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CAPÍTULO 6

CUANDO LE PEDÍ un tiempo a Stiles—cuando descubrí que él creía que yo sacrificaba gente—mi corazón se rompió en dos, porque no podía creer que Stiles, una persona a la que le confiaba mi vida no confiara en mí y pensara que yo estaba matando a seres inocentes. No fue fácil hacer eso, de hecho, es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida.

Han pasado muchas cosas desde entonces.

He querido regresar con Stiles, porque estar lejos de él de esta manera, ha sido doloroso. Incluso viviendo en su casa por unos días no era lo mismo que estar con él. Lo extraño cada día a pesar de tenerlo al lado en clases.

El día en que Malia volvió a ser humana, creí que Stiles y yo habíamos regresado a como todo era antes de que tuviéramos un tiempo. El beso que nos dimos en el bosque fue suficiente para mí; pero no para él.

Nos encontramos en su casa luego de que dejaron a Malia con su padre. Lo estaba esperando en su cuarto porque necesitaba conversar con él. Sin embargo, en ese momento, cuando entró a su habitación y me vio sentada sobre su cama, supe que las cosas no habían cambiado. Tuve dos pistas respecto a eso. Primero, su mirada, no había emoción en ella. Segundo, sus palabras.

—Olvida lo que sucedió en el bosque —fue lo primero que dijo cuando me vio ahí.

El dolor en mis ojos debió ser evidente, ya que Stiles desvió la mirada. Evitando cualquier tipo de contacto visual y físico entre nosotros, tomó asiento en la silla de su escritorio. Quería decirle muchas cosas; pero no sabía por dónde empezar. Es cierto que yo había puesto en pausa nuestra relación y no estaba segura de cómo podíamos llamarnos; pero él lo hizo definitivo.

—Mia, no hay nada entre nosotros y no lo habrá, ya no. Ahora entiendo eso.

—¿Qué te hizo entender? —fue una gran hazaña que pudiera pronunciar esas palabras sin trabarme en ningún momento. Sentía un nudo en la garganta, me dolía.

—Solo lo sé. Mis sentimientos por ti han cambiado, Mia —susurró—. Lo lamento, nunca quise hacerte daño, créeme y, ahora tampoco quiero hacerlo. Quiero ser tu amigo, seguir como hasta ahora.

—Has cambiado tu modo de pensar muy rápido.

No lo estaba viendo, sabía que él tampoco me veía, así que esta conversación parecía mentira; pero era real. Stiles estaba terminando el tiempo que yo había impuesto.

—Lo lamento, Mia.

Asentí.

—No te preocupes, Stiles, entiendo.

Salí de su cuarto sin mirar atrás y sin pronunciar otra palabra. Una parte de mí pensaba que Stiles saldría corriendo detrás de mí; pero eso solo pasa en películas. No entendía por qué había decidido que ya no sentía nada por mí si hace unos días me dijo que me extrañaba y que quería tenerme cerca.

Han pasado muchas cosas, sí, es cierto; pero no sé qué pudo cambiar en él. En nosotros. No sé si estoy siendo egoísta y suponía que Stiles me esperaba o algo así; pero ahora ya no había nada que hacer. Podría refutar las palabras de Stiles, después de todo, nunca dijo nada viéndome a los ojos, no es como si yo le hubiera dado la oportunidad. Solo no podía sostenerle la mirada mientras lo decía, porque sé que no tenía la fuerza para hacerlo.

Así que me fui de su casa, subí a Volbee y regresé a la mía, donde Lobo me esperaba, el único que había sido fiel a mí desde que lo conocí. Todo aquel que entraba en mi vida se iba, incluso Stiles. No, no es cierto, Stiles quiere que continuamos con nuestra amistad.

Lo más sorprendente es que lo hicimos, seguimos hablando como si nada hubiera pasado entre nosotros, como si Stiles no me hubiera dicho que no había pasado nada. Y nadie se percató del cambio. Si no hubiese estado presente cuando Stiles habló conmigo, creería que nada había cambiado.

Pero así se veía en el exterior. En el interior, me estaba rompiendo cada vez más. Pronto no sería nada más que un recipiente vacío.

Me reí en la soledad de mi cuarto.

No sé cómo me vuelvo dramática en este tipo de situaciones.

Stiles puede no querer nada conmigo; pero yo lo quiero y eso no va a cambiar. Sé que él me quiere y, ahora que ya puede leer, que Scott y Allison regresaron a la normalidad y que Malia está con su padre, solo me queda seguir con la farsa.

Debo pretender que todo va bien, aunque no sea así.

Han pasado dos semanas desde que todo «regresó a la normalidad». Hoy era el día previo a Halloween, también conocido como Noche de Travesuras y, casualmente, hoy es el cumpleaños de nada más y nada menos que Bobby, nuestro querido entrenador. Por ese motivo, era una costumbre hacerle bromas a Bobby; aunque yo estaba más acostumbrada a hacerle bromas a Stiles en este día; sin embargo, hoy no tenía ganas de eso.

Estaba tratando de dormir cuando Scott apareció en mi casa y me pidió—rogó—que fuera con él y Stiles a la escuela a hacer la broma para Bobby. El problema es que yo no tenía ganas de salir a ningún lado, menos si tenía que ver a Stiles... no es que lo evitara; pero tampoco era masoquista, si podía dejar de verlo, prefería hacerlo.

—Por favor, si eres mi amiga, vendrás.

Scott había logrado entrar a mi casa—debería acusarlo por allanamiento de morada—y ahora estaba jalando mis piernas para que saliera de la cama. La posición hubiese sido extraña de no ser Scott, ya que lo considero un hermano, aunque no en la misma escala que Jackson. Jackson jamás podrá ser reemplazado.

—Si no te vas, le diré a Lobo que ataque —le amenacé.

—Lobo no me va a atacar, además, está dormido.

Entonces, me di cuenta de que tenía razón. Lobo estaba echado a mi lado, con su cabeza sobre mi almohada—sí, me la había robado sin que me dé cuenta—durmiendo plácidamente, mientras que mi Alfa estaba tratando de secuestrarme.

—Eres un traidor —murmuré.

Scott jaló mis piernas otra vez; pero yo tenía agarrada la cabecera de mi cama, así que no me podía sacar de esta a menos de que utilice su fuerza sobre humana.

—Déjame en paz —gruñí.

—Cada día te vuelves más una mujer loba —rió.

Rodé los ojos, los cuales debían estar de color amarillo si me decía eso. Me gustaría poder controlar bien esos poderes de hombre lobo, sé que podría pedirle a Scott que me ayude; pero si lo hago, Stiles estaría ahí y prefiero pasar menos tiempo con él.

—Bueno, ¿qué esperabas? —volví a gruñir, mientras miraba sobre mi hombro en su dirección—. Mi padre, el verdadero donante de esperma, es un hombre lobo.

Al mencionar eso, Scott soltó mis piernas y se sentó en la cama, mirando hacia el vacío por unos momentos hasta que giró a mí. Yo retomé mi lugar, sentándome al lado de lobo y recostándome en la cabecera. Eso no resultaba muy cómodo, ya que Lobo me había quitado la almohada.

—¿No ha vuelto? —preguntó él.

—¿Deucalion? No.

Negó.

—El que no es donante de esperma.

Ah, ese.

—No, no quiero que vuelva, es mejor si él no está.

Asintió.

—Ya sabes que puedes venir a mi casa si él regresa, mi mamá dice que eres la hija que nunca tuvo.

—Me estás bromeando, ¿verdad? —repentinamente, tenía una gran sonrisa en el rostro—. ¿Mamá McCall en verdad dijo eso? Awww, dile que la quiero como si fuera una madre; pero no le digas a la mamá de Lydia que dije eso, porque me quema viva.

Nuevamente, Scott se rio a carcajadas, ahora provocando que Lobo despertara y gruñera, porque le habían malogrado el sueño. Él puede ser un cascarrabias en ocasiones.

—Deja de quejarte, no me protegiste antes, ahora te toca permanecer despierto —Lobo entrecerró los ojos, lo juro, sus acciones parecen los de un humano a veces. Se acomodó dándome la espalda y volvió a dormir.

—Entonces, ¿vendrás?

—No, Scott, no tengo ganas de ir a ningún lado —contesté por millonésima vez esa noche—. ¡Déjame dormir!

Frunció el ceño, probablemente notando mi comportamiento tan extraño. Pero lo aceptó.

—Nos vemos mañana, entonces.

Asentí.

Lo primero que noté al llegar al colegio el día siguiente, fue un grupo extraño. Scott, Stiles, Isaac y los gemelos estaban conversando en el estacionamiento. Eso no podía ser un buen augurio, en especial con las expresiones que todos traían.

Traté de oír su conversación a distancia, practicando mis habilidades de mujer loba, las cuales se desarrollaban poco a poco; pero que aún no florecían del todo. Tengo un sentimiento amor-odio con ellas, ya que no me apetece ser una mujer loba y a la vez necesito transformarme para poder ser de más ayuda en la manada, en especial porque aún no puedo controlar mis visiones.

—Lo siento, pero no confían en ustedes. Y yo tampoco —oí decir a Scott, antes de que los tres se fueran y dejaran solos a los gemelos.

Eso quería decir que Aiden e Ethan estaban cansados de ser Omegas, deben estar bastante desesperados si quieren formar parte de la manada de Scott.

Bajé de Volbee y me aproximé a la entrada del colegio; pero antes de llegar fui detenida por esos dos.

—No me pidan que convenza a Scott —dije.

Ethan estaba frente a mí, mientras que Aiden estaba detrás. No me intimidaban, y eso es probablemente lo que querían lograr. Ambos chicos pueden haber sido Alfas y pueden haber tenido la habilidad de fusionarse; pero ahora son un par de tontos que no saben dónde encajar. A veces siento lástima por ellos.

—Si quieren que Scott los acepte, deben cambiar —señalé—. Ahora mismo solo piensan en una cosa, o bueno, en su caso, dos. Ustedes mismos.

—Pero ayudamos a Scott —inquirió Aiden.

—Ajá, sí, nosotros no ayudamos esperando algo a cambio —repliqué—. Si ustedes solo lo hacen con ese fin, jamás podrán formar parte de la manada.

—¿Qué recomiendas? —preguntó Ethan.

—Creo que ya fui bastante clara.

Traté de esquivarlos; pero ambos se movían bloqueándome. Malditos los dos. Si llego tarde a clase, los mato.

—Podrías ayudarnos, ya sabes, sin esperar nada a cambio —murmuró Aiden.

Giré sobre mis talones, encarando a ambos gemelos.

—Ustedes mataron a Boyd.

—Lo hicimos por órdenes de tu papá —me recordó Aiden—. A él lo perdonaste.

—Y Deucalion hizo cosas peores —continuó Ethan.

Relamí mis labios. Pensando en que ellos tenían razón en eso. Sus palabras me hicieron recordar que ellos fueron los que mataron a Avalon, el asesino de mi madre.

—No queríamos matarlo —admitió Ethan—, a Boyd, me refiero. Teníamos miedo de Kali y Deucalion.

Aceptar eso debió ser bastante difícil para ambos.

—Si pudiéramos regresar el tiempo y evitarlo, lo haríamos, créenos.

La mirada de ambos gemelos me suplicaba que les creyera y, por una extraña razón lo hacía, a los dos, no mentían y, Boyd no va a regresar por más que los torture.

—Si quieren ingresar a la manada, deben de preocuparse por los demás, no solo por ustedes. Una manada es un equipo, una familia. Así como se cuidan entre ustedes dos, deben cuidar a la manada.

—Pero aún no somos parte de la manda.

Me encogí de hombros.

—¿Y? Si te interesa la manada y no solo formar parte de ella por miedo a ser un Omega, sino porque de verdad quieres ser parte. Cuidarás a cada uno con tu vida porque eso es lo correcto, lo que te dará fuerzas para seguir adelante.

Ambos intercambiaron miradas.

—Chicos, solo, piénsenlo, si no pueden, entonces jamás formarán parte de ninguna manada.

Los dejé a ambos con ese pensamiento y me dirigí a clases.

Al entrar al colegio, todo era un caos, todos corrían de un lado al otro, lanzaban papel higiénico, se hacían bromas, y, bueno, lo típico que sucede un día como hoy.

Scott y Stiles estaban en el casillero del segundo conversando, pasé por su lado solo alzando la mano en saludo, cuando Stiles me llamó. 

—¡Mia! ¡Mia, ven aquí! —di media vuelta, de regreso a mis dos... amigos—. Necesitamos una opinión femenina.

Scott me miraba con ojos suplicantes, casi como diciéndome que los dejara a ambos, ya que Stiles estaba por decir algo estúpido, lo cual es bastante probable.

—A Scott le gusta Kira. —Eso ya era obvio, así que asentí—. ¿Debería ir a hablarle ahora mismo? Yo creo que sí, ¿qué dices tú?

—Uhm... sí, claro que sí.

—No, no puedo ir a hablarle.

—Scott, por qué no lo entiendes aún, tú eres un Alfa. Eres el máximo predador —fruncí el ceño al oír su elección de palabras. En serio trataba de convencerlo diciéndole que es un ¿predador? No tiene lógica—. Todos te desean. Eres como la chica atractiva que todos los chicos quieren.

En ese momento sentí la mano de Isaac sobre mi hombro, quien se unía a nosotros en esta plática sin sentido.

—¿Soy la chica atractiva? —Scott sonaba animado, repentinamente. ¿En serio le alegra ser considerado la «chica atractiva»?

—Eres la chica más atractiva —respondió Stiles, antes de darme una palmada en el brazo y decir—: Tú también, Mia.

Guiñó el ojo y luego se fue.

¿Huh? ¿Qué acaba de pasar?

—¿Qué? —preguntó Isaac, mirándonos a ambos.

Scott tenía la mirada perdida, como si estuviese asimilando las palabras, contemplando ser la chica atractiva de la que Stiles hablaba. Creo que jamás lo he visto tan feliz.

—Mia, somos la chica atractiva —concluyó al fin.

—¿Ah? —fue todo lo que pude decir.

—Sí, lo son —afirmó Isaac.

Mientras que Scott sonrió con emoción, orgulloso de ser la chica atractiva, yo estaba indignada con una conversación tan sin sentido a la que fui involucrada por el chico que afirma no sentir nada por mí. El Alfa pasó su brazo sobre mis hombros y nos guio a la clase de Economía del primer periodo.

—Mia, somos la chica atractiva —repitió Scott.

Algunas personas nos miraban raro, no podían importarme menos, ahora solo estaba preocupada por la cordura de mi Alfa.

—Scott, ¿hablas en serio?

—¿No crees que lo somos?

Rodé los ojos.

—Oh, claro que sí. Pero Scott, tú eres la chica más atractiva del mundo, nadie se resiste a ti.

Volvió a sonreír, pasando por alto mi sarcasmo.

Pobre diablo.

Al ingresar al salón de clases, notamos que Stiles había guardado un lugar para cada uno en la parte delantera de la clase, Scott a su izquierda y yo a la derecha. Saludé a Danny y Lydia, quienes estaban unos asientos más atrás y luego tomé asiento. Cuando saqué mi cuaderno de economía, escuchamos un fuerte ruido y luego el grito de Bobby.

—¡Hijo de puta!

Todos rieron por lo bajo. Stiles me miró y guiñó el ojo. No sé qué le hicieron a Bobby este año; pero su reacción al entrar al salón fue épica.

—Noche de Travesuras, Noche del Diablo. ¡No me importa cómo lo llaman! ¡Malvados delincuentes! ¡¿Creen que es divertido que cada Noche de Brujas arrojen huevos a mi casa?! Se supone que la casa de un hombre es su castillo. —Golpeó la carpeta de Scott y este se asustó; pero rio de inmediato—. La mía es un maldito omelette.

Se giró sobre su lugar, hasta que notó una pequeña caja de regalo sobre su escritorio y la tomó entre sus manos.

—Oh, ¿esto? ¿van a hacer esto otra vez? —lanzó la caja al piso—. No lo creo.

No sé a qué se refería con «otra vez»; pero por la sonrisa que Stiles traía en el rostro, sé que tenía que ver con la broma que él le había hecho.

Bobby pisó la caja con todas sus fuerzas, haciendo que algo se rompiera en el interior. Pareció sorprendido y, luego, cuando revisó qué era lo que contenía, notó una taza rota con su foto. Tomó una tarjeta que le dejaron con el reglo y la leyó en voz alta.

—Feliz cumpleaños, con amor, Greenberg.

La cara de Greenberg al ver que su regalo había sido destruido, fue tan graciosa como la de Bobby hace unos momentos. Lo peor—o tal vez lo mejor, depende de qué tan cruel te parezca—el entrenador ni siquiera agradeció el regalo o se disculpó por destruirlo. No, lo que hizo fue lanzarlo al cesto de basura.

—Empecemos la clase, manada de ignorantes.


¿A alguien más le encantan las reacciones del entrenador?

Es uno de mis personajes favoritos, definitivamente está en mi Top 5.

xoxo,

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