Capítulo II: Un sueño muere
My story is repeated again
(Mi historia se repite una vez más)
This voices on my mind lead me to suicide
(Estás voces en mi mente me orillan al suicidio)
Sacrimoon —A moment of my depression
Un auto último modelo se puede ver formado en la fila para recoger a los niños del colegio, no era tan larga cómo espero la mujer que lo iba manejando.
Vio a través del retrovisor y se corrigió ella misma, era una línea larguísima, que fortuna ella evitó al haber llegado más temprano. Y no estaba de más, su vida entera se encontraba en esa escuela, su pequeño.
—Esta escuela se ve mejor que la pasada señorita Medina —dijo la mujer que iba a su lado.
Era morena de cabello amarrado en un chongo con un uniforme de empleada doméstica color blanco.
—Así es Martina, por lo que investigue en internet tienen un gran nivel académico —dijo la otra persona —, aparte las clases de música extracurriculares han sido ovacionadas por muchas personas en la página de la escuela.
La nana asintió.
—El joven Paolino va a estar muy feliz con ello.
—Esa es la idea.
Se quitó sus lentes de sol dejando ver unos ojos tan negros como la noche que hacían juego con su larga cabellera, una playera de tirantes oscura adornaba su torso mientras que lo combinó con unos jeans azul claros y tenis converse.
La fila avanzó hasta que fue su turno y un guardia se acercó.
—¿Por quién viene? —preguntó con mucho respeto.
—Por Paolino Castelli —respondió la mujer.
El uniformado se acercó a la puerta y una maestra voceó al jovencito.
Después de uno o dos minutos el chiquillo salió con su mochila y el suéter del uniforme en la mano, su amplia sonrisa y sus ojos tan idénticos a su madre brillaron al verla.
El guardia abrió la puerta del auto y el niño se metió.
—¡Hola mami! Hola Martina —exclamó.
Se cerró la puerta y avanzaron.
—Buenas tardes joven Paolino —dijo la nana.
—Hola cariño, ¿cómo te fue? —preguntó la conductora.
—Fue muy divertido mami hoy tuve mi primera clase de música —aplaudió el niño feliz.
—¿Y qué tal estuvo?
—¡Pues el maestro es genial!
La señorita Medina vio al niño a través del retrovisor, tenía mucho tiempo que no lo veía tan emocionado y vivaracho, esto la hizo sentir feliz.
—¿Y por qué es tan genial ese profesor? —preguntó.
—Le gusta el rock cómo a nosotros —dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
Esto captó la atención de la mujer, ella sabía que muchas veces los profesores de música eran personas muy cerradas y tendían a ser el típico personaje que no salía de la música clásica, claro ella adoraba a Chaikovski, a Beethoven, Albinoni y demás, pero los maestros al menos de sus tiempos en la escuela eran lo que ella llamaba mamadores.
Aparte, una de sus grandes pasiones era el metal, sobre todo el black metal depresivo, le traía cierta tranquilidad siempre que lo escuchaba.
Claro, esa música no se la ponía a su hijo, sabía que no era apta para un niño de ocho años, pero si le enseñaba de bandas más comerciales cómo Iron Maiden, Scorpions y Judas Priest por nombrar algunas.
—¡Qué padre! ¿Y cómo es él? —preguntó la mamá.
—Es muy alto y tiene cosas negras abajo de sus ojos, Miss Luz dice que son ojeras, aparte usa aretes con plumas y esta tatuado cómo tu —dijo el niño.
—Suena interesante —comentó.
Su mente nadaba, y sólo eran suposiciones incluso añoranzas, pero sabía que eran en vano, no podría ser él.
Llegaron a una zona residencial en Santa Fe, una colonia bien acomodada de la ciudad de México, le abrieron el portón y entró saludando a los guardias.
Manejaron por unos cuantos minutos más y llegaron a una casa muy grande de color blanco con inmensos ventanales, donde se pudo ver un jardín muy bien cuidado a través de las rejas negras, con diversas flores desde rosas, girasoles. En medio de las mismas una orquídea negra.
Con un control abrió el pórtico e ingresó con el carro para estacionarlo. Se bajaron las tres personas del vehículo y la mujer abrió la puerta.
La casa gritaba ser de la alta sociedad, muchos adornos de diferentes tipos de arte se podían ver a lo largo del lugar, jarrones de otras épocas al igual que pinturas. El piso de madera albergaba los rústicos muebles de caoba.
En la sala se podía ver una chimenea mientras que montada en ella estaba una televisión muy grande, un poco más alejado se alcanzaba a divisar un piano.
EL niño dejó su mochila acomodada en un cuarto de al lado de la entrada, el cual era designado para hacer sus tareas, todo elegido por el padre del infante, era muy estricto con Paolino.
—Ve a lavarte y cambiarte mi vida, vamos a comer —dijo su madre.
El chiquillo asintió y subió corriendo las escaleras.
La mujer dejó en la mesa de la entrada sus lentes de sol y junto a las llaves de su auto para dirigirse a la cocina donde estaba las otras dos personas de servicio.
—Leticia y Cornelia ¿Ya está la comida? —preguntó la mujer.
—Señora Kassandra, si ya está todo listo, ¿quiere que pongamos la mesa? —preguntó Leticia.
—Si por favor —contestó mientras se sirvió un vaso con agua de Jamaica que habían hecho.
El personal comenzó a poner todo, mientras que ella se puso a ver su celular, checando la página de su asociación contra el cáncer, donde sus conocidos de la alta sociedad donaban para ayudar a combatir dicha enfermedad.
Ella la creó al salir de su universidad, estudió pedagogía, sin embargo, por algo de su pasado, la muerte de alguien cercano a una persona muy importante para ella, decidió enfocarse en ello.
Se llamaba "Una Luz en la oscuridad" y financiaba investigaciones del cáncer, métodos y apoyaba a la gente menos afortunada con los tratamientos de quimioterapia.
En ese momento escuchó cómo Paolino bajo ya cambiado, con sus manos lavadas y lo guio al comedor.
—¿Ya tienes hambre hijo? —preguntó su mamá.
—Si, mucha hambre —contestó.
—¿Comiste algo en la escuela?
—Si, me compré un sandwich y un refresco.
—¿Qué te he dicho de comprar refresco Paolino? —lo vio con severidad Kassandra.
El niño se sonrojó y desvió la mirada.
—Es que se me antojó —dijo de manera inocente.
Le era muy difícil estar enojada con el infante, a pesar de intentar no se tan estricto con él, si lo llegaba a regañar por comer demasiados dulces o tomar mucho refresco.
—Bueno, pero entonces mañana te llevarás agua ¿ok? —el tono de Kassandra no dio oportunidad de alguna protesta.
—Está bien mami.
La mesa ya estaba puesta y les sirvieron la comida, que consistía en una sopa de guisantes cómo primer tiempo y pescado empanizado con una guarnición de ensalada cesar.
Madre e hijo se sentaron y se dispusieron a comenzar a comer, cuando escucharon que la puerta se abría.
Los dos se vieron, tristes, cómo si la diversión se hubiera esfumado de la casa.
Unos pasos avanzaron hacia él comedor, donde entró un hombre de mediana estatura, con piel oliva, ojos negros penetrantes y cabello corto oscuro.
Portaba un traje de tres piezas gris con corbata azul metálico.
—¿Y no me pudieron esperar a comer? —dijo con una amplia sonrisa.
Esto movió mucho a Kassandra, era Tomasso Castelli, su novio y padre de Paolino.
Sin embargo, ella no se veía muy feliz de verlo y tampoco el chiquillo.
—Señor Tomasso, déjenos le ponemos su lugar —dijo Leticia.
Las mujeres se movieron rápido para poner los instrumentos para el jefe de familia, pero los colocaron alejados de Kassandra, sabían que la señora Medina ya no toleraba al señor Castelli.
El sólo asintió y se acercó a Kassandra primero y la intentó besa, pero ella se metió un bocado y lo evadió.
Él hombre le apretó el hombro de manera fuerte haciéndola quejarse en silencio y después tomó su lugar donde le sirvieron la comida.
—¿Cómo te fue en la escuela Paolino? —preguntó.
El niño comió lo más rápido que pudo su bocado para poder contestarle.
—Bien papá —se notó el acento italiano del niño.
—¿Solo bien Figlio? No estoy pagando una millonada para que sólo te vaya Bene —se escuchó el enojo en su voz.
El niño bajo la cabeza y se puso muy nervioso.
—Le fue bien, sólo que está un poco cansado —lo defendió Kassandra.
—Cuando te hable a ti respondes ¿Entendido? —la vio con severidad.
No dijo nada.
Continuaron comiendo mientras que el hombre cuestionaba una y otra vez al pequeño.
—Ya respondes más rápido ragazzo sciocco —le dijo de manera despectiva.
Kassandra se enojó y lo volteó a ver.
—¡No le hables así! —vio a su hijo que ya había acabado —, ve a prepararte para tu clase de piano Paolino.
Martina entendió la señal, sabía que había problemas y se llevó al pequeño mientras que las demás empleadas ya habían recogido lo que usaron en la comida.
Los dejaron solos.
—Bueno, ¿tu quién te crees cagna? —dijo con mucha violencia.
—No soy ninguna puta y no vuelvas a tratar a mi hijo así o veras —le contestó mientras se levantó.
Tomasso se enojó y la jalo del brazo, apretándola de manera fuerte, la jalo hacia el para verla a los ojos.
—Quiero que entiendas algo, mientras tu padre tenga esa deuda con el mío, tú serás mía y cómo sé que jamás la logrará saldar serás de mi propiedad siempre ¿Entendiste zorra? —el veneno en la voz del sujeto era palpable.
Sin embargo, Kassandra jamás se dejó intimidar por nadie, jalo su brazo y se soltó de él.
—No me vuelvas a tocar maldito, que te juro que si nos haces algo a mi o a mi hijo te mataré.
Tomasso sabía que esa amenaza no era en vano, su novia era una mujer de armas tomar, tenía conocimiento de ciertas cosas del pasado de la chica, las cuales le llegaban a dar escalofríos, pero no dejaba que eso se notara.
—Ya veremos qué es lo que puedes o no hacer puta —dijo mientras se dio media vuelta y salió de la casa.
Kassandra esperó unos cinco minutos y supo que se había ido, lo más probable a revolcarse con su secretaria, siempre lo hacía después de las peleas que ellos tenía,
Ella se sentía atrapada y todo por una pésima decisión de su padre hace nueve años, donde decidió invertir con un italiano de mala fama, donde perdió casi todo.
Lo que jamás esperó es que le jugaran chueco y que en una cita de negocios en su casa hubieran llegado a un acuerdo donde él tenía diez años para pagar la deuda o Kassandra se casaría de manera legal con Tomasso.
Al principio la jovencita no vio tan mal esa idea, quería olvidar a Belial, sacarlo de su sistema, algo que no pudo hacer.
Tomasso en un inicio era un muchacho muy atento y que incluso llego a sentir cariño por él, pero eventualmente lo fue conociendo. Desliz tras desliz tuvo el sujeto, acostándose con una y con otra.
Mientras que ella lloraba por ello.
El prometió cambiar y fue cuando concibieron a Paolino y los primeros años fueron miel sobre hojuelas, incluso casi pudo olvidar a aquel chico que tanto amaba.
Pero todo se tornó oscuro.
Tomasso empezó a beber más y más, se acostaba con cualquier mujer que se pusiera enfrente de él mientras ella criaba a su hijo. Pero eventualmente todo se empezó a poner peor, comenzó la violencia y abusos por parte de él hacia ella y Paolino.
Se defendía como una fiera Kassandra, pero no había gran cosa que podía hacer y menos con el trato que tenía su padre.
Estaba agotada, su depresión la estaba destrozando, le dolía no poder salir de ahí, añoraba mucho los tiempos de antes, con Belial, con su Alan.
Siempre maldijo el día donde se separaron, todo por un tonto rumor de un supuesto amigo.
Se sentó en la sala y gruesas lágrimas cayeron por su rostro, mientras vio el anillo en su dedo índice, de un cuervo, lo tenía desde hace años. Se lo había dado él mientras que ella le dio uno de pentagrama.
El intercambio de sus dos creencias.
Se sintió sofocada mientras vio aquella joya, no sabía que hacer ya, quería sólo desaparcar y no volver a saber nada de nadie.
Pero no podía, debía seguir adelante por su hijo.
«Belial ¿Dónde estás?»
Su pensamiento se hundió en el dolor y sus sueños se apagaban con ello.
Nota de autor:
Espero que les esté gustando la historia amigos, cómo mencioné al inicio de la misma habrá violencia y abuso, lo que leyeron aquí es sólo la punta del Iceberg
Cagna: Zorra de manera despectiva o puta
Figlio: Hijo
Sciocco: Tonto o necio.
Raggazzo: Niño
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