CAPÍTULO 9
MIS PRIMERAS CLASES habían pasado tan rápido que parecían haber sido solo un sueño—tal vez pesadilla. No había podido dormir bien la noche anterior luego de mi conversación con Deucalion, temía que el Impotente me llamara una vez más. El problema era que no sabía qué me daba más miedo. No quisiera verlo otra vez, ese hombre solamente me ha maltratado y no quiero vivir nuevamente bajo el mismo techo que él. Había decidido que cuando cumpliera 18 años me mudaría... solo no sé adónde y con qué dinero, no tengo un trabajo y no quiero usar el dinero de Deucalion para algo así.
—¡Mia! —el grito sonó tan cerca de mí que salté sobre mi lugar, al girar me encontré con un Danny sonriente—. Vaya, ¿te asusté?
Rodé los ojos y lo empujé.
—No, así salto cada vez que me llaman.
—Extrañaba tu sarcasmo.
—Danny, nos vemos todos los días, fui sarcástica contigo ayer.
Él se rio.
—Lo sé. En fin, Mia, he venido a invitarte mi fiesta Black Light, será hoy y te mandaré la dirección por mensaje. Tienes que venir, porque si no, dejaré de hablarte.
—¿Qué diablos es una fiesta Black Light?
—Ya verás cuando llegues —sonrió—. No te preocupes, he hablado con Lydia y ella te ayudará con el atuendo.
—¡¿Q-qué?! —grité.
Ni siquiera había aceptado ir, mucho menos había aceptado ser tratada como la muñeca Barbie de Lydia otra vez. Además, ya no me visto como antes, si bien, no llego al nivel de Lydia o Allison, al menos no es como el año pasado, aunque admito que a veces sí regreso a mis atuendos más despreocupados, pues son cómodos y no siempre tienes ganas de esforzarte en hallar un atuendo «bonito» o aceptado por los demás, en las mañanas.
—¡No seré utilizada como la Barbie de nadie!
—¡Anholt! —exclamó Bobby a nuestro lado. Todo el día se la había pasado gritando a los estudiantes a través de un megáfono (como ahora), ya que aún no había luz en la escuela y los altavoces no funcionaban debido a ello—. ¡No se grita en el pasillo!
Crucé mis brazos y giré para encararlo.
—Si hay alguien que está gritando, ese eres tú, Bobby —contesté.
—¡Anholt! ¡Yo puedo gritar! ¡Es mi derecho como profesor!
—¡Bobby! ¡Deja de gritar! ¡Estoy a medio metro de ti! ¡Te escucho perfectamente!
El entrenador bajó el megáfono y acortó la distancia que lo separaba de nosotros, es decir, ese medio metro.
—Está bien —contestó ahora más calmado—. Anholt y Mahealani, la siguiente clase empieza en cinco minutos, así que espabilen. Dejen mis pasillos libres.
El entrenador se alejó de nosotros y siguió gritando al resto de estudiantes. Como dije, la luz todavía no había venido, así que no había otra forma de informar a los estudiantes que la siguiente clase estaba por comenzar. Bobby ha estado caminando por los pasillos todo el día con su megáfono y sé que utilizarlo lo ha hecho feliz. El entrenador ama gritar a los estudiantes, en especial a Stiles y a Greenberg.
—Bueno, te veré esta noche —Danny se alejó de mí y no me dio tiempo a rehusarme.
«Vaya mierda» pensé. «¿Cómo hago para zafarme de su fiesta?»
Me dirigí a mi siguiente clase, Historia, con el papá de Kira. De todas las clases del día, esa era la que más me interesaba, bueno, esa y Biología, la cual ahora era dictada por la mamá de Lydia. Estaba emocionada por entrar a su clase.
Camino al salón, noté una figura al lado de las escaleras, al acercarme un poco más, me di cuenta de que era Isaac. Tenía una expresión sombría y a la vez preocupada. No lo había visto en todo el día, pensé que no había venido a la escuela, pero aquí estaba. Se le veía algo perdido, ausente.
No lo dudé y me acerqué. Cuando se dio cuenta de que alguien estaba ahí, se exaltó; luego se relajó al ver que era yo. Soltó un suspiro y me brindó una sonrisa ladina, aunque era obvio que se esforzaba por aparentar normalidad. Si no lo conociera, tal vez hubiese creído que no le pasaba nada.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Sus ojos se posaron sobre los míos antes de agachar la cabeza y negar.
—¿Quieres hablar al respecto?
De fondo podía escuchar a Bobby gritar que la clase ya había empezado, lo cual no debería hacer, pues interrumpía las lecciones de esa manera. A pesar de que mi clase de Historia ya estaba en proceso, decidí que no me mataría llegar tarde, especialmente porque Isaac se veía demasiado mal como para dejarlo solo.
—Sí, pero no.
Huh... no sabía cómo responder a eso.
—Quiero decir... sí, contigo sí —explicó, aunque no hacía un buen trabajo—. Hay algo que debo contarte.
Esta vez no dejó que respondiera, me tomó de la mano y nos dirigió fuera de la escuela. No di resistencia, pues no veía a Isaac tan decaído desde hace meses y no podía dejarlo solo en estas circunstancias. Supongo que perderé mi clase de Historia.
Nos detuvimos cerca al campo de Lacrosse, ahora no había nadie y podríamos tener una conversación privada. Nos sentamos en las gradas, fue en ese momento que noté cómo temblaban las manos de Isaac. Extendí mis manos para detenerlo y sentí su piel fría, algo raro para un hombre lobo.
—¿Qué sucede?
—El señor Argent nos dijo que no le dijéramos a nadie en 24 horas —empezó—, pero no podía ocultarlo, no de ti.
—¿De qué hablas? Isaac, me estás asustando.
—Ayer fui a la casa de Allison, fui a ayudarla con la investigación del Bestiario por órdenes de Scott —asentí—. Cuando fue el apagón, me encontraba solo en uno de sus cuartos y aparecieron cinco figuras. Traté de combatirlas y me ganaron. No sé qué me hicieron; pero he sentido bastante frio desde entonces, aunque ahora ya no tanto como ayer.
—¿Cómo aparecieron?
—Es como si hubieran aparecido de entre las sombras. El señor Argent nos pidió que no dijéramos nada, porque tal vez habían ido tras él y me encontraron a mí. Nos pidió 24 horas de plazo. Pero quería contártelo a ti.
Lo atraje en un abrazo y él inmediatamente ocultó su cara en el hueco de mi cuello. Me rodeó la cintura con sus brazos y se calmó poco a poco. No entendí mucho de lo que dijo, puesto que no tenía sentido. Cinco figuras aparecieron y lo atacaron; pero lo dejaron con vida y sin ningún rasguño, solamente tiene frío. Y, claro, está asustado; pero eso es de esperarse.
Sobé su espalda y le dije que estuviera tranquilo, que, si esas figuras volvían, yo misma les patearía el trasero. No podía confirmar que les ganaría; pero sí que lucharía contra ellas. Claramente, Isaac dijo que yo no tenía que luchar por él, así que le dije que se callara.
—Gracias, Mia —Isaac se separó de mí, aunque no soltó mi cintura—. No sé qué haría sin ti.
—Tu vida sería aburrida sin mí —contesté.
Él no se rio, solo asintió.
—Sería una terrible vida si tú no estás.
Me sonrojé. Por un momento había olvidado que yo le gustaba a Isaac. La posición en la que nos encontrábamos era demasiado íntima para un par de amigos.
Acercó su rostro al mío y por un momento me alerté, pues pensé que me besaría. Al final solo posó su frente sobre la mía.
—No me dejes.
«No me dejes». Eso mismo me había dicho Stiles cuando despertó de sus pesadillas.
¿Por qué sigo pensando en él?
¡Maldita sea, Mia! ¡Olvídate de Stiles! ¡Él no quiere nada contigo!
—Claro que no, Isaac.
Luego de unos momentos en los que ninguno dijo nada, Isaac se separó de mí, incluso soltó mi cintura.
—¿Has oído de la fiesta de Danny?
Claro que he oído de ella.
Asentí.
—¿Quisieras ir conmigo?
La expresión en su rostro me instigaba a decirle que sí, no podía rechazarlo; pero tampoco quería que él pensara que esta sería una cita. Aunque, ¿tan malo sería que lo fuera? ¿Por qué no puedo permitirme salir con él? Isaac es uno de mis mejores amigos, lo quiero y me preocupo por él. ¿Debería darle una oportunidad a esto?
Alcé la mirada hacia Isaac y noté a lo lejos a Stiles. En cuanto se dio cuenta de que vi en su dirección, se ocultó tras una fina columna, que no ayudaba en nada a esconderlo.
Mordí mi labio, debatiéndome entre decir que sí o no.
Finalmente, acepté. Y, al hacerlo, Isaac se emocionó, toda preocupación en su rostro se borró y noté que sus manos ya no estaban frías cuando envolvió las mías entre las suyas. Una parte de mí sentía que estaba engañando a Stiles, la otra me decía que era una estúpida por pensar en ello y que debía disfrutar de una salida con Isaac. Verlo tan feliz hizo que le hiciera caso a la otra parte de mí.
—No voy a utilizar eso, Lydia —advertí.
—¿Por qué no? —se quejó—. Es un bello conjunto.
Lydia había llegado hace media hora a mi casa cargando una maleta de ropa. Había traído todo tipo de prendas, diferentes colores, diferentes diseños, diferentes tamaños. Algo me decía que Lydia y Danny habían planeado esto desde antes.
—Porque ya elegí mi ropa —contesté.
Aunque me encantaba el conjunto que Lydia había escogido, no quería usarlo. Me había pasado una hora decidiendo qué usar. Por fin había elegido algo cuando Lydia llegó a mi casa. Lobo ni siquiera había ladrado para alertarme de su llegada. Siento que ambos—junto con Danny—están en un complot en contra mía.
—Sí, la vi, Mia —asintió Lydia, ahora observaba el conjunto seleccionado por mí con cierta aprobación—. El problema es que no va acorde con la fiesta de Danny. Tienes que utilizar un tipo de ropa especial y ya te traje algo que quedará precioso.
Rodé los ojos y me dejé caer sobre mi cama, provocando que Lobo se quejase al haber irrumpido su espacio.
—En verdad pensé que nunca más tendríamos este tipo de problemas —murmuré.
Lydia tomó asiento a mi lado y luego se echó.
—Solo es una vez, Mia —dijo—. Usa lo que te digo.
El conjunto que ella había escogido consistía en un top de encaje color negro, una falda amarilla a la cintura que llegaba hasta arriba de las rodillas y un par de tacones negros. Estos últimos los había sacado de mi closet, no eran altos, apenas eran tacos de cinco centímetros, por lo que no me caía cuando los utilizaba. Además, había elegido un sostén negro strapless, pues este se terminaría viendo por el encaje de la blusa.
Como dije, la ropa era bonita y me gustaba—aunque eso del encaje no me convencía—no podía negar que se vería bien.
—¿Por favor? —rogó—. Por mí.
—No lo sé... no estoy convencida.
—Solo pruébatelo. Si no te gusta, te cambias por lo que habías elegido originalmente.
Hice lo que me dijo y cuando me vi en el espejo, comprobé que no se veía mal. Lydia casi rompe mis ventanas por el grito que dio—#Banshee—después de que le dije que usaría ese atuendo. El resto del tiempo se la pasó arreglándome para la fiesta. Ella ni siquiera se había bañado. Según Lydia, yo era la prioridad, pues tenía una cita.
—¿Qué pasó con Aiden? —le pregunté—. Creí que irías con él.
Lydia dejó de colocar maquillaje en mi cara y soltó un suspiro cansado.
—Le dije que ya no tendríamos nuestras escapadas de sexo en la oficina de Finstock —contestó—. No puedo salir con alguien que ha matado antes. Después de salvar a Kira, me di cuenta de lo idiota que había sido.
Asentí.
—¿Bobby sabía lo que hacías en su oficina?
—¡Ag! ¡Claro que no!
—Creo que el «Ag» lo debería decir él. Si el pobre entrenador supiera lo que has hecho en ese lugar...
—Bueno, nunca se enterará.
Isaac llegó a las siete y media a mi casa. Lydia se había ido hace unos minutos y yo estaba nerviosa sentada en mi sala. No sé porqué me sentía de esa manera si solo estábamos saliendo como amigos. Es cierto que había considerado tomar esta salida como algo más; pero no sé si es lo correcto o si estoy preparada para eso.
Cuando abrí la puerta, Isaac estaba de pie frente a la puerta, con un Girasol en su mano derecha.
—Hola —dijo sin aliento—. Yo... vi esta flor y pensé en ti, así que... uhm...
No pude reprimir la sonrisa que apareció en mi rostro. Tomé el Girasol y le agradecí el gesto. No estaba acostumbrada a recibir flores, si soy sincera, hubiera estado más emocionada por recibir un Funko Pop del Capitán América, pero no le iba a decir eso. Además, era tierno ver a Isaac de esta manera.
—Es preciosa, gracias.
Dejé la flor en agua antes de irnos. Isaac había llegado en el carro de Allison, al parecer ella le había dado el auto para que pudiera recogerme. Es como si todos estuvieran confabulando para que esta salida con Isaac fuese una cita romántica. No entendía cuál era su motivación.
—Estás muy bonita —comentó él cuando ya estábamos en el auto.
—Gracias, tú estás muy bonito también —sonreí.
—Nunca me habían dicho que era bonito —respondió entre risas.
—¡Eso es indignante! —exclamé sarcásticamente.
Ambos empezamos a reír, haciendo que el viaje hasta la locación de la fiesta fuera bastante agradable. Me encantaba pasar tiempo con Isaac y sabía que esta noche sería divertida.
Me di cuenta de dos cosas cuando llegamos a la fiesta. Primero, esta era en el departamento de Derek Hale. Segundo, no había forma de que él hubiese autorizado una fiesta. Esto definitivamente estaba fuera de su conocimiento y cuando se diera cuenta de que había adolescentes celebrando, daría el grito en el cielo.
Aún no había entrado al departamento y ya podía oír la bulla. Tal vez era por mis habilidades como mujer loba o, simplemente porque el ruido infringía las leyes de la ciudad.
Cuando Isaac abrió la puerta y vi a todos los chicos saltando al ritmo de la música, todos con pintura en el cuerpo, me di cuenta del porqué Lydia me había obligado a usar una falda amarilla fosforescente. Todos tenían atuendos que los hacían resaltar.
—Así que esto es una fiesta Black Light —comenté—. Todos parecen estar locos.
—Y borrachos —añadió Isaac.
Nos sonreímos el uno al otro y luego entramos a la fiesta. Al primer conocido que noté fue a Danny, quien estaba bailando con un chico bastante apuesto. Él me saludó de lejos y sonrió al ver que había venido a su fiesta, alzó los pulgares para indicarme que yo había hecho bien y siguió con su baile.
—¿Los pinto? —una chica de cabello rubio y mechones fosforescentes color rosado se había aproximado a nosotros con un pincel en manos—. Todos lo han hecho —indicó.
Isaac y yo intercambiamos miradas antes de ver a toda la multitud una vez más. No estaba segura de querer que me pinte. Es decir, ¿cuánto me tomaría quitarme la pintura? ¿Será igual a la normal? Eso es algo que no sé... diablos... ¿cómo no sé eso?
—También pueden pintarse entre ustedes —sonrió y luego guiñó un ojo. Su tono había sonado sugestivo y eso provocó que mis mejillas se sonrosaran.
—Lo pensaremos —respondió Isaac al notar mi incomodidad—, gracias.
La chica se fue después de eso y yo pude respirar tranquilamente una vez más. Pensar en Isaac pintándome el cuerpo era... electrizante y embarazoso a la vez.
—No tienes que pintarte el cuerpo —señaló Isaac.
Eso lo sabía, no tenía que hacer nada que yo no quisiera; pero la idea de hacerlo es lo que me había puesto los pelos de punta. Era simple, en realidad, no pasa nada por una pequeña pintura, pero él era Isaac.
Revisé la multitud por tercera vez. Las personas habían sido pintadas en sus extremidades y rostro. Algunos en el torso, mayormente hombres. Allison estaba en la fiesta junto a Lydia, la primera llevaba un lindo conjunto con un top rosado fosforescente y tenía el cuerpo pintado. Lydia, por otro lado, traía ropa común y corriente. En serio, me hizo utilizar esta ropa de encaje y ¿ella está en short y polo? Ninguna de esas prendas era fosforescente, jamás me he sentido tan timada en la vida.
—¿Quieres bailar? —me preguntó Isaac. Regresé mi atención a él, parecía algo nervioso, así como estaba esta mañana.
—Tienen que pintarse antes de bailar —indicó Aiden, quien había aparecido de la nada—. Son las reglas.
Fruncí el ceño. ¿Reglas?
—No creo que haya reglas —contesté cruzándome de brazos—. Además, no todos tienen los cuerpos pintados.
—Solo sigue el juego, Mia, diviértete un poco ¡es una fiesta! —exclamó mientras estiraba los brazos a su lado, señalando al tumulto de jóvenes—. Si quieres un consejo, puedes quitarte esa blusa para que Isaac te pinte el cuerpo, yo puedo ayudar.
Al oír eso, Isaac gruñó y se posicionó entre ambos.
—Vaya, es fácil sacarte de tus casillas —se burló Aiden—. No pasa nada, Isaac, Mia es toda tuya, bueno, eso si es que Stiles no hace nada pronto.
—Púdrete —le dije antes de que él se fuera.
Me di cuenta de que las garras de Isaac habían salido y le hice verlo antes de que alguien pudiera notarlo y se alarmara, aunque podríamos hacerlo pasar por un disfraz. Él dio un paso hacia atrás y cerró los ojos, no pasó mucho tiempo hasta que se calmó y regresó a la normalidad.
Cuando estuve a punto de decirle a Isaac que fuésemos a bailar, un movimiento a sus espaldas llamó mi atención. De hecho, había mucho movimiento en toda la fiesta, pero este en particular venía de mi placer culposo, así es como me gustaría llamarlo a partir de ahora. Estaba viendo a Stiles Stilinski. Pero no solo era Stiles. No. Eran Stiles y una chica desconocida. Besándose.
Entiendo y soy consciente de que Stiles es libre de hacer lo que se le pegue en gana, eso no significa que no me duela verlo con otra persona. Tampoco creí que lo vería con alguien nuevo tan pronto. Ni siquiera podía reconocer a esa chica. Probablemente era un amorío de una noche y... eso, de alguna manera, era peor.
—¿Mia? —me llamó Isaac.
A pesar de oírlo, no pude apartar los ojos de Stiles y la desconocida. Lo tuve que hacer, pues no quería que Isaac se diera cuenta de ello. La verdad, odiaba que todos se dieran cuenta de lo patética que puedo ser.
—Píntame —le dije, al hacerlo, él se sorprendió.
Mi pedido era repentino, pues antes había dicho—implícitamente—que no quería hacer eso; sin embargo, ahora lo quería. Ver a Stiles con otra chica me hizo dar cuenta de que no puedo esperarlo y que no tenemos conexión alguna. Sí, somos amigos, al menos eso creo. Me preocupo por él y sé que él también se preocupa por mí, pero eso es todo.
—Píntame —repetí—. No me quitaré la blusa como sugirió el idiota de Aiden, pero puedes pintar otras partes.
Vaya, eso sonó terrible.
Isaac asintió e inmediatamente nos dirigió hacia donde estaban las pinturas y pinceles para poder hacer lo que le había pedido. Cuando vi todo sobre una mesa, lo detuve y cogí el pincel primero.
—Yo empiezo.
Isaac me mostró una gran sonrisa y rápidamente se quitó su camiseta, dejando al descubierto su—bastante bien—tonificado torso. Lo he visto antes sin polo, pero no creo que antes lo haya visto tan de cerca, si lo hice, no lo recuerdo. Pero esto... lo recordaré.
—¿Todo bien? —preguntó alzando ambas cejas y ladeando la cabeza.
—Oh, ¡cállate! —le regañé—. Voy a pintarte y quedarás genial.
Empecé por pintar su rostro, hice pequeños trazos en una mejilla y largos en la otra. No tenía idea de qué era lo que buscaba formar, pues jamás he sido buena dibujando, los únicos retratos que hice fueron de manera inconsciente. Opté por no pintarle demasiado, ya que no se vería bien.
Luego cambié hacia su torso y brazos. Esta era la parte más incómoda. Antes, cuando pintaba su rostro, él no había apartado la mirada de mí y muchas veces nos sonreímos, pero eso no me fue incómodo. Ahora... que solo estaba concentrada en su cuerpo, era... bueno... diferente. El patrón que traté de seguir fueron dibujos de bordados textiles incaicos, la palabra clave es «traté». Incluso agregué el colibrí de las Líneas de Nazca, pero... bueno, hice mi mejor esfuerzo. Era claro que yo no poseía más las habilidades de dibujo de antes.
—Mi turno —dijo Isaac con seriedad.
Tomó uno de los pinceles y empezó por pintar mi rostro al igual que yo había hecho momentos antes. No podía ver lo que él hacía, pero sí presté atención a sus expresiones, no podía desviar la mirada, tampoco es que quisiera hacerlo.
—Deja de reírte —me regañó, aunque no sonó para nada molesto.
—Solo estoy sonriendo —repliqué.
La verdad es que sí había reído, pero solo por la expresión de concentración en su rostro. Isaac, como sabía que estaba mintiendo, cogió un pincel de pintura roja y la colocó sobre mi nariz.
—No puedo alargar tu nariz como Pinocho, pero ahora serás Rudolph toda la noche, solamente por mentirme y burlarte de mí.
—Eres un idiota —contesté entre risas.
Cuando éramos niños ya había interpretado a Rudolph y, sorpresivamente, Jackson había sido Santa Claus. Recuerdo que Lydia fue otro reno—en esa época aún no le importaba el glamur. Matt—quien murió a mediados de año—fue Mamá Claus, no pregunten porqué. Greenberg hizo como el trineo y Stiles estaba disfrazado de nieve. Había olvidado por completo esa obra de la primaria. No recuerdo a Scott, tal vez no actuó en ella, o pudo ser uno de los duendes junto con Danny. Hasta el día de hoy no puedo descifrar porqué usaron niños como utilería—trineo, nieve, árboles, entre otros—en lugar de hacer algo con cartón.
Mis pensamientos sobre aquella obra escolar se borraron en cuanto sentí que Isaac había empezado a pintar mi brazo izquierdo. Caminó hasta quedar detrás de mí y continuó pintando. Los trazos llegaban hasta el dorso de mi mano.
—Listo —susurró en mi oído.
Inmediatamente alcé mi brazo izquierdo para ver el diseño que había hecho, parecían ser un conjunto de olas que terminaban en mis dedos.
—¿Por qué olas? —le pregunté.
—Las olas son el símbolo de fuerza, valentía, energía, paz y calma —explicó—. Veo cada una de esas virtudes en ti. Eres fuerte, valiente, estás llena de energía. No importa lo que esté pasando, nunca te rindes, haces lo que puedes por ayudar a pesar de que te decimos que puede ser peligroso.
» A toda esa fuerza se suma la paz y calma que desprendes, me haces sentir tranquilo cuando quiero destruirlo todo. Fuiste tú quien me sacó de mi desesperación, quien me ha motivado a seguir adelante.
Mierda.
Yo dibujé patrones incaicos porque me gustaron cuando los vi en el libro de Historia Universal.
—Lo que trato de decir —continuó— es que estoy enamorado de ti.
Giré sobre mis pies y lo besé. Tal vez debí pensar mejor las cosas y no darle un beso a Isaac tan rápido y en un lugar lleno de gente completamente desconocida, pero no lo hice. Escuchar a Isaac y sentirlo tan cerca de mí le ganó a la cordura. Aún no estaba segura de si estaba haciendo bien o no al besarlo, pero sí sabía que no me arrepentía (al menos no ahora).
Cuando nos separamos para tomar aire, tomé su mano y lo guie fuera de la multitud. He visto muchas veces a Lydia besar a Jackson—o cualquiera con el que estuviese—durante fiestas y, no es algo agradable para el espectador involuntario. Así que no me vería envuelta en una escena como esa, al menos ya no.
Llegamos a un armario o despensa y seguimos besándonos, aunque ahora era algo más intenso. Isaac recorrió mi espalda, cintura y caderas con sus manos. Las mías estaban aprovechándose de su buen tonificado cuerpo y en el intenso beso que Isaac me estaba dando. Sus labios pasaron de mi boca, a mi mejilla, oreja y cuello, donde se quedó un largo rato, provocándome gemidos.
Era consciente de que esto no podía llegar más lejos, pero no quería pararlo, aún. Al menos no hasta que volví a besarlo y posé mis manos sobre sus mejillas y luego su cuello. Sentí una extraña textura detrás de su oreja izquierda e inmediatamente me separé de él.
—¿Qué es eso? —le pregunté sin aliento.
Entre jadeos, él respondió—: Estoy... excitado.
Si mis mejillas no hubieran estado sonrosadas, se hubiesen puesto así luego de esa pequeña revelación que no era tan pequeña, pues la podía sentir.
—No —negué.
Encendí las luces de la despensa y noté que tal vez no era una despensa, pues había un espejo en una de las paredes, llevé a Isaac hacia este y observamos con mayor detenimiento lo que él tenía detrás de la oreja. Era una especie de número «cinco» al revés.
—¿Qué significa eso? —me preguntó.
No tenía ni la más mínima idea, así que me encogí de hombros.
Unos quejidos bastante agudos—ya que cualquier humano común no hubiese podido percibirlos—llamaron nuestra atención. Al fijarnos detrás de unos barriles que contenían hielo, encontramos a Ethan echado sobre su espalda y abrazando su cuerpo como si tuviese frío. Tenía ambos ojos bien abiertos y con la mirada perdida. Probablemente no había notado nuestra llegada y, a pesar de verlo en ese estado tan terrible, estaba agradecida de que no haya podido darse cuenta de lo que había sucedido entre Isaac y yo minutos atrás.
—Es como lo que me pasó a mí —me explicó Issac—, quedé en un estado como este luego de que esas figuras aparecieran.
—¿Qué podemos hacer? —le pregunté.
No importaba cuántas veces hayamos dicho el nombre de Ethan o que lo ayudáramos a sentarse, el chico simplemente no respondía.
—Debemos hacer que se cure —contestó mientras tomaba el brazo de Ethan y rompía su muñeca con un movimiento rápido. Di un respingo el escuchar el hueso quebrándose. Ethan por fin reaccionó, soltando un rugido antes de colapsar nuevamente.
Tomé el mentón de Ethan y giré su cabeza para encontrar la misma marca del «cinco al revés» detrás de su oreja. Esto significaba que estos seres negros que aparecían de la nada, te hacían una marca y luego te dejan temblando en el suelo como un indefenso cachorro. Lo único que no entendía era el motivo y eso es lo más importante. ¿Por qué dejar una marca? ¿Por qué no mataron a nadie? ¿Acaso buscan algo?
—Es igual al mío.
Asentí.
Me preguntaba si esos seres se habían presentado a alguien más.
—Debemos sacarlo de...
Isaac no concluyó la frase, pues un fuerte rugido se escuchó, o al menos nosotros dos pudimos distinguirlo. Era Derek. La fiesta podía darse por terminada si es que él había llegado. Además, ese rugido sonó demasiado molesto y no tengo idea de cómo puedo distinguirlo, solo lo sé.
Salimos corriendo con dirección a la fiesta sosteniendo a Ethan de cada brazo. Pude oír a Derek gritarles a todos que se largaran y, segundos después las personas empezaron a salir corriendo despavoridos del lugar. Gritaban y se empujaban, mientras que Isaac, Ethan y yo tratábamos de entrar.
Cuando por fin llegamos, me di cuenta de que había seres vestidos de negro y con máscaras. Casi pasaban desapercibidos en contraste con las personas de vestimenta fosforescente. Isaac me hizo una señal para indicarme que esos eran los que él había visto el día anterior.
En cuanto los últimos invitados se fueron del lugar, las personas enmascaradas se giraron hacia Aiden, quien estaba de pie a un lado. Además de él, y los seres raros, en la habitación se encontraban Derek, Scott, Allison y Kira. No había señal alguna de Lydia o Stiles.
—Todos están mirándome —dijo Aiden en un tono algo nervioso. Poco a poco los seres dieron pasos hacia él, cada uno de ellos en perfecta coordinación—. ¿Por qué me están mirando? —gritó él, ahora más desesperado que antes.
Scott y Derek fueron los primeros—únicos—en reaccionar y empezaron a pelear contra los Hombres de Negro. Cuando Derek le rompió el cuello a uno me alegré, hasta que me di cuenta de que su cuello regresó a la normalidad y botó a Derek como si no fuera la gran cosa. Luego de unos minutos, Scott también quedó en el suelo.
Una parte de mí quería ir a luchar contra ellos, pero... la lógica me decía que tal vez no era necesario. Es decir, estaban acorralados, éramos seis hombres lobos y no parecían inmutarse ante esto. Tal vez no lo sabían, pero de todas formas éramos más y, aun así, fueron detrás de Aiden, solo de él. ¿Por qué?
Isaac dejó ir a Ethan, haciendo que este se apoyara solo en mí rodeándome el cuello. Uno de los Hombres de Negro encaró a Isaac y desde su pecho sacó una katana y empezó a hacer movimientos intimidantes que lograron hacer que Isaac retrocediera y los dejara seguir su camino.
—Alguien haga algo —pidió Allison.
La verdad es que no había nada que hacer. Un Alfa y un ex Alfa fueron derrotados más fácil que Mr. Satán—lo siento por la referencia—, así que, nosotros no deberíamos tener mayor ventaja.
Los Hombres de Negro se acercaron a Aiden, uno de ellos lo tomó de su rostro y parecía verlo fijamente. No pasó mucho tiempo, tal vez ni siquiera un minuto hasta que lo soltó y este cayó al suelo desmayado.
Inmediatamente después, estos seres giraron hacia Scott, quien estaba protegiendo a Kira. Pero, antes de que pudieran acercarse, estos desaparecieron. La luz del amanecer había ingresado por los grandes ventanales del departamento de Derek y, el hecho de que esos seres justo hayan desaparecido cuando la luz llegó, me hace pensar que huyen de esta. Lo cual parece un cuento de ciencia ficción super cliché, pero no encontraba alguna otra explicación.
—¿Qué diablos eran esas cosas? —preguntó Scott.
Todos intercambiando miradas, fue en ese momento que me di cuenta de que Derek no parecía sorprendido de verlas.
—Se terminaron las 24 horas de tu papá —escuché decir a Isaac.
Allison, quien era a la que iba dirigido el mensaje, asintió.
Muchas cosas pasaron en este capítulo, estaba esperando esto desde hace mucho y me hace feliz (muajaja) que por fin lo hayan leído.
Solo tengo una pregunta.
¿Qué les pareció el Misaac?
xoxo,
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