Capítulo 8: Aliados
La cocina del hotel era amplia, adaptada para que pudieran atenderse las comidas de una tremenda cantidad de residentes y contener en sus espacios al menos un numero de 10 personas cocinando, de modo que la misma estaba bien equipada y era lo que se podía esperar de acuerdo a las estimaciones y arreglos del demonio de la radio, quien se encargó personalmente de adecuarla.
Y hablando justamente de él, este se encontraba en dicho espacio, inmerso en su propia mente frente a la barra destinada a la preparación de alimentos, acompañado del sonido semejante a la estática de un radio viejo que podía escucharse como acompañamiento.
—Bien, eso es todo —dijo para sí mismo, mientras con un chasquido de sus dedos todos los objetos e ingredientes sobre la barra comenzaron a flotar hacia sus respectivos lugares.
El demonio no solo había abastecido todo lo necesario para ese nuevo inicio de semana, sino que también dejo avanzados los preparativos del desayuno, permitiendo que pudiera ocuparse de otros asuntos con mayor facilidad que otros días.
Había algo interesante que necesitaba realizar y requería de la mayor cantidad de tiempo libre disponible.
Por eso, terminados los preparativos, comenzó a caminar en dirección a sus aposentos.
Teniendo en cuenta que aquel proyecto en el que se había inmiscuido le obligaba a permanecer de manera constante en el hotel, había decidido tomar una suite del hotel como su nueva residencia desde hacía menos de un mes. Resulto todo tan sencillo cuando se lo comentó un día a la dulce princesa y no le tomo nada de tiempo instalarse y aunque podía notar las caras de incomodidad de Vagatha de verlo mucho más por los pasillos, fuera muy temprano o bien entrada la noche. Pero qué podía hacer ella, no tenía motivos para negarse a recibirlo por mucho que lo viera con esos ojos de perro rabioso, después de todo, gracias a él las renovaciones iban viento en popa.
Claro, como bien se había mudado, muchos de los inquilinos que se encontraban residenciados tuvieron gran temor de encontrarlo de camino, algunos de ellos incluso llegaron a huir despavoridamente gracias al miedo que este les confería, y Alastor no podía evitarlo, su reputación tenia años hablando por él, no siendo de extrañar que la gente huyera o se mostrara aterrada nada más verlo. Sin embargo, viendo que esto había generado pérdidas en la matrícula de redención del hotel, tuvo que tomar medidas diversas para remediar ese aspecto.
En primer lugar, se decidió por tomar su habitación más cerca de los últimos pisos, muy cerca de donde estaba Charlie había que admitir, pero que le dejaba lo suficientemente apartado como para no cruzarse con los pecadores en su camino a sus habitaciones. En segundo lugar, a todos aquellos viles pecadores que escaparon como ratas de él, les toco recibir su visita indicando que si o si, debían regresar a su plan original de redención, o habría severas consecuencias de su parte.
Claro, lo ideal es que el plan de redención fuera voluntario, pero en vista de que el wendigo había sido el catalizador para reducir la cuota de inquilinos, se tomó la atribución de ser el mismo el que los devolviera al hotel. Al demonio escarlata le había divertido mucho ver como Charlie le recriminaba y regañaba, indicando que no podía hacer trucos o artes vudú con los inquilinos, pero nada alejo de su expresión el alivio de retomar a los pocos pecadores que aún había en el hotel dentro de su plan de redención.
Entonces, a partir de eso, todo volvió a la calma apresurada que requería una reinauguración. Cada día las ocupaciones aumentaban, pero también finalizaban las obras de mantenimiento y remodelación, por eso la cuota de trabajo se iba de la supervisión a la organización del evento como tal. Apenas la noche anterior los esbirros de Alastor dieron el visto bueno del nuevo teatro instalado en la sección intermedia, una infraestructura muy similar a los grandes teatros de broadway que visito en los últimos años de su vida. Sinceramente era todo un espectáculo del que estaba orgulloso, aunque el talento radicado en el infierno era escaso. Aun así, sería bueno para ciertas presentaciones que pudieran concertar con algunos buenos contactos que mantenía.
