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Ataque de panico

Al día siguiente, Robert vino junto con Palmer para despedir a mi padre y también para ir con mi madre y Marian a buscar los adornos para la boda.
Me quedo mirando con tristeza como suben las maletas de mi padre al carruaje. Mi hermana Marian esta hecha un mar de lagrimas, mientras mi madre se seca con discrecion las lágrimas. Veo como mi papá se despide del comandante y del prometido de Marian y luego pasa a darle un fuerte abrazo a Marian —Llegaré antes de la boda mi niña.

—Prometa que lo hará padre —Mi papá toma el rostro de mi hermana con ambas manos y con lágrimas en los ojos dice —Es una promesa —Marian lo abraza de nuevo y después de un beso en la mejilla se acerca mi padre a mi. Me cruzo de brazos mientras me volteo para ocultar mis lágrimas —No estés molesta.

—No lo estoy... Solo no quiero que se vayas triste —Coloca su mano en mi hombro y me hace voltear. Sus ojos llenos de lagrimas me doblega el corazón y por más que me esfuerzo, las lágrimas salen de mis ojos —Londres es muy bello. Ya tiene que no va. Iras al café de siempre y pedirás un té mientras disfrutas de su hermoso clima.

—Se supone que yo debo consolarte —Dice con una sonrisa triste y me lanzó a sus brazos para poder llorar en silencio. Así puedo ocultar mi rostro húmedo en su pecho —Le voy a escribir todos los días.

—Eso espero y pórtate bien, al menos hasta que yo llegue —Asiento con la cabeza ya que el llanto me impide seguir hablando y nos soltamos. Ahora va a despedirce de mi mamá. Le da la bendición, como todos los días y se despiden con un tierno beso. Mi padre se sube al carruaje y el carruaje avanza mientras se despide con una mano. Yo camino poco a poco detrás del carruaje y mientras más rápido avanza, más rápido camino. Hasta que por fin lo pierdo de vista. Me pongo a orar para que llegue con bien mientras seco mis lágrimas. Siento como si estuviese todo este tiempo en un lugar cálido y seguro hasta que de pronto, algo me suelta y me hace sentir tanto frío, tanta inseguridad. Como si no hubiese una almohada a la cual abrazar cuando se llora por las noches.
Camino de regreso a la entrada de mi casa y Robert consuela a mi hermana mientras que mi madre llora en el hombro de Palmer —Bien, necesito que laven su hermosos rostros y se alisten para ir a buscar los preciosos adornos para la boda —Digo tratando de distraerlas mostrando una sonrisa fingida. Aunque es obvio que la hinchazón de mis ojos delatan que estuve llorando. Mi mamá y mi hermana me muestran una sonrisa y se secan las lágrimas —¿No quieres venir a acompañarnos? —Pregunta Marian y niego con la cabeza —Si quiero, pero no puedo. Necesito registrar los cheques y los nombres de la donación para el orfanato. Para sacar el comprobante de que el dinero es direccionado a la iglesia —Digo mientras tomo mi pañuelo y seco con cuidado las lágrimas de mi hermana. Ella me sonríe y toma el pañuelo para limpiar bien su rostro
—No tardamos hija. Te encargo a la señora Rose —Dice mamá y asiento con la cabeza. Las acompaño hasta el carruaje y una vez que se suben, Palmer se queda parado observando el carruaje
—Si gusta puedo quedarme a acompañarla.

—No se preocupe. Sentiré una calma en mi alma si usted las acompaña —El comandante coloca su mano en su pecho y hace una reverencia, reverencia que le devuelvo con respeto —Mi lady —Dice para luego subir al carruaje.
Los veo partir y entro a la casa. Me meto al despacho de mi padre y veo la carpeta con los documentos que debo de llenar para la iglesia. Camino detrás de la silla y la acaricio con tristeza. Una vez que me siento me pongo a trabajar mientras trato de ignorar el nudo en mi garganta.

