11.
— ¡Holly! — le grité a la chica que estaba calentando para hacer atletismo.
— ¿Qué? — preguntó confundida mientras yo la abrazaba fuertemente.
— ¡Gané el concurso!
— ¿¡En serio!? — empezó a dar saltos y me abrazó otra vez fuertemente — ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! ¡Serás como Pablo Neruda!
— Oh por favor, ¿cómo vas a comparar a un principiante como yo con el gran Pablo Neruda?
— Pfff, ah por cierto, vi "El cartero y Pablo Neruda".
— ¿Y bien? — pregunté emocionado esperando su opinión.
— Qué triste. Lo único que me gustó fueron los poemas. Pero ninguno casi tan especiales como los tuyos. Por cierto, ten, tu tarea de Química. — me tendió la hoja que se llevó ayer.
Los dos reímos intentando ocultar lo incómodo que resultaba que todos estuvieran mirando después de habernos abrazado dos veces.
— Ah, aún tengo que dedicarte un poema si mal no recuerdo. — dije sin saber bien por qué, aún no tenía ni idea sobre qué escribirle.
— Ajá, pero mientras tanto, ¡mira! ¿Es ese Pablo Neruda?
— No cuela, Pablo Neruda murió hace años.
— Ah no, solo son los del kiosco regalando chuches.
— ¿¡Cómo!? — dejé mi mochila en el suelo y corrí hacia allí— ¿¡Dónde están!? — pregunté desesperado.
— Dónde están... ¿Qué? — dijo la encargada — ¡HOLLY! — me di la vuelta pero ella ya me había robado gran parte de los poemas que había en mi carpeta.
— ¡Nunca podrás atrapar a la ladrona de poemas! — gritó antes de saltar las gradas y desaparecer entre la multitud de alumnos.
— ¡Algún día lo haré!
— Memorias de Ben
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