Y fue en su camino hacia ese mismo teatro que Alastor noto por sus ondas como la joven princesa estaba cerca. Era un truco muy intrincado, del que casi nadie sabía, pero que, en muchas ocasiones, era útil y necesario, además de muy certero. Las ondas radiales del demonio le también servían, aparte de trasmitir sus programas, para localizar a las personas que él deseaba encontrar, de este modo, Alastor sabía dónde estaba Charlie en todo momento.
No era su intención principal ni quería ser entrometido o descortés, considerando que podía llegar a ser algo indecente espiarla de esa manera, pero había algo en ese juego del gato y el ratón que le divertía tanto, que dada la misma intromisión que ella hacía en sus asuntos mediante su sombra, hacía que él no tuviera razones para evitar hacer lo mismo.
Así, siguiendo de forma sigilosa su objetivo, Alastor encontró a Charlie en medio del gran escenario. Todas las butacas y palcos estaban a oscuras, solo el centro del escenario estaba iluminado, y completamente callada, ajena a su alrededor, se encontraba la princesa caminando.
El demonio venado se inclinó más cerca, estudiando su expresión. No es que no pudiera acercarse hasta ella, como co-propietario y socio del hotel, tenía todo el derecho de pasearse por todas las áreas del mismo sin problemas. Pero estaba interesado en que estaba ella a punto de hacer, a través de ese curioso anhelo que tenía cuando veía las elaboradas decoraciones y el extenso armado de las butacas, parecía desea algo con su alma mientras la indecisión corría por su mente.
Al final, parecía que la cobardía y la reticencia habían ganado, obligando a la princesa a retirarse del lugar, pero dejando a un muy intrigado Alastor expectante de algo más. Charlie siempre parecía ser una caja de sorpresas, y verla en ese estado que era curioso para él, le incito a comprobar el porqué de esa mirada y aquellos pasos temblorosos por el escenario.
Al día siguiente, Charlie se sentía con un poco de dolor de cabeza nada más despertar. No es que la princesa hubiese enfermado o algo parecido en absoluto, en realidad, lo que tenía era un cansancio extremo y unas terribles ojeras que ni con el mejor maquillaje podía borrar. Ella ni siquiera tenía ganas de levantarse, dando vueltas en la cama, casi ahogándose entre las sabanas de su cama. Sin siquiera levantarse, deseó que aquel día pasara rápido... Ni siquiera habían pasado veinte minutos desde que había abierto los ojos, y ya se sentía agobiada.
Pero si faltaba, la carga de trabajo seria muchísimo peor, de modo que, con ayuda de Razzle y Dazzle que la instaron a salir de la cama, se dio una ducha rápida, cambiando el usual esmoquin de color rosa por un pantalón de vestir rojo, una blusa blanca sin mangas y tirantes negros acordes al mismo color de sus zapatos de vestir. No era una demonio que se arreglara en exceso, pero estaba haciendo el esfuerzo por recomendación de Ángel, quien decía que la cara del hotel debía verse divina, o no le tomarían en serio.
Así, obviándose el desayuno, bajo directamente a su oficina. No tenía mucha hambre de todos modos, por lo que salto al trabajo de una vez.
Allí estuvo por al menos una hora sin ser molestada, luchando contra la contabilidad mientras los papeles la ahogaban, cuando la puerta se abrió de golpe, dejando ver a un animado wendigo que paso, cerrando la puerta tras de él.
—¡Buenos días, cariño! Me tomé el atrevimiento de subir con una bandeja de alimentos en vista de que te ausentaste de este durante esta mañana, dada la hora seguramente imagino que te encontraras hambrienta. —indico el ciervo mirándola de reojo, torciendo su cuello de una manera un tanto perturbadora que seguía horrorizando a Charlie pese a las semanas que tenía viendo el gesto.
—N-No te hubieras molestado, estoy bien, no tenía hambre —agrego la súcubo, siendo traicionada por el rugir de su estómago, que nuevamente la avergonzaba frente a Alastor dejándola en evidencia.
—¿Escuchas eso? ¡Por eso el desayuno es la comida más importante del día! No te avergüences y come cuanto gustes —expreso, dejando ver el contenido de la gran bandeja de plata que estaba frente a ella.
Charlie no podía creer lo que veía, tenía ante ella una amplia diversidad de pequeños platos con comidas bastante coloridas y humeantes, como si apenas estas hubieran salido directamente de los fogones, todos los olores que emanaban de ellas eran una mezcla electrizante de sensaciones que le hicieron agua a la boca a la par que le intrigaban porque nunca había visto nada similar a ellas.
—¿Qué es eso? —pregunto, señalando el alimento que parecía un panecillo frito. Alastor simplemente llevo su mano, repasando el borde de su labio con su dedo, con gesto juguetón.
—Solo pruébalo y veras dulzura —indico sonriente y divertido. Charlie no se negó como la primera vez, probando de un bocado del panecillo cubierto de azúcar glaseada. De inmediato, sus ojos brillaron.
—¡POR SATAN MALDITO! —Exclamo sin poder creer lo que estaba comiendo —¿Qué es esto? ¡Está demasiado bueno!
—Espero te guste, es una típica comida de mi pueblo natal, así que tiene un valor culinario muchísimo mayor —menciono con una gran sonrisa de victoria.
Esa sonrisa para casi cualquiera que lo viera, sería realmente un espanto, sobre todo por la posición antinatural en la que se encontraba, pero en ese momento la princesa estaba envuelta en el éxtasis provocado por la buena comida, probando sin parar todo el menú que el wendigo tenía para ofrecer.
—Todo está muy bueno en verdad —respondió feliz y agradecida.
Había comido todo lo que el demonio le había traído, desde un plato bien provisto de proteína, así como los Beigets dulces que Alastor nombro, y que fueron lo que más le encanto de todo el menú, que venía acompañado de café y jugo de naranja recién exprimido. Estaba tan complacida y llena, que sentía que podía rodar en lugar de caminar.
De la nada, el demonio radio invoco un pañuelo en su mano, guiándolo hasta la cara de la princesa, repaso suavemente la curva de sus labios y el contorno de sus mejillas, eliminando cualquier rastro de azúcar dejado por el sustancioso alimento, causando que Charlie quedara totalmente congelada y y provocando que sus mejillas tomaran un fuerte color rojo.
—¿A-ALA...?
En el último tiempo Alastor había reconocido lo divertido que podía llegar a burlarse de la princesa, tal como lo de hacia un momento, ante ciertos estímulos o acciones tan sencillas como besar su mano o llevarla tomada de su brazo mientras le mostraba todos los nuevos avances en la infraestructura. Claro, todo eso era parte de una lógica que el mismo llevaba como un caballero, buscando de ser cortes y considerado, pero también, se acercaba intencionalmente con dichos gestos en un modo de divertirse a costa de ella. Charlie, en su más pura inocencia, reaccionaba asustada, sorprendida o justo como en ese momento, donde el color de su rostro adquiría un rojo mucho más fuerte y su expresión avergonzada dominaba su mirada.
—Bueno, ha sido un sincero placer que disfrutaras la comida que he realizado —comento como si no hubiera hecho un gesto sumamente íntimo y gentil con ella hacía apenas un instante, pero eso era también parte del juego—, aunque eso no responde la razón por la que llegaste directamente a la oficina sin pasar por tu desayuno.
De repente, Charlie se encogió en su lugar.
—B-Bueno —dudo en contestar—, es que me encontraba muy atrasada con las cuentas y la contabilidad del hotel, quería adelantar todo lo que pudiera antes de la ronda de la mañana —admitió, algo avergonzada de sí misma. Ángel y Vaggie, poco o nada sabían del tema contable o administrativo, por eso ella lucho sola para sacarlo adelante, y no se había sentido avergonzada ante ellos por eso. Pero que Alastor lo supiera, le dejaba en evidencia de lo poco capacitada que podía llegar a estar para administrar un hotel que entraría en una nueva fase de atención, pudiendo recibir a decenas, sino cientos de nuevos clientes dentro de poco.
En silencio, el wendigo tomo una de las carpetas, revisándolas con cuidado por un momento. Un instante después, este dejo la carpeta a un lado de ella.
—Bueno querida, no me extraña que te cueste tanto, si tienes un sistema muy desordenado para llevar las cuentas —menciono el demonio sin pelos en la lengua, aumentando el descontento interno que Charlie llevaba durante el último par de meses, y quien molesta como estaba, no dudo en hacerlo saber.
—Sí, si ¿Ahora eres un experto en contabilidad? —cuestiono sarcástica a través de su tono acido, pero contrario a cualquier reacción negativa o burlona, Alastor simplemente se sentó a su lado y tomo los papeles que tenían a su alrededor.
—Pues así es querida, y no tengo inconveniente en explicarte tus errores para solventar este problema de organización.
Alastor se sentó a su lado, moviendo la silla de su escritorio hacia el de ella, tomando los papeles y explicándole paso por paso, poco a poco las grandes pilas de desordenados papeles fueron reduciéndose y archivándose, hasta dejar casi todo el escritorio de Charlie finalmente libre.
—¿¡Cómo le hiciste para organizar todo eso? —exclamo la demonio de cabellos dorados impresionada de ver como los libros de contabilidad finalmente se habían reducido y las cuentas habían sido organizadas, solo le quedaba ajustar los detalles administrativos pero su principal dolor de cabeza había finalmente terminado, al menos por esa semana.
Poso su mirada en Alastor buscando respuestas, mientras este simplemente reía, ajustándose su monóculo.
—Es cuestión de practica cariño, tuve muchas asignaciones antes de convertirme en un reconocido locutor durante mi anterior vida y digamos que aprendí rápido —explico galardonándose de su conocimiento, el cual esta vez Charlie admiraba con efusividad.
Había hecho todo tan fácil, estableciendo categorías y organizando los libros mensual y trimestralmente. Todas las cuentas adquirieron un nombre preciso y todo por un sencillo truco que se le hacía tan fácil llevarlo a cabo.
Es posible que siguiera un anticuado sistema de contabilidad, llevado a cabo mientras estaba vivo, pero a Charlie le parecía más funcional y adecuado para ella. Lo miro con cierto agradecimiento en los ojos, sin notar cuan aliviada estaba de por fin avanzar en todos esos malditos papeles.
Estaba por vocalizar un "gracias" cuando el teléfono de la oficina de los gerentes sonó. Alastor se le adelantó a Charlie, levantándose para contestar. También como una nueva propuesta del wendigo, reemplazaron su número personal a uno de uso específico para el hotel, de modo que todas las llamadas laborales fueran recibidas en un único lugar al acceso directo de Charlie, y ahora, también de Alastor.
—¡Buenos días! El subgerente y copropietario del "Happy Hotel" a su servicio —saludo con cortesía y diligencia, encantando un poco a Charlie por sus buenos e impecables modales. Tal parecía que no tendría que intervenir en ese caso, por lo que Charlie permaneció en su sitio, organizando las actividades pendientes.
Por su parte, la conversación llevada por Alastor se llevó con calma y fluidez, culminando rápidamente mientras el demonio de la radio parecía acordar algo.
—Entiendo, entiendo. Si es así, nos aproximaremos de inmediato —expreso, y colgando la llamada, se volteó hacia su interlocutora—. Maravillosas noticias, cariño. Me han llamado de parte de alguien sumamente importante e interesante para nuestra causa, de modo que tenemos que salir de inmediato a su encuentro, allí nos dará los detalles de su participación.
—¿Te refieres a un nuevo patrocinador para el Hotel? —cuestiono, la emoción corría por sus venas.
Cada día que pasaba las cosas parecían mejorar un poco para ellos, encontrando personas que se iban interesando cada vez más en su causa. Por lo que no pudo evitar mostrarse expectante de cualquier nuevo apoyo que pudiera llegar para mejorar el hotel y todo lo relacionado con el plan de redención.
Sin embargo, Alastor se rio entre dientes, negando animadamente.
—Oh, no, no, querida. Esto no tiene que ver con el hotel —explico, dejando a Charlie algo intrigada y confundida.
—Pero, si no es para el Hotel ¿para qué sería ese patrocinador? —pregunto. Alastor se acercó directamente hasta ella, a escasos metros de su rostro.
—¿Para qué más? ¡Para nuestra empresa armada contra el cielo! —exclamo, cortando todo buen ánimo que Charlie había alcanzado durante la mañana.
Hubo un instante de silencio. Todo el ambiente agradable y ameno que se había construido hacia unos momentos desapareció sin dejar ápice de su rastro, dejando a Charlie estupefacta en su espacio, pestañeando un poco mientras las palabras del demonio escarlata se repetían en su mente. Por su parte, este se deslizo como una sombra, apareciendo a escasos metros de su rostro.
—¿Qué sucede cariño? ¿El ratón te comió la lengua? —le pregunto con tranquilidad, un as singular de burla se posaba en su mirada adornada de su imperturbable sonrisa— ¿No habrás pensado que olvide el motivo real de mi estancia en este lugar? —inquirió, ladeando su cabeza.
Con sus palabras, Charlie volvió a respirar, sin saber cuándo había dejado de hacerlo. Respingando un poco, volvió a hablar.
—No —dijo.
Por supuesto que no. Charlie lo sabía. Se lo decía cada noche desde el día que el demonio de la radio había llegado al Hotel reconociéndola como Lady Hazbin, llegando a ser como un recordatorio casi que infinito que su mente le susurraba como un mantra maligno e insidioso.
—Oh, pero es algo curioso. Hubiera pensado que en realidad estabas esperando que hubiera olvidado todo gracias a la intrínseca vibra que tiene tu curioso hotel de redención, incluso llegue a pensar que estaba un poco... temerosa de mi —inquirió, sus ojos brillando con ese intenso color rojo a la par de su sonrisa de gato Cheshire, extremadamente burlón.
Parecía divertirse en extremo con su situación, queriendo elevarse sobre ella como quien lleva el control de la cosa, izando los hilos de toda la situación como un maligno titiritero, y si, Charlie no podía negarlo. Estaba aterrada, completamente nerviosa y expectante a la vez. Había esperado atrasar ese momento, rogando que la carga infinita de trabajo y todos los preparativos para la reinauguración atrasaran lo que era claramente inevitable, pero ahora que estaba justo frente a sus ojos, esperando una respuesta que quizás podría cambiar el giro de sus interacciones por completo, solo podía aferrarse a su buen juicio. Después de todo, para él todo este trabajo del hotel era una simple fachada y no debía olvidar eso.
Por eso, levantándose de su asiento y parándose firmemente frente a él, le respondió sin temor.
—Yo jamás he pensado eso. Es cierto que nos hemos dispersado con todas las tareas del hotel, pero siempre siguiendo un solo objetivo que es construir la fachada que necesitas para ingresar a Hazbin ¿o has olvidado eso también? —cuestiono, devolviendo con el mismo tono sus palabras.
El demonio escarlata sonrió encantado, muy divertido de la clara ofensiva levantada por la princesa, quien se había desenvuelto muy bien ante su burla. No se equivocaba al interesarse en ella en todo ese asunto.
—Entonces ¿nos vamos? —pregunto, extendiéndole su brazo en señal de cortesía.
—Si. Llévame hasta ella —indico, tomando su acostumbrado saco, preparándose para salir.
Alastor sonrió satisfecho cuando ella tomo su brazo justo al salir de la oficina.
—Como gustes.
Luego de anunciar su salida, dejando a Vaggie a cargo del Hotel por un par de horas, se teletransportaron a unas cuadras del Emporio, al lado de una charcutería particular en Cannibal Colony, en la que Alastor acostumbraba a comprar ciertos ingredientes de su dieta personal.
Caminando lentamente y a paso tranquilo, Charlie manteniendo una distancia prudencia del demonio en su camino hacia el emporio.
—¡Buenos días Alastor! —saludaron un grupo de cordiales señoritas demonio, quienes para desagrado de Charlie consumían a un demonio muerto en la acera, sin importarles absolutamente nada.
—Buenos días señoritas —respondió el saludo del mismo modo, inclinando cortésmente su cabeza, provocando que las cinco demonios exclamaran un profuso suspiro y cuchicheaban sobre ella mientras seguían caminando.
Parecía ser que el demonio escarlata era bastante popular con las mujeres, en cada pequeño tramo que caminaban, varias damas de la colonia, todas vestidas de antaño, le saludaban e incluso coqueteaban abiertamente, a lo que este solo respondió con cordialidad y altives, sin perder en ningún momento los buenos modales que expresaba con cada pequeña acción.
Además de eso, Canibal Colony era uno de los pocos lugares en el Infierno donde la cortesía se pagaba con cortesía. Permitiendo que Charlie actuara tranquila y con naturalidad, saludando a sus ciudadanos caníbales con una sonrisa mientras caminaban.
Finalmente, lograron llegar a la entrada del emporio, quedando un minuto afuera mientras lo observaban. De nuevo, el sentimiento de desconfianza nació en el pecho de Charlie, virando hacia su acompañante.
— ¿Podemos confiar en ella? —pregunto. Alastor se rio entre dientes, desestimando su reticencia.
—Ella es una persona de mi extrema confianza, no solo guiada por un trato, sino también por el lazo que nos une desde la vida terrenal —explico, vagamente, pero captando la atención de la princesa—. Así que puede estar tranquila. Además, que hay un par de cosas en las que puede ser útil —indico frente al local que en su fachada rezaba emporio de Franklin y Rosie (con el nombre del primero tachado con pintura negra).
Ambos pasaron, haciendo sonar la pequeña campanita que colgaba del marco de la puerta. El local, ataviado con hermosas decoraciones y aglomerando un sinfín de vestidos de diferentes formas y tamaños que se exhibían en la sala principal del emporio, dejo en claro la alta clase y buen gusto que tenía su dueña. Y en las décadas que la demonio caníbal tenia viviendo en el infierno, se había tallado su nombre no solo como una poderosa overlord que dominaba dicha colonia, sino que también se había presentado a si misma a través de sus hermosos y detallados diseños. Muchos pecadores de alta clase, e incluso algunos señores del infierno, habían lucido en sus fiestas trajes elaborados impecablemente por ella. Por eso, el nombre Rosie era algo como una marca de alta alcurnia y buen gusto.
Y guiada del sonido de su puerta, la demonio de notable estilo se mostró con una sonrisa dentada, viéndolos con gustoso interés desde sus cuencas oculares vacías.
Cortésmente, Alastor se aproximó hasta ella dejando un elegante beso sobre la mano extendida de la demonio, ambos sonriéndose con complicidad y soberbia.
—Rosie, querida. Tiempo sin verte —saludo el demonio, recibiendo un delicado asentimiento de cabeza de parte de ella.
—Alastor, cariño. Es un gran honor tenerte conmigo visitando mi local —expreso con aire de sarcasmo en su voz, aunque esto no le importo al otro—. Me encanta cuanto vienes a visitarme, pero preferiría que te anunciaras antes de pisar la tienda, acabo de perder un importante cliente por tu culpa —su voz no emitía reproche, pero si parecía ser un cansado recordatorio.
—Te lo recompensare como es debido —rio levemente—, solo que en esta ocasión vengo por asuntos más importantes como bien te dije hacia unos minutos por teléfono—expreso, alzando la mano de Charlie junto a él.
La dama observo a la acompañante del demonio, notando con cierto interés que se trataba de nada más ni nada menos que la princesa del infierno. Un ser muy particular si ella era sincera. No le interesaba en lo más mínimo su idea de la redención, le era hasta ridícula, pero en vista de sus resultados, al menos tenía que darle un mínimo crédito. Aun así, seguía sin entender como de lanada su viejo amigo se había inmiscuido en una idea tan penosa.
—Si no te conociera bien, diría que vienes a pedirme que confeccione sus trajes de boda—bromeo, invitándolos a pasar al interior de su tienda.
Charlie al principio quedo un poco choqueada por la clara insinuación que puso entre ella y Alastor, siendo un poco incómodo aquello. Pero, dado que al otro no pareció interesarle, la princesa busco calmar su bochorno. La siguieron hacia un espacio más privado, donde había una pequeña mesa y un par de sillones bien adornados en los cuales Rosie les invito a tomar asiento. Una vez sentados, Alastor materializo en la mesa un conjunto de té y galletas, los cuales sirvió para ambas damas, dejando sorprendida a Charlie, aunque la modista parecía acostumbrada a todo ese teatro generado.
—Bien ¿Qué es lo que desean de mi o requieren? —Pregunto sin rodeos, moviendo con elegancia la cucharilla dentro de su taza una vez colocados dos terrones de azúcar en ella.
—Estamos aquí...
—Te presento a la afamada Lady Hazbin —la interrumpió Alastor con sus repentinas palabras.
Charlie salto en alarma ante la declaración tan ligera, mientras que Rosie veía a la princesa con clara conmoción, cosa extremadamente rara en ella.
