VII. Caída del sol
'Maestro Wei, maestro Wei'.
'Maestro, es hora de levantarse'.
'¿Maestro Wei, está muerto?', inquirió una voz femenina.
Las risas estallaron a su alrededor y Wei WuXian solo pudo quejarse con miseria. Sintió que le pinchaban el costado con algo puntiagudo, seguido por lo que asumió era la impresión de una bota.
'¡Es tarde, maestro!'
Wei WuXian se removió con evidente mal humor, y las voces femeninas emitieron una queja ante el sobresalto.
"Aiya, ya te escuche A-Mang, ¡A-Feng, has algo con tú hermana!"
Las damas fantasmas emitieron una risa coqueta y se deslizaron lejos de la furia de su maestro, en una lluvia de sedas multicolor.
Wei WuXian se removió entre sus túnicas negras y se quejó en silencio por los pliegues atrapados entre sus piernas. El peso extra en dichas prendas fue poco bienvenido pero aceptado frente al gélido cambio de estación.
Quería reñir a aquel cuarteto de cabezas huecas, pero decidió dejar ir el asunto y les dejó ser. Se desperezó con torpeza y buscó en su escritorio.
A-Feng, cuyo rostro fantasmal se coloreó con polvos rosas y utilizó un velo en la mitad inferior para esconder la cicatriz de sutura que Wei WuXian había realizado al reparar su forma espectral, se acercó curiosa para sostener la caja de joyas que se le entregó.
Sus ojos negros como bayas brillaron, y su sonrisa parcial se diviso bajo el velo.
"Compartelo con tus hermanas", indicó.
Las jóvenes rieron y revolotearon como flores. Hurgaron dentro del alijo y repartieron brazaletes de jade y pendientes de oro. El alhajero fue dejado fuera de las protecciones del Luanzang a manera de ofrenda, y las conservó porque era bien sabido el gusto de aquellos fantasmas joviales por el uso de joyas y brillos.
Habiendo obtenido su premio, las jóvenes prácticamente flotaron de sus pies y regresaron a su habitación para acicalarse un rato.
Wei WuXian se dejó caer contra el piso de madera, y posó su antebrazo en el rostro. Le dolía la cabeza y se sentía miserable, era el primer sueño largo que tenía en mucho tiempo, y el descanso llegó a él después de ahogar su cuerpo en cantidades incalculables de alcohol.
Medio shichen más tarde, se desperezó como un felino. Escuchó su espalda emitir sonidos burbujeantes, pero le resto importancia.
Revisó su bitácora, y se percató del paso de las lunas, y la amplia lista de proyectos pendientes.
El primero de ellos era verificar el progreso de la guerra. No lo había hecho en algunas semanas, pero supuso que nada demasiado relevante habría ocurrido en su ausencia.
Se aferró al espejo de cobre en el que trabajó el último mes y lo sincronizó con los ojos del cuervo marioneta que reanimó para tener mejor panorama de los acontecimientos simultáneos. Sin embargo, su boca se torció con amargura al percatarse del desastre entre las calles. Por lo visto el clan Wen actuó en defensa frente al asesisinto del primer maestro del clan Wen. Vio el caos y la agitación que se formó en las calles, y los inocentes en ambos bandos siendo apaleados y sometidos.
Wei WuXian puso los ojos en blanco ante la estupidez de las sectas combatientes y el orgullo arrogante de sectas como Yao y Jin. Fue tan lamentable. Supo que permanecer al margen no traería más que desesperación a los inocentes, y cedió a los vulnerables, como único acto misericordioso en su retorcida existencia la última década presente.
Bebió de su jarra de licor, y se tambaleó hacía la bañera para lavar la capa de sudor frío que se le pegó a la piel.
La bañera de piedra se llenó de agua fría. Wei WuXian se desnudo por completo. Mientras se lavaba el cabello no pudo evitar bufar ante el absurdo de la situación. Lo monótono, lo repetitivo. Él había estado en una situación similar en el pasado.
Se le había reverenciado, se le ofrecieron riquezas y joyas. Se lo atendió con todas las honras y se arrodillaron a sus pies, en contra de todo orgullo, para que terminara con la vida de los Wen.
Wei WuXian había aceptado al sentir pena de la lamentable situación de la gente común y cultivadores honestos.
Se había bañado en leche y rosas, ofrecida por los lamebotas de los Jin, y dio su ayuda para detener las marionetas humanas de Wen RuoHan.
Que ingenuo, se maldijo.
¿Quién hubiese esperado que aquellos que se arrodillaron a sus pies serían quienes lo humillaron hasta la locura?
Wei WuXian lanzó una risa maníaca hasta que se quedó sin aire y tragó los restos de su jarra de alcohol sintiendo cierto placer anticipado por su futura venganza.
Sin embargo, aún era pronto.
Le restó esperar.
Al abandonar la tina, secó su cuerpo con una toalla y buscó entre sus opciones una túnica completamente negra para su arribo.
Tenía que dirigirse a QishanWen para dar fin a todo ese desastre. Su nombre ya estaba lo suficientemente empañado con las atrocidades de ese loco hedonista para que le interesase hacer nada más.
Además, aún tenía algunos proyectos pendientes, y preferiría concluir con todo el asunto de la guerra antes del anochecer.
Con tal pensamiento, se cargó con ChengQing y marchó.
☸ ☸ ☸
Wei WuXian apareció en Xi'an, en la frontera exterior de la Buyexian Du, Capital inmortal sin noche. El cielo del mediodía se cubrió de nubosidad, de polvo y cenizas. El hedor a descomposición y la inmundicia de los cadáveres llenaba las fosas nasales. Para su ventaja, Wei WuXian se había nutrido y cultivado en el Luanzang, había perdido la capacidad de inmutarse frente al hedor de la muerte, y le abrazó de manera familiar.
Mientras se desplazaba en las sombras se percató de una corriente, justo debajo de la ciudad sin noche; en la cual se lanzaron los cadáveres de los asesinados por los Wen. La cifra se elevó al millar y las aguas del río se tiñeron de rojo.
Tomando el resentimiento como propio, susurró a los muertos ofreciendo la oportunidad de cobrar venganza. Los cuerpos se levantaron de sus fosas y comenzaron a marchar hacía el Buyetian Cheng, la Ciudad sin Noche.
Los cuervos, y animales de rapiña, reconocieron la energía de la muerte emanando de Wei WuXian y le siguieron como fieles adeptos.
Sus pasos lo llevaron hasta el palacio del sol. Se desplazó entre las sombras y finalmente consiguió dar con los guardias de la fortaleza armada.
Estaban empapados en sangre, y sus armaduras rojas se destacaron dando un toque lúgubre. La sangre tuvo ese tono dulce, característico de los no combatientes, y sonrió, porque entonces no tendría qué sentir una pizca de remordimiento al asesinarlos.
El resentimiento les golpeó como una flecha salida desde el subsuelo y les empaló hasta que aterrizaron en un árbol cercano.
Wei WuXian caminó sin prisas por el largo puente; sintió el azufre, la roca volcánica y el calor en la punta de la nariz. Bajo sus pies, las formas inactivas de un antiguo volcán.
"¡Hey, tú!", llamó un soldado Wen.
Aburrido del truco anterior, forzó un sigilo de sangre y lo arrojó a la triada de guardias que se aproximaban. Estos se convirtieron en cuervos y su conciencia se perdió en su totalidad. Revolotearon como animales, y se lanzaron a picotear las entrañas dispersas en el piso de piedra.
Un par de cultivadores en las cuadrillas vieron el acto y gritaron por refuerzos. Wei WuXian dejó correr el resentimiento entre las sombras, estas golpearon a los hombres y pronto cayeron al suelo, convulsionando con una mirada de absoluto horror ante las pesadillas que les lanzó. Por supuesto, el efecto se iría tarde o temprano, pero no era ni un poco placentero estar atrapado ahí.
Mientras atravesaba los muros y las diferentes defensas del lateral sur, se encontró con más y más soldados Wen. Utilizó pesadillas, transformación animal, despellejamiento y la ilusión de hormigas de fuego por debajo de la piel. Eran hechizos ingeniosos. Wei WuXian era un aficionado al estudio del resentimiento y llenó sus bibliotecas a lo largo de los siglos. Sus estudios trataron de reivindicar el uso de la energía yin, que era energía, pero la ignorancia de las personas lo llevó a extremos radicales. No disfrutó herir a inocentes, gente común, ni indefensos. Pero estaba en medio de un conflicto bélico y su aversión hacía las cuatro grandes sectas restantes lo mantuvo lejos de la budeidad. No hubo tiempo para la misericordia ni la benevolencia. Aunque siempre podía hacer una excepción si alguien en especial lo pedía.
En el antepenúltimo filtro, apreció a un hombre empuñar un látigo mientras azotaba a campesinos enjutos; divisó a un par de hombres arrastrando a un joven con las piernas rotas, y algunos portando mazos de gran peso para infligir daño. El resentimiento envenenó al hombre corpulento que cargaba con el mazo, y Wei WuXian dio una única orden: 'Termina con esos guardias Wen'.
El hombre enloquecido por la oscuridad, se lanzó hacía sus compatriotas y les devoró hasta arrancarles la cara a mordidas.
El ejército de cadáveres marchó a escasos mí de él, y Wei WuXian alzó el Yin Hu Fu, sello del Tigre Estigio entre sus manos y dictó sus decretos. Los fantasmas feroces apresuraron sus pasos en una rafaga violenta y lo superaron.
Wei WuXian entonces atravesó el último muro. Enfrentó un banquete de gritos y lamentaciones.
En el Buyetian Cheng se estaba desatando el caos. Y fue tal como alguna vez recordó, tal vez más visceral que la última vez, pero eso solo fueron detalles menores. Alguien dentro del ejército Wen le reconoció. Tal vez fueron los cadáveres andantes, la presencia de la muerte, sus largas túnicas negras o la bandada de cuervos, pero el cultivador gritó: "¡Es el Yiling Laozu!".
El ejército comenzó a apiñarse para hacerle espacio, y Wei WuXian notó el precario intento de batalla final dentro de los amurallados del palacio del sol. Se preguntó sobre el desenlace de tal enfrentamiento al apreciar que ambos ejércitos tenían números bastante semejantes.
Los cultivadores en las cuatro grandes sectas se paralizaron de horror y miedo, apenas le vieron. Divisó miradas de devastación, de resignación y cruel agonía. Contuvo la sonrisa divertida por el miedo que provocó, pero recompuso su expresión por algo más maníaco y frío. Lan y Nie dejaron caer sus armas, al igual que tantos esbirros Wen.
La única persona dentro de tal conmoción en mantenerse firme en su postura defensiva fue Lan WangJi. El ámbar de su mirada se cargó de incredulidad y Wei WuXian no pudo evitar pensar: 'Aiya, Hanguang-Jun, ¿acaso pensaste que no cumpliría mí promesa? No soy como tú'.
La risa se escapó de sus labios. Dicha acción no pasó desapercibida por los ahí presentes. El resentimiento nacido del núcleo del sello de Tigre Estigio pululó como los receptáculos de una bestia. Negros, densos y corrosivos. Pensó con gran absurdo, '¿Se verá como las colas consagradas de un huli jing?'
Wei WuXian no pudo saberlo.
Los soldados Wen se dejaron caer al suelo manchado en sangre y entrañas. Dieron una reverencia profunda, e incluso sus frentes golpearon la piedra con ferocidad.
Las marionetas humanas de Wen RuoHan se quedaron en blanco. Carecieron de toda voluntad y ningún orden fue obedecida. Después de una angustiante taza de té en absoluto silencio, Wei WuXian levantó la mano al cielo y condensó el resentimiento del amuleto para dispersarlo en las cuatro direcciones.
Entonces el clamor de muerte y los lamentos resonaron en un centenar. Dos tercios del ejercito Wen cayó al suelo sin vida, y cada tortura fue más infame que la anterior. Wei WuXian dio libertad al resentimiento acumulado por los muertos en las fosas de Xi'an para que cobrasen venganza en aquellos que les arrebataron la vida.
No detuvo el paso mesurado, y sostuvo el orillo de su amplia túnica para evitar que se estropeara.
Las personas se apartaron de su camino. Nadie levantó un arma en su persona. Las espadas Wen, Lan y los sables Nie continuaron en el suelo. En aquella matanza, ni siquiera el acorde de un guqin cantó.
Wei WuXian subió los escalones del palacio del sol, y observó a hombres de gran poder y sirvientes leales a Wen RuoHan arrodillarse en presencia de Wei WuXian. Se le llamó maestro y Wei WuXian se asqueó.
El líder de la secta Wen había utilizado el nombre del Yiling Laozu para sembrar el miedo. Para iniciar una cruzada para unificar a las sectas bajó su yugo, y torturar a las personas con maldiciones aborrecibles atribuyendo todos sus crímenes a la voluntad de Wei WuXian.
Divisó a Xiao Zhuliu de pie a la izquierda y a Wen Chao a pocos cun, sobre su rodilla. Sin embargo, su gesto fue arrogante y desdeñoso en lugar de solemne. Sabía de la leyenda de la Mano que Derrite Núcleos, y del menor de los vástagos de Wen RuoHan, principal encargado de cosechar cultivadores para la reeducación. Pagando por su generosidad, lanzó una maldición de pesadilla similar a aquella arrojada en Changzhou. De esta manera, ambos hombres comenzaron a arañarse el rostro hasta la locura y sus cuerdas se desgarraron con agonía frente a la mirada perpleja de detractores y simpatizantes.
Solo entonces, las puertas del palacio del sol se abrieron.
Wen RuoHan se presentó vestido en oro y rojo. En túnicas de dragón, dignas de un emperador. En su costado una espada de gran poder y lo que asumió era una cimitarra de doble hoja curva.
Wei WuXian ni siquiera le dio importancia a la presencia del hombre, y golpeó el orgullo de un megalómano narcisista como Wen RuoHan. El lider del clan Wen se mostró incredulo por el diezmo a su ejercito y el asesinato de su mano derecha. Aún así, con el orgullo propio de un hedonista hambriento de poder, y ansioso por un buen duelo, se preparó para cargar contra Wei WuXian en un enfrentamiento con ambas espadas.
Wei WuXian solo tenía un enemigo y rival a considerar. Por lo que se mostró indispuesto a dar tal concesión al hombre.
El resentimiento subió como una serpiente y paralizó al líder del clan Wen dejándole resarmado. Wen RuoHan se quejó frente a la falta de honor en el duelo, y Wei WuXian sonrió de manera cínica: "¿Cuando admití tener un duelo contigo?"
Dicho esto, el resentimiento se acumuló en el interior de Wen RuoHan e invadió sus qiqiaos hasta envenenarlo. La energía demoníaca lo devoró de adentro hacía fuera; este tembló y se sacudió sin tener oportunidad de luchar.
Su cuerpo cayó muerto y el silencio se extendió por todo el campo de batalla.
Fue más que evidente que el miedo les perturbó hasta los huesos, y esperaban el desenlace de tal situación.
Wei WuXian asesinó a Wen RuoHan por utilizar su nombre para sus fechorías, pero, para el resto del mundo del cultivo, Wei WuXian sólo desplazó al líder del clan Wen para hacerse con el poder.
En medio de la quietud sepulcral, se giró hacía los cultivadores y preguntó: "¿Quién es la siguiente persona en la línea de sucesión Wen?"
Nadie se animó a hablar, hasta que un soldado Jin gruñó y apuntó hacía el este: "¡Es esa perra de Wen Qing! ¡Era la sobrina de confianza de Wen RuoHan!"
Wei WuXian recordó el nombre y se ablandó ante la nostalgia de enfrentar aquel rostro suave una vez más.
Con una voz firme se giró en tal dirección señalada y llamó: "Wen Qing, de la rama secundaria de DafanWen. Ven aquí".
Todos se mantuvieron expectantes frente al desarrollo de los acontecimientos. Hubo duda e incertidumbre. Tal vez pensaron que asesinaría a la mujer o que haría algo incluso peor, pero Wei WuXian conocía el corazón de Wen Qing y sus principales preocupaciones. Después de todo ella había corrido hacía él solicitando ayuda cuando las sectas emprendieron una cacería por su cabeza y la de su familia.
Wen Qing finalmente apareció en la escena con cierta timidez. Pese a ello, mantuvo una postura digna y un rostro inamovible.
No pudo evitar pensar en que era muy joven, casi tan joven como el día en que perdió la vida a manos del fuego de las sectas honradas.
Wei WuXian arrancó la corona de fuego de la cabeza cercenada de Wen RuoHan y la pulió contra su túnica para eliminar los restos sangrientos. Arrojó la cabeza lejos y los carroñeros se apiñaron para obtener algo medianamente fresco.
Wen Qing bajó la mirada con evidente sumisión, pero no se apartó. Wei WuXian mantuvo la corona de oro en lo alto para que el resto de líderes viese lo que estaba por ocurrir, y la colocó en reemplazo al guan sencillo de la mujer. De esta manera se le coronó.
"Frente a ustedes, la nueva líder del clan Wen", enunció.
El campo de batalla se llenó de murmullos de incredulidad y comentarios criticando la decisión de Wei WuXian, e incluso el porqué de la misma. Wei WuXian dio una mirada severa a Wen Qing y proporcionó el camino a seguir a partir de aquel suceso. "El clan Wen debe dedicarse y únicamente dedicarse al cultivo medicinal, y devolver el territorio que Wen RuoHan absorbió a manera de penitencia".
Wen Qing asintió dando una reverencia profunda.
A sus espaldas Wei WuXian escuchó un puñado de quejas.
"¿Por qué a la secta Wen se le ha mostrado tanta indulgencia?"
"¿Acaso al patriarca le ha interesado aquella zorra?"
"¿Qué hay de nosotros? Hemos sufrido por su culpa".
"¡Los Wen han cometido crímenes, merecen ser aniquilados!"
Wei WuXian contuvo el deseo de poner los ojos en blanco, y sintió la apremiante necesidad de evaporarse para continuar con sus invenciones. Pese a ello, jugó el papel de juez y dejó fluir el resentimiento sobre los ahí presentes. Un puñado de bocas se cerraron en el instante, como si se les hubiese aplicado un hechizo silenciador Lan. Wei WuXian rió para sus adentros.
"¿Quieren que masacre a los Wen cuando los verdaderos perpetradores ya han sido asesinados y sus cuerpos yacen bajo sus pies? ¿Acaso todos los Wen son malos? ¿Qué hay de los campesinos y miembros de la línea familiar Wen que se dedican a la medicina?"
"¡No hicieron nada para detener a Wen RuoHan eso los convierte en cómplices!"
Wei WuXian dio una expresión de hastío a las absurdeces de Nie MingJue. Ni siquiera en una segunda vida, tras haber sido asesinado, había cambiado de inclinaciones sobre la justicia vacía.
Wei WuXian juntó las manos en un aplauso y sonrió. "¡Por supuesto! Porque los ancianos que apenas pueden moverse, campesinos que a duras penas pueden escribir sus nombres y bebés recien nacidos merecen el asesinato justificado".
"Serían llevados a campos de trabajo y los inocentes serán reacomodados en tierras seguras".
Wei WuXian casi adivinó de quién provenía tan descarada mentira, y notó a Jin GuangShan por detrás de los líderes de Lan y Nie.
Comenzó a reír como un maniaco hasta que se dobló de dolor, limpió las lágrimas en sus ojos y sonrió: "Ya he visto el futuro. Ustedes no harán eso. Especialmente los Jin, cuya secta amiga de Wen RuoHan es ahora la primera en darle la espalda".
Jin GuangShan se ruborizó ante la pérdida de cara y rechinó los dientes.
"No hay más persecución. Los soldados han sido asesinados, ya se ha dictado la recuperación de la tierra absorbida y la promesa de dedicarse únicamente a la medicina".
"¿Cómo creer en la palabra de esa mujer?"
Wei WuXian frunció el seño y apuntó su palma al líder del clan Yao. "¿Cómo puedo creer en su palabra, líder de clan? Aún si dice no atacar a los Wen ahora que han acordado la paz, ¿cómo confiar en que no atacará en la menor provocación?"
"¿Se me considera tan poco digno de confianza?"
"No solo usted, incluso las grandes sectas restantes deben avergonzarse de su falsa moral".
La multitud comenzó a agitarse, pero la ola opresiva del resentimiento les mantuvo fijos en su sitio; horrorizados por la oleada de poder que un individuo en la inmortalidad logró cultivar.
Sabían que, aún si intentaban imponerse, nadie sería rival para él. Después de todo, terminó con la secta más poderosa sin siquiera ensuciarse las manos. Y humilló el poder de todas las sectas aliadas. Gran parte de los ahí presentes entendieron que Wei WuXian no era alguien a quien desobedecer voluntad y bajaron la cabeza en sumisión.
Wei WuXian se hizo a un lado y extendió el brazo para que Wen Qing diese un discurso frente a los cambios venideros.
Mientras la joven doctora formulaba, una flecha fue lanzada. La misma fue bloqueada por el resentimiento y Wen Qing cayó al piso. Su hermano, Wen Ning, se apresuró a llegar a su lado y le cubrió de manera protectora para impedir cualquier ataque.
Wei WuXian formó una flecha con una voluta de energía resentida; calculó el peso entre sus manos y lanzó la flecha de vuelta al arquero de OuYang, el cual cayó muerto al instante.
El horror enmudeció a los ahí presentes y Wei WuXian dijo: "Cuán débil es la paz entre ustedes".
Tras el discurso, algunos de los líderes se apresuraron a hablar pese al temor de ser asesinados por el patriarca de Yiling, y fue el líder del clan He quien dijo: "¿Cómo podemos confiar tan ciegamente en la voluntad de este inmortal?"
El líder del clan Yao añadió: "En efecto, se requiere de alguien que mantenga el orden entre las sectas, y quien asuma las responsabilidades después de esta guerra para la distribución del botín y territorios".
Jin GuangShan: "Ciertamente mí estimado líder, en ese caso, ¿quién será el nuevo jefe cultivador?"
Notó el pecho del anciano Jin hincharse como un pavo real, y en su pregunta inocente lanzó una indirecta a sus oscuros deseos.
Wei WuXian se mofó: "Tú no, en definitiva".
Algunos cultivadores contuvieron la risa ante la humillación, pero corrigieron su expresión al instante.
Sintió que el encuentro había durado demasiado, y se vio inmerso en tonterías insulsas sobre el mundo del cultivo que apenas le interesaron. Aburrido de la política interna, Wei WuXian hizo girar a ChengQing entre sus dedos y sonrió: "Por ahora no habrá nada como un líder del cultivo".
"¿Ah?"
"¿Sin un... líder?"
"¡Imposible!, ¿cómo funcionará entonces?"
Wei WuXian contuvo el hastío y se corrigió: "Probablemente, cambie de opinión cuando esté de mejor humor. Por ahora, enfóquense en sus propias sectas y no traten de matarse entre sí, porque lo sabré".
Apuntó hacía el cielo con un gesto desenfadado, y las cabezas se alzaron con curiosidad. Se lanzó un grito de horror y pánico. Los discípulos más jóvenes se dejaron caer sobre su trasero y los más cobardes lloraron en medio de un ataque de histeria y pánico. Porque frente a ellos: El ojo de la deidad.
Una antigua maldición ilusoria, formada con el núcleo de un antiguo espíritu siniestro que habitaba lugares con alta concentración de energía yin. Wei WuXian tenía algunas de esas deidades en casa, así que aprovechó para sembrar el miedo y la obediencia.
El espíritu no solía ser una amenaza directa para las personas, pues carecía de un cuerpo físico con el cual provocar daños. Era una criatura inofensiva. Sin embargo, su apariencia fue propia de una pesadilla espeluznante, pues, sobre el cielo bloqueado de ceniza y humo, destacó un abominable ojo gigante cuya pupila tenía la intención de apuntar en dirección de sus víctimas.
Dicha deidad tenía la facultad de atormentar a los perjudicados hasta que los mismos cedieran a la locura, y la desesperación. Especialmente al verse obligados a lidiar con un grotesco y sanguinolento ojo gigante que seguía a las personas en cualquier dirección tomada.
Era una ilusión inofensiva e inocente. Perfecta para aterrorizar a los tontos.
El resto del mundo del cultivo no tenían porqué saber sobre ello, por lo que les permitiría vivir con el miedo de que dicha deidad arremetiera al desobedecer sus órdenes.
Lo mejor de todo es que tenía una criatura ilusoria para cada una de las sectas que participó en el asedio que cobró su primera vida.
Saciado con su travesura, Wei WuXian hizo una ligera inclinación a Wen Qing y Wen Ning; y les deseó suerte en silencio.
Bajó uno a uno los peldaños del palacio del sol; en su camino a través de la multitud notó a las personas apartarse y encogerse. Algunos lloraban de miedo por la criatura catastrófica, y otros más debido al poder de Wei WuXian.
Su atención se desvió a cierta figura vestida en túnicas blancas. El rostro fue severo y su mirada impasible brilló como la miel más dulce y el cristal de ámbar bajo el sol.
Conteniendo una sonrisa maliciosa, desvió su camino y se acercó al contingente Lan. El líder del clan Nie contuvo el instinto de apartarse, y Lan XiChen buscó tirar de la manga de Lan WangJi para que se ocultase a sus espaldas.
Lan WangJi permaneció en una pose digna y sin turbación. Sus ojos mantuvieron el contacto en todo momento, y apenas dejó ir las defensas frente a su presencia.
Al notar las intenciones de Wei WuXian, el líder de la secta Lan buscó intervenir, abogar, distraer su atención del prístino segundo maestro Lan, pero apenas tuvo energía para moverse.
"Si hay algo... algo en lo que GusuLan pueda ayudar a su- ...", Lan XiChen se quedó sin voz, y la sorpresa fue grande como la del resto de cultivadores atentos a la escena.
Wei WuXian apenas encontró relevantes las palabras titubeantes de Lan XiChen, y se concentró en el Lan de su interés.
Sostuvo a ChengQing por uno de los extremos, y la punta de bambú frío acarició la mejilla de Lan WangJi con cierta broma; entre picoteo y amenaza, pero Lan WangJi apenas reaccionó al juego absurdo.
Su atención bajó al yaopei, en el hilo de plata y sostuvo la ficha de jade por pocos segundos hasta perder el interés en la pieza. El aliento de Lan WangJi se escapó de sus labios y Wei WuXian sonrió por haber obtenido una reacción humana del frío bloque de hielo que era Lan WangJi.
Enfundando a ChengQing en el fajín, dedicó breves instantes en pasar sus dedos sobre el cabello fuera de lugar, y se abstuvo de tocar la cinta de Lan WangJi, consciente de lo estreñidos que estaban en ese asunto. El segundo jade permaneció quieto, y Wei WuXian cortó el espacio hasta que su boca rozó con su oído, y dijo: "No te alies a nadie, ni intentes traicionarme porque lo sabré".
Wei WuXian se apartó, sólo entonces Lan WangJi dejó de lado la actuación de estatua de jade e hizo una reverencia corta, juntando ambas manos al frente. "Este WangJi es consciente de su parte del trato, y agradece la amabilidad de conceder mí petición".
El líder de la secta Lan, así como el resto de Lan alrededor, lanzaron una exclamación de asombro. Inclusive las personas en otras sectas se horrorizaron por cualquier trato realizado entre su opulente segundo jade y el patriarca de Yiling.
Lan WangJi bajó la cabeza con solemnidad en señal de lealtad y los dedos de Wei WuXian se enredaron en las largas hebras de su cabello negro como la tinta.
Con una sonrisa en labios se alejó del caos ondeando largas túnicas oscuras, y desapareció de manera dramática en una maraña de energía resentida; ya que tenía una matriz de enredaderas que probar antes del final del día.
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