El viento frío hizo crujir las ramas de los árboles apilados en fila en las penumbras de la noche. La luz de la luna iluminaba el sendero de aquel bosque donde, lo único que se escuchaba era el ruido de los insectos y el brillo neón de las luciérnagas, testigos de una batalla que atravesó aquella plácida noche.

   El riachuelo, a la izquierda del sendero, rugió junto al golpeteo de las piedras que eran arrastradas por la corriente, formando burbujas de aire y una ligera capa de espuma.

   Sonidos de pisadas inundaron en el bosque silencioso, ahuyentando a los animales nocturnos que salían de los escondites. Los pasos de un individuo se escuchaban más y cada vez más cerca.

   Casi tropezando, la figura logró cruzar el riachuelo con dificultad, saltando algunas piedras resbaladizas que la condujeron hasta los arbustos, donde alcanzó a esconderse. Aún así el trayecto no era seguro. Lo presentía. Sabía que corriera donde corriera, él la alcanzaría.

   Un gemido de terror fue ahogado por la extraña presencia y dio rienda suelta a una nueva carrera en donde rogaba que sus piernas soportaran el recorrido hacia cualquier refugio donde pudiera mantenerse a salvo.

   El susurro de los árboles se impregnó en sus oídos, haciéndola gritar y tomando una rama del suelo en donde trataba de golpear algo que no se podía ver, pero si se podía sentir. Trago grueso cuando sintió otro crujido de hojas secas que se acercaban a ella. ¿Tan pronto la había alcanzado?

   —N-No...

   El murmullo se perdió en el silencio de la noche y siguió corriendo hasta llegar a un claro donde la luna iluminaba con la intensidad del mismísimo sol, iluminando el agua del rió, volviéndolo de un color plateado digno de ver de no ser por el aterrador destino que andaba acechándola. 

   Debía correr, estaba cerca...

—¡Ahh! — el grito de su acosador persistente, captó su atención y mandado por su ira, el tronco de un árbol cayó frente a ella, impidiéndole el paso.

—P-Por favor, no lo hagas... ¡Ya basta! — suplicó con las lágrimas picando sus ojos. Estaba atrapada, no tenía escapatoria. 

    Trato inútilmente de correr hacia un lado del enorme roble que estaba en su paso, cuando una cortina de ramas se formó a su alrededor, impidiendo que diera un solo paso. Una barrera se formó a su alrededor,  haciéndole saber que en efecto, no tenía a donde huir. 

   Sus ojos azules recorrieron su entorno, dando escasos pasos de un lugar a otro del pequeño claro. De alguna forma esperaba que pudiera ocurrir un milagro que la ayudara a escapar.  

   Intentó concentrarse y realizar alguno de sus hechizos. Con un poco de suerte podría quemar las ramas o al menos partirlas y formar algún hueco por el que escapar. 

   —¡Nequissimi ignea incantatores!—exclamó, invocando un hechizo que se desplomó sobre las ramas entrecruzadas. Pero, éstas se mantuvieron imperdurables, sin ningún daño aparente, ni un simple rasguño. —No puede ser... 

   Observó con horror la prisión vegetal que la tenía atrapada y volvió a repetir la maniobra, una y otra vez, sonsacando todas sus energías hasta el final. 

   Invocó una última vez su hechizo, elaborando un ligero desliz mágico que se fundió con las ramas sin siquiera lograr desplazarlas. La joven suspiró derrotada y sin fuerzas cayó de rodillas, observando como de entre la espesura se abría una brecha que rebosó de luz. Un brillo que iluminó todo el claro, cegando su vista por completo. 

    «Ya está aquí» 

    De entre luminiscencia, la figura de un hombre apareció frente a ella, ocupando todo su plano de visión. Las facciones dulces y delicadas contrastaban con el furor y la cólera que relejaba en sus ojos ambarinos. Su cabello cobrizo, caía con majestuosidad sobre sus hombros y sus ropajes blancos y bordados de oro brillaron con la luz que emanaba de su cuerpo. 

   El terror se reflejó en los ojos celestes de la mujer que con subordinación, lo escrutó con mirada suplicante. 

   —Por favor—imploró, agachando la cabeza y arrodillándose aún más a sus pies. —Piedad. 

   El hombre entrecerró los párpados y la observó desde arriba. 

   —Debiste someterte cuando tuviste la oportunidad—rugió él. —Ahora es demasiado tarde. 

    Una fuerza sobrenatural surgió de las manos del individuo, que con un grito de guerra, alegó un poderoso hechizo que sacudió todos los árboles, plantas y vegetales de toda la zona. Los animales y criaturas que andaban cerca salieron huyendo despavoridos, tratando de escapar de la onda expansiva que estaba a punto de surgir. 

   La esfera de poder que brotó de entre sus dedos se vio reflejada en sus iris celestes. 

   Un grito sofocado salió de sus labios. 

   Un son que se escucharía por los lúgubres senderos del bosque desde  la noche hasta el alba.

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Hola a todos y bienvenidos a esta nueva historia!

Pues cómo prometimos, aquí está el prólogo y el inicio de una historia repleta de fantasía, misterio y mucho mucho amor. 

¿Cuál han sido vuestras primeras impresiones? ¿Os ha gustado? 

Al parecer vemos a un cazador persiguiendo a una presa... ¿Alguna sospecha de quiénes pueden ser? 

¿Qué estará pasando en ese bosque? 

Muchos enigmas y muchas respuestas se vienen en esta historia, ¡Así que no os la perdáis!