Prólogo
Podía escuchar el correr de las manecillas del reloj.
Tik tak, tik tak y continuaba ese insensante tik tak.
Desde esta misma silla y en esta misma posición mientras intento calentar sus gélidas manos he podido ver nacer y caer, hace ya dos años, los días.
Juego con sus dedos esperanzada que algún día estos correspondan a los míos.
Sonrio.
Sonrio, sí, sonrio irónicamente,
porque la pureza de las paredes de esta habitación no hacen juego con la oscura culpa en mi pecho.
Le vuelvo a ver, por una milésima vez...
- Regresa, regresa...por favor- Ruego.
Siempre escuché parlotear a las personas que ellos, a pesar de su estado, siguen oyendo.
Con mi voz ya desgastada vuelvo a pedirle lo que cada hora acá sentada le suplico.
-Despierta, despierta, para que podamos ser finalmente solo Juan y Emma, por favor.
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