera de la casa.
"Acéptalo"
Repite Charlotte en mi mente. Las lágrimas de frustración inundan mis ojos y le grito.
"¿Qué quieres de mí?"
El pitido constante en mis oídos me impide oír cualquier cosa a mí alrededor. ¿Qué me sucede? ¿Por qué me sucede a mí? Charlotte, ¿Qué quieres de mí? La última gota de esperanza en mi cuerpo, se desvanece.
Observo el auto plata de Steve y corro hacia él.
Intentare hacer una vida, ignorando la voz, ignorando mis pesadillas... ignorando todo. Fingiendo ser una chica normal, iré a la universidad... tal vez algún día conozca a alguien...
Un dolor estalla en mi cráneo y mi cabeza palpita mientras las sombras se acumulan a mí alrededor, mi visión se nubla y todo mi cuerpo grita en protesta por el agónico dolor.
Mis piernas flanquean y caigo sobre el frio asfalto de la carretera; la oscuridad se posa sobre mí, como un agradable manto que me llama con promesas infinitas de una eternidad sin dolor.
Las sombras se ciernen sobre mí, susurrando agradable palabras, rogando que me deje ir.
"¡William!"
Y eso es lo último que escucho, antes de perderme en la acogedora oscuridad.
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