Epílogo
El día que muera quiero que sea él quien me reciba... recuerdo que lo dije en muchas ocasiones, pero cuando Terrence apareció... sabía que no sucedería o no de la misma manera en la que yo creía...
Escucho ambulancias a los lejos, a mi bebé llorar, a Chloe gritar mi nombre, y un vacío en mi cuerpo...
¿Así se habrá sentido él? ¿Esto fue todo lo que vivió entonces? Mi cuerpo lo siento adormilado... como si parte de mi estuviera fuera, quiero despertar pero mi cuerpo no responde, solo escucho voces, y una en especial... una que por más que quisiera no puedo olvidar porque la llevo tatuada en mi cuerpo, mi corazón se detiene
—¿Lan? —giro mi rostro y él está frente a mi tan dulce como siempre, tan mi Chad, no el hombre que he tenido enfrente los últimos meses, es aquel que casi parece un niño, con esos ojos que parecen eternos
—¿Chad? —él asiente y sonríe, giro hacia atrás y puedo ver todo lo que sucede a mi alredor, toma mi mano para que lo observe.
—Aún no es tu tiempo Lan...
—¿Pero...? No entiendo...
—¿No entiendes qué?
—¿Tú? ¿Yo? Estoy alucinando cierto, el golpe de la cabeza debió de ser demasiado fuerte —trato de tocar mi cabeza pero él me detiene.
—Esto es real... solo que aún no perteneces a este plano. —toma mi mano.
—¿Estás diciéndome que? —no quiero creerlo, tenía tanto miedo a esto, a darme cuenta que no fuese real, que fuese una broma del destino, mi mano disponible va directo hacia su rostro y lo admiro nuevamente de forma minuciosa, su cabello, el color de este, su textura, el largo, bajo hacia sus cejas, su espesor, mi dedo índice baja sobre su nariz contando y contemplando cada una de sus pecas, me pierdo en el azul de sus ojos que a veces parecen un espejo de lo brillantes que son, sus labios y su barba, defino entre mis dedos la textura de su barba, me abrazo a él, con todas mis malditas fuerzas me abrazo a él.
—Significa que lo que creo que hay allá afuera no es real... hablo sobre...
—¿Terrence cierto? Lo sé Lan... sé que no fui hijo único, tengo un gemelo que intenta darle una lección a los Gray disfrazada de una venganza a George Dunne, lo conocí por casualidad, él fue quien me dio el diario de Bridgitte confundiéndolo conmigo y si... sé que pertenezco a ellos, he estado cerca de ti, la mayoría del tiempo, hasta que... supe que Duncan cuidaría de ti por los dos. No solo de ti, si no de ese pedacito mío, soy papá Lan, del niño más hermoso del mundo, háblale de mí, de lo mucho que su papi lo ama, no me he perdido ningún momento de él
—¿Tú? ¿Regresarás a mí? ¿Lo intentaste? —me salen las preguntas rápidamente y quizá no las más coherentes
—No... quisiera... quise desde el primer momento pero mi cuerpo no lo resistió, pero te he cuidado, he estado ahí, sé que lo sabes; he visto crecer a nuestro hijo. —su mano va hacia mi quijada y la deja ahí, luce tal cual, como la última vez que lo vi, de 21 años y con barba crecida, con esas pecas en ese mismo lugar, ni una más, ni una menos... —has hecho un excelente trabajo con él, y Duncan es un excelente padre, nadie podría amarlos más que él, ni siquiera Henry aunque debo de admitir que hace un gran trabajo fingiendo ser yo... pero mi hijo tiene un gran padre en la tierra... su nombre es Duncan Dunne... porque Louis me lo enseñó, padre no es el que engendra, padre es el que cría, y mi hijo lo ama... y también será el mejor esposo, prometo que estaré el día de su boda como lo prometí y también será un excelente padre para sus futuros hijos —Llevo mi mano a mi vientre
—Regresará a ti, lo prometo, solo de una manera un poco diferente —besa mi mejilla.
—Chad... yo... en el fondo sabía que no eras tú... porque si tú hubieses regresado yo... —lleva su dedo a mi boca.
—En mi vida solo eres tú Leilany, pero en tu vida, es Duncan Dunne. —quiero replicar. —es el hombre que te da paz, quien desde siempre ha sido la mejor opción para ti, diría que me duele admitirlo, pero la verdad es que Lany, no mereces a nadie más que a él, son el uno para el otro, están destinados a ser... te amé mientras tuve vida, y lo he hecho después de ella, siempre serás "la chica" de Chad Berry, pero para ti... él es "el hombre". Suéltame, que ya no formo parte de tu vida más que en los recuerdos, disfrutamos el estar juntos, nos amamos, pero tu destino era él, y estoy bien con ello, aún tienen un par de pruebas que superar, pero el amor, su amor triunfará...
—Chad...
—Tengo que irme, tu vida está comenzando y muchas cosas buenas vendrán, Te amo Leilany Berry, aún en la eternidad lo hago, no lo olvides... y no lo odies por favor...
Un relámpago, electricidad, muchas voces llamándome y pidiendo que vuelva, mientras que yo solo puedo susurrar
—Chad no te vayas por favor... —mientras extiendo mi mano para que no me suelte otra vez...
Los cuatro nos encontramos frente a la tumba de Chad, Duncan, Albert, Henry y yo, después de que le dieran varios años de cárcel a cada uno de los involucrados, todos necesitábamos estar aquí, cerrar ciclos, dejar ir a la persona que aún sin estar aquí, fue la clave fundamental para esto, Duncan deja un beso sobre mi frente y me sonríe dándome la paz que él solo sabe darme, Albert acaricia la lápida y nos sonríe a Henry y a mí mientras deciden dar un paseo dejándonos a Henry y a mi solos.
—Gracias Leilany —suspiro y siento caer una lágrima.
—sabes al final del camino sé que él estará ahí y eso me consuela...
—Él será tu hilo rojo por la eternidad.
Dicen que uno puede tener más de un hilo rojo... no lo sé... pero Chad fue especial para mí, lo seguirá siendo el resto de mi vida, y más allá, pero Duncan es mi lugar seguro y no deseo nada más allá afuera de lo que tengo con él.
Muchas veces añoré con el "Si hubiera" y el pasado no me dejó dar los pasos correctos, tenía miedo, no quería volver a enamorarme porque tenía pavor de darle ese poder a otra persona de poder hacer conmigo lo que quisiera, pero cuando alguien como Duncan llega a tu vida...
Los miedos se van...
Anhelo que cada uno de ustedes tenga esa persona que luche por ustedes con todas sus fuerzas, que aunque tenga miedo derrumbe todos los muros porque sabe que ustedes
¡Valen toda la pena!
No esperen menos, porque todos merecemos nuestro Duncan Dunne
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