Capítulo 22: Encuentro cercano
Vaggie volteó hacia atrás cuando una barrera de fuego emergió de algún punto de la ciudad y abarco un espacio considerable que los ángeles evadieron debido a la prominencia de las llamas. Apenas habiendo luchado contra un exterminador que casi le vuela la cabeza a un pecador que recién llegaba al infierno, la polilla tuvo un muy mal presentimiento al ver ese fuego esmeralda.
—Tony ¿Dónde está Hazbin? —pregunto esta mientras su compañero de armas lanzaba un par de granadas contra un edificio en el que se acercaban otros ángeles en su dirección.
— ¿Qué? —grito este sin haberla oído.
— ¿¡Qué donde diablos esta Hazbin?! —bramo, volteando para varios lados y no encontrando la figura esbelta de su amiga moviéndose por la ciudad.
— ¡No lo sé! Nos separamos hace mucho —exclamo bastante ocupado y con la preocupación de rescatar a una pobre lagartija que termino afectada al ver su refugio destruido por las granadas que el lanzo—. Estaba en el grupo donde estaba Arackniss, skroll y el chulo de fresa.
Esta abrió los ojos ante el reconocimiento de que algo malo pudiera haberle pasado, con apenas un par de horas de haber comenzado la purga anual, muchas cosas podrían haber sucedido y terrible presentimiento se acento en la boca de su estómago.
En su lugar, Charlie se removió inquieta, en el estado en el que se encontraba, una acción tan sorpresiva y traicionera era simplemente intolerable, y más aún en un momento tan crítico cuando una bandada de ángeles amenazaba con atacar el lugar donde se encontraban sus amigos.
A escasos metros de ella, apareció Alastor lentamente desde uno de los portales de los cuales emanaban los tentáculos que la tenían presa.
—Oh querida, no lo tomes a mal—hablo el demonio—. Tú eres un personaje muy importante dentro de todo este escenario, pero nada valdría la pena si no puedes superar la prueba mínima, no sería un buen espectáculo.
La mirada burlona se posaba sobre ella, y con eso, la fuerza de los tentáculos se sobreponía cada vez más contra la propia.
—¿Esta ha sido tu idea desde el principio? —cuestiono, sintiendo como la ira cada vez más subía sobre ella, apenas pudiendo ser capaz de contenerla si no fuera por culpa de aquellos malditos tentáculos que la tenían presa.
—Pues claro dulzura. Es todo parte del espectáculo que he estado diseñando con fina precisión desde el ultimo exterminio—comenzó a explicar, mientras se paseaba a su alrededor como un cazador hacia una presa que había caído justo en la trampa—. Quería verificar una de mis principales incógnitas y ver cuál sería la reacción de la princesa cuando todo lo que había concebido se cae justo a pedazos frente a sus ojos, mientras los que considera sus aliados son masacrados y llevados a la nada sin poder ser capaz de levantar una mano —la estática aumento a niveles enfermizos, y los ojos del demonio fueron aumentando su brillo rojizo a tal punto, que era simplemente imposible dejar de verlos.
Sin embargo, Charlie se encontraba presa de la furia y de la indignación, maldiciéndose por tan crédula.
—Aunque debo admitir que fue una jugada brillante de tu parte el salvaguardar gran parte de tu equipo principal y disfrazar a tus cabras sirvientes de nosotros, tu ingenio fue sorprendente esta vez—inquirió con saña.
—¿Esto no es más que un juego para ti? —vocifero.
—Oh, pues por supuesto querida —respondió con una enorme sonrisa, indicándole con su micrófono la llegada de nuevos espectadores, unos muy especiales —. Después de todo, no creíste que te ayude solo por una buena causa, eres verdaderamente ingenua, Lady Hazbin.
Charlie cerro los ojos, maldiciéndose a sí misma. No sabía cómo pudo ser tan estúpida por creer que Alastor sería un aliado confiable. Todo aquello que habían realizado en el último año, había resultado ser una vil mentira. Pequeñas lágrimas de rabia comenzaban a salir en sus ojos, pero trato de ahogarlos diciéndose que no podía caer así.
Entonces, lo que más temía se presentó a unos pocos metros de Alastor, cabalgando un corcel infernal, el consejero de guerra utilizaba sus vestimentas de combate de hierro del infierno, usando el casco con el que solía preparar a las legiones demoniacas.
—Oh Abigor, querido amigo. Llegas en el momento perfecto, he conseguido lo que has estado buscando desde temprano —expreso mientras llegaba a sus espaldas el imponente demonio alado, este solo le miro con altivez, para luego enfocar su vista en Charlie.
—Bien hecho, sus acciones serán bien recompensadas ante la corona del infierno —indico, sin el más mínimo interés de verle a la cara. Dicho gesto no pasó desapercibido para Alastor, más considero no darle importancia en ese instante, dado el papel que tenía que hacer.
—No es más que un honor para mí servir a su majestad, ahora si me disculpan, tengo mejores asuntos que hacer dado que mi trabajo aquí ha terminado, ya no hay nada interesante que ver cuando un ciervo cae presa de un cazador.
Ante sus palabras, el wendigo le dirigió una última sonrisa burlona acompañado de su sombra, por su parte Charlie comenzó a forcejear.
— ¡Eres un maldito infeliz Alastor! ¡Un sucio y vil traidor! —gritaba Charlie tratando de removerse entre sus ataduras aun cuando estaban lastimando terriblemente sus muñecas y tobillos, si era descuidada, no podría moverse lejos aun así lograba escapar.
—Cuide bien sus palabras, Lady Hazbin. Le sentaría mejor decir sus últimas palabras antes de que envié su cabeza a su majestad Lucifer.
Pero Charlie no se tranquilizó, como si de un animal que cayó presa de una trampa, empezó a gritar y a removerse con violencia, pese al dolor de las heridas que empezaban a causarle los tentáculos de Alastor en su cuerpo. Pero eso no le importaba, solo tenía una cosa en mente y era tratar de escapar.
Tenía que escapar, tenía que huir de allí y salvar a sus amigos.
Desde su lugar, Abigor suspiro cansado y con una mueca de desagrado. Con brusquedad, la jalo del cabello obligándolo a mirarlo. La presión de su presencia la congelaron en el acto, cegando su respiración y haciendo que comenzara a hiperventilar, en medio de un ataque de pánico. Sus ojos, gélidos como el hielo, mostraron un profundo resentimiento al estar justo frente a ella.
—Deberé pedirle que guarde la calma si no quiere perder una o dos extremidades, su alteza —Charlie se congelo en su lugar, tratando de no mover ningún musculo o haciendo algo que pudiera ligarla directamente con su verdadera identidad—. Su padre estará en verdad muy decepcionado de usted, princesa. No sabe el terrible castigo que vendrá para usted ahora que ha decidido ir contra del pacto más grande que este haya generado con el cielo —expresaba el consejero, llevando sus manos a la máscara de Charlie para retirarla, pero como pudo haberlo esperado, el toque reacciono de forma energética, generándole una corriente eléctrica que le quemo las manos al momento. Este se miró, y luego la vio a ella —. Un conjuro de alto nivel, no me sorprende. Pero no te preocupes, este perderá su efecto tarde o temprano, y no podrás seguir escondiéndote detrás de una máscara, princesa.
—Estas cometiendo un grave error —espeto Charlie en un jadeo agitado, pero el demonio se acercó a su rostro, mirándola de una forma casi maniaca.
—No, princesa, usted es la que se equivoca, siempre se ha equivocado —contesto. Un matiz desquiciado brillando en sus ojos, distando tanto del tono gélido en su voz—. Usted cometió el más grande error de osar levantarse no solo contra Dios, sino contra su majestad Lucifer, eso es sinceramente imperdonable, incluso para un ser defectuoso como usted... Sera un buen escarmiento que aprenda que hay cosas que simplemente no debe meter sus narices.
La ira que iba subiendo en el estómago de Charlie aumentaba conforme las palabras que este hablaba.
Al mismo tiempo, un poco más lejos de su posición inicial, Vaggie y Ángel se habían reunido con algunos de los integrantes de Hazbin que habían estado rodeando el centro de la ciudad. Ya pasaban cuatro horas del inicio de la purga y al menos dos desde que la polilla no sabía nada de su amiga. Preguntar a varios del resto de los integrantes no daba buenos resultados y el que no estuvieran ni ella ni Alastor no hacía nada por mejorar las cosas.
En dichos casos, eran Ángel y ella los que debían tomar las riendas de la situación aunque ambos pudieran sentirse en desventaja con respecto al poder que podían ejercer. Sin embargo, contra la próxima arremetida de los exterminadores, tenían que simplemente pensar bien sus movimientos. Ese año los ángeles parecían seguir una rutina inusual, en la que buscaban a sus presas en las residencias aunque nunca antes lo habían hecho. Claro, eso les daba a ellos una ventaja para movilizarse desde afuera, pero incrementaba de forma considerable las posibles víctimas.
Mientras pensaba en que hacer, repentinamente apareció frente a ellos el demonio de la radio. Haciendo uso de sus portales, se materializo a escasos metros de ellos, pero sin presencia alguna de Charlie a su lado.
— ¿Alastor? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde está Charlie? —pregunto cómo una ametralladora, preocupada por el bienestar de su amiga. En respuesta, este solo ladeo la cabeza sonriendo.
—Ella está ocupada con otros asuntos en ese momento —respondió. Y el tono con el que expreso sus palabras fue suficiente para poner a Vaggie alerta ante una fatal concertación de sus intenciones.
—BASTARDO ¿Qué fue lo que le hiciste? —le grito apuntándolo con lanza.
Este solo sonrió y no dijo nada, propenso a contestarles cuando un escuadrón de al menos diez ángeles exterminadores apareció en su posición, dispuestos a atacarlos.
Habiendo pasado ya cuatro horas del inicio de la purga. Habiendo dado la orden, los hombres de Abigor la despojaron de todas las armas que cargaba, sus pistolas, espadas y un par de cuchillos le fueron extraídos de su traje, y aunque lo intentaron varias veces, su máscara no cedió, siendo inútil retirársela.
Ya con cierto cansancio y dolor plagando su cuerpo, Charlie veía a través de su mascará como Abigor parecía observar el panorama a su alrededor, tenía cierta atención sobre ella, pero capturada como estaba, era muy difícil que pudiera liberarse incluso con su fuego infernal. Sin embargo, había muchos ases debajo de la manga que aun poseía, cosas que había practicado y no le había mostrado a nadie, ni siquiera a ángel o Vaggie. Fue un obsequio extra de Sir Pentious la vez que se reunieron para probar sus nuevas armas contra los exterminadores, había pasado desapercibida por la mala fama del demonio serpiente con sus inventos en comparación con los creados por Baxter. Pero, aun así, Charlie siempre decidía creer y esta vez no sería la excepción.
—Princesa ¿Usted sabe transmutar su energía angelical? —Le pregunto una vez el demonio serpiente una vez se quedaron solos en la sala de reuniones después de que esté y Baxter le mostrarán sus inventos.
Ella lo miro algo extrañada, sin entender hacia donde iba su pregunta, pero viendo a seriedad en cómo había formulado su interrogante, decidió que era bueno contestar con la verdad.
—No es mi fuerte, pero tengo experiencia — le dijo, recibiendo una mueca de triunfo de parte de este.
—¡Entonces esta arma es perfecta para usted! —Exclamó, dejando entre sus manos una pequeña vara de metal que apenas cabía en la palma de su mano.
—¿Y qué es? —Pregunto claramente sin entender, y fue ahí cuando todo el ego de Sir Pentius surgió para explicarle.
—Está, mi querida princesa, es mi nuevo invento y revolucionará la forma en cómo podrá luchar con los ángeles exterminadores —le dijo lleno de confianza.
Charlie solo había podido practicarlo un par de veces debido a lo agotador que era, pero viendo los resultados positivos y la extrema emergencia que tenía, no dudo en usarlo como un modo de salir de allí.
Moviendo su brazo para tratar de llevarlo al bolsillo de su traje, con bastante dificultad logro extraer la vara metálica que, al entrar en contacto con su energía, trasmuto la misma para consolidar una barra mucho más larga que se calentó en sus manos y quemó con su fuego sagrado las ataduras que significaron los tentáculos de Alastor.
Cómo pudo, le arrebato una de sus espadas a uno de los caballeros que estaba a su lado y aunque el consejero dio la orden de atacarla, recibiendo múltiples disparos que dieron en algunas partes de su cuerpo, aprovechándose de su agilidad nata, Charlie logro escapar para poder refugiarse en un punto ciego cercano a su anterior posición.
—¿Qué es lo que están esperando? ¡Vayan por ella! —Bramo el consejero.
Por otro lado, los integrantes de Hazbin se encontraban unidos espalda con espalda resistiendo el voraz ataque del escuadrón de exterminadores que sumaban cada vez más compañeros a su ataque, dificultando mucho más la tarea de resistir o devolver la ofensiva.
Vaggie estaba desesperada, se encontraban asediados por primera vez en todos los años que habían iniciado con esa batalla. Poco a poco el desgaste comenzaba a asediarlos y recibían algunas heridas que eran incapaces de retener del tono. Con furia, se viro hacia el demonio escarlata que se encontraba a escasos metros de ellos sin hacer nada.
Alastor no había participado en ningún momento para ayudarlos, así inmóvil en su lugar como estaba, las sombras que lo rodeaban eran los encargados de recibir los ataques de los ángeles y lo protegían, cuando de repente la sombra que era similar a este apareció a sus espaldas, susurrándole algo en su oído, y entonces, algo en su mirada cambio.
Invocando su micrófono, dio un golpe con este provocando un movimiento de energía expansiva que repelió a los exterminadores que los rodeaban. La polilla alzo el rostro, apartando sus cabellos con sorpresa, ella y el resto de los integrantes de Hazbin no podían creer la explosión de poder que tan fácilmente había logrado neutralizar a los exterminadores como si fueran nada.
—Muy bien caballeros, los felicito por su ardua resistencia hasta el momento, pero ahora les sugiero que permanezcan en sus lugares, el show puede que tenga un giro de acontecimientos.
Respirando con dificultad, cada tanto tiempo Charlie se asomaba desde su refugio, viendo si en algún punto podrían aparecer los hombres de Abigor cerca de ella. Se movía despacio en círculo, cojeando en su pierna herida y levantando su espada contra la pared. Su pecho jadeaba al ritmo de una locomotora. Un aparato estruendoso en el que solo se había montado una vez pero que aún podía ser el medio para destruir sus tímpanos.
El sonido palpitaba en sus oídos sangrantes mientras se preparaba para la batalla. Tenía taquicardia y la invadían las náuseas. Tenía la frente cubierta de gotas de sudor y el estómago acalambrado. Aquel maldito consejero le pisaba los talones con las marionetas que comandaba, cada una en un espacio específico, midiendo sus movimientos y limitándola a la barrera de fuego que había levantado únicamente para ella, aislándola del resto, impidiendo que pudieran auxiliarla o peor, que ella pudiera salvar al resto de su equipo. Por eso tenía que pensar, hizo todo por cuánto pudo para escapar pero ahora estaba herida y acorralada, si seguía escapando solo se agotaría y eso era justo lo que el consejero esperaba, por eso debía pasar a la ofensiva.
Y entonces, una idea cruzo su cabeza como un susurro oscuro, que se trepo por su garganta y le indico en su oído, usando su voz, que había un camino que quizás tendría que recorrer o de lo contrario, quedaría fulminada en ese lugar, habiendo sido incapaz de lograr su cometido.
De modo que solo pudo suspirar, presa del reconocimiento y el desgano, pero con una nueva determinación en su mente. Porque así tenía el modo de salir de esa situación. Abigor fue un demonio especialmente leal a la casa imperial del infierno, no importa cuántos otros reyes o príncipes existiera, su lealtad siempre estaría de lado del rey Lucifer. No obstante, esa lealtad no aplicaba al 100% al resto de su casta, de modo que siempre ignoro la presencia de Charlie, como un ser que era importante, pero no indispensable para ellos. Siempre la miro desde arriba, despreciando lo que era por su verdadera naturaleza y forma de ser. Pues esta vez, se arrepentiría de no mostrar interés hacia ella.
Así salió de su guarida para actuar en la ofensiva, no podía verlo, pero seguramente había tomado al consejero por sorpresa, puesto que debió creer que al verse atrapada, solo seguiría huyendo como un ratón. Pero estaba en verdad equivocado.
Los demonios marioneta se apresuraron a atacarla, algunos con hachas y espadas de gran tamaño, que si lograban asestar un golpe en ella sería bastante doloroso, pero era solo eso, un momento de dolor y nada más, no eran lanzas angelicales, no tenían la fuerza necesaria para acabar con alguien de sangre angelical. Así que sin importar las heridas que se hizo en el proceso, tomo la ventaja sobre sus atacantes saltando sobre sus cabezas, presionando sobre sus gargantas para dejarlos sin aire y saltando sobre otro para apuñalarlo en un área letal, pero que le dejaría tiempo de recibir ayuda si era descubierto pronto.
Era un estilo de batalla arriesgado y considerado, uno que nadie en el infierno sería capaz de ejecutar debido a sus propias naturalezas corruptas, pero Charlie era la mezcla del bien y del mal en su concepción más pura. Y aunque tuviese que cargar con las muertes de algunos de sus súbditos, si era por un bien mayor, ella cargaría ese peso sobre sus hombros.
Por eso, cuando ella se postro justo a donde el demonio reposaba, pudo sentir algo que jamás en su imaginaria mente podría haber concebido: el miedo. Aunque era un gran consejero y estratega, en el campo de batalla era predecible y débil, su potencial se encontraba en su cerebro y no en sus músculos, por ello Charlie sacaría provecho de eso, alejándolo de los caballeros que le acompañaban.
Podría ser muy amenazador, pero era por su rango y experiencia, no tenía ningún poder que destacar. Este se plantó en su lugar, deshaciendo la barrera del espacio y redirigiéndola únicamente a su ubicación para protegerlo del ataque de la joven, pero esta no cedió y prosiguió, apuñalando la barrera de fuego hasta romperla por completo y desarticulando a Abigor, quien no pudo escapar y se vio capturado por un hilo de energía revestido del fuego infernal de la princesa.
Apenas conteniendo el suspiro de alivio, Charlie admiro al consejero quien podía sentir como su piel y ropa se quemaba al contacto de sus ataduras.
—Te exijo que rindas y dejes de perseguirme, de lo contrario no responder con mis siguientes acciones —amenazo. Sin embargo, el consejero no se inmuto por sus palabras, mirándola con el mismo desprecio.
—No puedes acabar conmigo, no tienes la determinación ni los ovarios para hacerlo —le replico fuera de sí, lanzando el único ataque que se le ocurrió con una de las pistolas de Charlie que atino justo en la conexión de su máscara.
Al contacto con el acero bendito, la máscara que cubría el rostro de la princesa cedió del hechizo que la contenía contra su cara, cayendo por la fuerza del impacto y a su vez provocando un rasguño sangrante que baño un poco la mejilla de esta, completamente descubierta al exterior.
Hubo un silencio tenso entre ambos y el rostro del consejero se plago de la más grande revelación, que a pesar de haber concebido y sospechado de ella, la concertación de sus sospechas no disminuyo nada el peso de esa realidad. Charlie lo miró cansada, no tenía la fuerza para rebatir su mirada de decepción y asco. Estaba dispuesta a aceptarlo. Siempre había aceptado que nunca sería como su familia o su reino había esperado que fueran, y estaba bien, porque tenía planeado algo mejor, por y para el bien de su gente, aunque estos no pudieran entenderlo.
Sin necesidad de voltear, la princesa suspiro con cansancio cuando sintió nuevamente aquellos tentáculos espectrales cernirse de forma amenazadora al borde de sus pies, y apenas logrando mantenerse serena, hablo:
—No estoy de humor en este momento, Alastor ¿quieres una pelea en este momento? —inquirió mordaz, pero el wendigo solo se rio a pesar de ver la dorada mirada de ira de la princesa.
—Oh, no, su alteza. Creo que a este punto debería haberse dado cuenta de mis verdaderas intenciones —estableció, con su micrófono en mano, caminando despreocupadamente a espaldas de un intricado Abigor que intento resistirse del agarre de Charlie, siendo sujeto ahora por los tentáculos de Alastor.
—Sé claro —ordeno, perdiendo la paciencia. Alastor simplemente suspiro con diversión, caminando hacia ella.
—Es simple cariño, mi intensión siempre fue el entretenimiento, y superado el primer acto, entramos al clímax de nuestra historia —empezó con sus palabras, como el clásico narrador de radio, preparando el escenario para su siguiente presentación—. Aunque haya sido de un modo desagradable, con mi ayuda desarticulaste a tus enemigos mientras yo me deshice del resto de los ángeles, salvando a tu gente, es un trato bastante justo ¿no crees? —se galardono burlón.
—No fue un acuerdo —escupió, pero no parecía valer de nada. Alastor estaba rebosante de energía, divertido en su máxima expresión mientras ella apenas podía mantenerse en pie, expectante y atenta ante cualquier amenaza que pudiera generar de repente.
—No puedo negarlo —dijo encogiéndose de hombros—. Pero nunca te dije con claridad mis motivos, y ahora, estamos frente a tu prueba final como líder de esta resistencia. Un importante integrante de la nobleza infernal vio con sus propios ojos el rostro bajo esa mascara, un trato es insensible y no tienes la magia para borrar su memoria, no hay forma de escapar de ello con tus ingenuos métodos —indico, haciendo una leve pausa—. Solo nos queda un único camino.
Los ojos de Charlie se abrieron, de inmediato entendió lo que este estaba diciendo, apreciando con claridad en el brillo macabro de sus ojos escarlata.
—Tú decides querida, matar... o morir...
Sin embargo, una explosión de sangre salpico parte de su rostro y ropa de repente, obligándose a virar la mirada, hallando algo que le dejo completamente mudo.
Con sus garras completamente manchadas de sangre, la princesa dejaba en el suelo el cadáver inerte de Abigor cuya cabeza había sido arrancada de su cuello de un solo tajo. Este aún mantenía la mirada estupefacta del ultimo acontecimiento que lograron precisar sus ojos, mientras lentamente se iba deshaciendo en cenizas.
Levantándose del suelo, Charlie se limpió la sangre de sus manos y rostro, caminando hasta encarar al demonio que estaba su lado.
—El exterminio anual no ha terminado, seguiré salvando al resto de pecadores que pueda conseguir, tu reúne al resto del equipo y transpórtalos al hotel —ordeno, pasando de lado de un estupefacto wendigo, que fue incapaz de emitir siquiera un sonido, ni siquiera el ruido blanco fue emitido por su radio interna, solo un absoluto silencio, que fue roto únicamente con el estruendo de los edificios cayendo y los alaridos de los demonios que caían presos de las lanzas de los ángeles exterminadores.
Aun inmerso en su propio sitio, Alastor estaba por primera vez en su vida, mudo.
Incapaz de creer lo que había pasado, podía decir que no sabía bien en cómo proceder. Desde el momento en que emprendieron su trato, el wendigo había decidido a hacerla sufrir, ceder a su desesperación y ver truncada su esperanza de construir un mundo mejor a partir de una rebelión que ni siquiera el mismísimo Lucifer pudo completar. En su imaginario, con todo el tiempo que habían pasado durante ese año, se le veía imposible que aquella afable e ingenua princesa tomara la vida de otro demonio de una forma tan fría y sanguinaria, considerando que no tenía lo necesario para lo que todo ese proyecto implicaba.
Pero como en un verdadero escenario, a veces los shows tenían un giro de acontecimientos que era imposible de predecir. Y quizás, eso era lo más gratificante de todo, porque significaba que había una criatura bestial que seguía completamente dormida dentro de aquella dulce princesa, y que Alastor moría por conocer mucho más de ella.
Finalmente, luego de una extenuante y larga jornada de batalla, la media noche llegó y la princesa noto como los fuegos artificiales inundaban toda la ciudad desde la punta del hotel. Debía ser Dazzle lanzando las bengalas incendiarias cómo bien le había indicado, y apenas pudo respirar con normalidad, cuando vio como los ángeles que habían sobrevolado la lejanía de su posición se retiraban velozmente en dirección al pentagrama.
Su pierna flaqueo, y aunque sentía que el aire abandonaba sus pulmones, se mantuvo firme, de pie.
Sin amenazas que cernieran sus vidas, los pecadores comenzarían a salir en cualquier momento, lo que la pondría en un terrible problema. Por eso empezó a correr del centro de la ciudad, buscando el punto exacto dónde la visibilidad de su figura fuera indescifrable para el resto.
Una vez oculta entre las sombras, invoco a Kee Kee para introducirse en el túnel que la llevaría hasta el hotel nuevamente. Allí pudo darse el beneficio de recostarse contra una de las paredes, tocando con una de sus manos el costado herido, considerando que aunque sus costillas volverían a la normalidad en cuestión de algunos minutos, el dolor no desaparecería hasta que ella descansará.
Era a partir de ese momento y durante casi un año entero, que podría estar más relajada en comparación de ese agitado día. Después de todo, había cumplido con su papel y uno de los obstáculos que la afectaban ya no estaba.
Contuvo el suspiro que estuvo a punto de salir de sus labios al recordar el suceso, mientras veía sus manos enguantadas, con vestigios de sangre seca y carne entre sus garras.
Al final, había hecho lo que Alastor había
Y puede que pudiera haber sido visto como una obligación, algo a lo que fue llevada por la ira y la desesperación, y en cierto modo, el corazón amable de Charlie lo sabía, que por un parte así había sido.
Por el contrario, también sabía que no había sido así. Charlie sabía lo que Abigor representaba, lo que significaba que el supiera si identidad, y aunque la cizaña de Alastor había apresurado el proceso al verse llevada por la frustración y la ira, su lado más profundo y sensato no sé mortificaba en lo absoluto, porque era un sacrificio necesario para su fin.
Una guerra nunca estaba libre de sacrificios, y una amenaza tan latente cómo el consejero, no podía dejarse así nada más.
Y era asqueroso para ella, saber que debía tomar la sangre de sus compatriotas por un buen que ella consideraba mayor.
Pero al final del día, siempre estaría envuelta entre la satisfacción y la culpa, porque así era ella.
Y lo más detestable de todo, es que Alastor lo supo todo este tiempo, aprovechando su naturaleza para probarla de un modo detestable. Que no podía negar, había sido necesario, pero sus métodos de usarla a su antojo, como una marioneta, no iba a dejarlo pasar.
No iba a dejar que hiciera con ella lo que quisiera.
Era momento de poner orden a sus juegos.
—Oh princesa, finalmente está aquí —comenzó a decir Alastor cuando vio como Charlie ingresaba por las puertas traseras del hotel, su ropa completamente sucia y el cabello largo suelto, desparramado por su espalda—. Debo felicitar sus dotes actorales, hasta me vi impresionado yo mismo. Pudo manejar con tremenda soltura la aparición repentina de Abigor hasta dejarle casi moribundo, de verdad debo aplaudirle eso....
No obstante, en un solo movimiento, Charlie llego hasta escasos metros del demonio extendiendo su espada angelical contra el cuello de este. Todos los presentes observaron aquello con la boca seca y los ojos desorbitados, incluso, el mismísimo Alastor corto sus palabras, entrecerrando los ojos mientras la veía. Una marcada mueca se esbozó en su rostro, aun sin perder su eterna sonrisa.
— ¿Qué se supone que es este tipo de bienvenida? Me parece de muy mal gusto —comentó el demonio de la radio, alejando la espada de su cuello con su micrófono.
—Por una de tus pruebas, estuviste a punto de echar todo a perder, si no hubiera sido por tu última acción, puedo decirte con claridad que no estarías pisando este lugar vivo —expreso, esta vez sin controlar su cólera. Sus rasgos demoniacos salieron completamente a flote, mientras una fina aura de fuego comenzaba a fluir de su cuerpo. Aun así, Alastor no se vio amedrentado, más bien, sonrió aún más, irguiendo su pecho y acercando su rostro hacia el de Charlie.
—Pues he de decir que es gracias a mis acciones que sus amistades están con vida y casi ilesos, además de ello, ya no existe conexión alguna de mi persona con Lady Hazbin, para efectos de los soldados sobrevivientes, mi persona y usted se encuentran en terribles términos —expreso, restando importancia a todo lo demás, y enfureciendo aún más a la princesa en el proceso—. Además, no podemos negar que un poco de espectáculo nunca esta demás para el disfrute del público.
No obstante, harta de todo el juego, de toda la burla y la condescendencia de Alastor que parecía verla como algo insignificante que simplemente podía utilizar, Charlie extendió su mano enjaulando el cuello del wendigo ante el jadeo alarmado de Husk y Nifty. Luchando contra su propio instinto demoniaco de destrozar su cuello igual que como hizo con el consejero, la princesa hablo:
—Escúchame, Alastor. Esta será la única y última vez que realizas una acción de este tipo —inquirió feroz, apretando el cuello marcado de cicatrices del demonio radio, quien se hallaba sorprendido de no ser capaz de moverse de su lugar ante la implacable fuerza de la princesa del infierno—. Si vuelves a hacer algo que pueda poner en peligro a mis amados amigos, te juro que no tendré compasión alguna contigo, estas advertido.
Sin nada de delicadeza, soltó el cuello del demonio, que apenas pudo evitar caer al suelo, traspillando un par de veces en sus pasos. Y sin voltearlo a ver, Charlie camino hasta las escaleras del vestíbulo, en lo que parecía ser el camino hacia a su habitación dejando a todos en completo estupor y silencio.
En ese mismo silencio, y por primera vez sin dirigirle la mirada a nadie, Alastor desapareció bajo la mirada asustada de todos, desapareciendo en uno de sus portales sin dejar rastro alguno.
Charlie llego hasta su habitación, cojeando levemente, quitándose a duras penas los ropajes de combate, siendo incapaz de ponerse otra muda de ropa y cayendo pesadamente sobre el mullido colchón de su cama. Habían sido demasiadas cosas por un día. La simple lucha del exterminio la agotaba considerablemente, los ángeles en sí mismo eran tremendamente fuertes y el estrés de salvar cuántas vidas pudiera siempre estaba encima de ella. Pero lo que había sucedido ese día fue demasiado agotador. No podía estar agradecida con Alastor, porque dada su naturaleza bien pudo haber ideado todo, probar hasta el último estimulo de ira que pudiera haber en ella hasta hacerla explotar, pero tampoco podía negar que había, no solo salvado a todos sus amigos de una muerte segura, sino que también alejo todas las sospechas que existían de él y su relación con Hazbin, haciendo de ese modo, que el hotel y todos sus integrantes volvieran al anonimato.
Aun así, no estaba aún segura de cómo seguir actuando con respecto a él, si tenerlo de cerca o hacer uso del trato para eliminarlo con sus propias manos. Hacía poco, había sostenido su cuello tan fácilmente que no le sería difícil romperlo, pensó.
Con dificultad, levanto sus manos, viéndolas aun manchadas del rojo carmesí que era la sangre de los ángeles. Cerro los ojos de inmediato, negando con la cabeza. Aun si fuera cansado, no quería tener más sangre sobre sus manos. Aunque fuera difícil, debería tratar de tenerlo cerca mientras veía una forma de lidiar con él.
Y con esa serie de pensamientos, Charlie cayo completamente rendida sin tener en cuenta como alguien la observaba desde las sombras.
Apenas tratando de silenciar la terrible estática que de él emanaba, la figura distorsionada y oscurecida del demonio fue materializándose como una sombra en el cuarto de la princesa. Caminando hasta el borde de la cama, Alastor la observo desde su lugar con una terrible sonrisa que atravesada su rostro como si su mandíbula se hubiese roto, las astas en su cabeza se habían ramificado de tal manera que parecían una extensión de un árbol, mientras las pupilas de sus ojos se habían transformado en diales en un profundo mar de rojo. Estaba colérico, por primera vez en su vida se había sentido más humillado.
Pero ahora las cosas estaban diferentes. Ella yacía dormida, completamente a su merced y Alastor era un ser cruel que no le importaba llegar a atacar por la espalda con tal de recuperar su orgullo.
Lentamente, fue extendiendo su mano hacia ella, acercando sus garras al borde del cuello de aquel ser dormido. La sonrisa se extendió aún más, saboreando la gloria de su victoria contra la princesa, cuando se vio imposibilitado de seguir. Su mano fue duramente sujetada por otra, apretándola con fuerza mientras su dueña se incorporaba lentamente de su descanso.
—Creo haberte advertido sobre algo, Alastor —espeto en demás cansada. Su rostro cubierto brevemente por su largo cabello, sus ojos enrojecidos y furiosos. Ya bastante había tenido ese día para continuar con la serie de traiciones—, esperaba que pudieras comprender una simple orden —afirmo soez. Alastor bufo con cinismo.
—No creo que pueda hacer eso, majestad —contesto de la misma forma—. Yo no me encuentro por debajo de usted para seguir órdenes.
Charlie analizo sus palabras, viéndole sin rehuir su mirada hasta soltar suspiro lleno de fastidio, emergiendo sus cuernos hasta retomar su figura demoniaca.
—Bien, creo que podemos resolver fácilmente eso —indico, apretando el agarre de su mano.
Solo puedo preguntar ¿que tal les ha parecido todo? El exterminio anual ha terminado y muchas cosas han sucedido en solo 24 horas, Alastor parecio ver frustrados sus planes principales, pero algo diferente ha acontecido para seguir manteniendo su atención ¿pueden saber que más esta por pasar? Cosas MUY interesantes se vienen, así tengan todas sus espectativas altas, porque si, es algo de lo que estan pensando. Les dejo un gran saludo y como tengo algunos capítulos avanzados, seguira la actualización semanal por el momento, espero esten atentos al proximo fin de semana, muchos saludos desde Venezuela.
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