Misión fallida
La piel de Zelda era suave, rosada y alucinantemente atrayente, Henry la acariciaba con suavidad mientras disfrutaba de ver dormir a aquella joven que le había robado el corazón.
Zelda era perfecta en todos los aspectos, incluso ahora que simplemente respiraba, cubierta con una manta de algodón blanca la cual tapaba su desnudez debajo, su lacio cabello color nieve caía en mechones por su espalda y parte de su frente, realmente de ser posible Henry la habría pintado justo como se encontraba en esos momentos.
El joven sonrió bobamente sin poder evitarlo y con cuidado de no despertarla se agachó para depositar un cálido y amoroso beso en su frente, como respuesta Zelda se removió entre sueños, incluso dormida podía sentir el movimiento a su alrededor aunque normalmente no se levantaba, y menos ahora que estaba algo... Cansada.
Henry suspiró, él igual debería estar durmiendo, sin embargo se había levantado a esas horas de la madrugada y al ver de manera tan encantadora a su prometida simplemente no pudo volver a conciliar el sueño.
El reloj de la pared marcó las dos de la madrugada y Henry hizo una mueca, ese día no tenían tanta prisa por levantarse, no había reuniones o misiones mañaneras así que con suerte podría descansar hasta las siete u ocho si tenía suerte. Tranquilamente comenzó a acomodarse para intentar descansar nuevamente hasta que algo captó su atención.
Las cortinas estaban cerradas pero había una ligera abertura entre las uniones, lo cual le permitió ver como una sombra bastante conocida saltaba entre la oscuridad de los tejados frente al cuartel y luego se perdía al caer.
Camelia...
El nombre de aquella chica resonó en su mente haciendo eco.
¿Qué diablos estaría haciendo afuera tan tarde?
Dudoso al principio, Henry decidió ponerse de pie sin hacer ruido para evitar que Zelda se levantara y salió de la habitación que ambos compartían. El pasillo estaba oscuro, sin embargo Henry no necesitaba de la luz para ubicarse y no tropezar, había memorizado los planos del cuartel y sabía perfectamente como llegar a cualquier parte.
Con paso silencioso avanzó doblando los pasillos, subiendo escaleras y elevadores con la clara intención de llegar a la habitación de la joven antes que ella y pedir una explicación por el hecho de que no se encontraba en la cama.
Henry iba tan sumido en sus pensamientos que pasó por alto la luz que provenía de una cocina privada, poco después de haber pasado dicho lugar reaccionó y retrocedió lo suficiente para quedar frente a la puerta entre abierta y luego entrar.
-¿Pero qué?-
-Hola... Am, eres tú Henry...- Camelia bajó la mano con la que estaba saludándolo mientras volvía a centrarse en su tarea de preparar un sandwich de jamón y queso. -¿Qué haces despierto a estas horas?-
Henry procesó la imagen frente a él unos instantes, Camelia realmente no podía ser la sombra que vio hacía solo unos cinco minutos, la chica frente a él llevaba puesto un pijama de puntitos negros sobre un fondo blanco, iba descalza y sus pies no estaban manchados de tierra lo que descartaría la posibilidad de que salió a caminar, ya que los escombros y el polvo le hubieran dejado sucios los pies y la parte baja del pantalón. Además de que la chica lucía un aire cansado, unos ojos rojos y unas ojeras que dejaban en claro que se había acabado de despertar, su cabello revuelto y mal atado era igual prueba de ello.
-Hello... Tierra llamando al imbécil de Henry, tierra llamando al...-
-Te oí.- Henry hizo una mueca y se cruzó de brazos. -Podría hacerte la misma pregunta, ¿qué haces despierta tan tarde?-
-Me dio hambre.-Respondió como si fuera lo más obvio del mundo mientras alzaba su sandwich terminado y le daba una mordida. -¿Y tú?-
-Vine a verte.-
-¿Y eso?- Camelia comenzó a guardar los materiales que había ocupado. -¿Quieres algo que te puedo ofrecer?-
-No, solo...- Henry se detuvo. ¿Cómo podía decirle? -¿Estabas fuera?-
-Puede ser, siempre ando fuera... ¿Por qué? ¿Quieres encargarme algo?-
-No juegues.-
-No lo hago, hablo muy enserio.- Camelia dio otra mordida a su sandwich, dicho y echo, no mentía solo jugaba con la verdad.
