Capítulo 16.
La idea de Elena de atraer la atención de Christian está funcionando. Y la ayuda de Prescott ha sido bastante útil.
—Andando, ve ahí y no bajes la cabeza. —Prescott alza la barbilla y yo imito su movimiento—. No seas una sumisa.
Suena fácil, pero no estoy segura de lograrlo. Tengo qué admitir que estoy aterrada de lo que Elliot tiene planeado para mí y Christian no es la persona más accesible del mundo.
Ajusto el vestido de gasa blanca y entro al comedor donde él ya está sentado. Sorbe un trago de su vaso de whisky con total tranquilidad, sus ojos grises moviéndose por mi rostro hasta mi nariz roja.
—Agh, te dije que ibas a enfermarte —gruñe—. Pareces un puto reno.
Instintivamente toco la punta de mi nariz ligeramente mocosa. El baño de agua caliente me hizo sentir mejor pero no desapareció del todo el resfriado.
—Es una pequeña molestia, nada importante. —tomo la copa que está junto a mi plato y tomo un trago—. Esto no me gusta, ¿Puedo tener un poco de tu whisky?
—No.
Intento desviar la atención y tomo el tenedor y cuchillo para cortar mi carne, luego hundo el trozo en el puré y lo llevo a mi boca. Empujo un gemido por mi garganta.
—Hmm, esto es delicioso. —Christian me mira fijamente—. Tu ama de llaves es una excelente cocinera, pero me preguntaba cuándo me dejarías cocinar para ti.
Sus cejas se alzan en su frente.
—¿Sabes cocinar?
—Por supuesto. —llevo otro trozo a mi boca—. Yo preparaba la comida para mí padre y para mí. Te sorprenderías de lo que soy capaz de hacer.
Hace un pequeño gesto con la boca, que disimula rápidamente dando otro sorbo a su vaso. ¿Es que eso es todo lo que hace? ¿Beber whisky como si fuera agua? Su hígado debe ser una masa inservible.
En lugar de señalar si consumo excesivo de alcohol, llevo el tema a aguas más claras.
—¿Me dejarías hacerlo? —insisto, la confusión en su expresión.
—¿Te refieres a cocinar para mí?
—Si.
Niega antes de que lo diga.
—No confío en ti. Carajo, ni siquiera debería dejarte sentar a mi mesa. Probablemente me dispararías si tuvieras la oportunidad.
¿Y perder a mi única protección contra Elliot? No soy estúpida.
—Bueno, en ese caso me ganaré tu confianza primero, Christian. Luego me dejaras cocinar para ti y te va a gustar tanto que podrías amarme.
Algo de lo que dije debe ser tremendamente gracioso porque sonríe, vierte un poco más de whisky y lo revuelve en el vaso de cristal.
—¿Y dejar a todas mis putas? Dudo mucho que eso pase.
Me quedo inmóvil, pensando. Él aprovecha para seguir cortando su cena y comiéndola mientras mi mente crea un mundo de ideas.
Sus putas. Él trata a todas las mujeres como nada más que un simple objeto que le trae placer. Ahora entiendo las palabras de Elena, sobre atrapar al Grey equivocado y esto lo confirma.
La cama de Christian es el lugar seguro que necesito.
Termino de cenar en absoluto silencio, luego me disculpo con él para subir las escaleras hasta mi nueva habitación y tomo otro baño, esta vez asegurándome de perfumar mi piel y elegir el mejor conjunto de bragas.
Si el plan es seducir a Christian, tengo qué aprovechar cada momento disponible. Y eso es esta noche.
Maquillo mis ojos con más delineador, luego me dirijo al clóset y tomo una bata de satén gris que hace juego con el camisón que llevaba. Ojalá tuviera lencería sexy, pero no la tengo e improviso despojándome del camisón y llevando solo las bragas y la bata.
Espero a que Christian suba la escalera hasta su habitación, y entonces salgo de la mía para entrar en la suya, el sonido del agua corriendo indicando que está en el baño.
Permanezco de pie hasta que la puerta se abre y la luz se apaga, Christian saliendo con una toalla envuelta en su cadera.
Jesucristo.
Los músculos de su abdomen se marcan y la toalla apenas cubre su vientre bajo. Solo entonces me nota de pie en el extremo.
—¿Qué haces aquí?
Apoyo las manos en la cadera con nerviosismo, luego las dejo caer a los costados de mi cuerpo. Cuánto más pronto Christian me acepte, más tiempo tendrá para ebcariñarse conmigo.
—Yo... hmm. —aclaro mi garganta, caminando hacia él—. Creí que podría mostrarte mi gratitud.
Me detengo frente a él, haciendo que mi voz suene segura. Levando la mano con los dedos extendidos para tocar su firme pecho, pero antes de que pueda posar mi palma, sujeta mi muñeca.
—¿Dejándome cogerte? Creí que no querías ser una prostituta.
No me aparto. Mantengo mis ojos firmes en los suyos, hablando con calma como si se tratara de un niño, mi mano congelada a centímetros de su pecho.
—No quiero ser forzada a tener sexo, Christian. Quiero elegir a quién entregarme, con quién compartir mi cuerpo.
—¿Y me elijes a mi? —se señala con la mano libre—. Es un montón de cursilerías, pajarillo. Yo solo quiero tener sexo, no me interesa compartir tu alma y otras de esas mierdas que seguramente lees.
Parece ser que no piensa liberar mi muñeca, así que tiro de mi mano y me alejo, sacándome la bata de los hombros y luego caminando en bragas hasta su cama. Me siento en el centro, apoyada sobre mis rodillas.
—No me interesan tus palabras porque serán mentiras. Quiero dormir contigo, quiero que seas tú quien tome mi virginidad por el simple hecho de que te deseo. —esa no es una mentira—. ¿Vas a rechazar a una chica desnuda en tu cama?
Me dedica una larga mirada que se detiene un par de segundos en los tetas, luego gruñe algo tan bajo que no alcanzo a escuchar.
—Mierda, por supuesto que no.
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1/3 😋
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