Capítulo 11
Miro a los demás que parecen decididos, excepto Lena que se encuentra a mi lado, Liam cómo siempre tiene esa actitud gruñona y enfurecida, Harper segura de si misma, Daniel con una sonrisa burlona metiéndose de forma juguetona con Ethan, el cuál simplemente lo mira con esceptismo, Noah y Hope están hablando entre ellos, Damon por su parte está de brazos cruzados viendo el panorama y no puedo evitar reírme un poco ante el caótico ambiente, al principio nos odiábamos, no confiábamos entre nosotros. Aunque con la llegada de Liam, Daniel y Hope todo ha ido a mejor. Los científicos siguen buscándonos o seguramente crean que hemos muerto, lo cuál nos da una ventaja significativa, pero no puedo evitar pensar en Zane, el chico del signo de Escorpio, ¿se unirá a nosotros o va a seguir yendo a su aire? Nos faltan los signos de agua y Capricornio, aunque... algo me dice que pronto estaremos los doce signos juntos y entonces si habrá caos, pero entre nosotros. Sólo de pensarlo me sale una sonrisa imaginando miles de escenarios dónde hay bromas y gente furiosa.
—Así que ya os habéis reunido bastantes.— habla una voz detrás nuestra.
—¿Quién habla?— pregunta Harper frunciendo el ceño.
—Joder con la cabra.— se ríe Daniel.
—Capricornio.— susurra Hope.
De entre las sombras aparece una muchacha de cabellos cortos y castaños, sus ojos son marrones cómo la avellana, lleva una camisa gris, pantalones grises y descalza, cómo el resto de nosotros, pero no parece alterada ni confundida, más bien parece calmada.
—Me llamo Daisy —dice la chica con una voz suave pero firme, sus ojos recorriendo a cada uno de nosotros con la seguridad de quien ha visto mucho más de lo que aparenta—. Me preguntaba cuándo llegaría este momento.
—¿Este momento? —replica Noah, levantando una ceja.
—Sí, el momento en el que los doce signos finalmente comenzaran a congregarse —responde Daisy con una sonrisa enigmática—. No es una coincidencia que estemos aquí, ni que nuestros caminos se crucen.
Liam cruza los brazos, sus ojos chispeando como si estuvieran a punto de encenderse. —¿Y por qué deberíamos confiar en ti? ¿Cómo sabemos que no estás con ellos?
Daisy no parpadea. En lugar de responder, extiende una mano hacia adelante. Un remolino de agua aparece de la nada, danzando sobre su palma, girando con elegancia antes de transformarse en una esfera cristalina. La deja caer al suelo, donde se evapora como si nunca hubiera existido.
—Eso responde a tu pregunta —dice con calma—. No estoy aquí para pelear ni para someterme. He venido porque sé que tarde o temprano nos necesitaremos todos, incluso si a algunos les cuesta más que a otros aceptarlo.
—Vaya, la cabra habla bien —se burla Daniel con una sonrisa ladeada.
—Y tú te tomas demasiadas libertades —responde Daisy, sus ojos destellando con una chispa afilada—. No confundas calma con debilidad, Sagitario.
—Me gusta —murmura Damon desde su rincón, su expresión impasible pero sus ojos atentos.
Harper da un paso adelante, analizando a Daisy con una mirada calculadora. —Entonces… ¿estás dentro? ¿O solo estás aquí para dar discursos y desaparecer después?
Daisy sonríe con una tranquilidad inquebrantable. —Estoy dentro. Pero no para seguir a ciegas. Si vamos a hacer esto, lo haremos bien.
—Claro porque tú lo digas.— se queja Harper.
—Ya empieza.— se queja Ethan con un suspiro.
—Parece que estáis los signos de fuego y aire al completo, pero ahora los signos de tierra estamos completos.— Daisy los ignora mirando a Hope y Noah.
—Eh, no te atrevas a ignorarme mamarracha.— gruñe Harper.
—Y luego el impulsivo soy yo.— bromea ligeramente Liam.
—Lo eres.— respondemos todos al unísono.
—¿De verdad soy la única a la que le molesta que esta chica aparezca de la nada y actúe como si ya tuviera un puesto aquí? —gruñe Harper, cruzándose de brazos con exasperación.
—Técnicamente, tiene más derecho que tú.—comenta Damon con una mueca divertida—. Capricornio llegó antes al zodiaco que Leo, ¿no es así?
—¡Eso ni siquiera importa! —Harper lo fulmina con la mirada—. No es un concurso de antigüedad, es cuestión de confianza.
—Harper, basta —dice Ethan con voz serena—. Si Daisy está aquí, es porque debe estarlo. Todos llegamos de maneras distintas, pero con un propósito común. No somos enemigos.
—Todavía no —murmura Noah, su mirada analítica todavía fija en Daisy.
La chica de cabello corto esboza una sonrisa apenas perceptible, como si le divirtiera la tensión. —No necesito vuestra aprobación para saber mi lugar. Lo descubriréis pronto.
—Muy segura de ti misma, ¿no? —Daniel le dedica una sonrisa provocadora, con las manos detrás de la cabeza—. Me gusta ese estilo, aunque deberías prepararte para las discusiones.
—Los signos de tierra preferimos la estabilidad al drama —replica Daisy con tono firme, pero con un brillo de humor en los ojos—. No todos disfrutamos del caos como vosotros, los de fuego.
—¿Estabilidad? —Ethan levanta una ceja y sacude la cabeza—. Estamos huyendo de científicos locos, y tú hablas de estabilidad. Vaya sentido del humor.
—No es humor —responde Daisy con calma—. Es paciencia. Un signo de tierra sabe cuándo moverse y cuándo esperar. Vosotros solo debéis aprender a no arder demasiado rápido.
—Si empiezas con filosofía, ya me has perdido —murmura Liam, frunciendo el ceño—. Solo dime una cosa: si la situación se pone fea, ¿a quién vas a salvar primero?
Daisy sonríe con una dulzura inesperada, su expresión relajada pero significativa. —Al grupo. Siempre al grupo.
La tensión en el aire se disuelve ligeramente, aunque Harper sigue frunciendo el ceño. Sin embargo, incluso ella parece menos molesta.
—Vaya —dice Damon en tono bajo—. Esto será divertido.
—Si por divertido te refieres a un desastre inevitable —añade Noah con sarcasmo—, estoy de acuerdo.
—Entonces estamos de acuerdo en algo —Daisy asiente con una media sonrisa—. Y eso ya es un buen comienzo.
—Venga, dejemos en paz a Daisy, está para ayudar.— interviene Hope comiendo.
—¿De dónde sacas tanta comida?— pregunto por primera vez.
—Estamos en la cafetería del laboratorio, me he adueñado del sitio cuándo abrieron mi puerta.— sonríe Hope.
—Ah, claro, lo normal.— respondo sarcásticamente.
—Oye, ¿no se supone que Hope es tu hermana?— pregunta Lena mirándome.
—Cierto, Libra y Tauro nacieron de Venus, pero no siento ninguna conexión con esta chica.— me encojo de hombros.
—¿No? ¿Pero te sientes enamorada de Daniel por extrañas razones? Tu cerebro está atrofiado.— se burla Hope.
—Muy graciosa.— le doy un ligero golpe.
—Espera, ¿te gusta Daniel?— Hope se acerca curiosa.
—Si, vosotras gritadlo creo que no os a oído.— comento con ironía.
Observo como Harper va a gritar pero le cubro la boca con la mano, Hope simplemente se ríe.
—He de decir que a mí también me gusta alguien, pero no sé porque.— nos mira Hope algo confusa.
—¿Y decís que no sois hermanas? Literalmente tenéis el mismo problema mental.— responde Harper tras liberarse de mi mano.
—Emily es pelirroja y yo castaña, no somos hermanas.— sonríe Hope.
—Eh vosotras tres, ¿se puede saber que hacéis?— pregunta Damon mirándonos con el ceño fruncido.
—Ah, Emily está enamorada.— responde Harper de forma inocente.
Miro a Harper con una mirada asesina, la cuál se asusta, todos a mí alrededor se ponen tensos.
—Joder, que puto miedo, nueva norma, no enfadar a Emily.— se burla Harper algo nerviosa.
—¿Así que te gusta Daniel? —insiste Damon, su mirada curiosa mientras una sonrisa lenta se forma en su rostro.
—No es asunto tuyo. —respondo, cruzando los brazos y apartando la vista con las mejillas encendidas.
Daniel, que ha estado escuchando desde su rincón con una sonrisa de autosuficiencia, da un paso adelante y se estira con teatralidad. —Vaya, esto es interesante. Si hubiera sabido que causaba tantos suspiros, habría hecho mi entrada con fuegos artificiales.
—Por favor, ni siquiera sabes cómo atarte los zapatos sin tropezar —replica Harper, rodando los ojos.
—Y tú eres la reina del dramatismo.—le responde Daniel con un guiño.
Mientras tanto, Hope se inclina hacia mí y murmura: —Así que... ¿qué vas a hacer ahora?
—Ignorarlo hasta que se le pase.—respondo con firmeza, aunque mi tono de voz no logra convencer ni a mí misma.
—Eso funcionará… seguro.—dice Noah desde su lugar, con una sonrisa que no llega a sus ojos—. Nada como la negación para resolver las cosas.
Harper lanza una carcajada, golpeando la mesa cercana. —Dios, somos un circo. Y todavía no estamos completos.
—Oh, sí, cuando Zane decida mostrarse, el caos será absoluto.—Damon se acomoda con los brazos cruzados, disfrutando del espectáculo—. ¿Quién apuesta a que él también trae problemas de corazón?
—No sé si quiero saberlo.—dice Ethan con un suspiro, masajeándose las sienes.
Daisy, que ha estado observando en silencio, se acerca lentamente al grupo. —El amor y los sentimientos no son una debilidad. Pero, si no los manejamos bien, serán nuestra mayor vulnerabilidad.
—¿Por qué siempre pareces estar dando lecciones de vida? —pregunta Daniel, medio burlón.
—Porque alguien tiene que hacerlo. —responde Daisy tranquilamente—. Y porque cuando llegue Ofiuco, no habrá tiempo para bromas como esta. Debemos estar listos, o perderemos más de lo que imaginamos.
La mención de Ofiuco hace que todos guarden silencio. Harper traga saliva, su semblante endureciéndose.
—Entonces... ¿qué sigue? —pregunta Noah, su mirada fija en Daisy—. ¿Cuál es el plan para cuando él aparezca?
—No se trata de un plan individual.—responde Daisy con firmeza—. Se trata de aprender a ser uno. Los doce signos unidos. Un solo zodiaco. Y para eso, necesitamos más que nuestros poderes… necesitamos confiar.
—Confianza. Sí, claro. —murmura Liam con escepticismo—. Porque eso siempre ha funcionado tan bien para nosotros.
Daisy lo mira con paciencia. —No tienes que confiar de inmediato. Solo no destruyas lo que intentamos construir. Eso es un buen comienzo.
Lena, que ha permanecido callada hasta ahora, suspira y sonríe débilmente. —Definitivamente vamos a necesitar más que confianza. También un milagro.
—Un milagro… o mucha suerte. —corrige Hope, guiñando un ojo—. Y si alguien puede darnos eso, somos nosotros. Porque, admitámoslo, nadie más es tan cabezón como este grupo.
Todos nos miramos, sonriendo un poco a pesar de la gravedad de las palabras. El caos, los roces, las discusiones... todo es solo el preludio. Pero por ahora, es nuestro preludio. Y eso es lo que importa.
—Claro, pero sigo siendo la mejor.— sonríe Harper con orgullo.
—La mayor bocazas que ha existido, por tu culpa nos han pasado muchas cosas.— se queja Liam frunciendo el ceño.
—¿Si cómo qué?— Harper alza una ceja.
—Ahora mismo no se me ocurre nada.— murmura Liam.
—Porque lo que has dicho es mentira, todo ha pasado por tu impulsividad, yo solo he hecho lo que mejor se me da, que es deslumbrar.— se echa el cabello rubio hacia atrás con orgullo.
—Dejando de lado a la pirada.— comenta Ethan.— Tenemos que hacer algo, hay guardias de seguridad por ahí, científicos que saben lo que podemos hacer y tienen respuestas sobre el porque nos crearon.
—Yo lo sé.— interviene Daisy.
—Claro, y los demás somos invisibles.— comento con sarcasmo.
—Somos el experimento zodiacal, nos diseñaron para detener un meteorito que amenaza con destruir la tierra, pero nuestros diseños vienen de personas muertas, por eso tenemos sus recuerdos y sentimientos, lo que significa que Emily ama a Daniel, porque la persona en la cuál se basaron estaba enamorada de alguien del signo Sagitario, pero nosotros no somos esas personas, somos experimentos, sujetos, somos prescindibles, pero podemos cambiar esos sentimientos y pensamientos con nuestras decisiones.— explica Daisy dejándonos a todos boquiabiertos.
Un silencio sepulcral cae sobre el grupo mientras las palabras de Daisy resuenan en el aire. Todos estamos demasiado atónitos para responder de inmediato, como si una realidad que siempre había estado oculta acabara de emerger con fuerza arrolladora.
—¿Estás diciendo que… —empieza Harper, con la voz extrañamente suave— …que solo somos copias? Réplicas de personas que ya murieron.
—No somos copias.—corrige Daisy con un tono paciente, pero firme—. Somos más que eso. Lo que éramos es solo el punto de partida. Lo que elijamos ser, eso es lo que realmente importa.
—Pero… —Ethan vacila, su expresión tensa mientras intenta procesar la información— …si todo lo que sentimos está programado… si todo lo que pensamos proviene de otra vida… entonces, ¿dónde está nuestra libertad? ¿Cómo podemos ser reales?
Daisy lo mira con una expresión casi compasiva. —Somos reales porque vivimos. Respiramos, tomamos decisiones, amamos, odiamos. Y aunque algunos sentimientos puedan haber sido sembrados en nosotros, siempre tenemos el poder de cambiarlos. La programación solo es un camino. Podemos salirnos de él.
—¿Y si no quiero cambiarlo? —pregunto en voz baja, más para mí misma que para los demás—. ¿Y si, incluso sabiendo la verdad, sigo queriendo lo que quiero? ¿Significa que soy débil?
—No. —Daisy da un paso hacia mí, su mirada directa y serena—. Significa que eres humana, Emily. Lo que te hace fuerte no es huir de tus sentimientos, sino aceptarlos y decidir qué harás con ellos. Nadie puede elegir por ti. Solo tú.
—Bueno, eso fue… filosófico. —dice Daniel con una media sonrisa, intentando aligerar la atmósfera—. Pero no puedo evitar preguntarme… ¿quién era la persona en la que me basaron? Porque seguro que era un tipo bastante genial.
—Oh, claro, debe haber sido un héroe. —se burla Harper, recuperando su tono sarcástico habitual—. O un desastre con complejo de superioridad. Ambas opciones parecen posibles.
—Basta. —Liam interrumpe la discusión con un tono cortante—. Lo que importa es que ahora sabemos más. Y que los científicos no solo nos ven como experimentos. Nos ven como herramientas desechables. Si vamos a sobrevivir, necesitamos pensar como un equipo. Uno real.
—Liam tiene razón. —digo con más firmeza esta vez, sintiendo cómo mi determinación se solidifica—. Hemos estado luchando por separado, cada uno con sus propias razones, sus propios miedos. Pero eso solo nos hace más débiles. Si queremos tener alguna oportunidad contra Ofiuco, necesitamos confiar. Y, más que nada, necesitamos ser algo más que sujetos. Necesitamos ser personas.
—Personas con poderes y un destino del tamaño de un planeta sobre nuestras espaldas. —Damon esboza una leve sonrisa de lado—. Fácil.
—Nunca dije que fuera fácil. —Mi mirada se endurece—. Pero no estamos solos.
—Nunca más. —Daisy asiente, sus ojos encontrando los de cada uno de nosotros—. El zodiaco ha despertado. Ahora, depende de nosotros decidir en qué clase de leyenda nos convertiremos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro