Invisible
Han pasado siete días desde la última vez que vimos a aquellos caballeros que viven en mis pensamientos. Mi hermana ha estado tan ansiosa y yo también, pero no quiero mortificarla.
Siento que debo buscar al comandante y mostrarle mi gratitud, pues la visita de su tío y sus recomendaciones por supuesto que causaron un buen efecto en Rose.
—¡Te juro que no se que pasó!.
—Debes calmarte, te aseguro que vendrá a buscarte —Digo mientras me paseo por el salón. Entonces por la ventana veo que mi padre llega en su caballo. Necesito hablar con alguien sobre lo que hizo Palmer por Rose para saber que hacer, para que me digan si debo ir a agradecer o esperar a que llegue la oportunidad.
—No puedo con la angustia, iré a leer, dale la bienvenida nuestro padre por mi —Dice Marian exaltada y la veo irse. Mi papá entra al salón y frunce el ceño con confusión al ver a mi hermana tan alterada —¿Que tiene?.
—Siente una angustia enorme al no tener noticias sobre Robert.
—Pobre de su corazón —Dice mientras se quita el abrigo —Padre, necesito un consejo —Digo con rapidez mientras mi padre toma asiento —Te escucho querida.
—El tío del comandante vino hace unos días a revisar a Rose y seguí sus recomendaciones. Pero cuando pregunté por cuál sería el costo me mencionó que su sobrino pagó todo. Incluso si Rose da a luz, el vendrá a brindar sus servicios.
—¿Dices que pagó todos los gastos? —Pregunta con asombro —No he podido agradecerle, no se que hacer.
—¿Sientes que necesitas ir a gradecerle?.
—Si —Respondo con certeza —Entonces ya sabes que debes hacer —Le muestro una sonrisa amplia —Pero no se donde vive —Digo con decepción, mi padre se queda pensativo y responde —Pero sabes donde vive cada vecino. Sabes a quien le pertenece cada propiedad de Westle —Me quedo pensativa. Eso es verdad, se donde viven los Langaster, los Wiliams, los Collins, los Pitterson. Pero hay una casa solitaria en la colina alta que nunca he sabido de quien es. Entonces lo entiendo —Gracias padre —Digo mientras le doy un beso en la mejilla y me voy corriendo.
Me subo al caballo de mi padre y lo hago correr en dirección a esa colina.
Una vez que llego, los nervios a entrar a territorios desconocidos me invaden, pero son más intensos ante la idea de que pueda encontrar al comandante Palmer solo. En cuanto llego, golpeó la enorme puerta. Observo la propiedad, luce tan rústica. No es tan grande pero es hermosa. Una mujer con uniforme de mucama abre la puerta. Se ve joven, su pelo es lacio y está amarrado en una coleta, sus ojos son grises y su piel es blanca como la nieve —Buenas tardes Madam ¿En que puedo ayudarle? —Dice con un tono servicial. Le hago una reverencia y le respondo —Busco al comandante Palmer —Ella asiente con una amplia sonrisa, lo cual me resulta sospechoso y me invita a pasar. Me guía hasta una puerta amplia que da al jardín y lo veo, veo al comandante Palmer. Esta practicando con su espada con un contrincante desconocido. Pelean como si sus vidas dependieran de ganar
—Comandante Palmer, tiene visitas.
—No estoy para nadie —Dice con voz agitada sin siquiera voltear. Noto que el contrincante va perdiendo, porque Palmer se ve feroz al usar la espada
—Lo siento Lady Katherine, me temo que hoy no podrá recibirla —Dice la joven. Palmer voltea confundido y esa distracción la aprovecha su contrincante, pues con un golpe en la mano logra tirar la espada de Palmer y coloca la punta de la espada en el cuello de Palmer, amenazando con clavarla.
—No se preocupe, puedo volver después —Le respondo a la joven y Palmer con su mano aleja la espada de su cuello
—Dame un momento por favor.
—Claro amigo. Venga señorita Charlotte —Dice el joven mientras se lleva a la mucama, Palmer camina hacia mi dejando en el suelo su espada.
—Lamento interrumpirlo comandante y sobre todo, venir sin previo aviso
—¿En que puedo ayudarla lady Katherine? —Dice con voz agitada mientras saca un pañuelo de su bolsillo y se limpia el sudor del cuello
—Bueno... Lo que pasa es que no he tenido oportunidad para ha lar con usted.
