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Especial de navidad

Era bien conocido lo excéntrica y fuera de lo común que podía llegar a ser la princesa del infierno. No estaba solo el hecho de buscar la redención de los pecadores del infierno, e incluso, haberlo logrado, sino que también, buscaba realizar cosas que en el pensamiento común de los pobladores de lugar jamás podría llegar a manifestarse.

Celebrar la navidad en el infierno parecía una clara cuestión de locos, se trataba de una festividad cristiana que buscaba honrar el nacimiento del hijo de dios, era en demás descabellado y desquiciado para que la mismísima hija del diablo decidiera celebrarlo. Sin embargo, Charlie no pensaba de ese modo. Ella solo quería celebrar algo con sus amistades y los inquilinos que hacían vida en el hotel, una forma de relajarse y bajar la presión de los exterminios anuales que se encontraban a menos de una semana de suceder. Charlie más que nadie sabía lo dura que era la espera, que, en su lugar, muchos estarían buscando el refugio ideal, y que ella misma debería estar preparándose para la batalla de ese día. Pero siempre quería darle una visión optimista de las cosas a su gente, por eso decidió hacer algo para todos. Había encargado a Husk y Ángel la búsqueda de un árbol ideal para colocarlo en el centro del lobby, y le dejo a Vaggie y Nifty la tarea de adornar la planta principal de Hotel. Si todo iba como marchaba, aquella noche podrían tener una pequeña fiesta para los que se encontraran dentro de él, acompañados de algunos cocteles sin alcohol y varios dulces preparados para la ocasión. El problema es que solo había un ínfimo detalle con su plan: ella no sabía cocinar.

En una ausencia de Alastor, por motivos que ella misma desconocía, Charlie tuvo que enfrentarse sola a la tarea de preparar el listado de dulces y galletas navideñas que había elegido para la ocasión. Los había encontrado en un viejo libro de cocina que estaba en el hotel, y le pareció estupenda la idea de prepararlas, solo que no conto que la harina y los utensilios la engulleran, hasta dejarla una masa chiclosa de galletas a medio hornear. Aun cuando había seguido la receta al pie de la letra, las galletas no habían terminado de cocerse bien, o en el peor de los casos, se le habían quemado hasta carbonizarse. Estaba limpiando los restos de harina en su rostro, cuando una particular figura rojiza se posó detrás de ella, mirándola desde encima de su hombro.

—Oh querida ¿Acaso luchaste con un saco de harina y perdiste? —se burló y Charlie se volteó a verlo.

—¡Alastor! —lo llamó, alegre de verlo de vuelta justo en ese momento—. ¡Regresaste! ¿Qué te sucedió? Desapareciste de repente por varios días.

En verdad, le había parecido bastante curioso el hecho de que Alastor desapareciera de un momento a otro, y más aún tan cerca de las fechas del exterminio anual. Sin embargo, estaba allí de vuelta, con su sórdida sonrisa campante en todo su rostro.

—Pues tuve unos cuantos contratiempos que me impidieron volver a mis funciones por unos días, pero aquí estoy de vuelta a tus ordenes —y con cierta sorna, hizo una reverencia más teatral que verdadera—. ¿Podrías decirme porque has decidido desperdiciar los materiales de la cocina en una tarde como esta?

—B-Bueno, sé que estamos a penas a pocos días de llevarse la purga anual, muchos pecadores e integrantes del staff están algo nerviosos por eso, pero de verdad me gustaría darles un respiro de esta angustiante espera ¡Y que mejorar que hacer una pequeña fiesta de navidad para todos aquí en el hotel! ¿Qué te parece? —pregunto, animada.

—¿Una fiesta de navidad? —pregunto con lentitud, casi como sopesando las palabras. Charlie lo miro con preocupación.

—¿Acaso no te gusta la navidad? —esperaba que no estuviera pidiéndole algo que fuera desagradable.

—¿Gustarme? ¡Yo adoro la navidad! —exclamo, sorprendiendo incluso a Charlie por la efusividad de sus palabras ante dicha celebración—. Oh, esta fecha llena de hipocresía vacía y obligatoria, consumismo y banalidad por todas partes, que encantadora fiesta JAJAJAJA

Nuevamente, estaba aquel particular sentido del humor que lograba perturbar un poco a las personas, al punto que Charlie no estaba segura si en verdad le gustaba o no la festividad.

—Tengo buenos recuerdos de esa fiesta, mi madre solía cocinar un pollo a la cazuela y hornear algunos panecillos de jengibre teniendo en cuenta que jamás había sido asiduo por los dulces, luego nos sentábamos a cantar justo al lado del fuego, escuchando las canciones que emitían por la radio —por un momento, Charlie pudo notar una expresión sincera y suave, muy diferente a los gestos y máscaras teatrales que solía realizar diariamente, una cara más humana—... Fueron buenos tiempos.

Fue un breve momento, pero Charlie pudo captar un destello de melancolía en sus palabras. Con aquella personalidad excéntrica y expresiva, Alastor era un hombre singular en todo el sentido de la palabra, con un enorme deseo de resaltar y burlarse de todos, incluso a veces de sí mismo, pero aun con toda insólita forma de ser, era un hombre misterioso y enigmático, al que era difícil descubrir que era lo que verdaderamente pensaba. Y para Charlie era toda una odisea entenderlo, porque al ser tan espontaneo, le dificultaba mucho seguirle el paso, pero, aun así, era algo agradable tenerlo cerca.

—¡Bueno! Es mejor que comencemos, o no podremos terminar esa larga lista de dulces que deseas hacer —dijo, acariciando la cabeza de Charlie como una mascota.

Fue un poco sorpresivo, pero como de costumbre, eso era algo natural del wendigo y Charlie solo se ajustó a eso, siguiéndolo de cerca.

—No soy un gran conocedor de la pastelería, pero siguiendo la receta al pie de la letra, algo podemos hacer

Con un movimiento de su mano, el libro de recetas que estaba usando Charlie floto hasta reposar frente a ambos en el mesón.

—¿No crees eso también, cariño? —pregunto coqueto, y Charlie solo pudo reír, divertida.

—¡Si!

—¡Pues manos a la obra!

Comenzaron entonces a preparar la notoria lista de postres y galletas que Charlie había seleccionado para la ocasión. Algunos panecillos dulces, así como unas cuantas galletas de jengibre, sin olvidar por supuesto, el pastel de frutas. El procedimiento era sencillo, teniendo el recetario y los ingredientes a la mano, la joven princesa daba lo mejor de sí, siguiendo las instrucciones del wendigo tal como se las dictaba, y aunque un par de veces tuvo algunas dificultades, era tal maestría del hombre por la cocina, que podía guiarla sin ningún inconveniente.

Aun teniendo casi un año conociéndose, Charlie no podía creer como un caballero de su tipo, nacido en una época muy distinta, era un gran fanático de la cocina. Manejaba dicha arte como si siempre hubiera cocinado, y era un excelente instructor, aprovechando cada movimiento acertado para felicitarlo con un suave toque en el cabello, o un pellizco en la mejilla.

Poco a poco la lista de dulces se fue completando, y mientras ellos avanzaban, la radio interna de Alastor comenzó a sonar con un conjunto de melodías alegres, eso hacía más divertido y ligero el ambiente lleno de energía que ambos compartían, se reían y comentaban algunos chistes mientras amasaban y mezclaban varios de los ingredientes.

En algún punto del camino, siguiendo el ritmo de la música, ambos comenzaron a bailar en el medio de la cocina, cantando a coro las canciones de Jazz que estaba sonando en la radio. Moviendo las caderas y siguiendo una danza improvisada, se movieron en el estrecho pasillo, riendo y cantando. Alastor la tomaba del brazo para hacer girar a Charlie y esta se dejaba caer, sabiendo que este la sostendría en el momento indicado. Aquel entretenido momento se detuvo cuando el temporizador del horno sonó, indicando que el ultimo postre preparado estaba finalmente listo.

Con orgullo, vieron el mesón repleto de todos los dulces, panecillos y galletas que habían preparado justo a tiempo para la celebración. Ambos se rieron con complicidad, y se retiraron para alistarse y reunirse nuevamente en lobby donde ya todo estaba finamente decorado. El ambiente estaba bastante ameno, y tal como había querido Charlie, los inquilinos se veían alegres y tranquilos, como si una terrible guerra que amenazaba sus existencias no estuviera a la vuelta de la esquina, como si Charlie no tuviera que salir ese día a luchar contra los ángeles para proteger a su gente.

Hubo música y algunos intercambios de obsequios que Charlie había preparado con anticipación. Y luego de algunos bailes, bebidas, comida y risas, la princesa se recluyo a una pequeña esquina viendo con satisfacción el resultado de su acción, con una pequeña copa de ponche entre sus labios.

—Una maravillosa velada, obra y gracia de tu esfuerzo y dedicación —felicito el wendigo, apareciendo desde las sombras justo al lado de la princesa—. Enhorabuena.

—Gracias —le agradeció, enternecida por el gesto—. Pero esto no hubiera podido ser sin tu ayuda, me salvaste al último momento gracias a tus altos dotes culinarios —dijo, este solo se encogió de hombros.

—¿Qué puedo decir? Mi madre me instruyo bien —comento risueño.

Estuvieron un minuto en silencio, disfrutando del ameno ambiente y la calidez del rincón en donde se encontraban observando la fiesta, Ángel había invitado a bailar a Vaggie, quien estaba avergonzada y nerviosa, siguiéndole apenas el ritmo. Por su lado, Husk bebía libremente alcohol, aprovechando la ocasión especial, del mismo modo, Nifty parecía perseguir a un incómodo Baxter, quien había sido sacado casi a la fuerza de su laboratorio subterráneo con el único pretexto de socializar. Era toda una combinación extraña y singular, pero era agradable para la princesa.

—Charlotte —le llamo Alastor, está volteo a verlo encontrando frente a sus ojos una pequeña caja delicadamente adornada—No fue preparado con antelación, pero espero igualmente que sea de tu agrado —indico, colocando la pequeña caja entre sus manos. De la sorpresa, rápidamente la expresión de Charlie paso a la preocupación.

—¡Alastor! Gracias, pero yo no pude preparar nada para ti —admitió avergonzada. Estaba encantada con el bello detalle, pero le dolía un poco no haber podido entregarle un obsequio de vuelta.

Sin embargo, este se acercó hacia ella, acortando casi toda la distancia con su rostro, casi rozando sus narices. Señalando la punta de su nariz, ladeo su rostro de lado, sonriendo con confidencia.

—Consideremos que estamos en deuda entonces —susurro. El rostro cercano y la respiración cálida repasaron el contorno de la expresión de Charlie, quien enrojeció sin poder evitarlo, incapaz de despegar la vista de los ojos escarlata de este. La diferencia de altura apenas marcada y el profuso retumbar de su corazón en su pecho. Por inercia cerro los ojos, notando como este se alejaba, riéndose de ella y extendiendo su mano para invitarla a bailar.

Charlie logro reaccionar, sintiéndose tonta y avergonzada, pero tomando la mano del wendigo sin dudarlo para acompañarlo al centro de la pista que todos estaban compartiendo. La música cambio algo más al estilo del locutor, hubo varias quejas de parte de Ángel y otros inquilinos, pero en vista de que se trataba del mismísimo RadioDemon con el que trataban, solo se dedicaron a adaptarse y disfrutar del cambio de música en aquella singular pero dulce navidad en el infierno. 

¡Felices fiestas! No podía faltar en el tintero un especial ajustado a la navidad, y que mejor que llevarlo al universo de LADY HAZBIN, fue algo sencillo y que ame escribir, asi que espero puedan disfrutarlo como oficialmente, la utlima actualización del fic en este año, espero de verdad que pasen una maravillosa navidad y año nuevo, y podamos seguir leyendonos sin falta en este nuevo año 2023, muchas cosas interesantes se vienen con este fic, por lo que deseo que pueda ser de su agrado. Lo mismo con el resto de historias que estoy planificando y algunas otras que debo finalizar, sinceramente agradezco su apoyo hasta ahora y les deseo toda la felicidad del mundo. Espero sigan pasando un lindo día y nos leemos pronto. 

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