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Capítulo 20.

Bien, tengo la atención de Christian una noche más y es mejor que la aproveche porque me estoy quedando sin ideas, y sin partes de mí que aún sean vírgenes.

Mi boca dejará de serlo pronto, si esa expresión en su rostro es una indicación.

Oh, Dios.

Paso saliva por mi garganta reseca mientras lo veo sacarse la camisa y dejarla caer al piso, lo siguiente es el cinturón de su pantalón de vestir oscuro.

El hombre prácticamente engulló su cena antes de arrastrarme hasta su habitación y colocarme en una silla. Ahora se desnuda y yo aún conservo todas mis prendas.

—Lo hiciste a propósito, ¿Cierto? —toma el cinturón y se acerca—. Estoy pensando que eres muy provocativa para haber sido virgen.

Mi lengua inquieta deshace el nudo en mi garganta.

—Hay una gran diferencia entre ser virgen y ser ingenua, señor Grey. Yo poseo el conocimiento teórico del sexo... Estoy en busca de la práctica.

Su boca se presiona y juraría que un gruñido sale de su pecho. Me hace una seña para que levante los brazos y los ponga justos, luego me rodea las muñecas con el cinturón.

¿Por qué carajos sigue inmovilizado mis manos?

—Le gusta atarme. —no es una pregunta, pero de todas formas Christian asiente.

Ajusta el cinturón para que mis manos no se muevan, manteniendo un extremo suelto como si fuera una correa. Tira de ella para que me incline más cerca del borde de la silla y baja el cierre de su pantalón.

El boxer baja todavía dentro de sus pantalones y su miembro salta libre justo a la altura de mis ojos.

—¿Alguna vez diste una mamada?

—No. —él sonríe.

—Otra primera vez, señorita Steele. Abre bien la boca.

Puedes hacerlo, Ana.

Saco la lengua lentamente y dejo que él se acerque lo suficiente para que haga contacto con mis papilas gustativas, un extraño sabor salado extendiéndose por toda su punta brillante.

No puedo evitar la mueca.

—¿Qué sucede? —hay un tono divertido en su voz.

—Sabe... Curioso. —al menos no como lo describen los libros.

—Te acostumbrarás.

Tira de nuevo del cinturón y mis manos se mueven más cerca de su pene, así que lo tomo con ambas manos sintiendo la piel cálida, otra gota brotando de la punta.

Mis ojos se entrecierran mientras trato de recordar si esto es semen o líquido preseminal, una reacción natural del cuerpo al estado de excitación...

—Basta de analizarlo y chupa. —ordena—. No tengas miedo de presionarlo, solo evita usar los dientes.

Oh, carajo. Esto tiene una técnica. Decido que lo mejor es introducirlo lo más que pueda dentro de mi boca y dejar de pensar en el sabor, así lo hago ganándome un gemido de Christian.

—Oh, mierda, si. —pone su mano en libre sobre mi cabeza y comienza a empujar su cadera—. Lo estás haciendo genial, nena. Mueve tu lengua.

Trato de establecer un ritmo, moviendo la lengua, los labios, recordando respirar y ejerciendo presión con una de mis manos. Debo estar haciéndolo bien porque se acerca otro paso y sigue empujando contra mi.

—Eso es, si, tómalo todo.

Viéndolo así, gruñir y agitarse de excitación provoca que mi cuerpo tenga la misma reacción. Mis pezones comienzan a doler cuando empujan contra la tela y mis bragas se sienten incómodas.

Mi propia lujuria hace que lo tome con más energía, creando succión dentro de mi boca y pasando la lengua por la parte inferior, lo saco hasta la punta y vuelvo a meterlo con rapidez.

—Mierda, si.

Mis manos bajan y se apoyan sobre su muslo, acercándolo y estorbándome para tocarlo de la forma en que me gustaría. En esta posición ni siquiera puedo tocar mis pezones en busca de alivio.

Él parece notarlo porque su mano libre deja mi cabeza y se mueve hasta mi pecho, metiéndose por debajo del vestido sin sostén que llevo.

Sus dedos pellizcan, retuercen y amasan cada una de mis tetas, pero quiero más. Provocar esto en él me excita a mi, y me retuerzo en busca de algo de alivio.

Antes de que me dé cuenta, mis manos ya están levantando mi vestido y haciendo a un lado las bragas empapadas para llevar la presión a dónde la necesito mientras Christian sigue embistiendo dentro de mi boca.

Me recuesto en la silla manteniendo la parte superior de mi cuerpo hacia él, pero la parte inferior se estira para darle mayor acceso a mis manos entre mis piernas, tocando mi botón sensible.

Un gemido me delata.

—Jodida mierda, ¿Te estás tocando? —gruñe con los ojos muy abiertos.

No puedo dar una respuesta puesto que mi boca está ocupada, así que tarareo en aprobación, la vibración estimulando aún más su miembro.

Lo próximo que sé es que está empujando con fuerza, sujetando mi cabeza con las dos manos y liberando el cinturón para que nos manos puedan maniobrar eficientemente en estimular mi clítoris.

Puedo sentir la tensión de su cuerpo, luchando por contener el orgasmo para que yo llegue primero... Qué considerado.

Lo alcanzo con un chillido, mi cuerpo estremeciéndose completamente y liberando un poco la presión de mi boca sobre su eje. Lo toma como una señal para buscar su propia liberación.

Su respiración es entrecortada cuando se retira de mi boca y gruñe su orgasmo, exprimiendo su miembro sobre el escote profundo de mi vestido y en mis tetas desnudas.

La quijada me duele, estoy pegajosa y comienza a darme sueño, por ahora saciada, y ni siquiera tuve qué mostrarle mis nuevas medias de encaje o la tanga de lencería con la abertura al centro.

Me pongo de pie y estiro las manos al frente para que las desate. Supongo que él espera que me ponga toda intensa y pida dormir en su cama, razón por la cual elijo retirarme.

—Si no te importa, tengo sueño y quiero una ducha. —lanza el cinturón al suelo y yo evito mirar su cuerpo desnudo—. Buenas noches, Christian.

La mirada que me dedica es una mezcla entre la incredulidad y la furia, pero no me detengo a analizarlo. Me dirijo directo a la ducha dejándolo solo con sus pensamientos.

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