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CAPÍTULO 8

CUANDO LLEGAMOS A casa de Kira vimos la moto de Scott parqueada frente a esta y él estaba inconsciente en la pista a su lado. Al acercamos, Stiles empezó a gritar su nombre para que despertara. Cuando por fin abrió los ojos, se vio desorientado por unos segundos. Tenía una larga herida en su frente y estaba sangrando, aunque no parecía importarle eso y supe porqué cuando nos dijo que Barrow se había llevado a Kira.

—Ha estado tras ella desde el principio —explicó Stiles.

Estiré mi mano para ayudar a Scott a levantarse y él la aceptó.

Luego, se apartó de nosotros para llamar a Allison y preguntarle si había hallado algo importante sobre lo que estaba sucediendo en el Bestiario. Mientras Scott estaba conversando con ella, recibí una llamada. Inmediatamente el vello de los brazos se me puso de punta. La llamada era del Impotente. Mordí mi labio, debatiendo en responderla o no. Al final lo hice, claro, me alejé del grupo para que no se dieran cuenta de mis nervios.

Hablé varias veces, esperando una respuesta y, al cabo de mi cuarto «Aló», colgaron el teléfono.

—No ha encontrado nada —dijo Scott—. ¿Mia? ¿Estás bien? ¿Viste algo?

Me daba vergüenza que pensara que había tenido una visión y que por eso me sentía mal. La verdad era que mi ex padre no dejaba de llamarme y eso me preocupaba y desconcentraba de lo que estaba pasando ahora mismo.

—No, lo siento —contesté—. Tenemos que pensar en cómo salvar a Kira, Barrow le hará algo si no actuamos rápido.

—¿Puedes tener una visión? —me preguntó Scott.

Negué.

—Lo siento.

—Yo sabía que estaba ahí —intervino Lydia, hablaba sobre Barrow, nuevamente, tenía la mirada en un punto vacío—. ¿Cómo lo supe?

—Por las moscas —contesté—. Las has oído todo el día.

—¿Qué oyes ahora? —le preguntó Scott.

Ella se concentró y respondió que no oía nada.

—Siento que puedo hacerlo, pero no sé qué hacer. Es como si lo tuviera en la punta de la lengua y no sé cómo activarlo —confesó desesperada.

Sé cómo se siente, me sucede lo mismo con mis visiones. Siento que podría llegar a ellas si resuelvo algo, el problema es que no sé qué es ese algo.

—Me dan ganas de gritar —terminó ella, alejándose de nosotros y dándonos la espalda.

—Entonces, grita —le sugirió Stiles—. Lydia, grita.

Y eso hizo, mi mejor amiga gritó con todas sus fuerzas, tan alto que tuve que taparme los oídos. Sentía que ella podría romper mis tímpanos. Sus gritos no son nada naturales y es obvio, ya que es una Banshee. Cuando se detuvo no nos dijo nada, miró hacia arriba, aunque no sabía qué podría haberle llamado la atención.

—No son moscas —contestó dándose la vuelta tan rápido que Scott y Stiles dieron un paso hacia atrás—. Es electricidad.

Oh, entonces estaba viendo el farol de la calle.

—Esperen —Stiles ahora era el que parecía estar pensando en algo—. Barrow era un ingeniero eléctrico. Trabajaba en una subestación eléctrica.

Scott fue el primero en entrar a la subestación que Stiles había señalado anteriormente. Su manera de actuar—tan apresurada—me hacía pensar que no solo quería rescatar a Kira porque era lo correcto, sino porque tenía sentimientos por ella. Lo cual no me sorprende, ya que había estado con ella cenando antes de que Barrow la secuestrara.

Stiles se estacionó al lado de la moto de Scott y fue el primero en salir del Jeep.

—Esperen aquí —nos indicó—. Esperen a la policía.

