
Deshonra
Capítulo cuatro: Deshonra
—¿Eres nuevo?— preguntó con curiosidad Shima —¿Planeas quedarte? Hubo una chica antes, pero era de corazón débil, no pudo quedarse... somos tan pocos en la clase de exorcismos— dijo el pelirrosa agarrándose el pecho de manera dramática.
—Oh, sí— susurró bajando la mirada al suelo —Desde éste trimestre— continuó, los pocos estudiantes que estaban en la sala lo miraron con el ceño fruncido, era raro que alguien ingresara tan tarde a la clase de exorcistas.
—¿Por qué tan tarde?— preguntó Konekomaru, su sonrisa era amable aunque algo tensa, todos conocían su actitud algo nerviosa; cosa que solo había empeorado desde la muerte de Rin.
Y de alguna forma todos lo habían hecho; el cambiar, el trío de Kyoto más que ninguno, Shima intentaba parecer el mismo de siempre animando a los demás; pero ni siquiera él podía hacerlo, a veces se lo podía ver perdido en sus pensamientos, una mirada indescriptible cruzaba por sus ojos, Konekomaru era incluso más nervioso que antes, y Suguro por otro lado no hablaba, y cuando lo hacía solo era para atacar a Izumi cuando ella hacía lo mismo.
—Bueno, realmente nunca pude ver nada hasta hace unos meses— murmuró por lo bajo mientras tomaba asiento cerca de nadie —Fui poseído— terminó, apenas echando un vistazo al resto de sus compañeros, ellos tenían diferentes grados de expresión, pero se obligó a no tomar importancia, el hombre que lo salvó inculcó en lo más profundo de su cerebro que no era su culpa, y él lo creyó.
—Oh, eso debio ser un mal rato— murmuró Izumi, a su lado, Shiemi asintió con el rostro compungido y nada más al notarla, la chica de cabellos oscuros hizo una mueca de desprecio y la empujó lejos de ella con un arrastrado ''alejate de mí'' que provocó un par de lágrimas en la rubia. El nuevo estudiante alzó una ceja curioso para luego encogerse de hombros, no era asunto suyo, y estaba seguro de que tarde o temprano se enteraría de qué estaba pasando en la sombría ''clase avanzada''.
Y a medida que pasaban los meses, todo comenzó a cobrar más sentido para el nuevo alumno, los gritos, las peleas, se culpaban de mentiras, de traiciones, de abandono, e incluso a su maestro lo irrespetaban y eso fue una sorpresa, por que él conocía a Yukio Okumura, el maldito chico era casi un genio pero jamás pudo haberse esperado lo que ese chico de lentes... lo que todos sus compañeros hicieron, el día que lo supo solo pudo mirar incrédulo a su maestro, ellos no podían...
Sí podían.
Izumi fue quien se lo contó una tarde, entre lágrimas de dolor y autodesprecio, fue horrible, y sí, él llegó a ser una mierda con la gente antes, pero jamás había orillado a alguien al suicidio, tenía límites. Y constantemente se preguntaba si realmente hacía bien en convertirse en exorcista; se daba cuenta, claro que lo hacía, ésa matanza indiscriminada, sin siquiera pensarlo dos veces lo hacían, él no quería éso, el quería ser capaz de proteger a las personas como lo hizo el Padre Fujimoto, como lo hizo Rin...
Dejó de intentar hablar con sus compañeros, no podía ni siquiera mirarles a la cara sin pensar en Rin y todo lo que debió sufrir, y tras algún tiempo todos también lo dejaron en paz, Izumi siempre estaba con otra amiga suya fuera de sus clases especiales, ella le gustaba, solo un poco cuando insultaba a los demás, se sentía justo. Ellos lo merecían. Y aunque él nunca conoció a Rin personalmente, desde que entró a la Academia siempre lo veía de lejos, y en un principio lo veía feliz, hasta que notó la clara separación de él y sus compañeros cercanos.
Y entonces no lo vio más, creyó que estaba en algún viaje, había desaparecido un par de días una vez, cuando fueron a Kyoto según Izumi, así que en un principio creyó éso, y mientras esperaba volver a verlo e intentar hablar y entablar una amistad con él, su vista comenzó a acosarlo; ya no podía ignorar a los demonios que allí habitaban; lo acosaban desde el momento en que partía de la Academia y ya no lo soportaba, entonces se inscribió en el programa para exorcistas en honor al hombre que lo había salvado.
La verdad de su desaparición de Rin fue fría y cruel. Y simplemente ya no pudo volver a confiar en sus compañeros ¿Cómo podría?
Apenas breves saludos y una conversación obligatoria cuando los maestros lo requerían, a veces simplemente no podía entender la crueldad de las personas, era consciente de sus fallas como ser humano, fue éso mismo lo que le llevó a ser un contenedor tan especial para ése demonio y aún así... cada vez que veía al maestro Okumura un sentimiento horrible de disgusto y enojo lo envolvía. Y desde entonces todos los días haces varios meses comenzó a cuestionarse si estaba tomando la decisión correcta ¿Quería convertirse en uno más de aquellos que mataron a Rin?, no quería ser como sus compañeros y definitivamente no quería ser como Yukio Okumura.
Dio un último vistazo a sus compañeros, después de solo un poco más de un año parecía como si Rin nunca hubiera existido para ellos, le desagradaban, actuando como si todo fuera normal y no hayan hecho una de las peores cosas.
—¡Hey Tori-San!— había sido Shima quien lo llamó al verlo salir de la academia detrás del grupo de Kyoto, más Shiemi —¿Quieres venir con nosotros? Iremos a una cafetería aquí cerca para estudiar— el pelirosa le sonreía de manera tranquila, y si no fuera por su mirada lejana tal vez creería en su amabilidad.
—No gracias, tengo que ir a otro lado— murmuró mientras se acercaba a ellos — Y por favor no me llames así— terminó por decir, se aseguró de que todos en el grupo los hubieran escuchado antes de alejarse de ellos y continuar su camino.
Esa hipocresía lo enfermaba. La existencia de sus compañeros lo disgustaba demasiado, pero no podía hacer mucho para cambiarlo.
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