Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20: Preparación

Si Alastor tenía que decir algo, es que los últimos meses en compañía de su querida socia habían Sido bastante interesantes, algo que sinceramente le había entretenido bastante en el lapso de casi 12 meses mortales y que en medio de tantas olas llenas de injuria, frustración e incluso, cierta superación, pudo conocer al menos la punta del iceberg que significaba la princesa del infierno. La llave detrás de la milagrosa redención de los pecadores del infierno y la persona detrás de la máscara de la criminal Lady Hazbin. Rosie había sido muy entrometida al inferir un cambio en cuanto al tipo de relación que llevaban, incluso le había sido muy entretenido molestarla en sus pequeñas reacciones que tenía cuando le robaba la calma o la ponía en una situación incómoda que la avergonzaba.

Si, sin dudas, la diversión fue maravillosa, tenía que admitirlo, y podría simplemente no acabar de no ser por todas las cosas que estaban a punto de suceder.

La magia del entrenamiento estaba en eso.

En tener un giro de acontecimientos que podría dar justo lo que el público no esperaba.

Si algo le gustaba a Alastor era disfrutar de un buen momento tomando el café de la tarde acompañado de un buen momento de soledad o en su defecto, una conversación fluida que pudiera alejar de el cualquier atisbo de aburrimiento del que siempre estaba propenso a sentir luego haber realizado tantas hazañas y tantos asesinatos en los 90 años que tenía de haber llegado el infierno.

Sin dudas, eso trataba de una proeza que no tenía referentes, pero había algunos cuantos seres en todo ese universo maligno que podían darle al menos el lujo de ser una agradable compañía. Rosie, su gran amiga de antaño, era una de ellas. Aunque no era tan acostumbrado, beber una taza de café a su lado era bastante interesante cuando tenían negocios que ejercer, y sin dudas, la calidad de la información que ofrecía la modista en el delicado salón detrás de su tienda, era una mina de oro para quienes supieran apreciar su valor. El era uno de esos tantos, especialmente al tener en cuenta sus nuevos roles en cierta organización.

De forma segura, había teletrasportado las armas angelicales a una zona que tanto el cómo Charlie habían designado y protegido con antelación, por lo que estaba seguro que posterior a ello, no había más que hacer en su agenda sino regresar a sus propias funciones en la instalación. No obstante, Rosie había sido muy amable al invitarlo a disfrutar de una merienda mientras "conversaban" sobre los nuevos acontecimientos que estaban sucediendo a puertas del exterminio anual.

Por supuesto, el palacio infernal estaría más callado de lo normal luego de verse involucrada su princesa "en falsos" rumores que la ligaban a la figura de los Hazbin, pero aún así, elevaron diversas recompensas para quien obtuviera su cabeza y se la trajera directamente al rey el día del exterminio. Muchos intrépidos habían bramado sus preparativos en esa tarea con el fin de obtener la gran suma de dinero ofrecida, pero otros más inteligentes, parecían esperar otro momento en dónde sus cuellos no estuvieran amenazados por los ángeles exterminadores. Fuera como fuera, Alastor ya estaba pensando en una contramedida para cualquier infeliz que pensara que tendría al menos la mínima posibilidad de atacar a Lady Hazbin. La sensación de montar nuevamente una carnicería sin precedentes hacia que se le erizará la piel, por lo que no podía esperar a que llegara el día.

—Te noto bastante emocionado, mi buen amigo —comento la modista viendole con una sonrisa socarrona que él respondió con frescura.

—Que te puedo decir querida, se me está ofreciendo un sincero festín a la vuelta de la esquina, así que es inevitable no estar emocionado por ello —respondió. Ella rió, coincidiendo con el.

—Ciertamente, es una oportunidad muy excitante aunque llena de adrenalina. Aunque no es como si eso no fuera de tu agrado -comento.

—Un buen espectáculo siempre está acompañado de riesgos, pero eso es lo que hace más interesante -expreso.

—Bien parece que tú alianza con la princesa del infierno ha sido muy oportuna para ti, el aburrimiento parecía estar acabando con esa chispa tuya tan característica, pero otra vez puedo verla tan potente —sus ojos brillaron de forma perspicaz, al mismo tiempo que una sonrisa socarrona cruzaba su expresión—. ¿Cuándo anunciaras las nupcias con nuestra pequeña Lady?

—Parece que confundes la relación que llevo con la pequeña princesa, todo es meramente de conveniencia —respondió, pero la mujer no parecía tan conforme.

—No te había visto tan emocionado desde la gran noche del 68, en tu última gran batalla con Voz antes de que su cabeza cercenada se transformará en esa asquerosa pantalla que ahora tiene en el cuello —expreso.

—Sí, quizás es un hecho muy emocionante lo que viene —dijo con elocuencia—, pero no es nada de lo que puedes imaginar —le dijo, cortando la conversación de raíz.

Oh, por supuesto que no tenía que ver, pero era tan excitante como lo que su insolente amiga pensaba.

Y la claridad estaba está perfectamente expuesta en ese momento, cuando el consejero Abigor apareció poco después del mar de cadáveres que se cernió a sus pies producto de su propia diversión.

El demonio en sus manos ahogo un gemido cuando lo lanzo bruscamente contra el suelo lleno de los cadáveres de sus compañeros. Sin embargo, no lo soltó, le sería útil de escudo en caso de que estuviera a puertas de una batalla con el demonio de rasgos metálicos.

—Me honra sinceramente con su presencia, consejero —saludo el demonio con cortesía, aunque la expresión gélida del demonio ante él parecía querer cortar sus miembros uno a uno en la primera oportunidad que tuviera—. ¿Qué puedo hacer ahora por usted?

—Me darás la información que preciso, sé muy bien que eres un negociador con reputación —expreso, su voz rasposa aún no se recuperaba de los gritos generados durante su tortura ante el rey.

—Toda información requiere un pago acorde con ella ¿Qué es lo que desea saber? —pregunto, la expectación clara en su expresión.

—Tu pago será que tu cabeza no será entregada a su majestad, conforme cumplas con lo que se te ordena —espeto.

—Es curiosa esa amenaza, mi estimado consejero. Después de todo, usted ya no tiene permitido mostrar su cabeza ante la corte de nuestro rey —respondió.

La energía se tensó a su alrededor, parece que incluso entre los demonios de pura casta, el orgullo y la dignidad era algo imprescindible para ellos tanto como para los humanos que ellos despreciaban.

—Eres insolente, demonio de la radio. Y es esa misma insolencia e incapacidad de agachar tu cabeza que me hace cuestionar el por qué estas al lado de nuestra princesa —menciono, sus ojos lo estudiaban de pies a cabeza. Nunca se habían visto en persona, pero cada uno había escuchado muchas cosas del otro, y en ese momento, la batalla sobre quién podía dilucidar al otro primero, había comenzado—. Su sueño y sus aspiraciones distan mucho de la idea de redención de su alteza imperial.

—Son interesantes sus apreciaciones—inquirió, ampliando su sonrisa, encendiendo el color de sus ojos, aterrorizando cada vez más al último sobreviviente de sus supuestos atacantes—. Pero eso no es nada que no haya escuchado antes —y con esas palabras, decapito de un tajo al último demonio, viéndose envuelto en el rio de sangre que broto desde su cuello.

— ¿Es así? —Indico, sin interés en su expresión—. Pero creo que ha escuchado muy bien él como su socia comercial está siendo investigada por el delito de traición a la corona y terrorismo.

—Ya se ha disuelto ese rumor — Dijo hasta luego soltar una leve risa—. Cada día me sorprende más la imaginación de las masas, desesperadas por captar una buena noticia que resulta ser una patética mentira.

Hubo un silencio de parte de Abigor, quien siguió mirándolo un rato más. Alastor estaba igual atento a cualquier movimiento extraño que este pudiera realizar, por la hostilidad palpable

—Creo que la princesa está más involucrada de lo que cree su majestad imperial, y es mi deber como su consejero abrirle los ojos —contesto.

—Es muy adorable su fidelidad —le expreso jugueteando con el micrófono entre sus manos—. Pero no estoy interesado en ello, así que si me disculpa, me retirare.

— ¿Puedo preguntar el porqué de su conexión con Lady Hazbin? —Dijo, deteniendo el movimiento de sus pasos de inmediato—. Hace un año, se tiene el completo registro del momento exacto cuando usted salvo a la terrorista Lady Hazbin del ataque de otro ángel exterminador.

—Es muy audaz de su parte incriminar a un inocente con pruebas infundadas —respondió del mismo modo—. ¿Qué ganaría con unirme a una terrorista buscada por su excelencia, el rey?

—Usted busca el entretenimiento a costa del sufrimiento ajeno, esta aburrido y unirse a Lady Hazbin puede darle la emoción que usted está buscando y.... —No obstante, callo sus palabras al ver el temblor que ocupaba al demonio mientras su rostro era cubierto por sus propios cabellos. Infirió que era una respuesta causada por verse descubierto, cuando una escandalosa risa exploto de parte del otro, sorprendiéndolo.

Una risa voraz, desquiciada, plagada de la suficientemente locura para incomodar al impasible consejero, quien se impactó a un más al ver la sonrisa divertida del wendigo, a tan escasos metros de distancia de él.

—Es un hombre muy interesante, señor Consejero —dijo el wendigo, sinceramente congraciado—. Pero debo admitir que se ha equivocado por completo en sus apreciaciones —indico, y le hizo una cordial reverencia, mirándole a los ojos—. Como un regalo, permítame el honor de explicarle bien mis más profundas motivaciones al respecto.

Fueron pasando los días, y el gran reloj del centro de ciudad pentagrama amenazaba con la cuenta regresiva cada vez más cerca del final del conteo.

Suspirando mientras estaba sentada en la barra del lobby, la princesa se sostenía la cabeza, ocultando su rostro de todo, mientras pensaba que hacer. Los preparativos estaban casi por concretarse para la batalla del exterminio anual, y ya casi todas las posiciones de asalto estaban determinadas, así como las rutas de escape y demás aspectos logísticos. En sí mismo, solo faltaba que llegaran los días previos y pudieran los detalles de la seguridad en el hotel, de no ser por un gran problema.

Ya habían pasado casi dos semanas, pero Alastor no aparecía para nada, mucho menos se había comunicado con alguien o indicado a donde iba o cuando regresaba. Era una situación en verdad angustiante para la princesa quien de forma constante se paseaba en su oficina esperando que de forma repentina este apareciera. ¿Algo le había pasado? ¿le sucedió algo malo y no había sido capaz de informarlo a todos? ¿se había cansado finalmente de jugar con ellos y estaba a punto de decirle su verdadera identidad al castillo de infierno? Tantas preguntas llenas de ansiedad y temor surcaban el corazón y la mente de Charlie, pero había tanto que no podía vocalizar para no preocupar a los demás, aunque no podía controlar su expresión constante preocupación.

Trato de obligarse a prestar mayor enfoque en otras tareas que necesitaban aun de su supervisión, y lo hizo, aun con la angustia encima.

Las armas angelicales habían sido puntualmente entregadas al sitio designado y solo fue cuestión de Sevithan a través de su corporación quienes entregaron algunas a las secciones intermedias del grupo, los que habían pasado el filtro inicial y medio, encontrándose dispuestos no solo a sobrevivir, sino a salvar a otros. El resto de las armas, quedaron en mano de los comandantes de cada escuadrón de asalto, para precaución y, sobre todo, para asegurar la devolución de la mayor cantidad de lanzas a Rosie finalizado el exterminio, aunque claro, la princesa estaba segura que no todas podrían ser recuperadas a la larga.

En sus propias obligaciones, Ángel y Vaggie habían dejado de lado lo que estuviera haciendo Alastor, aunque los comentarios mordaces de la polilla no se hicieron de esperar, siendo apenas controlados por Charlie, quien no quería volver al inicio de sus problemas.

—Es raro verte por aquí princesa —comento Husk limpiando un par de copas mientras ella solo se hundía en la barra, volviendo a suspirar, sin verlo siquiera.

El demonio gato vio esto, chasqueando la lengua al entender el camino de los pensamientos de la princesa, y eso porque no quería involucrarse más de la cuenta después de la última conversación tanto él como Nifty tuvieron con Alastor antes de que este desapareciera.

Justo estaban a pocas semanas de iniciarse la purga, y en vista de todo el movimiento que se estaba generando, así como que apenas había salido bien parados de la acusación de las escuadras de Abigor sobre el hotel, Alastor se había anticipado a reunirse previamente con sus subordinados para ver su posición al respecto a todo aquello.

Husk lo sabía bien, llevaba demasiados años conociendo al bastardo que tenía por empleador y el muy maldito por supuesto, no estaba siendo considerado ni nada por el estilo. Algo tenía entramado y no quería entrometidos que entorpecieran sus planes. Después de todo, en ese año habían desarrollado cierta afinidad por algunos de los integrantes de ese curioso hotel, aunque no lo demostraran mientras no hubiera claridad en lo siguiente que tuvieran que hacer. Esa era su manera de trabajar y tanto Husk como Nifty estaban acostumbrados a no encariñarse con nadie que estuviera en la mira de la atención del demonio de la radio, porque, así como podría ser cordial, fácilmente podría cambiar a algo mucho peor, aunque no supieran bien en que.

De modo que, entreviendo todo eso, lo mejor era actuar conforme a lo que ellos consideraban mejor para sí mismos.

—No cuentes conmigo para esta locura, suficiente tengo con mi deuda contigo, así que ve a pedirle a otro imbécil que vaya a suicidarse contigo —soltó Husk de mala gana, reposando de uno de los muebles del pequeño salón que tomaron para reunirse.

Por su parte, Nifty, con la misma energía, saltaba alrededor del demonio gato, mirando a Alastor.

—Yo no soy nada buena en combate, a menos que desees limpiar las huellas de quienes nos persiguen ¡En eso si desearía participar! —chillo con ansia, su pupila naranja agrandándose en consecuencia—, pero no tengo deseos de quedar en la nada, así que también pasare.

El wendigo los estudio por un instante, no sorprendido por sus respectivas respuestas, pero en consideración de lo que estaban afrontando, decidió dejarlos tranquilos por esa vez.

—Está bien, así quedamos entonces —respondió, dando por zanjada la reunión, aunque Husk no pareció muy convencido por todo ese asunto.

De forma que no estarían en el campo de batalla, arriesgar su vida no era algo que querían hacer en vano y era al menos de cierto modo un alivio, no estar obligado a cumplir ese rol. No obstante, eso no decía que no estarían involucrados de un modo u otro. Ya que le habían participado sus roles con antelación a la princesa, ella amablemente acepto sus posturas, indicando que no obligaría a nadie a luchar, pero, aun así, les pidió atentamente que ayudaran a proteger el hotel mientras ella no se encontraba en ese lugar. Y el demonio que, aunque denotaba gran parte del tiempo un carácter afable y amable, seguía siendo la representante de un movimiento muy importante, que había cargado con sus propias manos más de cien almas de ángeles exterminadores.

Por eso, al verla en esa posición causada por su empleador, algo de su fibra paterna se retorció ofreciéndole un pequeño trago

—No tienes que preocuparte por él —le dijo, llamando su atención—. De vez en cuando desaparece sin decirle nada a nadie y a los días reaparece como una maldita mierda molesta, así que —este no supo cómo continuar y que más decir, rascando de forma nerviosa su nuca, pero Charlie sonrió, entendiendo que estaba buscando animarla.

—Muchas gracias, Husk.

—Ches, solo tomate el trago y vete a la cama de una vez —le espeto.

—Sí, sí.

Y siguiendo aquella recomendación, Charlie en verdad se sintió un poco más tranquila, esperaba que luego de una larga noche de sueño, todo estuviera mucho mejor en comparación a los días que pasaron.

Sin embargo, esa noche tuvo un sueño.

Un sueño que la hizo removerse entre las sabanas, un momento lleno de estrés, que la sostuvo al borde y le hizo sentirse ahogada, una masa múltiple la sostenía de las extremosidades y le imposibilitaba todo movimiento, logrando que el desespero fuera en constante aumento. Necesitaba soltarse, necesitaba salir de allí, necesitaba salvarlos a todos.

Y mientras la oscura faz de Abigor estaba frente a ella, observándola mientras les ordenaba a otros caballeros que se la llevaran, una risa estruendosa sonaba de fondo y una tremenda ira colmaba su corazón, así como las lágrimas.

Despertó al borde de la cama, jadeante y sudada, su camisón empapado, siendo casi como una camisa de fuerza que la obligo a despojarse de él para poder respirar mucho mejor. Casi como pudo, marco un número en su teléfono que sirvió como alerta para que alguien apareciera en su habitación y le ayudara a calmarse. Había sufrido un ataque de pánico.

¿Cuántos meses no sufría de uno? Con pesar y vergüenza, Charlie miro a sus amigos quienes se habían alejado para darle su espacio para respirar, pero en una cercanía prudente en caso que tuvieran que auxiliarla de nuevo. Cuando finalmente pudo hablar de nuevo y mirar a ambos a la cara, la demonio polilla se acercó de rodillas a los pies de la cama, para verla al rostro.

—¿Estas bien? —le pregunto Vaggie, Ángel le tomo del hombro, preocupado por lo mismo.

—Si —mintió, apenas logrando hablar de nuevo, sintiendo el pecho trancado—. Estoy bien.

Ellos no parecían convencidos, la misma Charlie no estaba segura de estar bien, pero tenía que demostrarlo. Porque faltaban solo unos días para la gran batalla de ese año, y no podía darse el lujo de decaer de ese modo.

Solo esperaba en verdad que todo saliera bien en ese exterminio anual. 

Finalmente, podemos decir que estamos a una semana de que el exterminio anual comience, los preparativos comenaron pero la ansiedad esta acompañando a partes iguales, la desaparición de Alastor no ayuda ¿que creen que pueda pasar? Un abrebocas de su reporto esta en el especial de navidad del año pasado, incluido en este mismo libro, los invito a leerlo para refrescar su memoria. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro