Visitas inesperadas
Me pongo mis zapatos negros y me hago una coleta alta con mi listón adornando dicha coleta. Uso un vestido de falda caída y bastante fresco. Ya que son temporadas de calor. Bajo al comedor y escucho como mi padre habla de la urgencia que hay en casarnos y en el pesar que siente al tener que dejarnos partir —Me resulta muy injusto. Las mujeres podemos hacer lo mismo que los hombres. Administrar, trabajar incluso ser soldados —Digo mientras marchó. Mi padre suelta una carcajada y yo tomo un baguet largo de la charola de pan —Soy la comandante Katherine. Mi deber es proteger esta nación y lo haré con honor —Digo haciendo voz de hombre mientras uso la baguet como espada. Mi padre y mi hermana se ríen a carcajadas mientras mi mamá me mira con disgusto —Soy un completo mezquino y nadie me dice nada porque soy un soldado —Digo pero de inmediato me quedo en silencio al escuchar que alguien carraspea a mis espaldas
—Familia Kenedi, tienen visitas —Dice Beatriz, noto como mi familia me mira con vergüenza, así que volteo y me quedo paralizada cuando veo que en la entrada está Beatriz con el zcomandante Palmer y el joven Robert. Les muestro una sonrisa de vergüenza mientras hago una reverencia —Yo... Les mostraba la actuación del joven Eliot, ya que actuó en una obra hace poco —Miento, pero si hubo una obra en la que actuó el hijo de la familia Eliot —Imagino que fue una actuación impresionante —Dice con seriedad el comandante Palmer. Le muestro una sonrisa mientras mi padre se levanta de la mesa.
—Adelante, son bienvenidos ¿A que se debe esta grata visita?
—Señor Kenedi. Antes que todo queríamos disculparnos por venir sin previo aviso. Tuvimos un pequeño inconveniente a medio kilometro de aquí y los vecinos nos dijeron que usted es muy bueno reparando carretas —Dice Robert con algo de vergüenza —Hija, siéntate a comer.
—Si padre —Digo mientras Obedezco
—No se preocupen caballeros, con gusto les brindaré mi servicio.
—Pero por favor, primero termine —Le dice Robert a mi padre mientras señala con la mano la mesa —Lo haré si nos aceptan la invitación para merendar juntos —No como cree, ya causamos muchas molestias —Dice Palmer —Por favor, yo insisto —Insiste mi padre con terquedad y ambos terminam cediendo a la petición de mi padre. Ahora debo aguantar comer siendo testigo del amor que esta surgiendo entre mi hermana y Robert y al mismo tiempo, debo sentir vergüenza ante el comandante por mi comportamiento.
—Provecho —Dice Palmer mientras se sienta junto a mi. Desde mi asiento percibo su loción. Es un aroma exquisito, incluso podría jurar que es adictivo. Estiro la mano para tomar un pan tostado pero al mismo tiempo Palmer hace lo mismo y nuestras manos se rozan —Disculpe —Digo avergonzada tratando de disimular mis mejillas rozadas. —Usted primero.
—Por favor —Dice Palmer haciendo un gesto con la mano para que yo lo tome primero —Gracias —Digo con una sonrisa amable. Mientras mi padre habla con Robert y Marian, Palmer mi madre y yo comemos en silencio.
Con amargura observo como Marian platica y se ríe con Robert. Me molesta, pero debo superarlo. Trato de concentrarme en mi plato. Pero siento una mirada sobre mi. Volteo y me percato de que mi madre me mira, frunzo el ceño y ella hace un movimiento con la cabeza para pedirme que hable con el comandante. Con discreción niego con la cabeza pero ella insiste. ¿Porque tanta insistencia con el comandante? Carraspeo y volteo a ver a Palmer —¿Y ha viajado mucho comandante Palmer? —Voltea a mirarme, pero su mirada demuestra confusión
—Si.
—¿Y que lugares le ha gustado más? —Se queda pensativo un momento mirando su taza de Té —Todos tienen su encanto. Pero soy un amante de la naturaleza, así que este lugar me ha fascinado —Dice mientras lo Observo con atención —¿Ha viajado a París?.
—Si —Dice para luego tomar su té. Es tan difícil sacar tema de conversación con el —¿Usted ha viajado? —Pregunta mientras clava su mirada en la mía
—Solo he ido a Londres, cuando Lady Evangeline solicita mi presencia.
—¿La solicita seguido?
—No, rara vez lo hace y...
—¿Por cuanto tiempo se hospeda en Londres? —Parpadeo un par de veces al ver el interés que ha mostrado en este tema —Depende. Puede ser una semana o un par de meses —Asiente con la cabeza como si tratara de entender un problema matemático —Ahora entiendo —Dice mientras bebo de mi té, lo observo con confusión —¿Disculpe?.
—No, nada.
—¿Verdad Palmer? —Dice Robert interrumpiendo nuestra conversación
—¿Dime?.
—Que tienes un jardín hermoso lleno de rosales.
—Si —Abro los ojos con impresión ya que no parece un hombre que ame la jardinería —Estoy pensando en poner unos rosales en el jardín, con la ayuda de Palmer claro.
—Espero que no, cada flor que sufre el contacto de tus manos se marchita —Dice Palmer con seriedad y a todos les causa gracia, incluyendo a Robert
—Seria gracioso si fuese un chiste, tristemente no lo es. Pobre de mis plantas —Dice y los demás se ríen, pero me quedo observando sus expresiones, no creo que lo haya dicho con gracia, más bien con pesar —Lamento lo de sus plantas marchitas. Dicen que cuando sienten un aura más pesada a la acostumbrada se marchitan —Digo en voz baja. Palmer me mira mientras noto un matiz triste en sus ojos azules y me muestra una sonrisa de gratitud.
Terminando de comer, mi padre se va en compañía del comandante para reparar la carreta. Mientras tanto, nos sentamos bajo las sombras de los árboles sobre una manta blanca en compañía de Robert, para disfrutar del día mientras los demás hacen el trabajo pesado. Me pareció poco caballeroso de parte del hijo del coronel. Pues su presencia hubiese sido de más ayuda para Palmer y mi padre.
No se si esa sea la razón de mi enojo o quizás son los celos que hacen que mis ojos observen juzgando.
Mientras me preocupa que mi padre se deshidrate con el sol, veo a Marian y a mi madre quedándo bien ante Robert. Pues se que no es necesario. No pasará ni un mes para que Robert se anime a proponerle matrimonio.
Me pongo de pie y me dirijo en dirección a mi madre. Juego con mis manos con angustia y comienzo a dar vueltas mientras observo con ansias al horizonte para ver si diviso el caballo de mi papá —Katherine, hija mía. Por favor siéntate o terminaré mareada —Me detengo y dirijo mi atención a mi madre
—Hace mucho calor. Mi padre debe de estar padeciendo de sed.
—No te preocupes hija, sabe cuidarse muy bien —Dice para luego mirar al horizonte —Les pido me disculpen. Iré en carruaje para llevarles algo de beber. ¿En que dirección se fueron? —Le pregunto a Robert. Aparta sus ojos de Marian y me presta atención —Se fueron en aquella dirección, como si fuese hacia el mercado.
—Se lo agradezco, compermiso.
—Katherine —Dice mi madre tratando de leer mi expresión —No tardaré —Digo para luego irme. No quería que leyera mi expresión, me conoce bastante bien y no quiero importunarla con mi descontento.
Una vez que preparo algo de comer y algo de beber, me ayudan a subirlo al carruaje y me llevan a donde mi padre y el comandante. Cuando el carruaje los encuentra, me bajo con la canastilla y con ayuda del chófer, me bajo del carruaje —Padre.
—Hija mía ¿Que haces aquí? —Dice mi papá mientras veo como el comandante usa una herramienta para apretar los tornillos de la carreta. Jamás había visto ese ángulo del comandante. No trae puesto su saco y su camisa está desabrochada de los promeros botones, dejando a la vista su pecho, mientras que las mangas las tiene dobladas hasta el codo. Suena extraño, pero se ve realmente atractivo. Lo observo con disimulo, cuidandome de no ser vista
—Deberías de estar en casa, no quiero que el sol te agote.
—Les traje algo para recuperar fuerzas. Apuesto a que tienen sed —El comandante Palmer se acerca a nosotros. Se ven cansados, puedo notar el sudor en sus frentes —Nuestra hija ha venido hasta aquí para traernos algo de comer.
—No se hubiera molestado —Dice Palmer mientras mi padre toma la canasta para servir el jugo de naranja que les preparé —No es ninguna molestia —Digo mientras mi papá le pasa un vaso con jugo. Se lo beben en cuestión de segundos y mi padre se encarga de servir más —Dime hija ¿Que tanto se molestó tu mamá? —Dice mi padre y ambos comenzamos a reírnos, ya que no es la primera vez que pasa algo como esto —La última vez que mi hija hizo esto por mi, el gobernador se quedó varado justo a unos metros de mi casa, tu casa. Así que salí a reparar su carruaje, estaba lloviendo esa vez ¿Verdad Katherine? —Dice mi papá mientras asiento con una sonrisa divertida, el comandante observa a mi padre con total atención y curiosidad
—Y mi querida hija, con este instinto matrnal que tiene. Llegó hasta mi con un paraguas y comida, dejando a su madre y a su hermana con el gobernador. Estuvo todo el tiempo sosteniendo el paraguas hasta que terminé. Para cuando llegamos su madre estaba furiosa.
—Terminamos castigados los dos esa vez —Digo con una sonrisa divertida y Palmer soltó una ligera carcajada —Ella se quedó sin golosinas y yo sin vino por una semana.
—Parece que nunca se aburren —Dice entre risas el comandante Palmer
—De hecho, siempre es un día diferente. Hay algo que no nos dicen comandante. Un hombre puede gobernar el mundo, pero una mujer, gobierna a aquel hombre. Imagínese, yo tengo una gobernadora y dos señoritas.
—Que afortunado es. El amor nos doblega.
—El amor doblega a cualquiera comandante Palmer, sea hombre o mujer —Lo corrijo con amabilidad y asiente con una sonrisa —Bueno querida hija, quiero evitarte otro castigo, es hora de ir a casa.
—¿Aún demorará mucho padre?.
—Ya terminamos, solo debemos recoger este desorden y nos vamos. Adelantate por favor.
—Esta bien, ve con cuidado —Digo mientras le hago una reverencia y camino hacia el carruaje. Palmer me hace una reverencia y me ofrece su mano para ayudarme a subir, le muestro una sonrisa con gratitud y la tomo mientras me ayuda a subir. Pero siento como si una chispa de electricidad recorriera desde mi mano hasta mi cuerpo. Su mano grande y cálida logra provocar que el calor de un choque eléctrico ante su contacto. Lo suelto y lo miro confundida. Noto que el también me mira con confusión. El carruaje comienza a avanzar y yo sigo sin apartar la mirada del comandante Palmer, al igual que el.
¿La madera puede provocar electricidad? Quizás debería leer más para no sentir tantas dudas.
Llegando a casa, fue cuestión de minutos que mi padre y el comandante llegaron. Yo me paseo de un lado a otro, pensando y pensando. ¿Que fue eso? Mientras mi hermana y el joven Robert platican como si estuviesen en otro planeta. Se miran, se ríen y platican como si no existiese nadie más. Como cuando toqué el piano con el.
Pero en esta ocasión, no necesitaron de música para conectar de tal manera.
Vamos Katherine, siempre con pensamientos cruzados, siempre con la hiperactividad necesario para impedir que termine de pensar en una cosa. Necesito frenar este capricho, es mi futuro cuñado. Necesito superarlo.
—Hija mía, los invitados ya se retiran —Me saca de mis pensamientos mi padre. Volteo a mirarlo y me acerco a los invitados —Un gusto verlos de nuevo.
—Gracias por su hospitalidad —Dice Robert mientras le da un beso en los nudillos a Marian —Muchas gracias por el banquete Lady Katherine —Dice Palmer sacándome de mis pensamientos. Me giro para mirarlo y al ver su imagen tan varonil y su camisa desabotonada, siento tantos nervios. Incluso algo de vergüenza por mi. Como si hubiese cometiendo un delito al notar su atractivo —No hay nada que agradecer. Al contrario, gracias a usted por no dejar solo a mi padre.
—Vamonos Palmer —Dice Robert interrumpiendo como siempre. No se porque siempre Interviene.
Palmer me hace una reverencia y lo veo subir al carruaje.
Me asomo a la ventana u veo como se aleja el carruaje de la casa.
Bendita suerte la mía ¿Porqué me gusta complicarme? Primero, me encapricho con el hijo del coronel, el posible esposo de mi hermana y en segundo, una curiosidad por el comandante Palmer se apodera de mi. Para mi mala suerte, es imposible acabar con mi curiosidad. Siempre que quiero descubrir o desmenuzar un tema sobre el, aparece algo nuevo y no puedo concluir con nada. Siempre estoy a medias.
Es una pena que nisiquiera pueda agradecerle sobre lo de Rose.
Suelto un suspiro con la esperanza de que el viento lo lleve junto a aquel carruaje.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro