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Capitulo 3: La intención del demonio de la radio

Charlie evaluó las acciones que diría y haría en ese momento. La voz se le quedo atorada en la garganta, casi como si supiera más de lo que parecía decir y eso le hizo prender todas sus alarmas. No obstante, decidió guardar la calma. No era bueno actuar fuera de lugar.

—No sé de qué me habla —volvió a responder, tratando de parecer consistente. Sin embargo, Alastor no estaba dispuesto a ceder cuando ya sabía el trasfondo de todo.

—Oh dulzura. Usted sabe muy bien de lo que habló, me extraño más bien que no entreviera él porque estaba aquí cuando ha pasado muy poco desde nuestro último encuentro en el séptimo circulo aquella noche —volvió a insistir, esta vez más invasivo, acercándose peligrosamente hacia la demonio.

Charlie miró hacia todos lados disimuladamente, esperando no encontrar con nadie en la recepción por si todo se salía de control. Pensando en contesta con la mayor de las precauciones, volvería a negar aquella acusación tan osada y sin fundamentos que la incriminaba. Pero todo su terror se volvió real cuando este la tomo fuertemente de su hombro herido, importándole muy poco la decencia, arrancando un poco la tela de la camisa para dejar la piel descubierta y la marca de una herida cicatrizante que aún se veía rojiza.

—Pudo haber cambiado el tamaño de su cabello y usado una máscara para cubrir su rostro. Pero conozco bien la gravedad de las heridas de una lanza angelical y solo una persona puede tenerla en ese mismo lugar—los ojos de la princesa se abrieron lentamente, observando al demonio frente a ella con una expresión desorbitada que solo acrecentó la sonrisa de triunfo y burla del wendigo ante su hallazgo—. Ahora entiendo porque jamás nadie pudo encontrarte, estuviste siempre expuesta al ojo público. Es usted una buena maestra del escondite, su majestad, o debería decir, Lady Hazbin.

El silencio de las voces lleno la habitación, reemplazada por una fina estática dirigida por el demonio escarlata que sonreía ampliamente ante la mirada de cautela de la princesa. Charlie no quiso retroceder, impávida en su lugar, con el sudor bajándole por la frente mientras sus sentidos estaban alertos y su cabeza pensaba en todas las acciones posibles. Al mismo tiempo, que la socarrona sonrisa del demonio de la radio se acercaba peligrosamente hasta quedar a escasos centímetros de sí.

Pero, por curioso que fuera, este volvió a colocar su prenda en su lugar muy respetuosamente, separándose un buen par de metros de ella. La princesa lo miró estupefacta y a la espera de una explicación, solicitud, demanda, o lo que fuera cuando este volvió a hablar.

—Sera mejor hablar en otro sitio —recomendó este, viendo de reojo como nuevamente aparecían en la recepción los demonio rosa y gris, expectantes, preparados para luchar en el momento que el demonio escarlata hiciera algún movimiento.

Charlie sentía las miradas interrogantes de sus compañeros, pero con una mueca intento tranquilizarlos mientras guiaba al wendigo hacia su estudio privado. Este se encontraba en uno de los pisos más altos, lejos de la mirada curiosa de los inquilinos y ampliamente protegido por sellos que no solo neutralizaban el sonido exterior, sino que también alertaban a la dueña de los mismos quien ingresaba por allí.

Llegaron a la puerta de madera que indicaba el nombre de gerencia, entrando ambos. La joven lo invito a sentarse mientras ella tomaba su propio asiento, allí, se observaron por unos minutos más, solo escuchando el sonido blanco de la radio interna que parecía tener el wendigo.

—No me ha enviado nadie ni soy controlado por nada, si eso es lo que desea saber —dijo, adelantándose nuevamente a ella. Esto causo que una pequeña mueca de molestia se esbozara en su rostro. Alastor seguía, con su hilarante y amplia sonrisa.

— ¿Cómo se de verdad que nadie te ha enviado? —pregunto. Lo mejor era no andar con rodeos, no con alguien tan peligroso como él que podía leer fácilmente sus expresiones, casi andando un paso sobre ella.

— ¿De verdad creería que soy capaz de rebajarme a trabajar para alguien más? —expreso, sonriendo macabramente ante sus palabras. Charlie lo analizo un segundo, estudiando que decir.

—Incluso que sea verdad ¿Por qué venir hasta aquí en lugar de entregar la información a la corona? —increpo—. Hay un claro precio por mi cabeza. Y el hecho que de quien sea Lady Hazbin la mismísima princesa del infierno, haría que el precio sería muchísimo superior a lo que se ha planteado previamente.

No obstante, Alastor no pareció interesarse en eso.

—El dinero no es algo que llame ya mi atención, como debe estar bien informada, mi capital como señor del infierno y de los dominios de cada antena radial me permiten una retribución económica bastante sustanciosa —explico. La demonio no podía negarlo, al igual que el demonio Vox y la demonio Velvet que manejaban la televisión y las redes sociales respectivamente, cualquier demonio o pecador que quisiera hacer uso de estas, debía pagar una comisión en dinero para disfrutarlas, que funcionara igual con la radio, no sería de extrañar.

—Entonces ¿Qué es lo que deseas? Debe haber un motivo para venir hasta aquí y causar estrés entre mis inquilinos —recordó, aun molesta. El demonio sonrió divertido, riendo un poco ante el recuerdo.

—Pues, dado que no se anda con rodeos, alteza. Seré claro y directo con lo que deseo. Estoy aquí porque quiero ayudar —Su curiosa voz clamaba entuciasmo, generando que la princesa lo viera claramente incredúla.

—¿Qué fue lo que dijo? —preguntó, viéndolo como si de repente le hubiera salido un tercer ojo.

—¡Ayudar! —Reiteró riendo mientras se acercaba el micrófono y hacia un chiste alusivo para romper la tensión del momento. El micrófono, que parecía tener vida, se quejó al mismo tiempo, no ayudando al claro signo de estupefacción de la princesa.

—Ahmm.... ¿Y quieres ayudar con...? —ella hizo señas, tratando de entender. Alastor por su parte, e acercó sonriente como siempre, con la misma actitud que tenía en la tierra cuando trataba de cerrar un trato en las juntas del canal de radio. Ella tenía claramente una actitud conmocionada, la situación la había tomado desprevenida y esa faceta le había gustado al wendigo, porque parecía estar arrinconándola como un cazador a su presa.

—Ayudarte con esto ¡Con esta cosa ridícula que tratas de hacer y que pudiera ser un claro intento de suicidio! —menciono—, y eso es nada más que integrarme a las filas de los Hazbin.

La joven princesa abrió los ojos, impresionada. No se esperaba eso último.

—Pero... ¿por qué?

Con una extrema cautela, trato de no parecer sorprendida por la declaración, aunque esto fue muy claro para Alastor, quien se regodeo de su reacción, haciéndola enfurecer. En vista de que ella no tenía pensado responder fácilmente, continuó en su posición.

—¿Por qué la gente hace cualquier cosa? ¡Porque está completamente aburrido! ¡La inspiración no me ha tocado en décadas! —exclamo, dando una vuelta teatral, rodeando a la princesa—Mi trabajo se volvió repetitivo, le faltaba cierto "enfoque" ... y al unirme a este insulso grupo tuyo, como un miembro más, uno de gran poder claro —destaco—. Eso trae generosos beneficios para ustedes. Si me dejas unirme a ti, hay algún par de cosas que puedo proveerte para tu causa. Claro, todo bajo la fachada de ser un auspiciador de este insulso hotel que redime pecadores —aclaro, perspicaz.

— ¿Qué ganarías con todo esto? —pregunto certera Charlie. Era claro en sus intenciones que el demonio escarlata no estaba interesado en proteger a los otros pecadores como ella, su mirada de autosuficiencia y sus actos hablaron por delante de él.

Alastor, por su parte, sonrió complacido al notar que la princesa no era tan ingenua como se pintaba. Aunque no era para extrañar, llevando una organización oculta tan importante y siendo perseguida en los nueve círculos del infierno, por nadie más que su mismísimo padre, el señor del infierno. Tenía que reconocerlo, no esperaba que cayera fácilmente, pero tampoco pensó en recibir esa fiera mirada de desconfianza. Eso lo maravillo.

—Oh, querida. Solo deseo tener un entrenamiento de calidad que puede ser proporcionado por las grandes masacres que otorgas tú y tu grupo cada año ¿Serán capaces de detener las purgas anuales usando solo el poder de vagos pecadores? —se cuestionó abriendo sus brazos para luego reposar su mejilla sobre su mano—. Esa interrogante se me hace interesante ¿Hasta qué punto pueden llegar? Es lo que deseo observar.

—Entonces, solo deseas observar como fracasamos —inquirió ella, indignada. Alastor negó con un ademan de su mano.

—Parece que has malentendido mis palabras, dulzura —expreso, tranquilo—. No dudo de usted ni de la valentía que puede llegar a hacer lo que nadie más se ha atrevido a hacer ¿Levantar una guerra contra el cielo? Solo su padre fue capaz de hacerlo y fue en vano, pero ¿Usted lo lograría lo que su padre no, solo por el bien de estos pecadores? Ansió ver esa carnicería, quien sabe, participar en ella con el fin de divertirme. Eso me llenaría de una vibra que jamás podré volver a vivir si no es por usted —dijo, siendo sincero.

