Día 4
Me desperté en la madrugada y lo primero que vino a mi mente fue Micah, "se que me tienes miedo" que duro ha de ser cuando te tienen miedo..."se que no quieres ser mi amigo" " me caíste bien desde que te vi" como....pude ser tan cruel con ella...ella esta sola, no tiene a nadie, porque todos somos unos cobardes que huimos de lo desconocido desde el primer segundo, esta mal ser así, ella solo esta enferma, no puedo dejar de quererla solo por eso. No puedo.
El día siguiente, ya en la escuela, lo primero que hice fue ir con Micah. Le debía una bien merecida disculpa.
-¡Micah!- dije sonrojado, y todos voltearon a verme. -perdón por haber sido grosero con tigo, me caes muy bien!!- abrí los ojos como platos al ver que me había humillado ante todo el salón, y sin pensarlo salí corriendo.
Subí las escaleras del segundo edificio y entre en la azotea abandonada, que solo servia de lugar romántico para enamorados. Pero yo estaba violando las reglas, ya que nadie estaba a mi lado.
El ambiente era acogedor. Me senté y me quede felizmente dormido tras varios días de insomnio.
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Me desperté al sentir peso sobre mis piernas. Abrí los ojos y quede paralizada al ver a Micah acostada en mis piernas. -Buenos días- dijo al verme despierto. Sentí como me volvía un tomate. -jeje perdón si te incomode- dijo levantándose. La jale para que no se fuera.
Nos quedamos viendo a los ojos. Esos bellos ojos. Ella estaba sonrojada. Esos ojos...siempre los había querido ver de cerca, y así eran aun mas bellos. Y porfin, porfin estábamos juntos. Ella y yo. Tan cerca.
Una cálida mano se apoyo en mi rostro y me distrajo de la belleza de sus ojos. El viento sacudió su hermoso cabello y justo cuando estábamos casi unidos la chica no pudo evitar salir corriendo.
Me quede ahí. Viendo el horizonte. Nunca había estado tan feliz.
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