—¿Sobre qué?.
—Si tío fue hace unos días a revisar a Rose. El me comentó que pagó todos los gastos y quería venir personalmente a agradecerle —Palmer frunce un poco el ceño y asiente con la cabeza —No agradezca, me sentía en deuda con su familia por la invitación del otro día, fue un agradecimiento —Dice con seriedad. Supongo que mi presencia no es tan grata aquí o quizás esta molesto por mi comportamiento de ese día.
—También le quería ofrecer disculpas por esa mala imitación que hice sobre un soldado. No es que sea mi opinión sobre los soldados, solo era una imitación de una obra que vi.
—No me ofendió, no se preocupe —Dice mientras se limpia el sudor de la frente
—¿Su espada no se maltrata en el césped? —Pregunto mientras la señaló con el índice. Palmer voltea y asiente con la cabeza —La había olvidado —Dice mientras camina hacia ella y yo lo sigo. Me percato de las bellas rosas que hay alrededor, son preciosas —Me imagino que esos son los famosos rosales de los que hablaba Robert — Palmer levanta su espada y la guarda en el estuche que cuelga de su cinturón.
—Así es.
—¿Puedo verlos de cerca?
—Por supuesto —Dice mientras me acompaña hacia sus rosales. Me acerco con cuidado a una rosa roja preciosa y la huelo. Su aroma es increíble —Que rico huele.
—¿Le gustan las rosas Katherine? —Lo volteo a ver y asiento con una sonrisa
—Soy una mujer Palmer, a todas nos gustan las rosas. A excepción de mi hermana, ella prefiere los libros —Veo como Palmer saca una pequeña navaja de su bolsillo, toma el tallo de la flor que olí y la corta con gran facilidad. Lo miro con sorpresa, pues no me esperaba que fuese a hacer eso —Tenga, para usted —Dice mientras me la ofrece. Dudo en tomarla y cuando la tomo digo —No tenía que hacerlo. Se cuanto adora sus plantas.
—Créame, crecerá una igual de bella.
—¿Y que hizo que naciera ese amor por las plantas? —Se queda pensativo y suelta un suspiro —Mi madre adoraba su jardín. Cuando falleció mi nana me enseñó a cuidar de él. Supongo que de ahí viene este cariño —Entonces logro armar un rompecabezas del comandante Palmer. Cuando hizo mención de sus plantes aquel día, no era un chiste, era un reproche. Entiendo porque un hombre con poca delicadeza adora su jardín.
—¡Palmer! —Grita una joven de cabello rubio y ojos verdes. Su cabello es lacio y viste con demasiada elegancia, usa un sombrero gris que hace juego con su vestido —Ellie —Dice Palmer con una sonrisa sorpresiva. Veo como la joven corre por el césped y cuando llega a Palmer, se lanza a sus brazos, mientras el último la abraza y la levanta por el aire mientras le da vueltas. Ver como la joven ríe a carcajadas y a Palmer abrazándola así me hace saber que no debí venir. Cuando la coloca en el césped, la chica me mira con confusión
—¿Quien es ella?.
—Lo siento que inoportuna he sido. Los dejo, compermiso —Digo mientras camino en dirección a la puerta
—¡Espere señorita Katherine! —Grita Palmer pero decido no voltear. Atravieso avergonzada la casa y llego a la puerta. Camino veloz hacia mi caballo y una mano toma la mía haciéndome frenar y voltear con rapidez. Cuando volteo veo que es Palmer y rápidamente suelto su mano —¿Pero porque se va? —Dice con los ojos llenos de confusión —Porque ya es tarde —Digo mientras dejo caer la rosa que me dio para subir a mi caballo. No se porque me siento molesta.
—¿Rechaza mi obsequio?.
—No, solo se me cayó —Digo para luego hacer que el caballo corra con rapidez.
Soy una tonta ¿Porque pensé que sería buena idea venir? Fui imprudente. Fueron esas ideas tontas que mi familia introdujo en mi mente. Es obvio que para el comandante Palmer soy invisible. Una mujer como esa tal Ellie si esta a la altura de Palmer. No debo dejar que vuelvan a meterme ideas tontas ni que me hagan ver fantasmas donde solo hay aire. Es obvio que creí que Palmer sentía algún interés por mi. Pero no, para el también soy invisible.
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