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Patada, reunión, vomito


-Despierta...- Zelda removió suavemente a su compañera con intención de hacerla despertar pero simplemente obtuvo un gruñido malhumorado como respuesta. -Vamos arriba.-

-Déjamelo a mí.- Valeska se acercó al sofá y de una patada hizo caer a Camelia quien al seguir dormida fue a estrellarse directamente contra el suelo consiguiendo un moretón en una de sus mejillas. -Arriba bella durmiente, hay trabajo que hacer.-

Camelia se levantó respingando, un hilo de sangre salía de una de sus fosas nasales y en sus ojos solo se podía ver una cosa... Muerte, su mirada indicaba muerte e iba dirigida especialmente para Valeska, esa mujer no tenía derecho de despertarla como si fuera un gato osco que solo se la pasaba flojeando.

-Vas a pagar por importunar mi sueño.-

-No me arrepiento de nada.- Valeska se cruzó de brazos. -Hace mucho que quería patearte.-

-Desgraciada...- Gruñó Camelia mostrando los dientes, los implantes eran bastante populares en esos tiempos pero los de la chica eran especiales, al ser hechos por uno de los mejores investigadores fugitivos los habían logrado hacer retráctiles, así que ahora Camelia gozaba de colmillos lobunos que aparecían y desaparecían a voluntad.

Zelda suspiró al ver a sus dos compañeras fulminarse y con unas tremendas ganas mañaneras de molerse a golpes.

-Basta las dos, ya no son niñas pequeñas a las que hay que reñir. Debemos apurarnos, fuimos convocadas a una reunión y no podemos llegar tarde, si tantas energías tienen  como para querer matarse entre ustedes aprovechen eso en el campo de batalla.- Zelda las miró seria esperando una reacción de su parte, realmente tratar con esas dos era todo un desafío, había veces en las que incluso se sentía tentada a lanzarlas a ambas por un precipicio simplemente para no tener que volver a lidiar con sus niñerías nuevamente.

-Bien.- Valeska como siempre fue la primera en ceder, si algo tenía Camelia era orgullo y eso le impedía dejarse derrotar de cualquier forma y manera. -Tienes razón, debemos apurarnos para llegar a la reunión.-

-Concuerdo, pero...- Camelia se levantó sin apartar su mirada de Valeska. -Aún tengo asuntos pendientes contigo.-

-Arréglenlo durante la batalla como siempre.- Dijo Zelda un poco más tranquila por haber evitado una masacre allí mismo. 

-En ese caso todo queda en tregua temporal, ahora andando.- Valeska fue la primera en abandonar la habitación del tercer miembro del equipo de las Kumaris.

-Camelia...- Zelda salió junto a su compañera quien seguía sangrando de la nariz y hacía caso omiso. -Si no quieres que esto se repita pon una alarma o coloca el seguro de la puerta.-

-Lo primero es muy molesto y si hago lo segundo estoy bastante segura de que entrarían de todos modos, derribarían mi puerta y eso no me agrada en lo absoluto, le tengo aprecio así que gracias pero no.- Camelia se arregló el saco y la camisa que se había teñido de rojo en el cuello a causa de la sangre que manaba por el reciente golpe que se había dado contra el suelo.

Zelda no dijo más y las tres caminaron en silencio hasta la sala de reuniones donde los dirigentes de la rebelión y el resto de los líderes de escuadrón ya las esperaban claramente molestos por la tardanza.

Camelia movió la nariz en señal de desagrado, el reloj marcaba las cinco de la mañana con tres minutos, aquella gente estaba loca si se había enojado solo porque se habían retrasado tres minutos, realmente los adultos eran patéticos.

-Las esperábamos.- El jefe de familia de los Suredal les sonrió al verlas entrar. -Por favor tomen asiento.- Dijo a la par que señalaba los tres sitios vacíos que estaban colocados especialmente para ellas.

-Padre.- Zelda inclinó la cabeza a modo de saludo.

-Jefe.- Valeska hizo el mismo movimiento en señal de respeto.

Camelia las observó sin decir nada, ellas igual eran patéticas, se rebajaban ante alguien que solo se creía superior por tener más edad, la joven suspiró y tomó asiento sin molestarse en imitar a alguna de sus compañeras, ella desde pequeña había prendido a no bajar la cabeza ante nada ni nadie y no pensaba comenzar ahora.

-Bueno, bueno, ya que estamos todos podemos comenzar con esta reunión.- Uno de los líderes habló mientras encendía un holograma que mostraba un mapa de la capital de Melien. -La guerra está llegando a su final, del 100% de dotados letales que vivían en la isla el 99% ya fue erradicado, ahora solo nos queda exterminar a los sobrevivientes de los clanes. Tal parece que el total de enemigos que aún quedan son 1756, nosotros actualmente los superamos en fuerza y número, podremos contra ellos y finalmente Melien será libre.-

-¿Qué hay de los dotados en los campos de exterminio?- Valeska alzó la mano. 

-Los tenemos presos actualmente para que los nuestros los usen a su antojo temporalmente, después de que erradiquemos a los clanes nos encargaremos de hacer lo mismo con ellos, no vamos a permitir que ningún dotado de categoría letal sobreviva.-

Valeska tembló levemente haciendo reír a Benjamín.

-Obviamente su vida está a salvo, usted será la única dotada letal que permanecerá intacta debido a su apoyo en nuestras filas y lealtad.-

Camelia estuvo a punto de hacer una rabieta, eso era injusto, aquella mujer igual merecía perecer con el resto, realmente que la salvaran era un desperdicio de oxígeno, ojalá muriera de gripa o de alguna enfermedad mortal.

-Volviendo al tema.- El líder que estaba explicando inicialmente retomó la palabra. -Le asignaremos a algunos escuadrones un clan para que lo lleven a la ruina, mientras tanto los que sobren comenzarán la reconstrucción del lado sur de la ciudad.-

-Ah, también se decidió que el equipo de la Kumaris actuará en conjunto nuevamente para ir tras los mayores clanes, los Nevor, Atla, Marium, Tenter y Calips.- Agregó Benjamín mirando de reojo a su hija quien asintió sin dudar.

Eso igual le parecía patético a Camelia, Zelda era una joven bastante hábil, poderosa y capaz, sin embargo era el títere de su padre, hacía solo lo que este le ordenaba, parecía que incluso no podía decidir por sí misma, esa lealtad y obsesión eran preocupantes.

-¿Qué métodos tenemos permitidos?- 

La pregunta por parte de Valeska casi hace reír a Camelia, casi... Era obvio que aquella arpía solo estaba buscando algo para obligarla a no sacrificar a ninguno de sus miembros como cerdos puestos para el matadero.

-Cualquiera, eso no nos interesa.- Benjamín hizo un ademán con la mano restándole importancia al asunto. 

Camelia sonrió victoriosa, eso era lo único que necesitaba para hacer sus juegos a su antojo.

-Sin embargo queremos que nuestro lado procure no sufrir pérdidas humanas.-Agregó otro líder echando por la borda la creciente alegría de Camelia.

Esta vez fue Valeska quien mostró una sonrisa y soltó un suspiro algo aliviada, eso era todo lo que necesitaba para intentar contener a la loca de Camelia.

-¿Tenemos algún dato sobre el refugio actual de los clanes que nos asignaron?- Zelda cruzó las manos sobre la mesa, su actitud formal era bastante agobiante en ocasiones.

-Sobre los Nevor tenemos dos ubicaciones confirmadas, sin embargo en ninguna se encuentra Robert Nevor, aunque queremos exterminar a todos él es el principal objetivo, no podemos permitir que viva.-

Camelia se mordió las mejillas para no sonreír, ella sabía a la perfección donde se escondía su querido amigo, sabía la ubicación exacta, incluso podría decirla pero... No estaba dispuesta a perder al rey de su partida para conseguir nada a cambio.

-En cuanto a Atla y Marium no hay nada, su último escondite era un subterráneo debajo del cementerio a las afueras de la ciudad, abandonaron el refugio hace dos días, ambos clanes se encuentran juntos.- Benjamín tomó una dona de la bandeja que adornaba la mesa y le dio un mordisco. -Tenter está en lo que queda de su edificio central al norte, por el antiguo anfiteatro, y Calips está ubicado en uno de sus refugios a dos calles de Tenter, a pesar del peligro los clanes siguen obsesionados con mantenerse a una distancia cercana para intentar apoyarse cuando sea necesario.-

-Gracias, si descubren algo más te pido me lo hagas saber, de tal forma nos será más fácil acabar con ellos.- Dijo Zelda haciendo nuevamente una inclinación de cabeza.

-Entiendo, espero buenas noticias por parte de su equipo.-

-Desde luego.-

Camelia se relamió los labios resecos, comenzaba a aburrirse, estar sentada escuchando como los mayores le daban vueltas y vueltas a un mismo asunto era aburrido. Intentando buscar algo con que entretenerse se topó con la mirada de Henry, sin embargo esta vez no iba dirigida a ella sino a Zelda, Camelia sintió ganas de vomitar, los ojos color ámbar de aquel chico reflejaban amor, ternura y adoración a más no poder, reflejaban todos los sentimientos repulsivos del planeta juntos, y aquello solo iba dirigido a la mujer que él debía considerar la más bella y perfecta... Zelda Suredal.

Era patético, altamente patético, no podía entender como dos de los líderes más poderosos habían caído tan bajo solo por sentir amor, realmente era un caso lamentable, una cosa era sentir atracción física y deseo y otra era el amor... Aquella cosa repugnante e insípida, realmente era el peor tormento de Camelia.

Luego todo empeoró cuando Zelda giró para ver a su gran amor y sus ojos fueron un reflejo de los de él, era demasiado, Camelia simplemente no podía contemplar algo tan terrorífico como eso, como el amor...

Sin pensarlo demasiado se puso de pie derribando su silla y llamando la atención de todos los presentes que la miraron confundidos y molestos por haber interrumpido algo importante.

Sentía como la cena del día anterior subía por su garganta, intentando mantener la compostura Camelia se dio suaves palmaditas en el pecho.

-Lamento todo esto pero yo...- Se cubrió la boca e hizo lo que pudo para regular su respiración. -Yo debo ir a vomitar...-

Luego de decir eso salió como alma que lleva el diablo disparada hacía el baño de la planta, los presentes observaron algo sorprendidos la escena, todos sabían que Camelia era de estómago fuerte, que quisiera vomitar podía significar tres cosas, estaba mortalmente enferma, no era ella, o el fin del mundo se acercaba.

-¿Le sucede algo?- Preguntó uno de los líderes de escuadrón bastante preocupado.

-No.- Zelda lo pensó un momento. -Creo que no.-

Valeska se puso pálida.

-Quizá la patee demasiado fuerte.-

-O quizá solo es una de sus excusas para escapar de la reunión.- Zelda se sobó la cien, realmente no comprendía del todo a Camelia y aunque buscaba un motivo para sus repentinas ganas de vomitar no daba con nada. No llegaba a comprender que fue la forma en la que miraba a Henry lo que provocó en Camelia esos síntomas. -Sea como sea, hablaré con ella más tarde.-

-Sí...- Benjamín parpadeó también algo confundido. -En fin, sigamos.

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