Capítulo 29. Padre
Era temprano, el sol no había salido en ciudad pentagrama y aunque el ruido eterno de las bocinas y la música seguía resonando en muchos lugares, muchos otros seguían durmiendo tranquilamente dentro de las habitaciones del happy hotel. Habían estado celebrando hasta la madrugada, por lo que muchos inquilinos seguían durmiendo en pleno lobby, o en sus respectivas habitaciones si habían querido un poco más de privacidad al final de la reunión.
Y en una de ellas, de forma silenciosa, una persona recogía algunos elementos de su guardarropa y demás artículos personales. Viendo el etiquetado de una botella barata, un cuerpo felpudo a su lado comenzaba a removerse entre las sabanas, incorporándose.
—¿A dónde vas? —pregunto un adormilado Ángel que estaba despertando ante la falta del otro en la cama. Frotándose sus ojos, miraba en dirección en la que Husk iba empacando algunas cosas en un bolso ligero.
Luego de una serie de insinuaciones de parte del ex actor porno y en vista de las tareas compartidas que llevaban juntos en el hotel, se pudiera decir que ambos empezaron a forjar una cierta dinámica en la que acostarse parecía algo interesante y reconfortante entre los dos.
Ángel tenía un interés sincero en el demonio gato mientras que Husk le parecía bien la forma empalagosa que la araña podía tener con sus amantes, claro siempre que no quisieran armarle escenas en pleno horario laboral. En sí mismos, se llevaban bastante bien, trabajaban juntos, salían a beber y a bailar de vez en cuando, incluso este parecía congeniar con Cherry, lo que animaba bastante al ex actor para continuar ese tipo de dinámica de amigos con beneficios. No podían negar que esta lentamente fue escalando a una relación abierta, pero seguían aun un limbo alejado de cualquier compromiso, y sin que nadie más de sus compañeros supiera algo al respecto sobre ellos. Ambos estaban conformes con eso y mientras que pudieran pasar un buen rato, les era suficiente. Pero curiosamente, la noche anterior Husk había dejado que Ángel pasara la noche en su habitación, a diferencia del resto de las veces anteriores, en las que se despedían luego de dormir juntos.
El demonio araña se sentó en la cama, aun completamente desnudo como quedo antes de dormirse la noche anterior. Preciso lo que el felino estaba haciendo y eso fue suficiente para espabilarlo.
—¿Te iras a algún lado? —pregunto, uno de sus brazos acariciando el otro. No era común de él, pero había algo de temor en su pregunta, cosa que Husk noto de inmediato.
—Hay algo que tengo que hacer —fue lo único respondió. Más bien, era lo único que podía responder.
—¿Es alguna tarea de parte del sonrisas o...?
El apostador no dijo nada un momento, pero dejo su bolso para sentarse al lado del ex actor porno quien apretaba sus manos en su regazo, esperando alguna palabra de su parte. Husk respiro hondo, rascando su nuca. Esto parecía salido de uno de esos estúpidos comics japoneses que Nifty leía, y consideraba que estaba demasiado viejo para ese tipo de mariqueras, pero, era necesario.
—Volveré —aseguro, tomando una de sus manos—, puedes esperarme si eso es lo que quieres o follarte otro imbécil por allí, pero volverás a verme en este lugar —contesto.
No le explico nada, no le dijo a donde iba o cuando regresaba, ni siquiera estaba seguro si se iba por un mandado de Alastor o solo porque quiso irse, pero con solo esa serie de palabras, cualquier signo de ansiedad o temor desapareció por completo de la mente del demonio araña.
Para ellos, acostumbrados a las relaciones casuales por tanto tiempo, sin ningún tipo de responsabilidad emocional por el otro compañero, esta podría ser tratada como una señal de "fidelidad" al vínculo que tenían, e incluso, aunque no lo admitieran ninguno, era una forma de dar un nuevo paso en la extraña relación que tenían.
Ángel lo miró, un deje esperanzado y risueño salió de los labios de este, mientras ladeaba el rostro.
—¿Tienes tiempo para un rapidin? —le pregunto coqueto, llevando su mano a sus labios lanzado un beso travieso mientras sonreía.
Este lo pensó un momento, encogiéndose de hombros y arrastrando los pies para llegar al margen de la cama.
—Sí, nadie me está pagando por esto de igual modo —respondió antes de volver a recostarse, siendo atrapado nuevamente por los cuatro brazos del demonio araña.
Unas habitaciones más arriba, despierta igual que algunos de sus ciudadanos, Charlie reposaba contra el ventanal de su cuarto, mirando el exterior a través del cristal.
Desde ese lugar, en lo más alto de aquel prominente hotel que había creado, se veía también el palacio de su padre. Su lugar de nacimiento y el lugar que la vio crecer, donde dio sus primeros pasos, sus primeras palabras, tuvo sus primeros sueños, los cuales fueron destrozados uno por uno hasta perder la esperanza incontables veces hasta quedar completamente destrozada, presa de la desesperación y el desconsuelo, que solo fue retirado cuando logro emprender su nuevo proyecto, lejos de "su hogar", lejos de su familia, y cuyo éxito ya era innegable.
Mientras cepillaba su largo cabello, se sumió en aquella charla interna consigo misma... Alastor le había hecho pensar que no debería darle tanta importancia a esa reunión, que le estaba dando más poder del que debería darle, pero a pesar de esa sensación de calma momentánea, era imposible eludir el peso que sentía sobre sus hombros.
Ese día debería regresar al castillo de infierno para informar a su padre la redención de un nuevo pecador ante la corona del infierno y los representantes del cielo.
Ese día debería volver a su padre luego de largos años y aunque nadie más lo sabía, Charlie estaría entrando en territorio enemigo.
Por ello, tenía que pedir el apoyo de la única persona con el poder y la capacidad de mantener la compostura en cualquier situación, un digno señor supremo que estaba de su lado. Alastor tenía unos nervios de acero que ella no podía mantener en esa situación, su forma de ser era más que hilarante, pero quizás eso era lo que más necesitaba para superar ese obstáculo.
¿Hasta cuándo tendría miedo de su propio padre?
Dio un largo suspiro mientras empujaba aquellos pensamientos lejos de ella, observando su habitación, su nuevo hogar. Miró a Dazzle y Razzle a sus pies, sonriéndoles de forma tierna.
—Es momento de irnos —anuncio, tomando las manos de ambos esbirros para ir camino a la recepción donde Alastor la esperaría.
En la planta baja, el demonio escarlata esperaba con paciencia la llegada de la princesa. Mirando su reloj de bolsillo, intuyo que faltaría poco para que Charlie bajara de su habitación. Según lo indicado, un automóvil proveniente del palacio vendría a buscarlos dentro de poco, de modo que no faltaría mucho para que estuviera a las puertas del hotel.
De repente, la sombra de Alastor se retorció a sus pies, captando su atención. A pesar de su falta de palabras, el wendigo recibía en su mente lo que está bien quería decir, emitiendo una suave risa, la miro.
— ¿Ansioso, amigo mío? No es un viaje de placer el que haremos, aunque eso no quita lo emocionante —comento el demonio.
Arrimándose sobre su hombro, la sombra de Alastor esbozo una sonrisa divertida y llena de expectación, asintiendo en respuesta. Se mostró interesado en el nuevo viaje que realizarían, no todos los días se podía estar tan cerca del rey del infierno, incluso él solo lo había visto en persona una vez.
Y pensar que iría en esa oportunidad de la mano de su hija, entramando un evento mayor que podría causar tanto caos a futuro. No podía evitarlo, eso le generaba cierto éxtasis que no podía evitar. Sus orejas se removieron al sentir los pasos de quien esperaba, volteando en dirección a las escaleras, se encontró con ella.
Charlie apareció en el momento justo acompañada de sus dos esbirros cabra. La princesa vestía con toda la elegancia que ameritaba una reunión con el monarca del infierno, pero con los detalles que plasmaban su propia identidad, llena de rebeldía y pasión. Utilizaba un vestido negro plomo, adornado con una camisa blanca de cuello blanco, en su cuello reposaba una pequeña corbata negra con un alfiler de oro, que tenía la insignia de la familia Morninstar: la manzana dorada con la serpiente rodeándola. Los zapatos cerrados de tacón le daban la clase de una dama de casta alta y su cabello normalmente atado en una simple coleta, estaba adornado con unos prendedores negros que lo sujetaban, domándolo, pero dándole un aire encantador. Se veía en verdad como una adorable demonio encantadora.
—Estoy lista, ya podemos irnos —anuncio la princesa, pero Alastor no respondió al momento.
La sombra de Alastor tuvo que tocarlo en el hombro para que reaccionara, logrando que este se recompusiera y como si nada, solo fuera a por la mano de la princesa, para dejarle un beso como ya era costumbre.
—Sumamente encantadora, su alteza —expreso.
Ella se sonrojo, pero no dijo nada y ambos se enrumbaron hacia la salida del hotel. Una vez afuera, una gran limosina dorada los esperaba junto con dos guardaespaldas del palacio. Charlie hizo una mueca al verlos.
—No tenían por qué venir —expreso. Sin embargo, el demonio solo le abrió la puerta, invitándola a pasar.
Estando ya acostumbrada a ello, simplemente ingreso al automóvil, siendo seguida luego por el wendigo, quien una vez dentro, le siguieron los dos demonios sentándose en un borde apartado de la limosina.
Cruzándose de brazos con frustración, Charlie vio como el viaje en auto inicio.
Era tan extraño. Mirando por la ventana del automóvil durante todo el trayecto al palacio, se sentía bastante incómoda con el hecho de no solo poder salir junto a Alastor incluso en el camino a su antiguo hogar. Pudo viajar mucho tiempo con Vaggie cuando no habían logrado nada en el hotel, pero una vez redimió un pecador, nunca más pudo ingresar al castillo sin seguridad. Y aunque dijo que no era necesario, siguieron haciéndolo, como si pareciera que su seguridad les importara, cuando no lo habían hecho antes. Así que no podía evitar sentirse bastante inconforme con el hecho de que hayan mandado a dos servidores de su padre para buscarlos.
Le molestaba, y no porque los consideraba molestos a ellos, esos demonios no hacían más que permanecer callados en su presencia. El problema estaba que ello le recordaba su vida en el palacio como la princesa del infierno y la hipocresía a la que debía estar sometida. Siempre escoltada por guardaespaldas que la ignoraban y solo protegían por ser la hija de su padre. Siempre sometida a los preceptos del infierno, tratando de ocultar como era en verdad, todo para no avergonzar a su padre.
Despreciada por los nobles, atacada por los señores supremos.
Mantuvo la solemnidad en cada ocasión, respondiendo a las agresiones cuando intentaban dañar el honor de su padre, y era por ello que muchos nobles se dirigían a ella con cierto respeto, sin embargo, muchos otros no lo hacían. No la veían digna para heredera el trono, para ellos Charlie solo era una burla, una estúpida princesa que solo soñaba con arcoíris.
Y sabía que su padre la consideraba una decepción.
Pero no valía la pena empezar una pelea por eso. No de nuevo. Ya había pasado demasiado tiempo.
Por ello, decidió enfocarse en Alastor.
— ¿Es la primera vez que entras al castillo de infierno? —pregunto, su tono de voz era algo nervioso.
—No es fácil que simples pecadores ingresen de forma tan despreocupada al palacio de su padre, princesa. Así que sería la primera vez que lo vería en persona—recordó, y Charlie casi quiso ahogarse de vergüenza, al recordar claramente ese detalle.
—S-Si, había olvidado eso —expreso avergonzada.
—Pero es una interesante experiencia la que tendré el placer de vivir, incluso muerto, sigue siendo todo un honor conocer al diablo en persona —expreso son saña.
Para muchos otros, lo que estaba por pasarle a Alastor era un verdadero honor, porque estaba traspasando los límites que muchos señores supremos ni siquiera se atreverían con soñar. Pero para Charlie, era solo un martirio que no quería volver a pasar, aunque tuviera la gran responsabilidad de cumplirlo en ese momento.
A la distancia, a través de la carretera solitaria rodeada de árboles oscuros, el castillo de Lucifer ya podía verse en la distancia, imponente y amenazante. Más pronto que tarde la joven de cabellos dorados empezó a sentirse más preocupada.
A su lado, Alastor se muestra con una sonrisa maliciosa y una mirada traviesa en sus ojos rojos. Sin pensarlo mucho, sabe que princesa está nerviosa por su forma de actuar, se le notaba tensa y arreglaba varias veces el vuelo de su vestido, tratando de mantenerse serena de algún modo. Así que, sosteniendo su micrófono en su mano, habla con su voz de radio.
—Buenas tardes, queridos oyentes. Estamos en vivo desde el infierno, acompañando a la princesa Charlotte Morningstar en su viaje al castillo de su padre, el rey Lucifer. ¿Qué emociones nos esperan en este encuentro familiar? ¿Habrá abrazos, besos, o quizás algo más... dramático? ¿Quizás una pelea familiar?—comentaba este mientras la expresión preocupada de Charlie, saltaba a una llena de consternación y vergüenza.
—Alastor, por favor, deja de hacer eso. No es gracioso —pero este simplemente siguió con su actitud juguetona.
—Oh, vamos, Charlotte. No seas tan seria —le dijo, pellizcando una de sus mejillas—. Estoy tratando de animarte un poco.
—Lo sé, lo sé. Pero es que siempre me pone nerviosa hablar con él —contesto.
—Bueno, sabes que tu padre no es tan malo como parece. No es como si fuera a matarte solo por anunciar un nuevo pecador redimido.
La joven se encogió en su asiento, viendo hacia los guardias, aunque estos ni siquiera parecían haberle prestado atención. Con una mirada soez, le advirtió que no siguiera en el camino que estaba pensado dirigir la conversación, a lo que el demonio solo se rio más, dándole el gusto de no continuar ese tema.
—Cambiando de tema, querida, he escuchado grandes rumores sobre los grandes misterios que hay detrás de aquellas imponentes puertas ¿Es verdad que en ese sitió existe una réplica de los principales tesoros perdidos de la tierra?
—Ehh —lo pensó un momento, tratando de refrescar su memoria—. Mi padre tiene toda un ala del palacio solamente de tesoros ¿hay alguno en particular que te gustaría ver? —le pregunto, este hizo ademan de pensarlo bien.
—No lo sé, la espada de Damocles o la de Juana de Arco pudieran ser interesantes. Sería demasiado interesante desaprovechar la oportunidad de tenerla entre mis manos —comento, y Charlie sintió que estaban pisando terreno peligroso.
—Yo bueno, eso sería...
—Descuida cariño, te estoy tomando el pelo —contesto burlón, pero eso solo hizo que la tensión en sus músculos se liberara, logrando que apenas lograra contener una ligera risa—Has vuelto a reír de nuevo —comento de forma vaga, logrando que Charlie lo viera por un momento cuando se dio cuenta de que habían llegado ya a la entrada del castillo de infierno.
La curiosa conversación la distrajo un tiempo de 20 minutos, siendo suficiente para que llegaran y no tuviera que angustiarse demasiado el camino restante atravesando la ajetreada ciudad hasta llegar a la entrada del castillo.
En sí mismo, no entendía porque estaba actuando de ese modo, quizás estuviera tomándolo como una excusa para mantener la calma, pero parecía que al wendigo no le importaba demasiado como se sintiera respecto a la visita a su padre, él podía ser atento, pero no tan considerado. Aun así, tenía que admitir que estaba agradecida con él.
En poco tiempo atravesaron el gran portón del castillo. El edificio que conformaba el palacio infernal era prominente, manteniendo una imagen similar a los palacios europeos de la vieja época, el cual disponía de un amplio territorio que llegaba hasta los límites de la ciudad. Se podría decir que era lo único con cierta belleza entre todo el caos de la capital del infierno.
Una vez el automóvil se detuvo, los dos guardaespaldas salieron primero para abrirle la puerta a la joven princesa, no intentaron darle la mano como parte de un protocolo de recibimiento, únicamente anunciaron su llegada, como si ella fuera otro invitado más en el palacio.
En su despacho, en lo alto de la torre del palacio, el rey Lucifer ordenaba unos documentos. No le gustaba usar lentes, pero con el paso del tiempo, había sentido que necesitaba usarlos y con el aumento de un molesto papeleo, se vio atropellado, revisando los informes de los últimos acontecimientos en el Infierno, especialmente, los detalles del asesinato de Abigor y la participación de Lady Hazbin en la aniquilación de al menos cuarenta ángeles exterminadores en la última purga.
Se recostó más sobre la silla, quitándose los lentes y masajeando sus parpados.
Era simplemente inaudito y quería mandar todo al carajo. Estaba aburrido y cansado de lidiar con los problemas de los demás. De repente, escuchó un golpe en la puerta.
—Adelante —dijo con voz autoritaria.
La puerta se abrió y entró uno de sus sirvientes, un pequeño diablillo con una expresión nerviosa.
—Majestad, tengo una noticia que darle —dijo el sirviente.
— ¿Qué es? -preguntó Lucifer, sin levantar la vista de los papeles.
— Su hija, la princesa Charlotte, ha llegado al palacio —anunció.
— ¿Y? —dijo Lucifer, indiferente. Ya sabía de antemano que su hija vendría, siempre tenía que venir cuando un maldito pecador se iluminaba y subía al cielo, no era la primera vez que pasaba. Solo tenía que esperarlo en el salón y ya.
—Esta vez no viene sola, señor. Está acompañada por Alastor, el demonio de la radio —añadió el sirviente.
Lucifer levantó la cabeza y frunció el ceño. Eso era nuevo. No creyó que viniera en compañía de alguien, en especial de su nuevo socio comercial. Ni siquiera sabía porque se habían afiliado para trabajar juntos en primer lugar, eran demasiado diferentes en pensamiento y acciones.
El tipo era un psicópata sádico que disfrutaba causando caos y dolor. ¿Qué hacía con su hija? No le gustaba nada ese sujeto para con ella.
— ¿Dónde están? -preguntó Lucifer, levantándose de su asiento.
—En el salón principal, esperando su audiencia —respondió el sirviente.
—Bien, dile que voy enseguida —ordenó Lucifer.
El sirviente asintió y salió del despacho. Lucifer se puso su capa roja y su sombrero de copa, dirigiéndose al salón principal. Mientras caminaba por los pasillos del palacio, comenzó a pensar en su hija.
Había pasado tiempo, si, mucho tiempo desde que la había visto. Siendo seres inmortales, el paso de los años se sentía diferente como lo concebían los seres humanos. Cinco años en comparación con los eones que habían vivido eran solo un segundo de su vida, aun así, como habían terminado las cosas para ellos la ultima vez era lo que hacía que ese transitar se hubiera sentido tan largo.
Lucifer en sí mismo no era del todo como todos esperaban que fuera con su hija, no la odiaba. La quería mucho, demasiado, incluso más de lo que estaba dispuesto a admitir ante nadie. Pero también fue parte de ese amor lo que hizo que se desviara del camino, a uno tormentoso y diferente, al punto que no entendía sus decisiones ni como llego a ellas. El mismo reconoce que la mimo demasiado y que no haberla expuesto al mundo donde vivían era lo que la hizo ser demasiado ingenua, pero también existía algo en la propia naturaleza de Charlotte que la hacía diferente a todos, que la hacía brillar dentro de un espacio tan oscuro y corrupto donde no debería haber la mínima muestra de compasión ¿Por qué se empeñaba en reformar a los demonios? ¿No sabía todo lo que eso implicaba para ella? ¿No veía que el Infierno era un lugar de castigo y sufrimiento? ¿No se daba cuenta de que estaba poniendo en peligro su vida y su posición?
Lucifer recordó con pesar la última vez que hablaron. Fue hace tres años, cuando Charlie le anunció como su plan de abrir un hotel para rehabilitar a los pecadores al fin había logrado su segunda alma llevada al cielo.
Escucho más pronto que tarde la voz cantarina pero algo tímida de su hija presentarse en el salón, el alma de una joven pecadora de nombre Natalie fue la que ascendió al cielo en esa ocasión y estaba muy feliz de anunciar el proceso de redención logrado por su hotel. Había una pequeña comitiva del cielo presente recibiendo el informe para llevarlo al cielo, escuchando "atentamente" la exposición de la princesa que una vez termino, espero alguna palabra del emisario angelical, que trataba de uno de los tres arcángeles que se encargaban de "purgar" el mal de la humanidad.
Este se levanto de su asiento, caminando en dirección a la joven princesa. Esta se tensó, poniéndose nerviosa, especialmente cuando este se quedo de pie frente a ella.
—Bien hecho, a pesar de tu sangre corrupta, has hecho algo bueno por tu ego —celebro de forma irónica el arcángel dándole la espalda a la joven y alejándose con su sequito en dirección a la salida del salón para regresar a su hogar, el cielo.
Desde su trono, el rey había visto todo y en sí mismo, no podía negarlo, vio en su mirada como ella había esperado algo más, un pequeño reconocimiento por su labor desinteresada, recibiendo solo desdén y desprecio, algo que él ya había vivido en el pasado, por lo que no le sorprendía para nada, pero en lugar de haber sido correcto, al menos dándole el mismo el reconocimiento que debería haberle dado, de ser diferente a los que siempre critico por su soberbia y rectitud, solo coloco más sal en la herida.
—Creo que te ha quedado claro como es la verdadera naturaleza de esos que buscabas honrar con tus patéticas acciones ¿ya te sientes un poco satisfecha por haber cumplido con tus caprichos? ¿Cuánta más vergüenza me harás pasar antes de quedar satisfecha?
Charlie se quedo muda en su sitió.
Su labio tembló y su boca se abrió para decir algo que no salió, cerrándola cuando no halló con que contradecir las palabras de su padre. Fácilmente Lucifer podría haber terminado allí la conversación, dejar todo y simplemente retirarse como muchas otras veces, pero esa vez fue diferente.
Había sido extremadamente paciente y considerado. Dejo que ella jugara e hiciera todo lo que le viniera en gana por ser su única hija, le dio ciertos medios y recursos para continuar con sus proyectos a pesar de estar en contra, porque no pensó que fuera a suceder alguna vez.
Pensó el primer caso como un milagro, algo que ocurre cada millón de años y que no vuelve a suceder porque es algo extraordinario, creyó que con eso ella se quedaría tranquila y dejaría todo allí, como un capricho que finalmente ha logrado cumplirse, con la diferencia que solo la había animado más hasta lograrlo de nuevo. Y eso desencadeno su ira.
Lucifer trató de hacerla cambiar de parecer, le explicó los riesgos, le ofreció alternativas, debido a que las purgas era algo que no podría desaparecer jamás, incluso pensó, humillarse al punto de rogar que desistiera. Pero Charlie no le hizo caso. Se mostró firme y decidida, con una llama voraz en sus ojos que el reconoció tener alguna vez, y no le gusto. Ella le dijo que era su sueño, que quería hacer algo bueno por el Infierno, que tenía esperanza en los demonios. Parecía estar a punto de llorar, destrozada en lo más profundo de su ser como muchas veces él había logrado para tratar de volverla al verdadero camino, al que ella en verdad merecía.
Y luego le soltó la misma frase que él le dijo a su padre Dios, hace eones:
"Padre, ¿tú en verdad me amaste?"
Lucifer sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Charlotte escapo corriendo con lágrimas en los ojos en esa ocasión, sin esperar una respuesta aunque el rey no hubiera podido darle una en ese momento debido al shock que sintió.
Sí, la amaba. La amaba más que a nada en el mundo. Pero también la temía. Temía que se convirtiera en una traidora, como él lo fue. Temía que se revelara contra él, como él lo hizo contra Dios. Temía que lo abandonara, como él lo hizo con el Cielo y porque él estuvo a punto de hacerlo con ella, en el pasado.
Lucifer llegó al salón principal y vio a su hija sentada en un sofá, junto a Alastor. Charlie lo vio y se levantó para saludarlo con una simple reverencia, ya no había una sonrisa brillante en su rostro, ya no estaba esa calidez inmensurable de la que siempre fue acogido, ya no veía ese amor que ella le profesaba como su padre, solo había desdén y decepción.
—Hola, padre —dijo Charlie con sequedad y cortesía.
Y aunque en su pecho había una mezcla de amor y reproche, no le quedo de otra que volver a su máscara de tirano, abandonando sus sentimientos y debilidades, porque al final de cuentas, en el infierno no servían de nada.
—Es bueno verte de nuevo, Charlotte.
Feliz noche corazones, disculpen de verdad las semanas de abandono, no han sido dias faciles a nivel emocional y el bloqueo me ha superado, pero espero poder seguir trayendoles los capítulos poco a poco ¿que les ha parecido este en particular? Conocemos un poco más la ansiedad y el pasado entre padre e hija asi como ciertas asperezas que siguen aun muy frescas ¿como creen que suceda todo en aquella reunion? ¿Alastor hara algo para hacer enojar al rey o que piensan? Espero leer sus teorias, las del capitulo anterior me gustaron mucho. Les dejo un gran saludo desde Venezuela y se me cuidan mucho
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro