Capítulo 32: Heridas del alma
En medio del jardín del palacio, la reina de infierno y Alastor platicaban sobre la replica que tenía la primera del árbol del fruto prohibido. Era la temporada de floración, de modo que era un gran espectáculo de ver.
—Es en verdad impresionante como el poder de su majestad puede tener semejante espécimen a un lejos del paraíso, me imagino que fue un regalo de su excelencia el rey para usted —
—Es un gran recuerdo de nuestra primera venganza contra Adam —comentaba ella—, pasaron muchos años para que siquiera pudiera florecer, pero una vez Charlotte nació, las primeras flores brotaron y los frutos pronto salieron de sus ramas, era muy difícil evitar que ella no estuviera tentada a subirse a él para tmar algunos —menciono bastante complacida por compartir aquel recuerdo con alguien.
—Puedo sinceramente imaginarlo, si es tan energica a esta edad, de niña debió ser una pequeña bastante traviesa —comentaba alegre el demonio, imaginando a una más joven Charlotte tratando de trepar el árbol para coger los frutos y dárselos de regalo a su padre.
Ambos parecían congeniar de forma simpática, apreciando el buen humor del otro mientras permitían que el tiempo pasara, dando un momento de soledad para que padre e hija pudieran limar sus asperezas, cosa que Lilith estaba muy agradecida.
—Muchas gracias, Lord Alastor —dijo esta deteniendo su paso por el jardín, mirando al demonio al rostro—. Ha sido mucho el tiempo desde que Mi querida Charlotte y Luci pudieron tener una oportunidad como esta, si no hubiera aceptado la invitación de mi esposo, seguro ellos no habrían podido dirigirse siquiera la palabra.
—No tiene nada de que agradecerme, su majestad. Estoy seguro que hablar con su padre le hara muy bien a la princesa —menciono este.
—Oh, no tienes que seguir llamándola de forma tan formal, se muy bien que ustedes dos son algo más que socios comerciales —expreso la reina.
—¿Disculpe?
Lilith solo rio un poco, mirando fijamente al wendigo quien no pudo evitar incomodarse un poco ante la atención tan singular que la reina le estaba dando. Aquella mirada propia de una madre que pareciera haber visto que otro no, y que parecía darle bastante diversión, dada la faz dulce que tenía en su rostro.
—Quizas ustedes no lo han admitido, pero veo algo muy particular entre ustedes dos —empezo a decir—. Charlotte es una chica muy singular, que no ha sido comprendida por muchos, pero veo que tu la aceptaste tal y como es sin ningun prejuicio o consideración, solo espero que ambos puedan ir mucho más alla de lo que se restrigen actualmente.
—Su majestad, en verdad yo no…
Sin embargo, quizás Alastor debió preveer en alguna parte de si que algo malo podría pasar en aquel encuentro, pero cuando su sombra tanteo su hombro captando su atención, supo que sus predicciones habían acertado.
—Mis disculpas, su majestad. Pero creo deberemos posponer el paseo para otro momento —menciono desapareciendo entre las sombras para llegar hacia donde los espectros le decían que había sucedido todo.
—¿Lord Alastor? ¿A dónde va? —exclamo ella.
Eso pareció alertar a Lilith lo suficiente para que regresara en sus pasos hasta el camino principal del jardín, en donde encontró a su esposo completamente solo,
—Lucifer ¿Qué es lo que ha pasado? ¿A dónde se fue Charlotte? —le pregunto, pero a pesar de que lo estaba viendo directamente a los ojos, el rey no le contesto, siendo incapaz de moverse o reaccionar.
El solo estaba parado en medio del camino pedregoso, mirando el espacio hacia donde escapo su hija. Se sentía destrozado, pero no había nada que pudiera hacer para resolver lo que había pasado.
Tantos años acumulando aquellos sentimientos de desolación y traición, siendo vomitados en un momento en donde nuevamente se sintió sobrepasada por los intereses de su propio padre, hicieron que Charlie le dijera al rey
—¿Qué fue lo que sucedió? —pregunto la reina. Lucifer estaba tan abatido como muy pocas veces lo había visto y el rastro incendiado que dejo su hija en el suelo decía muy bien que las cosas no salieron como ella esperaba.
El ángel caído suspiro con profundidad, limpiándose el rostro con tremendo pesar para luego ver a su esposa a los ojos.
—Termine de arruinar todo, Lilith, Charlotte me odia por completo —revelo y su alma se rompió en pedazos una vez su esposa lo tomo en brazos, denotando como había perdido a lo más preciado para él debido a sus propias acciones.
Al mismo tiempo, Alastos aparecían en las afueras de la habitación de la princesa en el castillo del infierno. Estuvo a punto de tocar la puerta cuando sintió el vestigio de una energía que el ya conocía, se adentro del cuarto, encontrándolo vació y un poco desordenado. Parecían haber rebuscado en las comodas algunas cosas con cierta prisa y por el pequeño residuó mágico presente en el aire, tal parecía que la princesa había usado su llave de escape para salir corriendo del castillo de sus padres sin dar explicaciones.
Un hecho bastante infantil, debía admitir Alastor, quien quedo abandonado en territorio enemigo con tal facilidad. Pero considerando el gran factor emocional de la princesa y sus acciones con la misma en el pasado, podía dejarlo pasar al menos por esa ocasión.
Su confiable compañero sombra parecía bastante disgutado, y Alastor simplemente intentaba encogerse de hombro, cuando un nuevo invitado apareció en el lugar.
En tiempos normales, el aura del rey del infierno era bastante imponente, considerando que, de todos los pecados capitales, el poder del ángel caído era simplemente inmensurable. No obstante, en ese momento sus energías parecían un torbellino furioso apenas contenido y que solo necesitaba de un minimo estipulo para desatarlas por completo.
Y justo en ese momento, en el marco de la puerta de la habitación perteneciente a su hija, Lucifer no parecía nada congraciado de encontrarlo ahí, un brillo peligroso en los ojos hizo que Alastor decidiera permanecer alerta, aunque siguió manteniendo su estoica postura. Analizandose mutuamente, parecían estar esperando que el otro diera el primer paso, pero en este punto, era mejor tantear el terreno antes de que pudiera convertirse en algo peor, por lo que Alastor decidió actuar para evitar represalias inesperadas.
—Buenas noches, su majestad. Esperaba no incomodarlo, pero tendre que retirarme dado que la princesa se ha retirado por motivos que desconozco —anunció invocando su micrófono a fin de invocar su propia magía y retirarse cuanto antes—. Estoy honrado con su invitación, pero deberemos vernos en otra ocasión ¡gracias por la atención!
—Detente ahí, demonio de la radio.
El wendigo se detuvo en seco justo antes de terminar de pasar por el lado del rey. La voz de este salió rigida y autoritaria, logrando que su sombra se estremeciera ante el aura tan pesada que este emitia en ese momento. Con cordialidad, se volteó hacia él para verlo de nuevo, manteniéndose alerta ante la posibilidad de algún ataque.
—¿En qué puedo ayudarlo, su majestad? —pregunto.
Por un instante, Lucifer pareció debatirse en que palabras decir o que acciones tomar en ese momento. La ultima conversación con su hija no termino con buenos resultados, de forma que actuar de forma presipitada solo causaría más descontecto que no podría resolver de forma personal con su heredera.
De modo que, tragándose lo más que podía el orgullo miserable que tenía, decidió obrar por la únicamente que Charlotte parecía confiar lo suficiente como rebatirlo de ese modo.
—Te pido que vigiles a mi hija.
Decir que la petición no le sorprendió sería mentir de forma muy descarada. Las palabras del ángel caído no coincidían con la expresión desinteresada que mostraba en ese momento. Luchaba internamente por no desviarse de la expresión particular que siempre llevaba, mirando desde su lado al demonio con el que trataba.
—Como gobernante del infierno, te doy la tarea de qué no le suceda nada a mi hija ni nadie se atreva a molestarla de algún modo—ordeno el rey, con un matiz cargado entre la molestia y la resignación—. Y si llego a enterarme que haz hecho algo para arruinar lo que ha logrado, te desapareceré en la nada con mis propias manos —advirtió.
Y con esas ultimas palabras se retiro del espacio, dejando al demonio escarlata completamente solo.
