Capítulo 10.
Elliot decidió castigarme el resto del día dejándome encerrada en la habitación, lo que solo hizo que tuviera más tiempo para idear un plan. Lo que me lleva a mi siguiente obstáculo: no conozco a Christian, ¿Cómo podría acercarme a él?
Dudo que se compadezca de lo que su hermano me hace, y voy a admitirlo ahora y decir que no tengo idea de cómo seducir a un hombre, excepto lo que he leído en los libros.
Estoy tomando una ducha con agua caliente cuando la puerta de la habitación se abre y pasos se acercan rápidamente al baño. Cierro la llave y me cubro con la toalla al tiempo que Reynolds asoma la cabeza por la puerta.
—El señor Grey quiere que bajes ahora, tienes exactamente un minuto para vestirte perra, o te llevaré desnuda.
—Imbécil. —gruño, pero no lo suficientemente alto para que escuche.
Me cuesta poner mi mente en orden por el cansancio y el hambre, y la desesperación por hacer que esto funcione. Tomo un vestido largo de flores y lo deslizo rápidamente por mi cuerpo, sin molestarme en las bragas o el sostén.
—Camina. —me toma del brazo y me arrastra por el pasillo mientras intento exprimir mi cabello, nada de eso lo detiene.
Aparta la silla y me lanza contra ella, dejando una gran marca roja donde su mano estuvo. Ambos hermanos Grey ya están en sus respectivas sillas.
—Ana, espero que hoy tengas una mejor actitud o haré que Reynolds te enseñe obediencia. —lo señala con su tenedor, luego se lleva el trozo de hotcake a la boca—. Y te aviso que estoy poniendo el costo de mi móvil en tu cuenta.
Carajo.
Christian aparta la mirada para seguir cortando su omelette de huevo. Parece indiferente a mi situación, o al menos así lo creí hasta que lo escucho hablar.
—Matarla de hambre no dará el resultado que esperas, Elliot. Y llenarla de moretones la hace menos atractiva, si lo que pretendes es ofrecerla como prostituta.
Las cejas de Elliot se elevan en su frente.
—Lo merecía, es una impertinente, ¿Viste lo que le hizo a mi nuevo iPhone?
Christian pone los ojos en blanco con fastidio.
—Has gastado más que eso en esas jodidas partidas de póker. Y si tanto te molesta, déjala ir y luego vete a la mierda de mi casa.
—¡Hey! —gruñe—. No puedes echarme, soy tu único hermano. Y en todo caso, deberías darme algo de tu producto para ella, eso sin duda la pondrá de humor para el sexo.
¿Qué? ¿Qué producto? ¿Quiere drogarme?
—No, resuelve tus jodidos problemas tú solo.
Mi corazón se detiene cuando Christian se pone de pié para salir de la habitación, y la sola idea de salir de aquí y ser vendida por Elliot me revuelve el estómago.
La desesperación me hace actuar de forma impulsiva y golpeó el brazo de Reynolds cuando se acerca para levantarme. Me lanzo de rodillas al piso, así que él tiene qué acercarse a tomar mi pierna para evitar que me arrastre debajo de la mesa.
Supongo que ninguno se esperaba eso, por lo que Elliot y Christian permanecen a un lado, solo observando cómo Reynolds lucha por atraparme.
—¡Te lo advertí, perra! —rodea la mesa y vuelve a tomar un mechón de mi cabello—. ¡Sal de ahí!
Clavo las uñas en su mano para que me suelte, provocando que él se aparte solo un poco, luego me golpea la cara con su puño y yo grito. Podría jurar que escuché un crujido.
—¡Basta! ¡Suficiente! —el grito de Christian hace que él se aparte—. Vete.
Reynolds mira de un hermano al otro.
—Pero señor Grey, la chica...
—Largo. —ordena con voz calmada, pero autoritaria.
El guardaespaldas asiente hacia Elliot y sale golpeando los zapatos contra el piso, mostrando su descontento. Es el turno del rubio de resoplar.
—Christian, vamos, la perra lo merece. —se acerca para intentar llevarme con él.
Antes de que pueda tocarme, su hermano le habla.
—Tu también, Elliot. Sal de aquí, la chica no te sirve estando herida.
Elliot se ríe.
—Podría venderla como saco de boxeo, ¿No crees? —la sonrisa se congela en su rostro.
—Ocúpate de tu maldito negocio ahora, y más te vale que ese cargamento de armas esté listo para el medio día. —su rostro permanece tenso con los labios apretados—. La chica no irá a ningún lado con esas marcas.
—¿Y la dejo aquí sola? ¿Sin vigilancia?
—Prescott se hará cargo por ahora.
El tono de Christian es de autoridad, y a su hermano no le queda más remedio que resoplar y alejarse de mí, dedicándome una mirada de advertencia que promete retribución.
Cuando la puerta principal se cierra, el hombre de los ojos grises se acerca con las manos metidas en los bolsillos.
—Levántate. Y no trates de huir, mis hombres te darán un tiro en la cabeza antes de que llegues al portón.
Mierda. Me estremezco de miedo, sintiendo ya el dolor en el pómulo por el golpe de Reynolds. Con dificultad me pongo de pie, sin querer confiar del todo en él.
—Ve con Gail a la cocina para que te ponga hielo. —señala mi rostro con un movimiento de cabeza—. ¿Sabes? Podrías evitar todo esto si solo aceptaras el trabajo de prostituta. En general ganan buen dinero y pueden pagar sus deudas, incluso darse algunos gustos costosos.
—Yo no... —balbuceo—. No estoy segura de hacer eso, señor Grey.
—Era una sugerencia, pero no es mi asunto. Debes saber que Elliot seguirá viniendo por ti.
Y eso es ahora lo que más me asusta. No me doy cuenta que me estoy abrazando a mi misma hasta que Christian fija sus ojos en mis temblorosos brazos.
—Soy virgen, señor Grey. La idea de ser forzada a tener sexo sin mi consentimiento me aterra tanto como la muerte.
Se queda inmóvil por un momento, luego su mirada gris va de arriba a abajo.
—¿Elliot lo sabe?
—No. Si lo supiera, tendría algo más de mi para vender.
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro