Un compromiso
Esa noche no dejé de jugar con mi listón. Cansada de esto, cansada de buscar con desespero el amor. Tengo sobre mis hombros la herencia de la familia Kenedi. Es tan difícil el mundo para las mujeres, pero sobre todo para las mujeres feas. Sólo nos llenan la cabeza de ilusiones, basta el gesto amable de un hombre para mal interpretar las cosas.
Es mi culpa, por escuchar a mi familia. Jamás debí ir a esa casa ¿O quizás si? Quizás tenía que ir para abrir los ojos.
Quizás tenía que ir para dejar de sentir que soy especial para ese hombre.
Al día siguiente, mi madre tejía mientras Marian leía, yo simplemente observaba hacia la ventana con pesar. Pero a lo lejos logré divisar algo. Era un carruaje.
—Mamá, un carruaje viene para acá —Digo mientras me pongo de pie para asomarme un poco más. Mi hermana se levanta rápidamente al igual que mi mamá y las dos se ponen a acomodar el poco desorden que hay. Se arreglan con apresuró el cabello y mi mamá se acerca a mi para tratar de peinar mis rizos. Me coloca un pasador en la parte de arriba para que parezca que me peiné
—Beatriz, dígale a mi esposo que hay visitas —Grita mi madre con desespero. Nos quedamos mirando al carruaje y vemos que bajan de él, el comandante Palmer y Robert —Timen asiento, disimulen —Dice mi mamá mientras se sienta a tejer. Me siento en el sofá pequeño y continuo jugando con mi cabello —Tienen visitas —Dice Beatriz con amabilidad para luego dejar pasar a los invitados. Frunzo el ceño expresando confusión —Buenas tardes.
—Buenas tardes caballeros ¿A que se debe tan grata visita? —Pregunta mi mamá mientras se pone de pie
—Disculpe que hayamos venido sin previo aviso, pero quería pedir una conferencia a solas con la señorita Marian —Dice Robert. Me pongo de pie mientras mi madre y yo nos miramos con sorpresa —Claro que si, venz vamos afuera —Dice mi mamá mientras salimos junto con Palmer al jardín, con tal de darles privacidad —Comandante Palmer ¿Gusta algo de beber?.
—Un poco de agua, se lo agradecería mucho —Mi mamá asiente con una sonrisa mientras me voy a sentar en el sofá movible que tenemos en el jardín, es como un columpio —Señorita Katherine ¿Porqué se marchó repentinamente? Pregunta mientras se coloca justo frente a mi —Porqué casi me alcanzaba la noche.
—El obsequió que le dí se marchito al sentir su desprecio —Dice con algo de decepción —No lo desprecié, se me cayó de las manos.
—pudo esperar a que se lo devolviera.
—Tenía prisa —Digo con frialdad, noto como frunce su ceño —Me hubiera dicho que no aceptaría rosas de mi parte. Las hubiera ahorrado para alguien merecedora —Me pongo de pie molesta molesta por la ofensa que acaba de hacerme y también por lo de ayer
—Disculpe si mi existencia es tan insignificante para usted, como para merecer algo de su jardín.
—No es lo que quise decir...
—No se preocupe, a partir de ahora evitaré hablar cerca de usted, soy invicible ante sus ojos tambien lo seré ante su audicio para que tenga el personaje completo de una mujer invisible —Digo furiosa mientras paso por su lado y me dirijo a la casa. Subo corriendo a mi habitación y cierro la puerta detrás de mi con enfado. Me acuesto en la cama boca arriba pensando y de repente escucho unos gritos. La puerta de mi habitación se abre y es Beatriz —Señorita Katherine, la solicitan en el salón —Dice con alegría. Me pongo de pie y bajo las escaleras corriendo. Entro al salón y veo a madre felicitando a Marian
—¿Que ocurre? —Pregunto con ojos curiosos —Robert acaba de pedirme matrimonio —Dice Marian, la abrazo y la felicito con alegría. Me sorprende lo fugaz que fue mi capricho con Robert, justo ahora solo siento alegría por ambos —No había podido venir antes, porque estaba organizando un baile. Mi corazonada me decía que diría que si. Así que organicé un baile en honor a nuestro compromiso.
—¿Será esta noche? —Pregunta Marian y Robert asiente con la cabeza —Entonces debo apresurarse.
—No te presiones, tu belleza es tan notable que no importa que lleves cualquier cosa —Comienzan a platicar sobre el baile y decido salir a ver a Rose en lo que se terminan de organizar.
Mi hermana si lo logró, en poco tiempo ya no estará aquí conmigo. Las visitas se fueron para alistarse para el baile y nosotros hicimos lo mismo.
En el baile, me puse un vestido azul cielo un poco esponjado, usé mi listón como moño en una coleta alta, mientras Msrian usaba un vestido color crema con adornos dorados y un peinado extravagante adornado con adornos blancos —Hija mía, por favor invita a bailar al comandante Palmer. Casi no le gustan estos eventos pero por alguna razón conecta muy bien contigo.
—Pero papá.
—Por favor hija —Termino sediento ante sus suplicas. Camino entre la multitud mientras observo como Marian baila con su prometido. Busco con la mirada a Palmer y camino cerca de la entrada, en donde para mi desgracia, veo a la mujer rubia que fue a casa de Palmer esa vez. Platica con el coronel Williams y tratando de pasar desapercibida, alcanzo escuchar lo que ella dice —La promerida es bellísima, pero ¿Porque cree que la hermana carezca de ducha cualidad?
—No se deje llevar por las apariencias Lady Ellie. Ella tiene esa cualidad muy notable en su personalidad.
—La belleza interna ya pasó de moda —Dice entre risas. Camino para alejarme de esa conversación mientras siento como si alguien hubiese apretado con fuerzas mi corazón. Camino mientras siento como poco a poco la seguridad pequeña que habitaba en mi se desvanece. Trato de no pensar en lo que escuché y me concentro en mi misión, que es buscar a Palmer y que mi padre nos vea bailando.
Una vez que lo encuentro en un rincón bebiendo una copa de vino blanco me acerco a el —Comandante Palmer.
—Lady Katherine —Dice mientras se.coloca justo frente a mi —Quería ofrecerle una ofrenda de paz.
—La acepto. Jamás fue mibintencion ofenderla.
—Todo esta olvidado ¿Le gustaría bailar esa pieza conmigo? —Digo tratando de sonar casual —Lo que sucede es que no se bailar.
—Yo le enseño sin problema —Insisto, sin importar que siga molesta por lo de hace rato. Palmer lo duda un momento y da un paso hacia mi —Mm mejor no —Dice y retrocede para luego darse la vuelta y marcharse. Me quedo ahí parada sintiéndome como una tonta. De nuevo rechazada. De por si ya no me sentía de ánimos para quedarme y ahora menos lo estoy. Camino con rapidez a una mesa y me siento. Observo como todos bailan, conviven. Se ven felices —¿Que pasó hija? —Dice mi mamá con voz agitada mientras se sienta a mi lado. Suelto un suspiro triste y decido contarle —Invité a bailar al comandante Palmer y no quiso.
—¿Que te dijo? —Pregunta sorprendida
—Dijo que no sabía.
—Aa no te sientas mal hija. Aveces los hombres que no saben bailar, no quieren quedar en ridículo ante la multitud —Dice mientras juega con uno de mis rizos —Ven, baila con tu madre —Dice alegre y me toma de ambas manos. Me río mientras la sigo hasta la pista. Comenzamos a bailar y a reír como nunca. Después de dos piezas le pido que me espere para ir por algo de beber y mientras, ella se queda bailando con mi papá. Me sirvo una copa de vino blanco y cuando volteo hacia la pista veo a mi hermana y a mis padre bailando. Observo la pista de baile con una sonrisa y para mi sorpresa, veo a Palmer bailando con aquella chica. Baila con alegría con Ellie. Entonces comprendo porque se negaba a bailar conmigo.
Me tomo de un trago mi copa y salgo corriendo del baile. Afortunadamente no hay nadie que se sienta agobiado por la fiesta.
Coloco mi mano derecha en mi pecho mientras siento este dolor profundo, este dolor de ser invisible ante cualquier mirada. Me siento tan insignificante justo como dijo Palmer.
Una lágrima recorre mis mejillas y rápidamente las seco.
—¿De nuevo viene a contemplar las estrellas? —Escucho la voz de Palmer que apenas va saliendo del baile.
—Me sentí abrumada.
—Hay muchas personas. Vino casi toda la familia de los Williams —Asiento con la cabeza sin siquiera voltear a verlo
—Por cierto, no baila tan mal como presume —Digo para luego mirar el cielo nocturno —¿Eso cree? La pise como cinco veces.
—Me da gusto que se divierta —Digo mientras me armo de valor para mirarlo y sonreír. Noto como sus ojos tratan de leer mi expresión —No quería hacer el ridículo con usted y que sus pies sufrieran de mi torpeza.
—No tiene nada que explicar.
—Le prometo que tomaré lecciones de baile para poder bailar con usted —Dice con algo de vergüenza en su rostro
—No es necesario que se tome tantas molestias. Es cuando uno quiere, sin importar si sabe o no. Pero si la persona no quiere, simplemente no y ya —Digo mientras me enojo de hombros para quitarle importancia —La señorita Ellie... Es demasiado terca. No pude decir que no. Afortunadamente su esposo, el señor Gomez goza de una increíble paciencia y estoy seguro de que la hace feliz.
—¿Es casada? —Pregunto con sorpresa y el asiente rápidamente con la cabeza
—Es hija de mi nana (Que en paz descanse) Crecimos juntos, siempre hemos sido como hermanos —Siento un peso menos al saber esto. Pero no quita por completo mi pena —Pues que suerte la tuya. Compermiso —Digo mientras doy un par de pasos para entrar al baile
—Señorita Katherine —Dice mientras corre para pararse justo frente a mi haciendo que detenga mi andar. Lo observo confundida —Es que siento que esta molesta conmigo.
—Nada de eso. Puede estar tranquilo —Digo con seriedad, camino junto a él y me meto de nuevo al baile.
La noche se me fue así. Observando, mostrando sonrisas falsas, sola y sentada mientras como un poco, bebo y vuelvo a observar. Pero todo el tiempo sola.
Cada que el comandante trataba de acercarse a platicar, me levantaba fingiendo que iba al tocador.
Lo único bello de esta noche fue el compromiso de mi hermana y su felicidad.
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