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Melodia

—Señorita Katherine, su madre la solicita en el comedor —Escucho a Beatriz mientras termino de acariciar la cabeza de Rose —¿No te comento para que me solicita? —Noto como la joven Bea se queda pensativa y asiente con rapidez cuando lo recuerda —Mencionó algo sobre unas visitas que vendrán hoy.

—¡Hay no! ¡Lo olvidé por completo! —Digo alterada. Me quito el mandil y lo cuelgo en su lugar con rapidez
—Gracias Bea —Digo mientras me voy corriendo.

Últimamente pasó mucho tiempo en el establo. Pues Rose parece que no se ha sentido muy bien. Me preocupa que le pase algo.

Entro a la casa presurada y cuando paso junto a mi madre siento que me da una nalgada —¡Madre! —Digo boquiabierta, se que esta molesta —Lo siento, olvidé que vendrían.

—No es por eso. Me dijeron que mi hija mayor ¡Estaba fumando en el baile con un soldado! ¿No pudiste comportarte?

—Mamá no estaba fumando. Marian esta de testigo.

—No estaba fumando madre, ella salió a tomar aire —Aboga mi hermana por mi —Cuando salí no me dí cuenta de que el comandante Palmer estaba ahí fumando.

—¿Y que hizo cuando te vio? —Pregunto mi madre mientras mi papá y mi hermana me observavan con atención
—Nada, se quedó junto a mi. No salió corriendo al verme madre —Digo molesta —¿Porque dices eso?.

—¡Vamos! Nadie se interesa en mi por que soy fea. No por mis modales.

—¡Silencio!.

—No digas esas cosas.

—Claro que no es así —Dicen los tres rápidamente —Si fueras fea el comandante Palmer no hubiese pasado toda la noche mirándote. Yo lo vi —Dice Marian y mi mamá abre los ojos con sorpresa —¿El comandante?.

—Así es. La miraba con demasiada atención y esta tonta ni en cuenta.

—Hay por favor, no pude conquistar al más feo de todo Westle y sueñan con que seduzca al comandante  —Digo cansada y escucho como un carruaje se aparca fuera de nuestra propiedad. Los cuatro corremos a la ventana y vemos como de un carruaje negro se baja el comandante Palmer y Robert, que viene junto con su madre y su padre —¡Ve a limpiarte ya! —Me dice mi mamá con voz apresuradas —Si —Digo mientras me alejo de la ventana y cuando me giro siento como me da otra nalgada mi mamá —¡Madre!.

—Eso fue por olvidarte —Dice mientras yo me sobo mi trasero. Corro hacia el baño y me lavo la cara, me trató de acomodar los rizos y me limpio el vestido. Mientras escucho como mi familia recibe a los Williams. Trato de acomodar mi cabello ya que suelto suele verse alborotado y luego salgo del tocador y camino hacia el comedor

—Buenos días a todos —Digo con una sonrisa amable mientras camino hacia una de las sillas vacías. Me devuelven el saludo con amabilidad y me siento a lado de mi madre —Discúlpen a mi hija Katherine, le gusta pasar tiempo con su mascota que se olvidó de la hora —Me justifica mi madre —No se preocupe.

—¿Tiene una mascota? —Pregunta El comandante —Algo así —Respondo con una sonrisa —¿Un cachorro?.

—Una vaca, de hecho —Palmer me mira sorprendido, apuesto a que se esperaba que tuviera de mascota a un gato o un conejo —Que peculiar.

—Se llama Rose y está preñada, por eso he ido más veces a visitarla —Prosigo para terminar de una vez con este tema tan extraño —¿El veterinario lleva el control de su embarazo? —Pregunta Palmer interesado —Por el momento solo ha venido un par de veces a revisar su salud.

—Mi tío es un excelente veterinario, le diré que venga y lleve el control de Rose si no le molesta. Le dará excelentes atenciones —Dice sin dejar de mírame fijamente. No se porque su mirada me hace sentir intimidada, le muestro una sonrisa de gratitud —Gracias —Digo mientras mi familia se queda observandonos con atención —Por cierto lady Katherine, seguí su consejo y hoy por la mañana he buscado los poemas del señor Langaster. Lo poco que leí me dejó sorprendido —Dice Robert acabando con el silencio incómodo —Me alegra que le hayan gustado.

—¡ho los poemas del señor Langaster! Todos dedicados a su difunta esposa —Dice mi padre con algo de melancolía
—Muy bien hija, recomendar la poesía local ayuda mucha a esa familia —Sonrio para luego darle un sorbo a mi taza de té —Me parece curioso, a ti no te gusta leer —Comenta Marian. Se con que intención lo hace. Esta tan acostumbrada a la atención que cuando no se dirige a ella siempre busca una forma de ridiculizarme —Así es. Pero la poesía de langaster sí la he leído.

