Capítulo 44: Invitación
El aire estaba cargado de tensión y caos en el campo de batalla. Las hordas de ángeles volaban en formación, sus alas blancas brillando con la luz del sol mientras lanzaban ataques implacables contra los demonios que intentaban defenderse. Las espadas angélicas relucían como rayos en medio del tumulto, cortando el aire con un silbido amenazante. Había una gran tensión en el ambiente, gritos de dolor y furia resonaban por doquier, mezclándose con el sonido de explosiones y el choque de metal contra metal.
En medio de este caos, Vaggie se destacó como una figura feroz. Con su lanza angelical en mano, arremetía contra un ángel que se acercaba, su rostro lleno de determinación. Con un grito de guerra, se lanzó hacia adelante, atravesando a su enemigo con una precisión letal. El ángel cayó, la polilla, sin perder un segundo, se dio la vuelta para gritar a su grupo, que luchaba a su lado.
—¡No sean débiles! ¡Esto es solo el comienzo! —exclamó, su voz resonando sobre el estruendo de la batalla.
—¡Esto es demasiado! Yo no debería estar aquí, yo solo trabajo dentro de un laboratorio—grito un tembloroso Baxter mientras Niffty correteaba por los alrededores apuñalando los "cadáveres" de los ángeles que habían en el suelo.
—Ah, y esto no es nada —comento un agotado y sudoroso Sir Pentious—. En mi primer entrenamiento me lanzo directo hacia un grupo de inadaptados armados.
De repente un ángel exterminador saltó detrás de ellos en búsqueda de atacarlos. Pero casi de inmediato, Araccniss disparo contra su cabeza, haciéndolo caer en el acto. La polilla, por su parte, solo llamo la atención de todos.
—No comiencen a actuar como señoritas, pequeños bastardos. El exterminio es en menos de dos meses y tenemos que entrenar con todo lo que tenemos —grito.
Mientras tanto, fuera del campo de batalla, Camila Carmine observaba la escena a través de una pantalla de control. Su expresión era seria mientras seguía cada movimiento con atención. Llevaban apenas una semana dentro del simulador de batalla que tenía dentro de la empresa, veía que el grupo que tenía la princesa era mixto y superaba las 50 personas, pero aún seguían siendo un grupo apenas disciplinado y era obvio que por mucho tiempo dejaron su fuerza principal en manos de su líder, lo que era un grave problema para una guerra de vanguardia.
Había aceptado la petición de Vaggie, pese a sus propias reservas, y en sí mismo, todo eso era un riesgo para ella. No obstante, había procurado reunirse primero con Lady Hazbin para estar al tanto de sus próximos pasos, o mejor dicho, los siguientes pasos de la princesa del infierno, Charlotte Morningstar.
—En primer lugar, es un honor que usted decida apoyarnos en nuestra causa, estoy bastante agradecida por ello —fueron las palabras de Charlie una vez estuvo dentro del salón de reuniones indicado por Camila.
En ese momento, estaban ellas dos solas junto a la figura particular de Alastor que acompañaba a Charlie, aspecto que no pasó desapercibido por la señora suprema. Que el demonio de la radio estuviera en aquello era curioso, no lo veía del tipo que se involucraba en luchas de terceros, por eso, no pudo evitar sentir cierto recelo hacia él y la joven princesa.
—Me parece más importante si dejamos las formalidades, princesa Charlotte —dijo—. No te pedí que vinieras aquí con el objetivo de adularme, esperaba hablar contigo sobre tus futuros planes en relación a todos esto que estás haciendo, es una acción suicida.
Charlie, quien había estado llevado su máscara de Lady Hazbin como medida de precaución, tomó la decisión de retirarla de su rostro, rompiendo el encanto que tenía sobre ella que dejó libre su largo cabello y mostró su pálida tez frente a la señora suprema. Con su misma expresión afable, Charlie continuó.
—Me parece bien, después de todo, es mejor no seguir dando vueltas al asunto —le dijo—. El exterminio anual está a la vuelta de la esquina, y como es bien sabido, el cielo bajará con sus ángeles a exterminar a todo aquel pecador que esté a su merced, lo que desea mi grupo es sencillamente evitar que eso suceda, osea, frenar a los ángeles y salvar a cuantos pecadores este a nuestra disposición —respondió.
Camila colocó sus manos sobre la mesa, analizando lo que la princesa estaba diciendo.
—Es en verdad temerario y estúpido lo que planean —comenzó Camila, su tono profesional pero cargado de una tensión palpable—. Para mí sigue siendo un plan llevado a cabo por una chiquilla inexperta en su afán de salvar a todos, es demasiado ingenuo.
Alastor, que se encontraba a un lado de Charlie, observaba en silencio, su sonrisa habitual estaba mucho alargada, divertido por aquella reunión. La atmósfera era tensa, y las palabras de Camila eran un recordatorio de las realidades que enfrentaban.
—Es por eso que apreciamos su ayuda en este caso —contestó la princesa—. Reconocemos que nos hace falta experiencia de combate, pese a que cada día tenemos un grupo mucho más amplio, por eso, que preste su equipo y su experiencia para cualificar a los míos me deja en una deuda con usted —mencionó.
—Estás en deuda, pero me pones en una situación peligrosa, si algo de esto sale a luz, no solo serás tú la que terminé cayendo ante el juicio de nuestro rey —indico, pero la sonrisa de Charlie no vaciló, se mantuvo impasible, escuchando todo lo que tenía ella que decir.
—Son enormes los riesgos. Sin embargo, intuyo que ambos compartimos un interés común: que este exterminio termine de una vez por todas.
Hubo un largo periodo de silencio entre ambas, la agudeza en los ojos de la señora suprema podían atravesar a cualquiera, y aunque las cosas podían ir mal para la princesa, está observo como Camila suspiró, apretando sus manos contra la mesa.
—No puedo garantizar que el entendimiento haga milagros entre tus subordinados, pero puedo ofrecerte la mayor calidad de mis armas, por un costo adecuado junto a mi completo silencio —mencionó.
La sonrisa complacida y feliz de Charlie se mostró, extendiendo su mano hacia Camila para cerrar el trato.
—Tengo la completa fe de que pronto podremos olvidar el temor de los exterminios anuales, y con su apoyo, seguramente todo vaya muy bien.
Camila cerró un momento sus ojos, llevando su atención a las pantallas de la simulación. En verdad, esperaba que lo que aquella princesa deseaba fuera tal como ella esperaba.
Mientras tanto, en su habitación Charlie terminaba de ajustarse el vestido que Dazzle y Razzle le habían traído para aquella velada a la que había sido invitada. No era de su gusto, pero fue un obsequio de su madre. Este llegó poco después del pato invitación de su padre, junto a una carta que indicaba que la esperaba con ansias, casi como si le rogara que asistiera, quizás temía que no se presentará como en años anteriores.
Y de verdad estaba tentada a no asistir, después de todo, la última reunión con su padre había terminado fatal.
Pero, ese sentimiento de escapar continuamente de las cosas ya no se sentía bien, le hacía sentir ansiedad y una constante molestia consigo misma, porque no quería huir más, quería demostrar a los demás que era fuerte y que no le importaba lo que ellos pudieran pensar de ella.
Aún así, había olvidado que no había pasado mucho tiempo del gran rumor sobre ella y Alastor. El tema seguía en boca de todos y la cúpula demoníaca amaba un buen chisme para pasar los días, por lo que, seguramente serían el centro de atención nada más llegarán.
—Bueno, es más manejable que cuando se hizo pública la disolución de mi compromiso con Seviathan —recordó ella mientras cerraba uno de sus estuches de maquillaje y se veía al espejo por última vez. Está vez utilizaba un vestido de satin dorado, de corte liso que llegaba hasta sus tobillos, había utilizado los únicos tacones que tenía en su armario pero lucía bastante bien. Razzle hizo un excelente trabajo con su cabello, así que no tenía inconvenientes para salir de la habitación—. MIERDA, ya es tarde.
Se apresuró a salir del lugar, llegando rápidamente hasta el ascensor para encontrarse con Ángel en la recepción. Este parecía aburrido, ya que no había muchas personas registradas en el hotel ese día. Tal parecía que los Vees tenían un gran festival de música y cine que atrajo toda la clientela del pentagrama a su zona de la ciudad, era algo inevitable, pero al menos eso la dejaba más tranquila.
—¿Porque siempre soy yo el que debe quedarse a cuidar este lugar? Yo también quería divertirme y disparar contra los culos angelicales —espeto desganado, Charlie colocó una mano en su hombro en señal de aliento.
—Vaggie, Niftty y Husk no están,y con Alastor y yo en el baile del palacio, alguien tenía que quedarse a vigilar el hotel —le dijo intentando animarlo, pero tuvo el efecto contrario.
—La muñeca siempre lleva toda la diversión, incluso alejo a mi pelusa de mi —comento con un puchero, la princesa rió pero Ángel seguía inconforme— y tú, dices que vas a una cena elegante pero seguramente solo vayas a follar con el sonrisas, que triste es mi vida —lloriqueo. Charlie de inmediato, saltó alarmada.
—¿¡Pero qué estás diciendo!? Alastor y yo no haremos nada de eso —trato de explicarse, pero la araña no le hizo caso.
—Si, si. Trata de evitarlo todo lo que quieras, pero sé que quieres cogertelo —expresó mientras se sentaba detrás del mostrador de recepción y abría una revista para leerla. Al mismo tiempo, Charlie solo pudo masajear su nariz enrojecida. Pensó en decir algo para que no se diera una idea equivocada, porque al menos en esa ocasión ellos no...
—¿Lista, querida? —preguntó una voz detrás de ella.
La princesa se volteó para finalmente irse, pero se quedó quieta. Alastor estaba vestido con un elegante traje de tres piezas, que evocaba la sofisticación de los años en los que estuvo vivo. Su chaqueta, de un profundo color burdeos, estaba ajustada a su figura, con solapas de satén negro que brillaban sutilmente bajo la luz tenue de la habitación. La camisa blanca, impecablemente planchada, contrastaba con el tono oscuro del traje, y un lazo negro perfectamente anudado en su cuello añadía un toque clásico. En su muñeca, un reloj de bolsillo dorado asomaba de su chaleco, un detalle que hablaba de su aprecio por la elegancia vintage. Sus zapatos de charol, pulidos hasta brillar, completaba el conjunto, mientras que un pañuelo de seda blanca asomaba del bolsillo superior de su chaqueta, añadiendo un toque de distinción.
Charlie, al verlo, sintió que su corazón se aceleraba. La imagen de Alastor, tan refinada y sensual, la dejó anonadada. De inmediato su rostro se tiñó de un profuso rubor, como si el calor de su cuerpo hubiera aumentado de repente. La vestimenta de él, tan cuidadosamente elegida, parecía envolverla en un aura de sofisticación que la hacía sentir pequeña e insegura. Ella no se veía mal, pero su vestido, tan diferente a los que estaba acostumbrada a usar, la hacía sentir desnuda frente a él.
Las mariposas en su estómago revoloteaban sin control, y un nerviosismo palpable la invadió. Se pasó una mano por el cabello, intentando despejar la mente, pero la mirada intensa de Alastor la mantenía cautiva.
Finalmente, con un suspiro entrecortado, se dio cuenta de que debía reaccionar, pero las palabras se atascaron en su garganta. Al mismo tiempo, escuchó la risita sugerente del demonio araña y casi quiso golpearlo por la vergüenza que le estaba haciendo pasar. Aún así, no dijo nada y solo tomó su brazo del wendigo para salir a su lado hacia el auto.
Era el mismo elegante auto con el que salieron una vez. El wendigo le abrió la puerta como el caballero que era y luego se sentó en el asiento del copiloto, mirando a la princesa de reojo.
—No pareces estar de buen humor hoy, querida —comentó una vez encendió el auto y este empezó la marcha. La joven apretó su ropa, ladeando la mirada hacia la ventana del auto—. ¿Tiene que ver con esta estrambótica velada a la que nos dirigimos hoy?
—En parte —respondió sin mucho ánimo —. Aunque en realidad es porque veré de nuevo a mí padre.
El wendigo siguió atento al camino, pero miró de reojo la expresión cansada de la princesa. De primera mano, no sabía bien lo que había pasado entre el rey del infierno y su hija hacía varios meses, solo que fue de tal magnitud que ella decidió escapar del castillo con su ayuda, incapaz de tolerar su presencia un momento más. Pese a eso, por un breve segundo en cuanto su cuerpo estaba a punto de materializarse con ella hacia el hotel, el demonio pudo observar la patética faz del monarca mientras veía como su hija se iba de allí.
No era necesario ser un genio para entender que el rey había metido la pata como siempre, diciendo o haciendo algo que hirió los sentimientos o el orgullo de la princesa de un modo que todavía lo resentía hasta la fecha, a pesar de la propia personalidad compasiva y gentil que tenía.
Y él, como alguien que no estaba interesado en los asuntos familiares de otros, no indagó en lo sucedido simplemente porque estaba enfocado en aspectos que eran más importantes para él en ese momento. Sin embargo, su propia experiencia personal le decía que quizás tenía algo para ayudarla está vez.
—Bueno querida, pese que no es de mi gusto, puede darle toda tu energía y atención a esos sentimientos de enojo y usarlos de otra forma más
—¿Otra forma? —preguntó está ladeando el rostro, Alastor solo amplió su sonrisa ante su interés y levantó su dedo índice ante sus ojos.
—¡Si! Qué mejor que ignorar y hacer rabiar a tus enemigos con la estoicidad de tus acciones y la elocuencia de tus palabras —dijo con teatralidad y grandeza, sin embargo, Charlie no estaba del todo convencida.
—No creo que sea tan fácil como dices —le contestó, pero este solo llevó su mano hacia el borde de su muslo, sorprendiéndola y poniéndola nerviosa. Aun así, la sonrisa confiada del demonio no flaqueo.
—Es más fácil de lo que crees querida, no eres menos que nadie en ese lugar y tu padre no puede hacerte menos cuando ni siquiera ha logrado notar que eres la piedra que molesta dentro de su zapato. Tu eres Charlotte Morningstar, la princesa del infierno, solo debes usar el ego que hay en ti —expresó y dejó pensando a Charlie por un largo periodo de tiempo.
Después de todo, por mucho tiempo se dejó llevar por lo que las personas decían o pensaban de ella, siempre afectada por las palabras de terceros que únicamente se burlaban de sus sueños o de sus acciones, habiendo despreciado todo incluso cuando tuvo éxito. Eso debió haberle indicado que hiciera lo que hiciera, nunca podría complacerlos a todos, solo sería una lucha de desgaste donde ella siempre terminaría perdiendo siempre y los demás solo seguirán despreciandola por lo que era. Porque era diferente, pero eso no debería avergonzarse de ningún modo, había logrado muchas cosas siendo de ese modo y estaba feliz con eso, tenía muchos amigos que la animaban y también, tenía a Alastor trabajando a su lado.
—Si... tienes razón —coincidió con él mucho más relajada—. Solo hay que ignorarlos —Alastor amplió su sonrisa, complacido.
—En tal caso, si son demasiado insufribles solo tenemos que reírnos en su cara —bromeó sacando una larga carcajada a la princesa, aligerando el resto del camino que faltaba antes de llegar a su destino.
A medida que se acercaban a la villa privada donde se realizaría el banquete, la vista se llenó de una ostentación deslumbrante. Las largas escaleras de mármol negro se alzaban ante ellos, flanqueadas por faroles dorados que iluminaban el camino con una fuerte luz escarlata. A los lados, una fila de lujosas limusinas y carruajes elaboradamente decorados aguardaban, cada uno más impresionante que el anterior, reflejando el estatus de la cúpula demoníaca que había sido invitada a la celebración. La risa y el murmullo de los asistentes se mezclaban con el sonido de la música que emanaba del interior del palacio, creando una atmósfera que Charlie recordaba demasiado bien. Al bajar del auto, un diablillo se apresuró a aparcar el vehículo, mientras Charlie comenzaba a ascender por las escaleras, donde de repente, Alastor fue intervenido por un sabueso del infierno.
—Oye, nada de pecadores —espetó impidiendo el paso de Alastor mientras lo sostenía firmemente del hombro.
Un aura esmeralda amenazó con brotar de la espalda del wendigo ante semejante ofensa. No obstante, una mano enguantada intervino, haciendo que el guardia del palacio volteara.
—Oye, él viene conmigo —advirtió la princesa con sus ojos bañados en rojo. El guardia de la entrada tembló al verla, reconociendo a la princesa y un delicioso escalofrío surco la espalda de Alastor al verla de ese modo. No podría admitirlo nunca en su presencia, pero cuando actuaba de ese modo era un como absoluto manjar que deseaba volver a probar.
Así que con el chasquido de sus dedos, dos largos tentáculos de sombra tomaron al sabueso del infierno del cuello y lanzó escaleras abajo ante el estrepitoso jadeo de los presentes.
—Me honra que quieras ayudarme querida, pero creo que no es necesario —le menciono y Charlie contuvo una risita antes de seguir subiendo por las escaleras ante la mirada de todos.
Ambos entraron en silencio al salón, el sonido de sus pasos suavemente absorbido por la lujosa alfombra roja que cubría el suelo. La atmósfera cambió de inmediato; las conversaciones se detuvieron y todas las miradas se volvieron hacia ellos, como si una corriente eléctrica hubiera recorrido la sala.
—Otra vez está aquí...
—La hija descarriada de Lucifer...
—¿No ha causado suficiente vergüenza como para volver a asistir aquí?
—Parece que su majestad es demasiado indulgente con ella.
Los murmullos comenzaron a fluir entre los presentes, cargados de cizaña y presunción. Era obvio, muchos no aceptaban lo que hacía y por lo que luchaba, pero Charlie decidió ignorarlos, enfocándose no darles importancia como le había dicho el wendigo hacía poco. Aun así, una figura familiar apareció entre la multitud
—¡Charlie!
—¡Tía Bee!
La reina de la Gula venía con prisas, radiante como siempre. Con un brillo en los ojos, se acercó a Charlie y la abrazó con entusiasmo.
—Pequeña manzana de caramelo ¡Qué alegría verte! —exclamó Bee, separándose un poco para mirarla a los ojos—. No puedo creer que hayas asistido.
—Igual me alegra verte, tía —respondió Charlie, sorprendida—. No esperaba que vinieras.
Bee movió la mano con despreocupación, su risa resonando en el aire.
—Solo vine porque esperaba que Asmodeus viniera. Quedó en presentarme a quien ha robado su corazón —le dijo con confidencia.
Al escuchar su nombre, Charlie sintió un ligero nerviosismo, recordando su fallida infiltración en el Anillo de la Lujuria. Bee, notando el cambio en su expresión, preguntó con curiosidad:
—¿Y qué hay de ese misterioso amigo tuyo?
Alastor se presentó con un gesto caballeroso, inclinándose ligeramente.
—Alastor, es un placer conocerla —saludo—. Es un honor conocer a la Reina de la Gula, Beelzebub.
Bee sonrió, desestimando la formalidad.
—Nada de formalismos, solo dime Queen Bee —contestó alegre y luego miró a Charlie—. Pero si ha sido refrescante encontrarlos a los, Charlie. De verdad me alegra que te des una nueva oportunidad con alguien más.
Un silencio incómodo se instaló entre ellos, la joven rubia tensándose al mismo tiempo que sus mejillas parecían enrojecerse como faroles.
—N-N-No es como piensas —trato de explicar—, no tenemos una relación ni nada por el estilo.
Bee los observó por un momento, antes de darle un ligero codazo a Charlie.
—Manzanita, no tienes porqué esconderlo —expresó con la misma picardía que la caracterizaba—. Puedo vislumbrar algo más que "cierta amistad" entre ustedes desde lejos.
Ambos se sintieron aún más incómodos ante el comentario, sabiendo lo que había pasado pocos días atrás entre ellos, pero justo en ese momento, la figura de Asmodeus apareció en la entrada y no venía solo. Eso fue suficiente para llamar la atención de todos incluyendo a la misma Bee.
—Oh, ya están aquí—dijo ella, sonriendo—. Me alegra verlos, y Charlie, ¡escríbeme más seguido! Quizás ambos puedan pasarse a una de mis fiestas cuando esté de nuevo en el Anillo del Orgullo.
Con una última mirada a la princesa, Bee se despidió y se dirigió hacia el rey de la lujuria, dejando a Charlie y Alastor en medio del bullicio del salón. Por un instante, respiró pensando que al menos con esa nueva distracción, podrían pasar desapercibidos por algún rato. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que varias damas de la corte Goetia se acercaran, con sonrisas coquetas y miradas inquisitivas.
—Princesa Charlotte, que "gran placer" el verla de nuevo por los salones de baile —comentó una dama cuervo detrás de un antiguo abanico de plumas.
—Si, creímos que no volvería a presentarse por aquí gracias a su ajustada agenda —dijo otra con un tono más desdeñoso—. Por lo que verla de nuevo por aquí, y con compañía, es algo muy grato.
De inmediato, tuvo un mal presentimiento al escuchar aquellas palabras e intentó al menos hacer que Alastor escapara mientras ella lograba distraerlas.
—El lugar es muy amplio —comentó Charlie casualmente a Alastor cuando las cuatro damas los rodearon, intentando desviar la atención—. Si quieres, puedes caminar por los alrededores.
—Eso suena maravilloso querida —dijo este entendiendo su indirecta—, les dejo con la buena compañía de nuestra querida princesa, si me disculpan.
Pero las damas parecían decididas a no dejarlo ir tan fácilmente. Con curiosidad, comenzaron a bombardear a ambos con preguntas.
—Pero por qué tanta prisa —dijo una de ellas, rodeando más de cerca al wendigo.
—No ha hecho si no más que llegar apenas —expresó otra con un tono de voz melodioso y provocador.
—¿Es cierto que eres un pecador? —preguntó la dama cuervo.
—He oído que los demonios pecadores tienen grandes influencias en este lado del anillo —añadió otra, inclinándose ligeramente hacia él para luego alejarse un poco, mirando con diversión a la princesa—. Oh mis disculpas, no ha sido mi intención ofenderlos. Puedo saber qué relación tiene con nuestra querida princesa.
—Solo para saber, es simple curiosidad de nosotras —respondieron.
Charlie, sintiendo cómo la incomodidad la invadía, dudó en responder, lanzando una mirada expectante a Alastor. Él, con una sonrisa educada, respondió:
—Somos buenos amigos y socios comerciales.
Ese comentario pareció encantar aún más a las damas, quienes intercambiaron miradas intrigadas. Una de ellas, con un tono de voz casi susurrante, comentó:
—Entonces, ¡es soltero! ¿No es así, querida?
La incomodidad se apoderó de Charlie, sintiendo un leve rubor en sus mejillas, mientras otra dama añadió con picardía:
—¡Oh, qué interesante! Debería ser nuestra compañía esta noche, podemos escoltarlo muy bien —presiono la dama cuervo.
Tal comentario hizo que la sangre de Charlie hirviera de rabia. Estuvo a punto de intervenir cuando el sonido de un par de trompetas resonó en el salón, y todos los presentes dirigieron su atención hacia la gran puerta del salón donde uno a uno, cada demonio fue realizando una reverencia ante la presencia de los reyes del infierno. Finalmente, los padres de Charlie habían llegado.
¡Feliz domingo mis corazones! Espero me hayan extrañado un poco ¿Qué tal les ha parecido esta actualización? Quizás sientan que han pasado varias cosas a la vez, pero ya estando tan cerca del exterminio anual, las cosas solo van a calentarse aun más y tal vez lo hagan de un modo particular en el siguiente capítulo. Muchas gracias a todos por sus comentarios, nos leemos pronto <3
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