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Capítulo 6

Me acomodo cerca de la sala mientras observo como Anthony platica con una amiga de Rosa, a cada rato se ríen y solo noto como ella lleva seguido sus manos hacía el cuerpo de mi querido amigo, por más que he hablado con él de que debería de sentar cabeza con alguna chica dice que aún no ha encontrado a la correcta. 

Gustavo se acerca a mi con su sonrisa habitual y deja un beso en mi mejilla mientras me entrega un poco de comida mexicana. 

—Ustedes harán que yo suba de peso. 
—Creo que es algo de latinos que cuando hemos encontrado a la persona correcta comenzamos a engordarla para que nadie más se fije en ella —guiña el ojo y busca mi mirada para reír conmigo, entrecierro los ojos para hacer un puchero y me deja un beso de pico. —Los niños se han quedado dormidos, les conté un cuento. 
—¿Si? ¿Cuál? 
—De una princesa inglesa que tenía el corazón roto pero no contaba con la astucia de un caballero mexicano que llegó galopando un caballo vestido de charro; Seguro ni te imaginas quien era el más emocionado por saber el final. —me río
—¿Michito? —asiente —¿Y se quedó al final con el charro? 
—Pues le dejé a la calabacita el final... 
—¿Y? 
—Pues —suspira —dice que obviamente una princesa se tiene que quedar con un príncipe —intento no reírme pero a veces las cosas que dicen los niños son muy divertidas —así que dijo que el príncipe de "ingléslandia" ese fue el nombre que le puso al país de la princesa vino por ella y se la llevó —alza los hombros —bueno no sin antes pelear por ella a duelo con espadas y pistolas y todas las cosas, creo que no debí dejar que ellos contaran la historia —lleva su mano a su cabeza para rascarla con pesar. 
—vaya... tienen buena imaginación. 
—Y si, cuando terminé por cobijarlos el pitufin fue el único que me dijo que si el charro quiere realmente a la princesa debería de ir por ella. me dio un beso en la mejilla y se volteó. 
—¡Bueno! eso significa entonces que el charro puede tener oportunidad con la princesa. 
—Prefiero creer que la princesa le gustan más los charros —guiña el ojo —y no los príncipes. 
—Pues es tu historia me imagino que al final tú eliges con quien se queda. —se ríe. 

Anthony se acerca a nosotros, mientras lleva un vaso rojo en la mano. 

—¿Leilany?
—¿Si? 
—¿Hay problema si me adelanto? —guiña el ojo. 
—No, tranquilo... diviértete 
—¿Podrías llevarla a casa Gustavo? —el chico que tengo a un lado me observa. 
—Hoy solo traigo la moto y sabes que Leilany ni loca se sube a ella, y además ya tomé, tampoco puedo regresarla en su camioneta. —Anthony hace una mueca puesto que vine con él en el mismo transporte, y yo he bebido de más así que no me voy a exponer a regresar manejando. 
—¿Puedo quedarme a dormir esta noche aquí? —pregunto. 
—Si, claro —responde Gustavo. 
—¡Gracias! les debo una... cuando ustedes necesiten... ya saben... yo puedo... 
—¡Eeeeey alto ahí viejo! —digo —no me ilusiones al hombre —me río, tú ve y diviértete —me da un montón de besos en la mejilla y lo veo irse con la morena de la mano. 

Solo escucho la risa de Gustavo a mi lado y me toma de la cintura para jalarme hacia él, une su pecho a mi espalda y con sus manos rodea mi cintura, y su barbilla se queda recargada en mi hombro. 

—Solo que hay un pequeño problema —susurra. 
—¿Cuál? 
—Qué el único lugar disponible en toda la casa es en mi recamara. —da una sonrisa traviesa. 
—Lo hiciste con alevosía y ventaja. 
—Puede ser. —alza los hombros
—creo que hay espacio suficiente en mi camioneta para que te quedes a dormir ahí y yo pueda dormir tranquilamente en tu recamara. —asiente derrotado. 

Llevamos más de 6 meses saliendo, aún no le hemos puesto a lo que tenemos una etiqueta formal pero ambos ya hemos "convivido" de alguna manera con nuestras respectivas familias, pero por lo menos en mi caso no he querido presentarlo como novio porque sé que eso sería un gran paso, eso y que... aún hay un rubio ojiazul rondando mi cabeza y muero de miedo de aceptar que lo estoy olvidando, Gustavo lo sabe, y nunca ha pedido prisa por ello, o molestado por la situación, de hecho es muy paciente, y ha ido conmigo paso a paso con todo lo que ha sucedido. 

Su compañía me da ligereza y me hace sonreír, pero sé que en algún momento tendré que regresar a Londres y enfrentarme a los fantasmas del pasado, no solo a eso, a mis amigos, aquellos que han sido familia para mi, todo eso que he tratado de ignorar estando lejos, pero que sé que en algún momento los tendré frente a frente y sabré que tan cierto es lo que he avanzado o si por el contrario solo todo lo he puesto en pausa solo para no recordar, para no olvidar... 