Una repentina risa lo invadió, tratando de controlarse para no ser demasiado evidente en ese momento, trato de volver a su estoica compostura, manteniendo una sonrisa divertida ante lo sucedió. Despue s de todo, no era común ver al rey del infierno pedirle a un demonio cualquiera la protección de su hija, especialmente cuando ella lo estaba traicionando por la espalda debido a todo el daño que le había hecho en el pasado.
Su sombra aun seguía recluida a sus pies, al parecer, aun afectada por la presencia del ángel caído. Aun así, Alastor simplemente decidió que no era bueno darle tanta importancia, después de todo, el rey había decidido tomarlo como alguien a quien confiarle su hija ¿o no?
—Definitivamente, tanto padre como hija son seres bastante curiosos —le comento a su fiel compañero, e invocando un portal, considero que ya era momento de regresar al hotel—. Asi que, cumpliendo esta nueva petición, lo mejor es ir a ver como se encuentra nuestra querida Charlotte.
Un pcoo antes, apareciendo desde las escaleras subterráneas del hotel, Charlie irrumpió en el lobby con una velocidad que asustó a todos los presentes.
Ángel y Vaggie que se encontraban reposando en el lobby se sobresaltaron al verla entrar hecha una completa furia. Pero quizás lo que más lo asusto fue verla entrar con su cuerpo envuelto en llamas al mismo tiempo que sus ojos escarlatas y sus cuernos expuestos, denotaban la falta de control sobre su lado demoniado. Mientras caminaba, la alfombra del edificio se chamuscaba dejando un rastro de fuego a su paso, cosa que constrastaba con el baño de lagrimas que bajaban de sus ojos. Estaba destrozada, con lágrimas en los ojos y el rostro desencajado por la tristeza al punto que les fue imposible ignorarla.
Sin embargo, ella no les dio tiempo de siquiera preguntar que le había pasado. Sin decir una palabra, Charlie corrió hacia su habitación, dejando tras de sí un rastro de destrucción. Los cuadros se tambaleaban en las paredes, las lámparas se sacudían peligrosamente y el suelo temblaba bajo sus pies. Ángel y Vaggie intentaron seguirla, pero no lograron seguir el rápido paso que tenía, indicando que estaba apresurada por a su destino.
Finalmente, Charlie llegó a su habitación y se encerró en ella, dejando a sus amigos preocupados y desconcertados en el pasillo. El silencio que siguió fue roto solo por los sollozos ahogados de Charlie, que se desahogaba en la soledad de su cuarto mientras Ángel y Vaggie estaban del otro lado, angustiados sin saber que hacer.
Apenas unos segundos después, Alastor se materializo a pocos metros de la puerta de la habitación de Charlie,
—Es de muy mala educación dejar abandonado a tu socio en casa de tus padres, querida —habló el wendigo detrás de la puerta, esperando al menos una respuesta de parte de la princesa.
Hubo un breve periodo en el que el llanto ceso y solo se quedo un largo silencio. Su sombra a sus pies, le decía que no podría tratar de ingresar como en el pasado, puesto que la princesa había instalado protecciones en la puerta de su habitación para evitar el paso de su sombra. Eso solo le dejaba la opción de la negociación, aspecto que podría quizás no ser tan útil en ese instante. Aun así, Alastor estaba interesado en conocer lo sucedido y por la ultimas cosas que supo antes de retirarse del palacio, no terminaron nada bien para el rey del infierno del mismo modo.
—Tus amigos están muy preocupados aquí a mi lado ¿Por qué no sales para decirnos que fue lo que te sucedió? —su voz fue suave y reconfortante, era una invitación a salir con la oferta de ser escuchada por quienes la estimaban.
Ángel y Vaggie estaban a unos metros de Alastor esperando que ella se dignara al menos a contestarle a él, pero luego de varios minutos más de silencio, parecía que tendría el mismo resultado que su primer intento.
—¿Qué fue lo que sucedió? —fue Vaggie la primera en preguntar.
Alastor se volvió hacia ellos, desapareciendo su micrófono y llevando sus manos a su espalda. Aunque no estaba obligado a responderles nada, le parecía al menos necesario contestar lo poco que él mismo sabía sobre lo ocurrido.
—Rencillas familiares estimada, parece que la estrategia de la reina para unificarlos termino por separarlos más de lo que ya estaban —explico este logrando que la expresión de ambos demonios se mortificara por sus palabras.
Vaggie inmediatamente se mordió las uñas de forma ansiosa mientras daba vueltas frente a la puerta del cuarto, cuando se volteo hacía Alastor, con una molestía marcada, apuntándolo acusadoramente con el dedo, lo increpo.
—¡Se suponía que ibas con ella! No debías dejarla sola con él —le recrimino a Alastor, pero este simplemente se encongió de hombro, limitándose a contestar con calma.
—Me temo que hubiera sido demasiado inadecuado desobedecer una petición de la mismísima reina —menciono y Vaggie comprendió que no había forma de haber evitado eso.
Ella había estado demasiado nerviosa, habían pasado tantos años desde la ultima vez que se vieron que Vaggie temió que las cosas pudieran resultar mal, lo único es que no espero que fuera a ese nivel y que su amiga estuviera tan deprimida como para encerrarse sola en su habitación.
—Esto definitivamente iba a acabar de este modo —admitió la polilla con desden—, su majestad nunca acepta del todo a Charlie por sus creencias, a pesar de que tuvo éxito durante varias ocasiones, en ningun momento la felicito o reconforto por sus logros —dijo mientras se abrazaba a si misma.
Sin embargo, Alastor simplemente se rio con condescendencia por sus palabras.
—Es el rey del infierno querida, esperar que sea un ser bondadoso —menciono el demonio, pero Vaggie no acepto lo que este decía.
—¡El no era tan cruel antes! —le contesto—. Antes el era más atento y preocupado con ella, pero mientras Charlie más se obsesionaba con querer buscar la redención y que los demonios aun tenían bondad en sus corazones, su majestad más se apartaba y la dejaba de lado, incluso si eso la hizo sufrir mucho más de lo que ella parecía demostrar.
Hubo un breve momento en que los ojos del wendigo se enfocaron en la polilla. Algo particular y extraño revestía esas palabras, haciéndolo sentir una leve molestia en la boca del estomago. Un reconocimiento sobre algo que el desconocía sobre su socia comercial y de lo que ella parecía saber por cierta experiencia. Por supuesto, teniendo en cuenta los años que tenían trabajando en ese proyecto antes que él, Alastor imaginaba que tendrían la confianza suficiente para hablar sobre ese tipo de temas personales. No obstante, también había cierto matiz más intimo que no era exclusivo de las amistades y que le trajo un ligero fastidio que intento disipar, por considerarlo innecesario.
—Parece que conocer muy bien la situación familiar de la princesa mi estimada—comentó el wendigo mientras veía a la morena de reojo, esta se puso un poco nerviosa, no parecía deseosa de contestar hasta que Ángel, mostrándose por encima de su hombro, simplemente decidió hablar.
—Eso es porque antes había cierto ñiqui ñiqui entre ellas —menciono este jocoso logrando que Vaggie se sobresaltara de la vergüenza y Alastor se pusiera rigido de golpe.
—¿Disculpa? —tuvo que decir este para corroborar que no le estaban contando algo que no le interesaba en lo más minimo y que al mismo tiempo, era una falta a la intimidad de ambas mujeres.
—¡Ángel! ¡Que coño estas diciendo! —le grito ofuscada.
Aun así, de forma despreocupada, Ángel solo se acerco a el, casi pasando su largo brazo por su hombro, de no ser que Alastor se aparto a tiempo.
—Pero no te preocupes, chulo de fresa, nuestra Charlie ya esta soltera y esta enojona tiene su pareja formal —dijo con cierta intensión, cuando justo recibío un gran jalon de orejas de parte de Vaggie, quien casi lo llevo dolorosamente a su nivel para gritarle.
—¿¡Qué mierda se supone que es lo que dices sobre la intimidad de otros!? ¡Ese maldito bastardo no tiene porque saber eso! —bramo roja de la rabia.
Aun así, Ángel pese a sus quejas de dolor, continuó con su misma actitud traviesa, alegando que no había sido un comentario malisioso y que tenía una gran idea para eso, pero Vaggie lo siguió regañandolo mientras Alastor se quedaba solo en medio del pasillo, con la vista fija en la puerta del cuarto de la princesa.
No.
Él no debería darle mayor importancia a aspectos qu eran ajenos a él. O eso intento pensar Alastor mientras se retiraba a su propia habitación.
Aun así, su mente no pudo deslindar sus pensamientos de aquel asunto.
Mientras estaba sentado en la consola de su estación de radio, la esencia perturbada de Charlotte siguió manteniéndose en su memoria, así como las palabras de la polilla respecto a su situación con el rey del infierno.
Había una marcada distancia que, aunque no era común en ella, la princesa no tenía miedo de mostrar cuando algo parecía superarla, recluyendo tras barreras físicas para evitar que otros inteviniensen en lo que fuera que estuviera pensando o sintiendo.
Aun así, había logrado desnudar su alma lo suficiente como para que otro ser tuviera acceso a parte de ese dolor y lo compartiera con ella, aunque sea de una pequeña forma. Y eso se tradujo en la forma de un ex amante.
Por supuesto, debido a su encantadora forma de ser y el tiempo que tenía viviendo en ese mundo, a comparación de otros seres inmortales, era claro que la joven Charlotte habría de tener una o dos parejas del pasado. Ella era un ser con un matiz lleno de luz que siempre estaría rodeado de viles cucarachas que buscarían el modo de acapararla por completo, pero, aunque desconocía los motivos, ninguno fue capaz de contenerla lo suficiente para que permaneciera a su lado. Y por ello, ella se mantenía luchando sola sus propias batallas. Estaba acompañada de un gran grupo que la seguía y respaldaba, pero, aun así, Charlotte seguía luchando con sus propios demonios en la soledad de su mente, evitando que cualquier otro qusiera invadir la privacidad de sus pensamientos más profundos.
Alastor comprendía eso muy bien.
No hay nada más molesto que ser invadido cuando no quieres contarle a nadie lo que pasa en tu cabeza. Pero a diferencia de él que había abrazado sus demonios desde muy joven, convirtiéndolos en un gran aliado durante sus luchas, Charlotte seguía aun en un conflicto constante con su pasado que seguía pisándole los talones. Y eso podría causarle demasiados problemas en el futuro que ella buscaba.
De modo que, levantándose de su consola, considero que era oportuno intervenir, ya le había dado un poco de privacidad para asumir el descontrol de sus sentimientos, pero era momento de que el show volviera a continuar.
A escasos metros, Charlie permanecía encerrada en su habitación.
Durante largo rato estuvo acostada en su cama soltando las lagrimas que contuvo durante toda la conversación, pero a pesar de haberse repetido mil veces que sería fuerte y que las palabras no la afectarían, se encontraba vulnerable y lastimada una vez más. Su corazón aún estaba demasiado herido por las palabras hirientes de su padre.
Es que debió imaginarlo, eso era algo podría suceder en cuanto pusiera un pie en el castillo del infierno. Siempre fue de ese modo y aun cuando lograra redimir a todos los pecadores del infienro, su padre jamas la felicitaría por las cosas que había hecho.
Por qué el siempre temió lo que era y desprecio todo en lo que se había convertido.
Pero eso era lo que ella deseaba y por más que intento ser como el resto de los habitantes del infierno, no pudo seguir mintiéndose a si misma para ganar el favor de su padre.
El amor verdadero no podía ser si tenías que ocultar lo que en verdad eras.
Pero eso no quitaba jamas el dolor del rechazo y era un dolor tan lascerante del que estaba segura que jamas podría llegar a escapar.
De repente, un suave golpe resonó en la puerta.
—¿Charlie? ¿Estas ahí?
Era Nifty, la voz saltarina de la ciclope resonó desde afuera de la habitación con su habitual tono despreocuoado y acelarado. La princesa alzó un poco la cabeza desde dentro de las sabanas, sobándose los ojos rojos de tanto llorar para enfocar su vista hacia allí.
—Te he dejado algo para comer, lo dejare aquí con el carrito de comida para que puedas tomarlo, yo vengo por el en un rato —anuncio y tan pronto como llego, se retiro en su acelerado movimiento de pasos.
Charlie se cuestiono que hacer, no tenía hambre, pero seria demasiado desconsiderado dejar la comida que le dejaron tan amablemente incluso a esa hora de la noche.
Con cuidado, se levanto de la cama para acercarse hasta la puerta y al abrirla, se encontró con el carrito de comida que tenia encima de él una bandeja de galletas, una comida bastante suave dada la hora y una taza de té.
Cerro la puerta detrás de ella y se adentro de nuevo al resguardo de su habitación, sus manos temblaron cuando tomo la taza entre ellas, pero el aroma que este tenía era muy agradable y al probarlo, su sabor la dejo encantada mientras el malestar que tuvo durante todo ese tiempo en el estomago, se iba disipando conforme el liquido caliente pasaba por su garganta.
Mientras se aventuraba hacia el plato de galletas, noto como al borde del plato como había una pequeña nota doblada a un lado que decía:
El té esta sobrevalorado, en mi sincera opinión, un buen café siempre es capaz de llevarse las malas penas.
Aun así, creo que esto es justo lo que necesitas.
La Charlie leyó las palabras escritas con atención, sintiendo cómo su corazón se ablandaba ante el gesto inesperado de su demonio amigo. La nota llevaba no llevaba ningun nombre, pero la caligrafía elegante y precisa de Alastor se desplegaba en la nota, transmitiendo un gesto inesperado de preocupación y cuidado. El fue quien seguramente se había tomado la molestia de cocinar esa comida reconfortante para ella, que, acompañada de esas atentas palabras, lograron liberar la presión que había en su pecho hasta ese momento.
Con lágrimas en los ojos, Charlie agradeció en silencio a Alastor por su amabilidad. En ese momento, sintió que no estaba sola, que tenía amigos que la apoyaban incluso en sus momentos más oscuros.
Y era así. Por mucho más que ella lo ansiara, era posible que la aceptación sincera de su padre nunca llegase. Pasaran los siglos que tuvieran que pasar, no había forma de que el rey del infierno se viera cambiando de opinión, especialmente luego que les dijo directamente a sus ojos.
El pecado del orgullo jamas desaparecería de su corazón, pero al menos otras personas estaban dispuestas a aceptarla sin condiciones, aceptándola y apoyándola cuanto más la necesitaran.
El ejemplo más claro estaba en la carta que había entre sus manos. No era un gesto tan exagerado ni lleno de otras cosas que pudieran tratar de explicar como se sentía o como debía superar sus emociones para avanzar de ese lamentable estado. Era solo una pequeña frase, sencilla y escueta, pero llena de atención a una necesidad que no sabía que podía tener: el aprecio sincero.
Alastor se había preocupado por ella, pero no estaba aquí agobiándola para que se sintiera mejor. Respeto su espacio y sus emociones, preocupándose por ella desde una distancia segura, y por primera vez en mucho tiempo, Charlie no pudo evitar sentirse conmovida por un gesto tan simple hacía ella.
Tocaron nuevamente la pueta y Charlie imagino que debía tratarde de Nifty que venia por la bandeja, así que se levanto de la cama con la disposición de entregarla, pero al momento de abrir la puerta, unos sonrientes ojos rojos la recibieron con alegría.
—Buenas noches querida, veo que disfrutaste el pequeño aparetivo que prepare para ti —saludo de forma atenta y con su acostumbrado tono—. Imagine que a pesar de toda la cena que consumimos durante esta noche, dado tu acostumbrado ritual para perder el sueño en la madrugada, considere que un aperitivo nocturno seria adecuado.
Charlie no espero verlo allí. Conmumente Alastor era demasiado respetaba mucho los horarios y las costumbres en las que se esperaba ser caballeroso. Visitar a alguien en horas de la madrugada no era algo que fuera común para él, y, aun así, allí estaba. Eso la conmovio mucho, puesto que en verdad reflejaba que había estado preocupado por ella.
—Si, todo estuvo delicioso muy delicioso, en verdad grac..
Su boca se cerro al momento de recordar un infimo, pero bochornoso detalle al precisarlo justo frente a ella en ese momento. En el calor de su ira, abandono por sus propios medios el castillo de infierno, dejando abandonado a su socio comercial en la guarida del lobo. En verdad, había sido muy desconsiderada de haberlo abandonado en el momento en que simplemente debieron irse juntos del castillo.
Con mucha vergüenza, se tomo las manos, desviando la mirada al no ser capaz de mirarlo.
—Y-Yo quería…
De la nada, una mano del demonio se acerco a su cabeza para acariciar s
—¿Estás bien, Charlie? —preguntó con voz suave.
Ella se sobresaltó un poco al oírlo con ese tono de voz, sopesando el repentino toque, aunque no dijo nada. Fue simplemente espontaneo, pero era la primera vez que Alastor la llamaba por el nombre que todo el mundo usaba para ella. Siempre había utilizado el apelativo princesa, su nombre verdadero o los sobrenombres que este utilizaba para referirse a todos. Pero esta vez la llamo como ella misma se identificaba y no supo porque, pero se sintió tan bien escucharlo directamente de sus labios, como si fuera la primera vez que en verdad se estuviera refiriendo a ella
Se limitó a mirarlo con ojos tristes, pero agradecidos. De repente, de sus ojos comenzaron a manar las lagrimas que había evitado derramar en gran medida durante ese día. Había sido tanta la presión, los sentimientos, la angustia y el dolor, que verse reducida a ese sentir sin nada que la detuviera, hizo que finalmente esa emoción se lieberara, y fuera tan fuerte, que no pudo evitar sostenerse del traje de Alastor para no caerse.
—Lo siento, lo siento—solo pudo decir haciendo todo lo posible para no manchar su traje con sus lagrimas. Sin embargo, eso no parecía importarle al demonio en lo más minimo.
Alastor entendió al instante que algo andaba mal y se acercó a ella con cuidado, tratando de no asustarla.
—¿Quieres hablar de lo que te preocupa? —preguntó con amabilidad, ofreciéndole un hombro donde apoyarse si lo necesitaba.
Charlie vaciló un momento, pero negó con la cabeza, decidiéndose al final para no decir nada. Había hablado de tantas cosas ese día, vaciando su corazón de todas las formas posibles y teniendo un nivel de estrés que no había vivido en mucho tiempo, por lo que estaba en verdad agotada. No tenía animo de hacerlo de nuevo, a pesar de las buenas intenciones del wendigo.
Alastor la sostuvo allí en medio del pasillo, manteniendose en silencio y respetando con paciencia meintras ella dejaba salir todas las emociones que había estado reprimiendo hasta entonces. Sin juzgarla ni interrumpirla.
Cuando Charlie terminó de llorar, se sintió un poco mejor. Agradeció a Alastor su compañía y su apoyo. No había esperado que sucediera, pero allí estaban. No hubo necesidad de decir nada ni explicar nada más: el simple hecho de estar allí juntos era suficiente para hacerla sentir un poco más en paz consigo misma.
Con repentina suavidad, la cabeza de Alastor se estiro un poco más para acercar sus labios al borde de la frente de Charlie. Fue un roce de solo un segundo, pero fue tan espontaneo que ambos se quedaron sin saber que hacer el segundo posterior que se dieron cuenta de lo que estaba pasando.
La diableza se quedo sin palabras mientras que Alastor solo se alejo, tosiendo de forma incomoda mientras apartaba la mirada de ella.
Fue solo un desliz, nunca anticipo realizar esa acción tan intima pese a la comodidad del momento. Sin embargo, se había visto tan adorable que no pudo evitar hacerlo.
—¿Te encuentras mejor ahora, querida? —le pregunto tratando de desviar la atención de los sucedió. Al principio esta no pareció reaccionar, hasta que su cabeza exploto de vergüenza, bajando la mirada porque no podía siquiera verlo a los ojos.
—S-Si, si. E-estoy bien —respondió, pese a que su corazón latía a mil por horas y estaba segura que sus mejillas debían ser unas manzanas enrojecidas por lo caliente que se sentían.
Aun así, debido a su respuesta Alastor no pudo más que sentirse finalmente aliviado.
No se dio cuenta como se había sentido un poco preocupado por lo sucedido con la princesa, pero quizás, solo después de todo, no pudo evitar tomarle algo de cariño a la pequeña princesa.
Y el hecho de reconocerlo no le molesto en lo absoluto.
Feliz noche mis corazones, espero estén pasando un feliz fin de semana, si han llegado hasta aquí ¿Que les ha parecido el capítulo? El drama familiar es algo que siempre me gusta abordar en Hazbin Hotel y podríamos decir que siempre tiene algo de necesario, así como las ayudas de parte Alastor en momentos así. Espero en verdad que les haya gustado y nos podamos leer la siguiente semana, cuidense mucho.
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