Capítulo 27. Redención
Esa tarde, luego de que Husk los hubiera encontrado en una tensión incómoda, no pudo evitar escapar y a diferencia de momentos anteriores, no fue directamente a su habitación. Termino corriendo por las escaleras directo hacia el jardín del hotel, en busca de aire fresco porque si se quedaba sola y encerrada no sabría cómo podría sopesarlo.
Una vez allí, con el rostro todo enrojecido, se cubrió el rostro con las manos mientras contenía un grito lleno de vergüenza y se arrodillo frente a una de las jardineras.
Quería desaparecer en ese momento.
Lo único que podía pensar era ¿Qué había sido todo eso? Todo había pasado tan pronto y deprisa, que solo pudo quédese pasmada contra la pared.
Apenas había sido un segundo, pero sentía las piernas como gelatina. Y como no estarlo, si Alastor le había visto de una forma tan hambrienta y siniestra que ni siquiera podía compararse a la primera vez que lo hicieron, y eso la dejo estupefacta. El modo en cómo le veía, con sus ojos oscuros por la lujuria, con palabras mordaces y llenas de irá que buscaron dominarla desde el momento en que retrocedió hasta la pared, volviéndola su presa. Charlie jamás imagino que pudiera ver a Alastor de ese modo, dejándola con el corazón tan acelerado que casi le llegaba a la garganta.
No podía negarlo, desde que lo conoció, Alastor siempre fue un hombre seductor a su muy particular manera, un caballero de primera que era claro para todo el que lo conociera, y el modo en como actuaba, la elegancia de sus movimientos y lo encantador de su forma de ser, era lo que lo que hacía en uno de los pecadores más solicitados de ciudad pentagrama, tanto en damas como caballeros.
Siempre estaba en boca de todos para bien o para mal. Pero a pesar de toda esa atención, él nunca puso interés en nadie, e incluso, cuando ella misma lo orillo a los eventos de esa noche, Charlie sabía que habían sido parte de un efecto provocado por sus feromonas. Entonces ¿Qué había sido todo eso? ¿Tanto le había herido el ego que quiso demostrarle lo que podía llegar a hacer?
La mera idea solo la hizo temblar, sintiendo como algo en su interior amenazaba con consumirse por completo.
— ¿Señorita Charlie?
La joven se levantó del suelo, mirando a la inquilina que la veía desde la espalda con curiosidad y preocupación.
— ¿Se encuentra bien? —pregunto.
— ¡Sí! Estoy bien perfectamente, Sarah ¿y tú qué haces aquí?
Sintió como la vergüenza la tomaba, creyó que había estado sola todo ese tiempo. Mirando nerviosa a todos lados, apretó sus manos mientras la pecadora le veía.
—Bueno, recién estoy saliendo del invernadero, hemos tenido una cosecha muy maravillosa de rosas y lirios infernales, me estaba llevando este racimo para adornar mi habitación—le indico, mostrándole una maceta con flores que tenía en sus manos.
Y en efecto, la pecadora estaba vistiendo un estilo ropa más rudimentario al que usualmente utilizaba, así como llevaba puestos unos guantes de jardinería. En ese momento Charlie recordó que era pleno jueves por la tarde, de modo que en ese momento, un grupo de inquilinas tenía una sesión extracurricular de jardinería que recién habían iniciado hacía dos meses por petición de Nifty. La misma se había integrado muy bien, así que la dejo querido llevar esas sesiones con otras pecadoras.
—Q-Que bueno, es maravilloso ver eso —le dijo en verdad congraciada con el resultado. Quizás el modo en cómo se encontraron no haya sido el mejor, y de verdad que estaba muriendo de la vergüenza, pero quizás hablar con alguien le ayudaría a no pensar demasiado en lo sucedido con Alastor.
—Señorita Charlie —la llamo Sarah.
—Dime.
—Discúlpeme que se lo diga, pero tiene todo el labial corrido por sus labios —le comentó, y los colores subieron de nuevo al rostro de Charlie entendiendo que había ocasionado eso.
— ¡¿D-De verdad?! —habló con un tono más alto que lo normal—, oh, eso es terrible, entonces, s-si me disculpas, tengo que irme a limpiarme ¡Adiós!
Y huyó sin esperar parecer muy disimulada, dejando bastante confundida a Sarah que estuvo mirando el espacio vacío por un momento hasta volver a sus actividades.
Al día siguiente, como bien acordaron, Husker se presentó a la oficina personal de Alastor. Esta no era la que usaba regularme para la gerencia del Hotel, sino una particular para revisar todos los demás asuntos que necesitaba atender.
Como bien todos en el primer anillo del infierno sabían, las señales de radio eran de única administración del demonio del mismo nombre. Eso implicaba un control constante para que ningún demonio intentara abusar del uso de las antenas de trasmisión que estaban en su poder, pero por supuesto, como alguien caritativo que era, Alastor tenía la potestad de ceder concesiones de uso, lo que le permitía adquirir un amplio beneficio económico a pesar del desusó que podía estar teniendo la radio en la actualidad. Aun así, seguían funcionando las estaciones radiales de música, las emisoras de noticia y algunas que otras radionovelas que eran un cierto disfrute para el wendigo, aunque no de forma constante como antes. Ya se había aburrido un poco de su administración exclusiva, y tenía ciertos subordinados externos que se encargaban del cuidado y supervisión de las mismas, aun así, cada quince día se encargaba de revisar los informes de cada estación, así como el mantenimiento de las antenas de trasmisión.
Y eso por supuesto, le daba una amplia cadena de influencia en todo el primer anillo del infierno.
Cada que una radio estuviera funcionando, el no solo obtendría un importante poder, sino también, una interesante fuente de información. Cada demonio que no podía hacer uso de la televisión o las redes sociales, atrapados en el tráfico, en las colonias o haciendo uso de las mismas a través de negocios secretos a los dominios de Vox y su pandilla, todos y cada uno de ellos eran una fuente de información de la que constantemente podía hacer uso gracias a su poder.
Así era como su red de información funcionaba.
Tenía un grupo selecto en el cual depositaba la tarea de suministrarle la información que necesitaba, dos de ellas eran Huskar y Niffty, pero había otros demonios que eran locutores, publicistas y demás quienes mantenían los programas a flote en cada una de las estaciones. Nada no muy diferente a como era en la tierra, con la diferencia que incluso si lo deseaban, algunos usuarios podían emitir sus amenazas de muerte en vivo y Alastor gozaba de escuchar aquellos pequeños espectáculos que se presentaban cada tanto. Pero volviendo a su propia dotación de personal, en sí mismos, todos ellos tenían tareas pequeñas que podían a considerarse como inocentes para muchos otros, pero detrás de puertas, cada uno era un espía a su modo, y en esta oportunidad, era la ocasión ideal para hacer uso de ellos.
Y desde que empezó sus ataques a ciertas bandas que buscan atormentar a los seguidores o miembros menores de HAZBIN, comenzó a desarrollarse cierta molestia de parte de algunos señores a los que esas bandas solicitaban cada tanto tiempo.
Así que por eso convoco a Husk.
Para el ojo público podía ser un borracho y perdedor compulsivo, obsesionado con las apuestas. Sin embargo, detrás de cuerdas era un soldado retirado que había servido como espía durante la primera guerra mundial. Tenía entrenamiento táctico y era un excelente recolector de información, así que estaba dispuesto a entregarle una tarea que estuviera a la mano de sus habilidades después de tanto tiempo retirado.
El problema fue cuando su peludo amigo lo encontró en una situación bastante comprometedora. Habiendo acordado reunirse previamente, el mismo fue quien incumplió con su acuerdo y los llevo a esa incómoda situación, pero de verdad no había esperado llegar a tal extremo.
Mirándolo en retrospectiva, Alastor había estado fuera de sí.
Sentía que se desconocía por completo.
El wendigo siempre había sido cuidadoso al momento de llevar a cabo sus movimientos, e incluso, se regodeaba de la inmensa compostura que podía tener en determinadas situaciones. Simplemente no espero que Charlotte lo siguiera de esa forma tan descuidada y grosera.
Luego de aquella noche en la que ambos parecían tener ciertas reticencias por abordar, lo menos que Alastor quería era permanecer juntos en un espacio que estuviera fuera del ojo público. Lo veía como lo más adecuado para continuar con sus actividades.
No obstante, los eventos se desarrollaron de otra forma. Ambos en el medio de su suite privada, completamente solos y con ella aun vistiendo aquel ajustado traje, solo era la fórmula perfecta para el desastre. Entonces la princesa volvió a hablar y no pudo controlarse cuando ella trajo el tema de aquella noche a colación.
Decir que sintió insultado era solo la punta del iceberg, no había estado solo enojado, se sintió colérico. Nunca se sintió tan rebajado y subestimado, incluso cuando el mismo afirmaba el completo desinterés que tenía con los deseos mundanos. Ser tratado como alguien que fue abusado en una situación así, era completamente denigrante y no pudo tolerar la mínima aproximación, especialmente de ella.
Él también era un hombre capaz y no pensaba dejar que ninguna pequeña princesa lo tratara de menos, incluso en esos temas. Él había sido capaz de llevarla al borde del colapso, no una, más de dos veces hasta que el efecto de sus feromonas se terminó aquella noche. Así que era demasiado insultante que lo tratara como una débil damisela. Tenía que demostrarle cuan hombre podía ser, y verla completamente a su merced se había sentido mejor de lo que podía admitir.
Charlotte se había quedado sin saber qué hacer, actuando de una forma tan vulnerable y asustada, que el hecho de verla como una posible presa hizo que Alastor perdiera cualquier limitante, tomándola por su rostro firmemente y devorando sus labios como el néctar más exquisito en el infierno. La primera vez que estuvieron así fue en completa desventaja, con el wendigo rebajado por las feromonas de la princesa y por su inclemente fuerza, pero ahora la situación estaba inversa y Alastor como lo gozaba, verla tan sumisa a sus avances era lo más adictivo que había encontrado, al punto que podía impulsarlo a seguir por más.
Hasta que fueron interrumpidos, devolviéndolo a la realidad.
Si Alastor era sincero, agradecía haber sido interrumpido en el momento adecuado, antes de que todo se descontrolara y el encuentro pudiera haber sido más embarazoso de lo que ya había sido.
Ahora bien, de vuelta su situación actual. Husker estaba sentado frente a él, congelado en la silla lateral a su escritorio, apretando las garras sobre sus peludas piernas mientras el analizaba bien que palabras decir.
Qué más decir, era la primera vez en toda su asociación que atravesaban eventos similares, ni siquiera encontrarlo en medio de una de sus masacres había sido tan perturbador como verlo en medio de un avance con una dama.
El silencio era incómodo y la forma fija en como el wendigo miraba al demonio gato era más espeluznante de lo podía haber imaginado. Claro, llevados los años que tenían "trabajando" de forma conjunta, no es como si el felino no estuviera ya acostumbrado a la forma en cómo Alastor le veía y le trataba, e incluso debía admitir la tremenda capacidad que este tenía para sacarlo de sus casillas, pero, en esta ocasión, lo que más le asustaba era que ese maldito imbécil de Alastor estuviese completamente en silencio.
—Entonces —quiso iniciar la conversación para no permanecer más esa situación.
Ya se sentía bastante perturbado solo por encontrarse e esa horrorosa oficina que tenía en su propia suite, rodeado de cabezas disecadas de venados, estantes llenos de libros, en un ambiente antiguo y acogedor de lo que sería cualquier casa elegante del principio del siglo veinte de Nueva Orleans, esa sensación extraña de Husk al encontrarse en completo silencio con Alastor era incluso más espeluznante de lo que él quería aceptar. El sonido de la estática del demonio de la radio, el cual subía y bajaba de intensidad aleatoriamente, estaba molestando al felino, mientras esperaba a que el demonio que lo había convocado en ese lugar, al fin le prestara atención.
— ¿Y bien? ¿Me tendrás preso en esta oficina toda la mañana, viéndome con esa cara de mierda? —no pudo controlarse a decir, cansado y perturbado como se encontraba.
Lo había llamado muy temprano en la mañana, sus esbirros lo trajeron casi arrastras y esperaba algo mejor que mirarlo fijamente como si no hubiese algo mejor que hacer en todo el maldito infierno.
—Bueno estimado, aparte de nuestro asunto inicial, es mi deber informarte que debes guardar silencio por todo lo que viste la tarde de ayer —expreso juntando sus manos sobre el escritorio.
El demonio gato elevo una ceja por aquellas palabras de su parte, no esperando que el creyera que tuviera al menos la audacia (o estupidez) de contar a los demás sobre los asuntos que él tenía con la dulce princesa. Nadie sería tan estúpido como para querer pasarse de listo con él y ya tenía muchas deudas como para querer hacerlo enojar más.
Además, quien era él para hablar de cosas que no le correspondía. Si él quería coger, eso era su problema.
—Si, como sea. Aparte de mi silencio ¿Qué otra mierda más querías que hiciera? No me llamaste solo para eso —dijo.
La sonrisa de Alastor se alargó, dejando en sus manos un informe escrito para que este leyera. Este lo tomo, sacando de su pelaje un par de lentes de montura sencilla, comenzó a leer el contenido lentamente hasta que volteando las hojas, su expresión se fue agrandando hasta soltar los papeles sobre el escritorio con furia.
— ¿Me estas jodiendo? —bramo.
—No, no lo creo mi estimado —le indico el wendigo. Su tono de voz era burlón, pero tomo precauciones quemando el conjunto de papeles con su magia, los cuales se consumieron en el aire, no dejando evidencia de su existencia.
— ¿Esa es tu nueva tarea para mí? ¿Quieres que me involucre en una posible guerra territorial? —increpo, la audiencia de la radio de Alastor celebro por su hallazgo.
—¿No es un excelente plan, querido Husker? ¿Qué mejor que cumplir con las ordenes de la princesa mientras pateamos un poco el eléctrico trasero de Vox rompiendo ciertas cadenas de suministro? Oí que se estaban beneficiando de la masacre de ángeles y obteniendo productos derivados de sus armas angelicales. En la lógica común podrían haber pensado en una alianza, pero son tan estúpidos que solo quiere tomar el monopolio buscando la cabeza de quienes podrían ser sus principales proveedores. Así que, en vista de los hechos, este es un negocio que podríamos aprovechar para nuestro beneficio, y el de la princesa —dijo.
—¿Estás loco? —increpo—. ¿Acaso crees que "tus viejos amigos" no se darán cuenta de tus intensiones?
—No, no lo harían si se dieran cuenta de quién está detrás de todo, pero mientras no sepan, no existirá forma de que puedan hacer llegar sus repercusiones a nosotros —le explico como si fuera algo tan sencillo como montar un día de campo. Husk se pasó las manos por el rostro, con cansancio.
—Es un trabajo delicado —menciono. El wendigo lo miró un momento.
—Por tal motivo es que tienes que ser —respondió.
Alastor se levantó de su asiento, paseando alrededor del escritorio en dirección a la ventana de la oficina.
—A diferencia de todos mis informantes, eres el único con la capacidad de generar la imagen necesaria para pasar completamente desapercibido y defenderse en caso de requerirlo —explico—. Tu tasa de supervivencia es superior, además, jamás te han descubierto alguna vez ¿o me equivoco? —menciono, ladeando la cabeza con suficiencia.
Husk sabía que tenía razón, de modo que, si le pedía esto a él, es que la situación era bastante álgida ¿En qué diablos se estaba metiendo ese bastardo con la princesa? Esto era superior a todo lo que había hecho antes, incluso el temor estaba surcando su cuello, pero a ese punto, si volvían a matarlo, solo volvería a aparecer después de un tiempo en alguna parte de la ciudad.
— ¿Por cuánto tiempo estaré fuera? —pregunto.
—Solo unos tres meses, no espero que la misión que estoy dando genere sospechas, además de que es indispensable que estés a dos meses del exterminio anual para que cubras la posición que tienes en el hotel —indico.
El demonio lo miró por un momento. Evaluó bien las palabras que estaba por decir, pero dado lo que le estaba pidiendo y el riesgo que estaba por correr, tenía derecho a preguntar.
—Estás bastante involucrado con este proyecto de la princesa —comento el demonio, Alastor no dijo nada—. No es solo por el entretenimiento ¿verdad?
—Quien sabe, hay muchas cosas que son interesantes aquí ¿no es así? —respondió, ignorando de forma descarada la pregunta, pero de igual modo, hubiera sido todo un milagro si contestaba con la verdad.
—Bueno, si eso es todo, me iré a preparar mis cosas —índico levantándose del asiento.
—Ah, espera un momento, mi estimado amigo —lo detuvo, haciendo que este volteara a verlo con confusión, pensó que ya todo estaba acordado—. Antes de que te vayas voy a necesitar tu ayuda con un asunto más.
Saliendo del comedor, Charlie suspiraba con cansancio. Durante toda la mañana estuvo rogando no encontrarse con Alastor, aprovechando que este tenía una reunión con Husk de la cual no había salido y eso era gran alivio para la princesa. Estaba segura que no sería capaz de verlos a la cara luego de lo que paso. Apenas logro disimular su vergüenza porque los pensamientos volvían a su cabeza.
No podía entender porque había hecho eso, entendía que estuviera molesto y que quizás, disculparse en exceso fue contraproducente. Porque hasta esa fecha Charlie no había visto a Alastor tan molesto como ese día y temía que hubiera herido su orgullo de algún modo. A ese punto, sabía que no debió haberlo seguido de esa forma y que debió esperar un mejor momento, pero había estado tan abrumada por tantos pensamientos que quiso hablar lo más pronto que pudiera o se volvería loca.
El problema es que solo empeoro las cosas y los hechos que vinieron después se desarrollaron de una forma extraña. Deteniéndose en un pasillo, se cubrió el rostro con un largo suspiro.
¿Es que acaso le devolvería la jugarreta que le hizo de esa forma? Ella había pasado el límite y Alastor era todo menos un buen perdedor. Suspiro sin poder evitarlo.
De repente, una curiosa sombra se posó por sus pies, deteniendo su paso. Charlie casi cae en el proceso, controlando su estabilidad por poco. Al momento, la sombra de Alastor emergió sobre el suelo y la miro lo miró con una espectral sonrisa, dando una educada reverencia ante ella.
—Ehh ¿Hola?
El espectro ladeo la cabeza, viéndola fijamente.
— ¿Se te ofrece algo? —le pregunto, pero esta siguió viéndole fijamente, sin emitir ningún sonido.
Charlie no era muy letrada en el manejo de los espectros, siempre le fueron algo perturbadores por lo que paso de ellos en sus lecciones de magia y criaturas infernales mientras aun estudiaba en el palacio. De modo que no sabía bien qué quería y aunque le preguntaba, este solo le veía sonriendo.
Pensó un momento que hacer, hasta que se le ocurrió una idea. Levantando su dedo índice, su sombra entonces emergió de sus pies para presentarse ante la sombra de Alastor. La figura que emulaba la forma de la princesa sonrió con el brillo escarlata en lugar de sus ojos, ella parecía bastante divertida ante lo que tenía frente a sí.
—Por favor averigua lo que quiere decirnos —le pidió Charlie.
No era un espectro como la sombra de Alastor, pero su propia sombra encantada podría al menos manejar el mismo tipo de lenguaje astral que este, lo que, al tocarlo, podría darle una idea de lo que quería decirle. Y allí fue finalmente supo lo que había venido.
— ¿Alastor quiere que nos veamos? —pregunto con intriga y sorpresa.
La sombra de Alastor se sintió algo cohibida luego de la intervención de la sombra de Charlie, encogiéndose un poco a unos metros de distancia. Pero asintió de forma positiva. Además, parecía que Alastor estaba esperándola nuevamente en su suite del Hotel.
Al momento de comprender la orden de su maestro, la sombra de Alastor se retiró, siendo despedido por la de Charlie que parecía bastante complacida de haberlo visto. Una vez su sombra regreso a su lugar, la princesa se quedó un momento pensado.
No espero que pediría verla tan pronto, y de cierto modo, estaba bastante nerviosa.
Ir a la habitación de un hombre en cualquier horario del día, era algo que podía llegar a malinterpretarse bastante y luego de todo ese asunto que ocurría entre ellos, cualquier sospecha podía llegar a ser cierta si no tenía cuidado.
Su mente voló a la tarde anterior cuando Alastor la sorprendió contra la pared tomando sus labios como una bestia hambrienta. Su rostro se enrojeció de solo pensarlo, pero trato de serenarse. No podía dejarse llevar por aquellos pensamientos de nuevo. Nada bueno saldría si se dejaba llevar por sentimientos impuros cuando tenía que mantener una relación meramente profesional con él. Así que, armándose de valor y cordura, se encamino hacia el pent-house del hotel donde se encontraban sus suites.
Aun así, el nerviosismo no se separó de ella. Respirando con dificultad, aflojo un poco el cuello de la camisa mientras subía por el ascensor. Una vez llego a su piso, empezó a caminar en dirección a la habitación de Alastor, sintiendo los pies pesados. Fue solo cuando estuvo frente a la puerta del wendigo que el nerviosismo la comenzó a engullir. Tenía el corazón latiendo a mil por hora y sentía que podría desfallecer en cualquier momento, estaba a punto de dar la vuelta y serenarse un momento cuando esta se abrió dejando a Alastor justo frente a sus ojos.
—¡Charlotte! Bienvenida, llegaste justo a tiempo —saludo este movimiento su mano y cerrando la puerta de su habitación tras de él. No lo mostro, pero ese gesto calmo bastante a la princesa, dejándole respirar un poco más que antes —. Ahora ¿nos vamos? —pregunto. Charlie lo miró con confusión.
—¿D-Donde iremos? —pregunto mientras el wendigo la tomaba de los hombros, invocando un portal que los empezó a trasladar a otro espacio del hotel. Apenas pudo reaccionar, afianzándose firmemente a él mientras eran engullidos por el portal mágico.
Pronto, ambos demonios aparecieron en un espacio algo alejado del edificio principal, aunque seguían dentro de los terrenos del hotel. Era un espacio bastante austero, muy cercano al invernadero manejado por Nifty. A ese punto, Charlie seguía bien sin entender que hacían allí mientras Alastor le guiaba dentro de un pequeño salón. Una vez ingresaron, un jadeo de sorpresa fue exclamado mientras se detenía en el marco de la puerta, observando su interior.
—Esto es...
Era un espacio decorado y adecuado como un salón de música, delimitado por ciertos espacios, había varios tipos de instrumentos, de percusión, de cuerda, pero el que sinceramente más atrajo la atención de la princesa fue el bellísimo piano de cola que estaba al fondo, justo al lado de un gran ventanal que daba en dirección al jardín del hotel.
Sin poder creerlo todavía, el wendigo se posición detrás de ella, emitiendo una ligera risa de complacencia mientras la tomaba por los hombros.
—¿Y bien querida? ¿Qué te parece? Estaba esperando el momento y culminados los preparativos, me pareció conveniente mostrar mi nueva creación —declaro mientras existía un clamo de euforia de parte del público dentro de su radio interna.
—¿Creación? —repitió, dándose la vuelta para verlo, no entendiendo nada de lo que estaba diciendo —. ¿Te refieres a que tu hiciste todo? —dijo con la euforia creciendo en su estómago y sin poder creer lo que veía.
—¡Oh, sí! ¡es mi nuevo proyecto personal dentro de esta insólita instalación! —exclamo—, tuve esta idea hace un par de meses y fui desarrollándola hasta ser lo que es ahora, y estaba seguro que te iba a encantar.
Charlie estaba eufórica, mirando todos los detalles e instrumentos del salón como si fuera una niña con un juguete nuevo. Paseaba por todos los rincones del lugar que, aunque no era estrecho, apenas podría tener diez personas juntos sin causarse problemas. Aun así, para la joven era un gran sueño. La idea de incursionar en un salón de música del hotel era lo más encantador que podría habérsele ocurrido. Muchas personas podrían verse animadas a continuar otro tipo de terapias con esto, lo que abría muchas posibilidades para su proyecto de redención.
Además, no pudo evitar imaginar a Alastor tocando lentamente las piezas del piano de cola que allí reposaba, emitiendo ligeras melodías mientras esta le veía era algo que, seguro que querría seguir viendo. Pero, aun así, un malestar empezó a manifestarse en la boca del estómago de la princesa, que la insto a virar su rostro hacia la del wendigo.
—Por lo que me llamaste para hablar de esto —pregunto.
—Sí, así era cariño —respondió.
—¿Y no había nada más de lo que quisieras hablar? —cuestiono con cierto temor, jugando con los dedos de sus manos mientras veía al wendigo a escasos metros de distancia de ella. Este pareció sopesarlo por un momento, pero solo respondió lo siguiente.
—No, esto sería todo dulzura.
Un peso de decepción cayó sobre los hombros de la princesa, no sabiendo que pensar a continuación.
En verdad amaba esa nueva idea vuelta hecha realidad de forma tan espontanea de parte de Alastor, pero a pesar de la felicidad que eso le trajo y sin llegar a ser desconsiderada, no pudo evitar pensar que entonces no la había citado para hablar lo que había pasado entre ellos.
Sabía que no debía sentirse así, que quizás le estaba dando demasiado valor a algo que ella misma inició sin medir las consecuencias, pero hasta ese punto ella había sido capaz de sobrellevarlo, pero con lo sucedido la noche anterior, un nuevo sentimiento de deseo y ansiedad comenzaba a surgir en ella. No quería que las cosas se mantuvieran en esa incertidumbre, en donde sus actividades se vieran afectadas, pero la reacción de Alastor tampoco había ayudado a mejorar las cosas.
Aun así, esperaba que ese día pudieran conversar con tranquilidad y llegar a un acuerdo sobre mantener todo eso en el pasado, al menos para poder trabajar en calma como antes. Pero la actitud despreocupada del wendigo solo hizo que se enojara ¿Acaso iba a hacer como si nada hubiera pasado de nuevo? ¿Cómo si no fuera el mismo el que la beso y la miró como un animal hambriento? Sabrá Satán que hubiera pasado si Husk no los interrumpía cuando entro en ese momento, y desde entonces lo quería concretar lo que paso, por qué lo hizo, aunque eso la dejara en un limbo porque ni ella misma sabía que quería, solo no quería al menos más inquietud.
Y parece que Alastor se dio cuenta, porque intervino en el momento justo cuando el hilo de sus pensamientos tomaba una ruta bastante compleja.
—No he olvidado lo que paso, cariño —le dijo, sorprendiéndola y logrando que su corazón se acelerara—, pero por el momento, creo que es mejor aguardar para sentarnos los dos a conversar con calma.
Charlie no pareció muy convencida, tenían meses lidiando de forma muy poco profesional el asunto, y aunque ambos estuvieron completamente involucrados, tampoco habían dado el primer paso.
Alastor pareció notar su desconfianza ante su palabra, y en sí mismo, no podía negárselo. Pero él tampoco estaba dispuesto a dejar que ella lo guiara en ese asunto, el llevaría sus procesos a su modo y bajo sus condiciones. De ese modo, no tendría que sentirse incomodo o vulnerable por ella, así que, sonriendo con altanería, tuvo una excelente idea para manejar las cosas de una forma en todo estuviera bajo su control.
Cerrando la leve distancia entre ellos, se inclinó un poco para repasar su dedo índice sobre sus labios, disfruto el estremecimiento producto de su toque y le sonrió haciendo el indicativo que debía esperar un poco.
—No te angusties, mi encantadora demonio —le dijo, separándose lentamente de ella, cerrado ya su distancia con reserva—. La paciencia es una virtud bien recompensada, una vez llegue el momento, podremos conversar lo que tu desees sobre lo sucedido ¿O no lo crees querida?
Charlie asintió lentamente, sintiendo como la piel le quemaba tras el toque de sus manos. Si no hubiera sido por su fuerza de voluntad, se hubiera derretido en ese mismo sitio, pero tenía razón, quizás tendría que ser paciente y esperar, por el momento, hasta que ambos estuvieran preparados para hablar de lo sucedido.
Por lo que, respetaría su decisión.
—S-Si, tienes razón —razono, y Alastor sonrió complacido.
Ahora que habían podido llegar a un breve acuerdo, la princesa siguió dando vueltas por el salón, deteniéndose por momentos en los diversos instrumentos que allí reposaban.
—En verdad estoy sorprendida de lo magnifico que se ve este lugar —menciono la princesa pasando una de sus manos por el piano—Es hermoso, en verdad muchas gracias —le agradeció de todo corazón.
—Que puedo decir, es solo un deseo egoísta de mi parte —comento pasando sus manos por las teclas por el piano mientras caminaba alrededor de él.
Podía decir eso, pero en verdad le había puesto gran esmero al lugar, especialmente al área donde estaba el piano, el cual era uno de los espacios más lindos del salón.
—¿Tocas? —pregunto, esperando obtener una respuesta positiva.
—Podríamos decir que tengo experiencia —expreso y un deje enigmático se matizó en el modo en como admiro el piano mientras que detrás de él, Charlie le vio sentarse y a pasar sus manos con cuidado a través de las teclas.
De forma tranquila, el wendigo empezó a tocar.
Para gran sorpresa de su interlocutora, este se dejó por las notas de la partitura, entonando una suave melodía llena de melancolía a pesar del matiz alegre que había al final de ciertas secciones. Sin poder evitarlo, se dejó llevar, cerrando los ojos, imaginando un pasaje diferente al cielo rojizo e infinito del infierno. Un espacio lleno de paz, que, aunque pudiera tener sus dificultades, podría llegar a hacerle inmensamente feliz.
—Es una melodía hermosa —expreso, finalmente hablando luego de todo el tiempo que había permanecido allí de observadora.
—Es Chopin, querida. Un clásico sin duda —declaro, bastante a gusto por el halago.
—Es una melodía excelente, se parece mucho a ti —le dijo sonriente.
Este le miro interesado, no siempre recibía ese tipo halagos, puesto que nadie en ese lugar lo consideraba como algo más que un ser temible, lejano a prácticas tan pacificas cómo lo era el arte y la música, aunque era algo que disfrutaba bastante.
Le llamo bastante la atención como la princesa siempre tenía una forma diferente de ver a las personas, siempre alejado de la primera visión que todos tenían sobre ellos, y era en verdad extraño, considerando el lugar donde estaban. Pero a la vez, no debería sorprenderle en lo absoluto teniendo en cuenta su naturaleza, porque ella había Sido capaz de llevar a la redención a almas perdidas y entregadas al infierno.
—Tome clases en el pasado gracias a mi madre, quien es una experta en ello-dijo captando la atención de este nuevamente—. Practiqué mucho tiempo, pero no pude culminar mis estudios porque mamá no pudo seguir enseñándome por sus giras en conciertos, y sin ella como maestra, la música no me salía —admitió.
La forma en como había expresado el asunto había buscado salir como una broma, aunque claramente había un matiz nostálgico en ella. Rozando las teclas del piano, Alastor se levantó del asiento, llamando la atención de Charlie quien lo miro extrañada.
—Eso significa que es un buen momento para retomar tus lecciones —indico, cediéndole su puesto.
— ¿En serio? —pregunto nerviosa pero envuelta en un anhelo imposible de eludir— ¿No te estoy interrumpiendo de este modo?
— ¡Tonterías! Sería más interesante para mí ver cómo son tus dotes musicales, enséñame un poco de tu propia magia, cariño —expreso jocoso y aunque Charlie tenía cierto nerviosismo en ella, no dudo en posar sus dedos sobre las teclas, respirando hondo.
De forma lenta, una melodía sencilla y cálida empezó a manifestarse en la sala, una canción desconocida se emitía de forma lenta pero agradable para los oídos del wendigo quien se dejaba llevar por la tonada. Sus manos se movían en sus brazos buscando analizar el movimiento de los tonos cuando un desnivel certero cruzo la canción, desequilibrando y deteniendo de forma abrupta toda la composición. Inmediatamente, Charlie se ocultó entre las teclas, avergonzada.
—L-Lo siento, de verdad tengo muchas décadas que no toco y yo...
De repente, sintió como una respiración se cernían sobre su cabeza y una calidez se instalaba en su espalda. Detrás de ella, Alastor corrigió su postura y movió sus manos, haciendo que sintiera la diferencia de las teclas, instándola a reconocer todos los sonidos.
Aquel movimiento tan cercano la dejo sin habla, solo ateniéndose a dejarse llevar por el momento. Una vez las manos de este la dejaron, hizo un pequeño sonido de entendimiento, hablándole de nuevo.
—Has cometido un ligero error de principiante, pero es corregible. Te ayudaré a seguirla, por favor continua.
Abrumada, Charlie volvió a empezar la tonada, dejando que está vez la música fluyera. Desde su espalda, Alastor supervisaba el movimiento de sus manos y el seguimiento de la tonada. Con ayuda de su magia, iba creando el camino de las notas musicales que el mismo interpretaba, favoreciendo a Charlie para continuar con la melodía. Está era sin dudas una canción desconocida, seguramente de creación autodidacta, pero aún con sus errores, era en verdad encantadora.
Mirándola de reojo, Alastor sabía cómo esa canción había sido compuesta por ella, guiada por el sentimiento de melancolía y abandono, con el deseo ferviente de seguir ligada al cariño y atención de su madre. En verdad, era algo que el también reconocía y comprendía mejor que nadie, así que la tonada fue muy agradable, un arrullo para su alma contaminada. Que, a pesar de verse satisfecha con el resultado, no podía evitar conmoverse con la amabilidad de aquella princesa, que con gestos como aquellos, lograba desarmarlo hasta dejarlo cegado y atento solo a ella.
Entonces, de repente la princesa lo vio, el gran brillo cegador que iluminó todo el espacio y mostró para todos los demonios algo similar al sol. Un elemento dorado y brillante que jamás pensarían que serían capaces de volver a ver, pero que nuevamente había aparecido en ese lugar producto de una sola cosa: la redención de un alma.
Cómo pudo ella salió corriendo de la habitación y fuera del pequeño salón, atravesando todo el jardín de flores en dirección al origen de aquella luz, encontrando a la joven Sarah de pie, esperando frente a las puertas del hotel.
Charlie no estaba segura de cómo pasaba, ni siquiera tenía forma de admitir a otros sobre ello, pero lo más acercado que podía pensar para alcanzar la redención no solo era el hecho de purificarse y rectificar sus caminos, sino también que a pesar de todo el mal causado, hubiera el reconocimiento de ello y el perdón que podía darse uno mismo, alejando la culpa. Ver la figura completamente humana de Sarah acompañada de las alas y halo de luz, hizo que los ojos de Charlie se inundaran de lágrimas no solo de orgullo, sino de una plena felicidad.
—Gracias —fue lo único que dijo aquella alma antes de elevarse en el cielo y trascender el espacio de luz en el que nuevamente volvió a estar el gran pentagrama luego de unos minutos.
Un silencio acompañó todo el espacio cercano en el que muchas personas observaban como la joven se había ido, hasta explotar en una algarabía de emoción hacia la princesa que seguía limpiando sus ojos de las lágrimas de jubiló.
Ya con ello eran al menos diez pecadores redimidos en cinco años de servicio del hotel. La felicidad era inimaginable y los amigos más cercanos de Charlie corrieron a abrazarla mientras otros seguían viendo al cielo, incrédulos.
Feliz noche corazones, como les prometi tenemos la actualización de Lady Hazbin ¿que tal les ha parecido el nuevo capítulo? Sinceramente fue un poco más largo que los otros solo un poco, pero quizas era necesario, y ahora que un nuevo inquilino del hotel se ha redimido, muchas cosas se pondran algidas a partir de esto ¿que creen que pase? Aun seguimos con la tensión entre Charlie y Alastor que no hace más que aumentar ¿cuales sus apuestas? ¿Quien caera primero a sus impulsos? Me gustaria leer que piensan al respecto.
Tambien quiero dar un anuncio no muy grato y es que por motivos de viaje, la historia tendra una pausa de una semana, pero descuiden, volveremos la siguiente semana (viernes 28 de julio) con un nuevo capítulo de Lady Hazbin, esperenlo con ansias.
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