-Tsk...- Henry apartó la mirada buscando algo que delatara a la joven sin embargo todo estaba en orden, no había absolutamente nada fuera de lo normal, quizá estaba muy paranoico. Zelda confiaba en Camelia, ¿por qué él no podía hacer lo mismo? Había algo, lo sabía, algo andaba mal con aquella chica y pensaba descubrirlo.
-Si te vas a poner a buscar algo para inculparme, sermonearme o regañarme mejor lárgate... Si no te importa quiero comer en paz.-
Henry hizo una mueca y de mala gana salió de la cocina dispuesto a irse a dormir de una buena vez.
Camelia esperó pacientemente a que el chico se alejara lo suficiente y una vez que ya no escuchó ni sus pisadas, ni los latidos de su corazón sonrió victoriosa. Riendo salió de aquel lugar también y se dirigió a su habitación.
De camino a su cuarto chocó los talones volviendo sus zapatos a la normalidad, el camuflaje era verdaderamente perfecto, luego se quitó la capa que había simulado ser un pantalón y volvió a engancharla a su traje a la vez que este recuperaba su diseño original y se ajustaba al cuerpo de su dueña dejando de simular una holgada playera, así mismo desató un nudo del listón de su cabello dejándolo caer libre y sin enredos, posteriormente bajó el cuello alto de su traje dejando al descubierto varios chupetones y mordidas que revelaban lo alocada que había sido su noche.
Camelia volvió a sonreír al llegar a su destino, abrió la puerta e hizo una exagerada reverencia a un público inexistente.
-Con ustedes la mejor actriz de todos los tiempos... Camelia Bronach Gernay.-
-Esta idiota es un dolor de cabeza.- Valeska habló de mala gana mientras veía a su compañera dormir plácidamente como una bebé en el sillón de su oficina.
-¿Otra vez se desveló?- Zelda analizó a Camelia, era obvio que la chica había despertado horas antes para bañarse y cambiarse a sus vestimentas del diario pero tal parecía, había vuelto a dormirse importándole muy poco lo que ocurriera.
-Eso parece.- Valeska se acercó peligrosamente a la joven y luego miró a Zelda. -¿La vuelvo a patear aunque vomite?-
-Adelante, la necesito activa.-
Con el permiso y la aprobación por parte de su superiora Valeska volvió a patear a Camelia, sin embargo la patada no dio en el blanco ya que fue detenida centímetros antes por un rápido movimiento de Camelia.
-¿Qué les dije?- Preguntó molesta Camelia, sus compañeras no entendían por mucho que uno les hablara, a pesar de todo seguían insistiendo en levantarla como a un animal.
-Arriba.- Dijo Zelda haciendo caso omiso a la mirada molesta por parte de la joven en el sofá.
-Esa no es manera de levantar a la gente.- Protestó Camelia mientras soltaba bruscamente la pierna de Valeska y se ponía de pie con los ánimos no muy alegres.
-Necesitaba que te despertaras.- Se excusó hábilmente Zelda encogiéndose de hombros de manera indiferente.
-Uy pero mira nada más...- Camelia sonrió de forma traviesa al ver los mordiscos y chupetones que al igual que en su garganta resaltaban también sobre la pálida tez de Zelda. -Alguien tuvo una noche divertida.-
-Podría decir lo mismo de ti, volviste a desvelarte.-
-¿Importa? Descubrí que hay ciertas cosas que puedes hacer durante la noche, que resultan... Interesantes.-
-No preguntes más.- Valeska se sobó los ojos. -No quiero ni imaginar que marranadas hizo en la noche.-
-¿Quieres que te cuente detalle a detalle?- Camelia miró de reojo a Valeska. -Primero...-
-Basta.- Zelda las detuvo a ambas con su tono serio. -Hay cosas más importantes, dejemos de lado los temas de lo que pasó o no en la noche, eso ya es vida personal de cada quien.-
-Concuerdo.- Valeska sonó aliviada.
-Ustedes se lo pierden.- Soltó Camelia mientras alzaba las manos en señal de inocencia.
-Como decía, te necesito activa ya.-
-Mmm, ¿y ahora?-
-Vamos a llevar a cabo la operación Electra contra el clan de los Nevor.- Zelda tecleó algo en su celular y luego observó a sus compañeras.
Camelia tenía las manos cruzadas tras la espalda ocultando sus puños, realmente necesitaba que esa familia se mantuviera a salvo, sería muy duro para Robert perderlos a todos.
-Vamos allá.- Valeska salió de la habitación.
-Pues ya qué...- Camelia soltó un suspiro desanimado y se rascó la nuca. -Andando.-
Las tres salieron de la base mientras daban órdenes a sus tropas para que se colocaran en posición por medio de auriculares. Aún era temprano, Camelia hizo una mueca al estar fuera y sentir los rayos de sol sobre su rostro, apenas y había dormido unas cinco horas, estaba segura que desde el día anterior no había comido nada más que un sandwich y galletas con agua, realmente ese estilo de vida de doble agente era muy cansado.
-Te ves del asco.- Zelda preparó sus armas mientras poco a poco se acercaban al punto donde se suponía, estaba una de las guaridas de los Nevor.
-No he dormido más de siete horas en tres días, lo único que he comido desde ayer son galletas de nuez y chocolate, además de que la ducha estaba fría y además mi cadera me duele, ya no la soporto.-
-Lo de dormir puede arreglarse, si acabamos a tiempo podrás descansar.-
-Eso espero.- Camelia soltó un bostezo.
-Lo de la comida... Puedes pedir unos platillos especiales al final, si tu ducha estaba fría lo menos que pudiste hacer era prender el calentador y respecto a tus caderas...- Zelda miró de reojo a Camelia y suspiró. -Dudo que eso tenga arreglo, aunque me imagino que anoche fue maravilloso.-
-Oh, sin duda.- Camelia se pasó la mano por la cara. -Pero eso no importa ahora.-
-Basta de charla.- Valeska se paró en frente de una de las estatuas que adornaban un terreno cubierto de escombros, aquel lugar había sido en su momento uno de los tantos jardines exóticos de los Nevor pero ahora... No era más que un lugar desolado y triste. -Hemos llegado.-
-¿Los subordinados están en posición?- Zelda se colocó un lente especial.
-Todos ellos esperan órdenes.- Valeska analizó la estatua con sumo cuidado.
-Voy primero.- Camelia encontró la palanca de activación escondida en un ala de la mujer tallada en piedra, la bajó y al instante un pedazo de suelo se sumió permitiéndoles un acceso al interior, que se mantenía oscuro, silencioso y lúgubre.
-No tengo queja.- Valeska sonrió de medio lado. -Por mi sé la primera en morir.-
-Muy chistosa.- Camelia sonrió y luego se dejó caer.
Hubo un pequeño lapso de silencio antes de que volviera hablar desde abajo, su voz hizo eco mostrando que aquel lugar estaba vacío totalmente.
-¡Hey estúpidas! ¡No hay nadie aquí, ¿qué se supone que haga ahora?!-
-¿Cómo que no...?- Zelda saltó cayendo también en aquella habitación subterránea la cual estaba totalmente vacía, lo único que se notaba eran las marcas recientes en el suelo de pisadas apresuradas. -Mierda, escaparon...-
-¿No hay más compartimientos donde podrían estar refugiándose?- Cuestionó Camelia mientras pegaba su oído a las paredes intentando detectar sonido.
-Este es un bunker de una sola habitación, los más grandes están en otros de sus edificios, ya destruimos cuatro de ellos pero aún así...- Zelda gruñó. -Tks, debí demoler todo lo relacionado con ellos cuanto antes para evitar que se cambiaran.-
-Chicas...- Valeska les habló desde la superficie asomando la cabeza para poder verlas.
-¿Qué?- Zelda enfundó sus pistolas que no habían llegado a ser necesarias después de todo.
-Es el centro de exterminio...- La voz de Valeska temblaba levemente.
En cuanto escuchó aquello Camelia se mordió el labio para no sonreír, finalmente la base ya se había enterado, aunque... Era muy tarde para hacer algo al respecto.
-¿Y ahora qué quieren?- Zelda se cruzó de brazos muy molesta.
-Ellos...- Valeska tragó saliva. -Hubo un atentado ayer por la noche, el campo fue atacado.-
-¡¿Qué?!-
-No hay sobrevivientes.-
Camelia se divertía internamente con las expresiones de aquellas dos mujeres, ah, si pudiera enmarcarlas lo haría simplemente para poder verlas cada que tuviera un mal día, sin duda era reconfortante verlas sufrir de esta manera.
-¡Mierda!- Zelda golpeó una de las paredes con tanta fuerza que sus nudillos comenzaron a sangrar. -Avisa a las tropas que se retiren y prepara el auto...- Los ojos de la chica mostraban una furia que le causó placer a Camelia con tan solo verla. -Vamos a ir a los corrales a ver que diablos está pasando.-
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