La más joven observo al wendigo con una mirada de aprehensión clara ¡no podía creer como había sido capaz de soltar semejante revelación sin anunciarle previamente! ¡Siempre actuaba del mismo modo! Siendo tan inesperado, llevándola a circunstancias complicadas por mero egoísmo. Charlie, conteniendo una expresión de enojo, notó como este parecía ignorarla categóricamente, enfureciéndola aún más, pero estando obligada a calmarse por el bien de lo que fueran a realizar en ese lugar. Por su parte, la modista seguía en un perfecto estupor, que la hizo posar su mirada en Charlie y luego a su amigo, incrédula hasta que logro calmarse y retomar su postura.
—No puedo decir que no me sorprende, de todas las personas —no pudo evitar comentar, mordiéndose la lengua ante la expresión de advertencia de Alastor—... es increíble que su alteza haya decidido revelarse ante los precedeos de su padre.
No era de extrañar. No por eso había estado trabajando cinco años en ese camino sin generar ninguna sospecha, nadie pensaría que la insulsa princesa que buscaba la redención y creía que cada demonio tenía un arcoíris en su interior seria material para ser alguien que se alzase contra el cielo, si acaso había levantado la voz alguna vez hacia su padre, de modo que, podía entenderlo.
Pero no por aquello iba a dejar que la menospreciaran nuevamente.
Miro con claridad a la mujer frente a ella, denotando un semblante sereno.
Era cierto que aún no eran claros los motivos del por qué Alastor la había traído hasta ella, Charlie no conocía la verdadera intensión detrás del demonio radio, y sabiendo que el solo buscaba entretenerse con eso, no sabía si se trataba de una intrincada prueba o solo la presentación de un formidable aliado. Rosie era un demonio de influencia, era cierto, pero aun no podía saber con exactitud que podrían sacar de una futura alianza con ella en el corto o mediano plazo, incluso estaba segura que tendría que hablar nuevamente con el wendigo para verificar porque el lazo de su trato no estaba funcionando como era debido.
Sin embargo, llegados a estos extremos, no servía de nada seguir mostrando una cara de cordialidad y suavidad, si quería alcanzar verdaderas alianzas, tendría que esbozar un rostro que calara en la realidad común del infierno, y este solo podía lograrse mostrarse mediante una sola cosa: la autoridad.
—Puedo entenderlo, dado que es claro que no espero que se me ligue directamente con mi verdadero yo —indico, viendo de reojo al demonio escarlata que no parecía verla en ese momento—. No obstante, creo que usted debe conocer muy bien cuáles son mis intenciones y que caminos he tomado en los últimos años, todo por el bien de mi gente —determino, firme y sin regodeos—. No pienso tolerar faltas a mis principios y mucho menos insultos, en esta ocasión estoy decidida a enfrentarme al mismo dios y a mi padre con tal de obtener lo que deseo, por ello me gustaría saber de qué modo usted puede ayudarme —declaro.
Nuevamente, la demonio estaba sorprendida. La postura, el rostro y la fuerza de las palabras de la princesa habían cambiado, evocando a una persona completamente distinta a la que entro por las puertas de su negocio. Respirando con cierta dificultad, logro ver los ojos dorados marcados por la esclerotiza roja de su esencia demoniaca, impasibles, pero majestuosos e imponentes.
Desde su sitio, Alastor la miró complacido gratamente ante la fuerza de sus palabras que no tuvieron vacilación en ningún momento. Esa pasión sin precedentes, ese fuego en su mirada, era algo que el wendigo deseaba seguir viendo.
Viendo que estaba en una situación que merecía toda la solemnidad requerida, Rosie se paró firme antes de otorgar una clara reverencia, en señal de respeto.
—Por supuesto, su alteza —estaba deleitada.
Definitivamente esa chiquilla era la hija del señor del infierno, la princesa de ese reino.
¡Feliz noche mis corazones! Mientras trato de no morir de la ansiedad (el dolar en Venezuela esta de la puta locura y siento que quiero lanzarme de un edificio por toda esta mierda, pero soy mama y aqui vamos para adelante), decidi al menos tratar de alejarme del mundo y traerles un nuevo capitulo de Lady Hazbin :D ya por fin tenemos ante nosotros a nuestra querida Rosie y no saben lo mucho que esperaba este momento, ya poco a poco Alastor puede estar sacando sus fichas, pero Charlie no se quedara tranquila ¿que esperan que pase de ahora en adelante? Me gustaria leer sus comentarios :) Un saludo muy grande y se me cuidan muchisimo. Abrazos
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