Lydia parecía tan desconcertada como yo. ¿Acaso pensaba que nos quedaríamos sin hacer nada mientras nuestro amigo entraba a enfrentarse a un asesino? Sí, Scott es un hombre lobo; pero ya fue noqueado por ese loco una vez.

—¿Por qué? —preguntó mi mejor amiga con rabia.

—Es que solo tengo un bate —dijo señalando su arma.

Me bajé del auto y lo encaré.

—Y yo soy una mujer loba

—Pero no controlas tus poderes todavía.

—Soy más fuerte que un humano, puedo ayudar a Scott. —Lo miré con rencor, ya que me molestaba que él pensara que no podía hacerle frente a Barrow. Si bien, no soy tan fuerte como Scott, de todas maneras, soy más fuerte que Stiles y él sí está yendo a la subestación.

Sin embargo, cuando me disponía a entrar, Lydia me llamó.

—Mia, dejaste tu celular, te está llamando... —cuando vio la pantalla se quedó muda y me miró a los ojos—. Tu papá, no, no tu papá... es...

Le quité el celular y contesté la llamada. Nuevamente, no hubo respuesta al otro lado de la línea, por lo que colgué. ¿Cuántas veces más me va a llamar?

—¿Por qué te está llamando? —preguntó Lydia.

—No lo sé —contesté—. Me ha llamado tres veces hoy y en ninguna me ha respondido. No entiendo qué está pasando.

—¿Le has dicho a alguien?

—No. Solo lo sabes tú. —Guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y me giré para ir con Stiles; sin embargo, él había desaparecido—. Maldito engendro del infierno. Se fue sin mí.

—Mia, no cambies el tema.

—Hablaremos de esto luego, ¿sí?

Di media vuelta justo en el momento que las luces que rodeaban la subestación se apagaron. Nos quedamos envueltas en una intensa oscuridad. No lo pensé dos veces y entré a la subestación, tenía que buscar a Scott, Stiles y Kira, ojalá que los tres estén bien y fuera de peligro.

En medio del camino, encontré a los tres, quienes estaban saliendo con un Scott malherido. Kira, por suerte, estaba en perfectas condiciones al igual que Stiles.

—¿Todo bien? —le pregunté a Scott.

Él asintió, mostrándome una sonrisa.

—Todo bien.

Cuando regresamos con Lydia, notamos que ella no estaba sola, había patrullas de policía y el auto del papá de Scott. Genial, el FBI había venido a joder otra vez. Pude notar al señor Stilinski al lado del Jeep, mirándonos con preocupación.

Esta noche sería larga.

Una vez en la comisaría, el señor McCall nos guio a la oficina del alguacil. El primero tomó asiento sobre el escritorio encarándonos y el segundo se sentó en su silla. Los demás nos acomodamos en los sofás de la oficina, actuando tranquilamente. Stiles ya se había encargado de explicar todo lo que había sucedido, al menos las partes que ellos podían oír.

—¿A qué hora llegaste allá? —preguntó el «gran» agente del FBI. Tenía una pose con la cual quería resaltar su autoridad, aunque a nosotros no nos intimidaba en lo más mínimo. Bueno, solo a Kira, quien parecía asustada.

—Al mismo tiempo —respondió Stiles con total naturalidad.

El señor McCall frunció el entrecejo.

—¿Al mismo tiempo que quién?

—Que yo —contestó Scott, mientras Stiles lo señalaba.

Ambos estaban sentados uno al lado del otro. Kira iba al lado de Scott, mientras que Lydia y yo estábamos en un sillón separado al de ellos. Los veía interactuar y ya sabía que esto se iba a volver una burla. No podíamos dar detalles de lo que sucedió, lo que Stiles ya se había encargado de informar era suficiente para que busquen a Barrow y entiendan que Kira fue secuestrada.

—¿Por coincidencia? —siguió preguntando el papá de Scott. El pobre no se daba cuenta de que no recibiría ninguna respuesta seria.

—¿A qué se refiere con «por coincidencia»? —Stiles no perdía la oportunidad de responder una pregunta con otra pregunta. Era de las mejores maneras de evadir a alguien.

—Lo de llegar al mismo tiempo —señalé. Aunque el agente del FBI podría pensar que trataba de ayudar, no lo hacía, solo lo estaba trabando más.

—¿Que quién? —volvió a consultar Stiles.

Esta vez, el señor McCall pareció molestarse, aunque no lo demostró tanto. Se acomodó en su lugar y apretó los labios antes de explicarse.

—Eso es lo que les estoy preguntando —dijo casi en un gruñido—. Los dos llegaron al mismo tiempo. ¿Fue por coincidencia?

—¿Me pregunta a mí? —preguntó Scott.

—Creo que me pregunta a mí —le corrigió Stiles.

—En realidad, creo que les pregunta a ambos —señaló Lydia, quien, al igual que yo, no buscaba ayudar al agente.

—Bien, déjenme responder las preguntas —dijo él.

—Hacer las preguntas —corregí.

—Sí, hacer las preguntas. Quiero tener esto totalmente claro. —Buscó entre las notas que había tomado de la declaración de Stiles y nos resumió lo ocurrido el día de hoy—. Barrow se ocultó en el armario de química en la escuela. Alguien le dejó un mensaje codificado en la pizarra diciéndole que matara a Kira. Luego Barrow llevó a Kira a una subestación eléctrica y la ató con la intención de electrocutarla, lo cual dejó toda la ciudad sin luz.

—Ajá, así fue —afirmó Stiles.

—¿Cómo supiste que iría a una central eléctrica? —Nuevamente, el agente había empezado con sus preguntas.

—Porque él era ingeniero eléctrico.

—Exacto, ¿qué otra deducción podría tener? —comenté.

—Exacto —asintió Stiles.

En esta ocasión, el señor McCall no se dejó llevar por nuestras evasivas.

—Es una deducción impresionante, Stiles.

—Y certera —agregué.

—Bastante certera —comentó Scott.

—¿Qué puedo decir? Pienso como mi padre —sonrió—. Él es un agente del orden —le guiñó el ojo a su papá, quien se rio por lo bajo.

El señor McCall giró molesto a ver al alguacil, provocando que este carraspeara y le hiciera una señal a su hijo para que se comportara, algo que Stiles obviamente no iba a hacer.

—Stiles, solo respóndele al señor y, Mia, deja de interrumpir —nos pidió el alguacil.

—Fue una adivinación certera —dijo Stiles guiñándome el ojo.

Parece que el señor McCall se dio por vencido con Stiles, ya que su atención fue a parar a Scott y Kira, a quienes les preguntó qué habían estado haciendo los dos antes del secuestro. Ellos respondieron que estaban comiendo pizza y sushi, aunque, claro, primero se trabaron y parecieron sospechosos; sin embargo, el agente no dijo nada al respecto. En lugar de eso, giró hacia el alguacil nuevamente.

—¿Les crees? —le preguntó al señor Stilinski.

—A decir verdad, no le he creído una palabra a Stiles desde que aprendió a hablar. —No pude contener la risa y el alguacil me sonrió—. Pero creo que estos chicos estaban en el lugar y momento adecuado, por lo cual, esta chica tiene mucha suerte.

El señor McCall soltó un suspiró y regresó su atención a nosotros, específicamente a Kira.

—¿Lo recuerdas así?

Los cuatro nos pusimos en el borde de nuestro asiento, mirando sutilmente a Kira, quien entendió el mensaje y dijo que sí lo recordaba así. El señor McCall luego giró en mi dirección y acomodó su libreta de notas sobre sus piernas.

—¿Qué hacían ustedes dos con Stiles?

Lydia se encogió de hombros.

—¿Qué cree que hacíamos?

—No sé, eso es lo que les pregunto.

—Nosotras también —respondí.

—¿Ustedes también?

—También —repetí.

El agente soltó un suspiro. La tensión podía notarse en su frente y por la forma en que apretaba su bloc de notas. El pobre tendría que ir a una terapia luego de este interrogatorio. Me atrevería a decir que nunca ha tenido tantos problemas al momento de hacer sus trabajo.

—¿Van a responder alguna pregunta?

—¿Lo hará usted? —pregunté ladeando mi cabeza.

Nuevamente, el agente giró hacia el alguacil. El último parecía estar suprimiendo una risita.

—¿Cómo haces para lidiar con gente como esta?

—¿Gente? —repitió una indignada Lydia—. Nos dijo gente —murmuró con asco.

El señor Stilinski carraspeó antes de responder.

—Con paciencia —dijo.

—Como sea, ya pueden irse —concedió el donante de esperma de Scott.

—¿Puede devolverme mi teléfono? —le preguntó Kira.

El agente del FBI le dijo que no y luego salió de la oficina del alguacil, seguido por Kira, Scott y Lydia.

—Han aprendido a evadir bastante bien las interrogantes de los policías —nos dijo el alguacil en un susurro, siempre con cuidado de que el señor McCall no pudiera escucharnos.

Me encogí de hombros.

—La práctica hace al maestro.

—Tendrán que explicarme exactamente qué sucedió.

—No te preocupes, papá, lo haremos.

—Oh, y Mia —me llamó el alguacil—. No quería que dejaras de interrumpir, fue bastante cómico verlo luchar contra ustedes. Solo lo dije para que él no se volviera loco.

Asentí con una gran sonrisa en el rostro.

—Lo sé, también fue divertido para nosotros.

El alguacil nos llevó a Lydia y a mi a nuestras casas. Una vez dentro, un sentimiento de angustia se apoderó de mí. Primero pensé que el Impotente podría haber llegado; pero cuando vi a Lobo moviéndome la cola, completamente despreocupado, supe que no.

Decidí llamar yo misma al Impotente, pues no podía seguir aguantando esta interrogante. Sin embargo, la llamada fue directo al buzón de voz. Traté un par de veces más y el resultado fue el mismo, lo que quería decir que él tenía apagado el celular. Pensé en llamar a Deucalion y contarle sobre esto y eso hice.

—No te preocupes, Joseph no hará nada —dijo luego de que le conté todo sobre las llamadas.

—Pero ¿por qué me llama? ¿No crees que quiera botarme de su casa?

El Impotente aún tenía mi custodia, lo que significaba que podía hacer lo que quisiera conmigo, podría mandarme a otro país—cosa que ya hizo—, podría cambiarme de escuela, podría deshacerse de Lobo o podría meterme a una institución mental. Lo último sería lo más sensato, ya que me vio como una mujer loba y eso debe ser muy difícil que lo olvide.

—Si te bota de su casa, entonces vendrás conmigo.

—No quiero irme de Beacon Hills.

—Cariño —nunca me había llamado así, fue agradable oírlo—, no dejaré que Joseph se acerque a ti. Si quiere su casa, la puede tener, si quiere una pelea por tu custodia, la tendrá.

No sería necesario, no faltaba mucho para que cumpliera 18 años y fuese libre del Impotente, aún así, las palabras de Deucalion me reconfortaban.

—Está bien.

—No le des vueltas al asunto —aconsejó—. Si te vuelve a llamar, no le contestes y me avisas.

Asentí a pesar de que no podía verme.

—Sí, está bien, gracias.

No Estaba segura si la conversación con Deucalion me había tranquilizado del todo, solo sabía que, si el Impotente me llamaba una vez más, entonces le contaría al alguacil. Deucalion puede querer ayudarme; pero no está aquí, ni siquiera sé dónde está.



Siempre me ha gustado la escena en la que Stiles trolea al papá de Scott. No es mi favorita, pero es buenísima.

xoxo,

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