***************************************************

Un brazo rodea mi cintura, puedo ver como se cuela la luz por la ventana, y sé que no tarda en comenzar mi rutina matutina, me giro hacia el moreno y detallo su rostro, me gustan sus cejas y sus pestañas me dan un poco de envidia, sonríe cuando nota que me tiene frente a él. 

—Cerecita ¿Qué haces? —sonrío, no entiendo la manía de este hombre de poner apodos a todo aquel que conoce. 
—Necesito levantarme... ya sabes... 
—Los terremotos no tardan en despertarse. 
—Si, bajaré a ayudarle a tu hermana a hacer el desayuno. 

Me levanto, voy hacia el baño, veo la hora en mi celular y sé que aún tengo un poco de tiempo, tomo una ducha, cepillo mi cabello y mis dientes, desde que vivía en Nueva York y sabía que a Anthony o a Gustavo se les ocurría tener aventuras de improvisto había aprendido a tener una pequeña maleta con lo indispensable en mi camioneta, entro a la recamara y lo veo también a él recién bañado, sonríe y bromea diciéndome que debíamos de haber ahorrado agua, sabe que aún no estoy lista para dar ese paso, pero encanta enviarme indirectas porque sabe que me sonroja, deja un beso ligero en mi cuello que confieso si hace que se me erice la piel y solo escuchamos muchos pasitos en el pasillo. 

—¡Aquí estás tío! —dice una de las pequeñas, tiene como 10 años, lleva a un bebé en sus brazos y detrás de ella viene todo el sequito de pequeños hijos de Rosa, siempre los bromeaban con que no tenían televisión y yo no entendía hasta que me explicaron detenidamente a que se referían; los ojos azules de un pequeño lo observan familiarmente y luego me encuentran a mi y sonríe, dándome las manos para que lo cargue, no me puedo negar a ese par de zafiros. 
—Michito —sonríe Gustavo dando un beso al rubio bebé en su frente. —¿Ya están listos para ayudar con el desayuno? —pregunta el moreno y todos dicen ¡Si! al unísono y el bebé que llevo en brazos se remueve sonriente. 
—Dios; Gustavo los niños te adoran —comento. 
—Y yo a ellos —toma de la mano a sus sobrinos y salimos de la habitación —es... no sé como explicarte... a veces creo que nací para ser padre... —levanto mi mirada; su comentario me recuerda al amor de mi vida, y pensar que nunca le tocó vivirlo cuando tenía tanta ilusión de serlo. —Gustavo... tú eres un papá... 
—Pero mi bebé está en el cielo Cerecita. —dice cabizbajo; Le pide a los niños que se adelanten y me observa de los pies a la cabeza, toma mi mano y juguetea con mi anillo de compromiso y juega con la manita del pequeño que se ha quedado con nosotros. —Un hijo queda huérfano, una esposa queda viuda, no menosprecio tu dolor, pero lo que a mi me pasó ni siquiera tiene nombre, y duele, duele ver que me perdí que alguien me llamara papá, o que me despertaran temprano con una boca llena de baba en mi nariz —se ríe —soy un papá, si... pero quema el saber que no obtendré un primer paso de mi pequeño o ir a ver algún festival que aunque me parecen ridículos yo hubiese sido feliz al verlo a él ahí. —lo abrazo y de alguna manera entiendo su sentir. no del todo, es cierto, pero... trato de ser lo más empática posible. 
—Tienes un ángel personalizado —tomo su rostro y observo esos bonitos ojos que tiene debajo de esas cejas. 
—estoy seguro que si. —lleva su mano a mi vientre y ese movimiento me estremece. 
—Quizá podría tener una pelirrojita. —sube y baja las cejas sé que juega para terminar con el tema, es la forma de evadir su dolor. 
—¡Y tendría muy buenos genes esa pelirroja! —dice Rosa muy divertida, mientras hace a un lado a su hermano y toma al bebé que llevo en brazos —odio interrumpir su planeación familiar pero, este pequeño seguro tiene hambre, se da la media vuelta y se pierde en el pasillo. 
—Cerecita, me gustas y lo sabes. —asiento mientras muerdo mis labios —¿Me permites ser parte de tu presente y quizá de mi futuro, quieres ser mi novia? 

******************************************************

Quién habrá asesinado a la mamá de Chad y Leilany?

¿Quién de los tres Dunne habrá sido el padre del bebé de Bridgitte?

¿Qué le habrá confesado Bridgitte en la carta a Brandon?

¿Leilany le dirá que si a Gustavo?

¡Necesito que me digan sus teorías! ¿Qué piensan que sucederá?

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