—Los leeré también. Si tu dices que son buenos —Le muestro una sonrisa risa fingida.
Solo busca quedar bien ante Robert y ya me cansé de solo quedarme mirando. De repente miro hacia mi derecha y veo la charola de queso. Una sonrisa maliciosa se aparece en mi rostro y tomo la charola —Marian ¿Quieres queso? —Ella me mira con serieda y niega con la cabeza —Hay perdon olvidé que eres intolerante al queso.

—No lo soy.

—¿Entonces porque no quieres? Tiene una copa de vino tinto de tu lado, con queso sabe increíble —Noto la mirada fulminante de mi hermana, pues se que es intolerante a los lácteos. Entonces veo como ella tomo un cubo de queso y se lo mete a la boca —¿Contenta?.

—No se tu dímelo —Le respondo con una sonrisa. Ahora es cuestión de esperar a que se arrepienta de haber probado ese queso.

Seguimos comiendo y charlando con los invitados hasta que de repente Marian se levanta bruscamente de la silla. Los caballeros se pusieron de pie como de costumbre y ella les muestra una sonrisa

—Disculpen, debo ir al tocador —Dice para luego retirarse rápidamente. Una sonrisa victoriosa se aparece en mi rostro —Comandante Palmer ¿Disfruta su estadia en Westle — Pregunta mi padre con interes —Claro, es un lugar interesante.

—¿Cuanto tiempo se quedará en Westle?.

—Honestamente, eso depende de lo que tenga planeado el destino para mi. Yo podría hacer planes pero ya sabe, si el destino no planeo lo mismo, simplemente no —Dice mientras unta un poco de mermelada en su pan tostado —Es correcto. Como sea, espero que se quede un largo tiempo y pueda bendecirnos con su agradable
compañía —Dice mi padre y el comandante Palmer le muestra una sonrisa de gratitud —Muchas gracias, espero que así sea.

—Ho que hermoso piano el que tienen —Dice Robert asombrado
—Muchas gracias. Por lo general Katherine es quien se la pasa sentada ahí, deleitándonos con su música —Dice mi padre con orgullo —¿Porque no nos deleitan con un dueto? —Dice la señora Williams —Señorita Katherine ¿Nos concede el honor? —Asiento con una sonrisa y me pongo de pie para luego hacer una reverencia. Camino a lado de Robert sintiendo como mi corazón se acelera ante su cercanía y nos sentamos en el banco del piano. Robert toma la iniciativa y comienza a tocar (Nocturne in c sharp minor) poco a poco comienzo a tocar en sincronía con él. Mientras más toco, más me pierdo en las notas del piano. Como si estuviera fusionandome con la melodía, como si flotase en todo el salón. Se exactamente donde deben caer mis dedos y hacerlo junto a Robert se siente más que un amor intenso por la música, se siente como simple y puro amor. Es un momento mágico que olvido por completo que no estamos solos. Aún que se siente como si fuéramos el piano, Robert y yo. Hasta que termina la canción y me percato de las miradas curiosas que nos observan. A excepción de mi hermana, ella me observa con enfado. Todos nos aplauden y volteo a ver a Robert para mostrarle una sonrisa de gratitud y el hace lo mismo. Me pongo de pie al igual que Robert y hacemos una reverencia en forma de gratitud.

—Eso fue hermoso —Dice el Señor Williams —Gracias —Digo mientras me vuelvo a sentar —Dentro de dos meses será el cumpleaños de nuestra hija Marian. Si siguen en Westle espero que nos puedan acompañar —Dice mi mamá mientras mi hermana muestra una sonrisa —Con gusto asistiremos, gracias por la invitación.

Una vez que terminamos de comer, los invitados se marchan. Se despiden de nosotros antes de subir al carruaje. Robert se despide de mi hermana y de mi dándonos un beso en los nudillos de la mano y el último en subir es Palmer. Se despide con una reverencia y se sube al carruaje. Los vemos partir, sin saber cuándo volveremos a verlos.

—¿Se dieron cuenta? —Dice Marian sin dejar de ver como se aleja el carruaje
—¿De que? —Pregunto sin comprender
—Si lo noté.

—¡Es maravilloso!.

—¿De que están hablando? —Pregunto con curiosidad —Hay hermanita ¿Apoco no notaste como te miraba el comandante? Parecía hechizado con tu forma de tocar el piano —Dice Marian, frunzo el ceño mientras mis padres me miran con una sonrisa —Seria una suerte que ambos jóvenes estén interesados en ustedes.

—No es de mi agrado el comandante.

—¡¿Qué?! —Preguntan los tres al unísono —Es un perfecto diez. No puedo con eso, mejor busquemos un seis, seria más sencillo —Digo mientras me doy la vuelta y me alejo de ellos mientras camino hacia la casa de vuelta.

¿Pero han perdido la cabeza? Ven fantasmas donde no hay nada. Además, yo se que hay una química entre Robert y yo. Solo debo esforzarme un poco más para que se enamore de mi.

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