Alastor no tenía pesando mentir con respecto a eso, esa era su intención clara desde el principio. O al menos, una de ellas.

—Considéralo una inversión para mi propio entretenimiento. —Empezó a acercarse a ella, bailar, alegremente y capturarla con sus objetivos claros haciéndole ver que no mentía, y que no tenía intención de hacerlo alguna vez. —Quiero ver como dirige a la escoria del mundo luchando por subir la colina de la mejora sólo para caer repetidamente hacia el abismo infernal del fracaso.

—Claro... —Ella quitó la mano de Alastor de su hombro, evaluando cada una de sus palabras.

Dado el periodo de tiempo que se hubieron encontrado durante la anterior purga, si él no la había delatado, significaba que al menos podía confiar en su claro interés por unirse a ellos. Sin embargo ¿eso sería todo? ¿Mero entretenimiento? La princesa sabía que había oculto en todo eso, lo presentía. Más en ese instante no tenía forma de corroborarlo, y dado el nivel de poder de wendigo junto con todo lo que ofrecía y la información que sabía hacían que fuera difícil dejarlo pasar, así como así. Achico los ojos, molesta consigo misma. La había dejado entre la espada y la pared con solo su mera existencia, eso la hacían sentir que pese a todo lo que había logrado y hecho, aun había cosas que no podía manejar.

Carraspeando un poco, se levantó de su asiento, captando la atención de su interlocutor.

—Necesito conversar esto con mi grupo de confianza —revelo, haciendo que este se levantara de su asiento—. Espero pueda esperar unos minutos mientras lo hago, en este lugar —inquirió, tajante. El demonio solo se encogió de hombros, no muy interesado en sus palabras. Charlie siguió caminando hasta tomar el pomo de la puerta, donde nuevamente se detuvo, virándose hacia Alastor—. Sabré si sale de aquí, así que espere pacientemente —advirtió, retirándose.

Cuando ella salió, Alastor simplemente se rio con fuerza, una larga y sonora carcajada que resonó en la habitación, siendo difícil de controlarla. Había sido tan difícil contenerse, la situación era en demás divertida y emocionante. Parecía ser que su llegada había tenido mayor impacto de lo que él esperaba. Una princesa que podía leerse fácilmente, pero que tenía una fiera expresión capaz de saltar sobre cualquiera para proteger lo que deseaba. Interesante, demasiado interesante, consideraba el wendigo. Su amenaza con relación a moverse era en demás certera, muy ingeniosa. Mira que colocar semejante cantidad de sellos para impedir que se moviera de su lugar, y no es como que no pudiera hacerlo, su poder le permitía pasarse inadvertido como quisiera, hecho una sombra. No obstante, quería cuál sería su respuesta a su solicitud y para ello, necesitaba de su máxima confianza. Al menos, hasta que lograra ejercer un trato con ella.

Habitaciones más abajo, específicamente la de Charlie, se encontraba ella con los otros dos demonios, quienes, al ser fundadores del movimiento, eran de su máxima confianza. Estos la miraron sin entender como había dejado solo al demonio de la radio en el hotel, pero antes de que siquiera pudieran hablar, ella expreso lo que estaba pasando.

—Alastor sabe quiénes somos —expreso, helando a los dos demonios—. Sabe que soy la líder de Hazbin y que el hotel es una de las guaridas principales del movimiento.

— ¿Qué? —grito Ángel desesperado, jalándose los cabellos.

— ¿Por eso está aquí? —reconoció la polilla, viendo a Charlie con estupor antes de pasar a la interrogación— ¿Cómo lo averiguó?

—Al parecer me reconoció cuando me salvó del ataque de un ángel, reconoció la cicatriz que tengo en el hombro —expreso, dejando a los dos más fríos que antes.

— ¿Él te salvó? —la incredibilidad en ambos fue enorme, especialmente en vaggie, quien casi debió sostenerse la cabeza— ¿Y vino aquí a pedirnos algo a cambio de su silencio? ¿Quiere dinero? ¿Nuestra completa sumisión a su persona? No me molestaría follar con él, pero estoy seguro que no le interesa eso, y primero Vaggie se mata antes de permitir que la toque un hombre o ponga un dedo sobre ti.

—No —negó Charlie tajante, sin prestar atención a las divagaciones de su amigo—. Dice que quiere unirse a nosotros.

— ¿Qué? —volvieron a gritar, la joven debió cubrir sus oídos por el agudo grito de sus amigos. Bastantes dolores de cabeza habían pasado hacia tan solo un instante antes para que su migraña aumentara.

—Como lo oyen, quiere unirse a nosotros y actuar bajo la fachada de socio prestando su total apoyo en diferentes aspectos —contesto, sin mucho detalle, a falta de conocer especificaciones de la oferta.

— ¡Pero si es el infame demonio de la radio! —exclamo Vaggie, desesperada—. ¡El jamás se prestaría para ayudar a alguien!

—Vaggie tiene razón, yo no sabía mucho de él hasta hace un momento, pero por lo que Vags me conto. No me parece ser el tipo de persona que hiciera una acción sin esperar algo a cambio —medito, la polilla dándole la razón, por extraño que sonara eso.

—Lo sé, lo sé —dijo, masajeando sus sienes—. Y entiendo su preocupación, hemos luchado mucho hasta llegar aquí como para echar a perder nuestros esfuerzos, pero en esta oportunidad quisiera considerarlo —expreso, dejando a los otros dos conmocionados—. Alastor tiene una fuerza increíble y contactos que pueden ayudarnos bajo la careta de que es un socio del hotel. En este momento, ese apoyo seria el ideal para seguir creciendo.

Ángel y la demonio polilla la miraron como cuando les contó por primera vez sus intenciones de luchar contra los exterminadores. Pero habiendo pasado tantas cosas juntos esos últimos años, sabían que de ser cierto ese apoyo y ese increíble poder, muchas bajas podrían ser remediadas, incluso disminuidas a un punto mayor. Sin embargo, aun existían las dudas.

—Pero ¿De qué nos va a constar que dice la verdad? Qué no vaya a apuñarnos por la espalda frente a los señores supremos, o peor, frente a tu padre —insistió Vaggie con clara razón—. Incluso si no nos delata ¿Cómo sabremos que no matara a los nuestros cuando llegue el momento de la purga?

La princesa pensó bien en cómo responder, analizando los posibles escenarios y las formas de solucionarlos, considerando una única respuesta que podría causarle muchas repercusiones, pero que sería la única forma de atar las intenciones del demonio escarlata a lo mínimo.

—Hare un trato con él —informo con clara determinación, la morena la vio, alarmada y dudosa.

— ¿Es necesario hacerlo? —pregunto, dudosa. Ángel enarco una ceja, confundido.

— ¿Por qué no podría? —inquirió—. Ya ha hecho tratos con otros pecadores.

— ¡Porque no estamos hablando de un simple pecador sino de un genocida amante de la desgracia ajena! —grito, colérica—. Charlie —la llamó, acercándose cuidadosamente a ella—. ¿Estás segura de eso? No podemos confiar fácilmente en eso —dijo refiriéndose a Alastor—. No es un demonio cualquiera, es un ser de pura maldad. Ni siquiera podría ser redimido y pareciera que quisiera destruir todo lo que queremos lograr.

—Aún no sabemos eso. Además, el trato lo tendrá a raya —respondió.

—Pero también genera una terrible carga en ti —contradijo, dado que Charlie no era el tipo de demonio que soportara bien los tratos, porque de ser incumplidos, sería su propio poder el que terminaría con la vida del otro demonio, dejando secuelas irreparables en el alma afable de la princesa—.

—Sé que te preocupa, que es malo y que no tiene el mínimo deseo en cambiar. Pero su poder sería de gran ayuda. Además, siempre ha sido algo muy de mi confiar que las cosas serán mejor —menciono, dándole una leve sonrisa—. No puedo, esta vez, tengo que hacerlo.

Vaggie bajo la vista, entendiendo que no había nada que hacer, siendo eso la única salida por el momento. Pero no por eso, iba a dejar de desconfiar.

—Solo, por lo que más quieras, pon bien claros los puntos del trato para que no pueda mentir ni traicionarnos —suspiro. Charlie la miró con comprensión, abrazándola.

—Lo hare, después de todo, mi padre me enseño bien a no aceptar mierda de otros demonios —rio. Vaggie le sonrió en respuesta.

La princesa se separó, caminando hacia el otro estudio. Tenía que darle una respuesta a Alastor.

¡Hola! Espero esten muy bien mis corazones, queria saludarles diciendo que bueno, saque este capitulo tambien para finalizar la semana charlastor 2022 que estuvo muy buena y que la disfrute mucho, espero ustedes tambien la hyan disfrutado con todo lo que se publico en twitter y otras redes. De ahora en adelante retomare el hilo de publicación de mis historias, incluyendo algunas que tengo en hiatus, espero ponerme al dia con ella para poder escribir las nuevas ideas que tengo en mente *Au Cabaret, me llama* por eso, espero que esten pedientes a mis redes sociales, saben que siempre estoy feliz de recibir sus comentarios, asi que espero seguir leyendolos. Un saludos desde Venezuela y se me cuidan mucho. 

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