3.
— ¿Te presenterás al concurso de cartas de amor verdad? — le pregunté mientras él cerraba rápidamente su mochila y la estrujaba contra su pecho.
— ¿El concurso de San Valentín te refieres? — asentí — ¿Yo? — volví a asentir — ¿Presentarme?
— ¡Sí!
— ¿Por qué? — él rió sarcásticamente.
— Tienes potencial, el instituto entero debería leer tus poemas. — señalé el poema.
— ¿Instituto... Entero? — tragó saliva — No, gracias, pero no. Además, estamos en Diciembre, San Valentín es en Febrero, ¿recuerdas?
— Si no te presentas tú, te presentaré yo. — y agarré otra vez el poema — ¡Seguro que ganas!
— ¡No, ni hablar! — eché a correr y él me persiguió, y a pesar de que estoy en atletismo me pisaba los talones — ¡Devuélvemelo Holly!
— ¡Nunca me pillarás! — reí como una loca y giré a la derecha chocando de lleno con uno de los profesores más serios del Instituto — ¡Ah! ¡Lo siento! — sentí como Ben me arrebataba el poema de las manos por detrás, huyendo antes de que lo vieran a él también.
— ¿Qué haces en el pasillo en horario de clases Ross? — me preguntó enfadado — ¿Tienes el permiso de pasillo?
— Emmm, vaya justo lo tenía por aquí...
— A jefatura. Ya. — me indicó con la mano la puerta, esa que todos odiaban pasar.
— Está bien. — suspiré enfadada y empujé la puerta lentamente.
— Memorias de Holly
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