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Cuando el lobo muestra los colmillos


El nuevo lugar al que Henry había arribado sin consentimiento, era una de las tantas barrancas recoge cadáveres* que empleaban para lanzar y desechar todos aquellos cuerpos de sus incontables víctimas que, no "merecían" la pena de ser expuestos frente al público meliniano que a veces visitaba las instalaciones rebeldes.

Después de analizar su alrededor con una mirada seria intentó pararse pero cayó debido al desnivel que producían los cuerpos apilados unos sobre otros.

El olor y la peste que rodeaban el lugar eran insoportables, la putrefacción reinaba por doquier, inclusive a pesar de ser de noche la luz de las torres de vigilancia cercanas permitían iluminación leve al lugar, revelando así un sin fin de víctimas, mujeres y niños principalmente.

Henry hizo una mueca de desagrado al presenciar una vez más aquel panorama muerto y nefasto, él era una persona que le daba una gran importancia a la higiene y el estar allí, rodeado de muertos, suciedad, mugre y bacterias le causaba una sensación de querer vomitar.

-¿Te gusta lo que ves?- Preguntó Camelia unos metros delante de él.

En cuanto esa voz llegó hasta sus oídos desenvainó su arma de fuego y apuntó al Camelia. La joven lo miraba divertida desde encima de unos cadáveres femeninos, sus ojos desprendían un brillo animal y en su posición dejaba en claro, una vez más, quien era superior allí.

-¿Qué rayos hiciste?- Henry no quería hablar, quería  tirar del gatillo y matar a aquella chica que en su momento compartió mesa con él, pero prefirió mantener un poco más la compostura.

-Dicen que hay que conceder la verdad y unas cuantas palabras a los muertos así que si me permites...- Camelia sacó una daga de sus ropas y comenzó a lanzarla por los aires haciendo malabares que, bien podían cortarle una mano si erraba a la hora de atrapar. -Eso que nos trajo aquí es una extensión de mi poder, gracias a mi gran amigo Robert Nevor pude adquirir la habilidad de transportarme de un lugar a otro haciendo uso del agua, gracias a eso logramos llegar aquí.-

-¿Robert Nevor? ¿Tienes contacto con él?-

-Y con su esposa.- Agregó feliz Camelia, como si fuera una niña pequeña que estuviera relatando las acciones que hacía diario en  su preescolar. -Dicho todo esto... ¿Hay algo más que quieras saber?-

-¿Porqué me trajiste aquí?-

-Este es un lugar no muy cercano a la base, pero a pesar de ello hay vigilancia a tan solo unos cien metros, ahora no pueden vernos ya que es que cambio de guardia pero vendrán en menos de cinco minutos, además así podrán encontrar tu cuerpo al amanecer sin falta, luego de que tu querida esposa se encargue de dar voz de alarma sobre que su amado ha desaparecido sin dejar rastro alguno.- Respondió con sinceridad Camelia.

Un sudor frío le escurrió a Henry por la frente y la espalda, sus manos adquirieron un ligero tic, las fuerzas de sus piernas menguaron y en su rostro el miedo y la preocupación se hicieron inminentes, aún así se mantuvo firme, aún así decidió confrontar al lobo que se había hecho pasar por oveja en su rebaño.

Sabía, no, tenía el presentimiento que moriría pero... Se había negado a admitirlo.

-Camelia...- Dijo un poco más calmado.

-¿Últimas palabras?- Preguntó la joven señalándolo de forma amenazante con su daga.

Henry se aferró a su arma y luego se lanzó sobre su enemiga.

-¡ERES UNA GRAN HIJA DE PERRA!-

Un suspiro escapó de los labios rojos de la joven.

-Lo sé, me lo dicen mucho.- Dijo mientras la bala disparada por Henry era esquivada y este lanzaba una nueva.

Camelia salió de su camino justo a tiempo, la bala le rozó la mejilla causándole un corte limpio que pronto comenzó a sangrar. Dio un giro con la gracia de una bailarina y moviendo con ligereza su daga la deslizó por la garganta de Henry cortando por completo su cuello.

Los ojos color miel del joven se abrieron de golpe antes de ir perdiendo su brillo paulatinamente, su cuerpo perdió fuerza y cayó haciendo un sonido brusco sobre el resto de cadáveres que ahora no eran muy diferentes a él, la pistola se deslizó de sus manos perdiéndose en la oscuridad de los muertos que los rodeaban. 

Un charco, que esta vez no era de agua, comenzó a crearse alrededor de Henry, el olor a hierro se mezcló con el veneno pútrido del aire, el aire comenzó a soplar más fuertemente y en el cielo aún oscuro, algunas nubes comenzaron a juntarse anunciando tormenta.

La mueca en el rostro de Camelia fue de desagrado, incluso el medio ambiente y el clima parecían querer llorar la muerte de Henry.

¿Qué tenía ese bastardo para que le llorasen de tal forma?

No era más que otro mortal cumpliendo con el ciclo de la vida, un poco antes quizá, pero no por eso había que armar tremendo show solo porque se murió y ya.

De mala gana le gruñó al cielo y a su alrededor antes de regresar a su habitación usando la misma técnica con la que había llegado a aquel lugar que más bien debía gozar del título de tumba.

Camelia disfrutaba de matar, disfrutaba del sufrimiento y del dolor ajeno, pero igual disfrutaba del dolor que ella misma se provocaba destruyendo a sus seres queridos. Nunca quiso a Henry pero no podía negar que le había agarrado gusto a sus peleas diarias, sin duda extrañaría escucharlo gritarle cada que la veía, aunque seguía sin arrepentirse de su acto atroz cometido recientemente.

Una vez que estuvo de regreso en su habitación, borró todo rastro de la presencia del chico allí, se cambió su traje y curó la herida de su mejilla, se arregló y volvió a introducirse en su cama, cubriendo parte de su cuerpo con las suaves sábanas que el ejército rebelde había obtenido de sepa Lucifer que parte.

-Todo esta hecho.- Camelia se giró a la par que escuchaba como las gotas de agua comenzaban a correr por el techo sobre ella. -Henry... Tu muerte ya no le dará a Zelda la oportunidad de engendrar a un mocoso y así... Una preocupación menos que añadir a mi larga lista.-

Camelia hablaba con seguridad, muy segura de que había logrado detener la formación de un nuevo dotado letal, pero la verdad era muy diferente... 

Zelda había querido decirle algo a Henry, una oración simple y sencilla que tuvo que reprimir a causa del sueño y el cansancio, una frase que era...

"Estoy embarazada, seremos padres."


*Una Barranca recoge cadáveres son, como su nombre lo dice, un hueco en la tierra cavado por personas para ser empleados en la retención de cuerpos. Usualmente lo usan los rebeldes en melien para arrogar cadáveres y posteriormente incinerarlos, logrando así que la peste, las enfermedades y bacterias sean reducidas a un solo punto.

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