Paso toda la tarde haciendo los papeleos, seguí las indicaciones que mi padre dejó en la carpeta y cuando termino, el cansancio me vence y sin darme cuenta, me quedo dormida con la mitad de mi cuerpo en la silla y la otra mitad en el escritorio.

—Katherine, ven hija. Vamos a dormir —Escucho la voz de mi madre mientras me toma por los hombros. Me ayuda a subir las escaleras y me recuesta en la cama.

Al día siguiente me levanto temprano, tanto que mi hermana y mi madre aún no están arregladas. Bajo por las escaleras con un vestido blanco de falda caída unos zapatos negros y una coleta alta. Visito a Rose y después camino hacia el despacho de mi papá. Observo todas sus cosas detalladamente hasta que veo en su repisa su espada. Es una espada muy afilada con el mambo dorado. Con cuidado saco la espada. Imaginando al comandante Palmer empuñando su espada con fuerza. Comienzo a fingir que estoy en un duelo de espadas tratando de imitar los movimientos que hizo el comandante Palmer aquella vez que fui a su casa
—Dijo la señorita Beatriz que podía pasar —Escucho una voz familiar detrás de mi. Volteo y al toparme con el rostro de Palmer suelto por accidente la espada
—comandante Palmer.

—No debería de jugar con eso si no sabe usarla —Me acomodo mi vestido y con una mirada retadora respondo —¿Quien dice que no se usarla?

—Disculpe, supongo que el ruido de la espada contra el mármol me confundió —Entonces recuerdo que dejé caer la espada de mi padre y corro a recogerla antes de que mi madre se dé cuenta. La acomodo en la repisa y le muestro una sonrisa mientras trato de recuperar el aliento —Venga conmigo —Dice con una sonrisa y lo sigo hasta el jardín. Veo que saca su espada y lo miro con el ceño fruncido —Venga, tómela —Camino lentamente hacia el y tomo con cuidado la espada. Se coloca detrás de mi y toma mis manos —Sotengala así, con fuerza —Me siento tan nerviosa y una sonrisa se aparece en mis labios
—Hay espadas que son muy pesadas y deben tomarse con ambas manos si no está acostumbrada al peso. Mientras más ligera es, mejor —Susurra cerca de mi cuello. Siento como hunde sus dedos en los míos entrelazandolos y al mismo tiempo, enseñándome como debo romar la espada —Su muñeca controla el filo de la espada. Y debe hacer este movimiento para detener el golpe de su contrincante sin que el impacto la haga soltarla —Dice mientras me enseña un movimiento corto y circular para fingir que detengo un golpe —La mucama me dijo que estaban aquí ¿Interrumpo algo? —Pregunta Robert con una sonrisa pícara, provocando que el comandante se separe rápidamente de mi —Solo me enseñaba como usar una espada —Digo con una sonrisa amable mientras le devuelvo su espada al comandante.

—¿Nos acompañará a elegir las invitaciones para la boda?.

—No Robert, debo entregar unas cosas a la iglesia. Una vez entregue esos pendientes podré acompañarlos con los preparativos —Digo mientras entramos de nuevo a la casa —Deje que Palmer la acompañe. Es peligroso.

—No se preocupe, tendré cuidado —Digo mientras escucho los pasos de mi hermana correr por las escaleras
—¡Robert!.

—¡Mi lady! —Dice Robert mientras sus brazos atrapan a mi hermana.

Los veo partir de nuevo y una vez que termino de alistar las cosas, tomo el carruaje y me subo. Disfruto del camino tranquilo hasta que de repente se escucha un alboroto afuera. Los caballos se alteran y escucho a unos hombres gritar. El carruaje se detiene y un hombre se sube al carruaje me toma por los brazos y me arroja con fuerzas hacia afuera haciendome caer. Me golpeó en la frente con fuerza ya que caí de almenas un metro de altura. Me quejo del dolor punzante que siento mientras sale de mi frente un poco de sangre. Estoy desorientada.
—Por favor, estamos cooperando —Dice el chófer cuyo nombre es Albert Johnson.  Veo como lo obligan a arrodillarse mientras dos hombres lo amenazan con la espada. Mientras los otros dos se bajan del caballo uno de ellos revisa el carruaje y el otro me apunta con la espada —¡De pie! ¡Rapido! —Me Grita el ladrón mientras me amenaza con su espada. Todos tienen el rostro cubierto. Obedezco y camino a donde me guía —¡Abre el portafolios rápido! —Aprieto con manos temblorosas la continuación del portafolios y cuando se abre veo como toman los cheques y el dinero en efectivo —Por favor, le están robando a la iglesia —Digo con suplica pero uno de ellos me da un codazo en la frente provocando que caiga en el césped.
—¡Señorita Katherine! —Grita Albert con ojos angustiados y le hago una seña con la mano para que se calme. Me siento mareada, pero sobre todo, me siento humillada.
De repente se escucha el sonido de varios caballos, llegan con extrema rapidez y nos rodean. Levanto el rostro y veo que son tres soldados. El comandante Palmer lidera a aquellos soldados y bajan con rapidez empuñando sus espadas. Envueltos por la furia veo como comienzan a pelear con las espadas. Esta vez no es un entretenimiento, está vez es de vida o muerte. Siento como me toman por los brazos y me levantan. Es el señor Albert que me aleja de aquel enfrentamiento. Siento que el corazón se me sale de las manos al ver como la espada del ladrón casi roza en un par de ocasiones al comandante.  La escena es escalofriante, siento que estoy viviendo una pesadilla y mis nervios se salen de control al ver como el comandante Palmer logra cortar  con furia el hombro de uno de los ladrones. Para rematar, el cuarto ladrón se une con el contrincante del comandante y ahora debe pelear con ambos, cuidadonse de todos los ángulos posibles. Me cubro la boca para apaciguar los gritos que se escapan de mí garganta mientras el señor Albert trata de protegerme. Entonces veo como la espada de uno de los ladrones logra cortar el brazo del comandante mientras que el otro aprovecha esa distracción para deslizar su espada sobre la pierna del comandante, provocando que caiga al suelo, veo como patea uno de ellos su mano haciendo que su espada caiga al suelo —¡Palmer! —Grito aterrada. Mientras los otros soldados se encargan de los otros dos ladrones. El ladrón patea la espada de Palmer para apartarla de él y veo como alza su espada  apuntando a su cuello. Lo veo tomar vuelo y me armo de valor para hacer algo que nunca imaginé que haría. Me zafo de Albert y corro hacia la espada de Palmer. Cuando esta por dejar caer su espada sobre Palmer, levanto su espada y la tomo con fuerza, justo como me enseñó y logro usarla de escudo deteniendo la espada del ladrón. Puedo ver en los ojos del ladrón que lo tomé por sorpresa mientras lo veo con los ojos llenos de furia. El comandante hace un movimiento con los pies y hace al ladrón caer al suelo. El ladrón al caer suelta la espada y Palmer la toma, lo amenaza rápidamente y me quita la espada de las manos para amenzar al otro ladron
—¡Llevatela de aquí! —Le ordena el comandante a Albert y Albert me aparta haciéndome subir al carruaje. Entonces veo como Palmer clava las espadas con facilidad en el abdomen de estos ladrones y veo la sangre manchar el césped verde. Me cubro los ojos ante aterradora escena. Siento tanto miedo, miedo de esos ladrones y peor aún, miedo de Palmer. Verlo siendo capas de derramar sangre, de tomar vidas sin dudar. Siento una angustia apoderándose de mi cuerpo y comienzo a llorar, lloro con desesperación, mientras mis lágrimas se mezclan con la sangre que escurre por mi mejilla hasta que sin más, pierdo el control de mi cuerpo y poco a poco pierdo fuerzas. De pronto no puedo escuchar ni un ruido, pierdo la visión y me desmayo.

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