Advertencia:

La historia que se desarrollará a continuación utiliza los nombres de Anastasia Steele y Christian Grey (pertenecientes a EL James) pero los utilizo para crear un nuevo fanfic.

Las personalidades podrían no estar apegadas a la versión original puesto que tomaré algo de libertad creativa por el bien de la historia.

Gracias.

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Jason Taylor tiene qué morir.

Es lo justo.

Una vida por otra vida.

El problema es, ¿Cómo lo logro? ¿Cómo hago que el bastardo desaparezca sin dejar rastro?

En el preciso momento en que dispare, tendré a la policía sobre mi llevándome a prisión por acabar con el empresario más exitoso de la ciudad. Imbécil.

Si tan solo fuera más sencillo, como hacer que tenga un accidente en el auto. ¿Eso podría funcionar? ¿Tendrá suficientes enemigos como para despistar a la policía?

Mierda, necesito ayuda.

Sigo pensándolo por varios días, deseando encontrar la forma de hacerlo. Si lo dejo pasar, voy a acobardarme.

Reviso el periódico de esta mañana en busca de ideas. Los accidentes automovilísticos cobran muchas vidas, pero tengo dos problemas: el primero, no sé nada de autos, podría cortar el cable de las luces en lugar del freno. Dos, dudo que Taylor sea descuidado y deje a cualquier persona acercarse a él o su auto.

Si tan solo...

"El joven resultó herido en intento de robo, el asaltante logró huir con su billetera..."

La noticia es apenas una pequeña columna de la sección policiaca porque los asaltos son tan comunes aquí como en todos lados.

Podría tener el móvil, ahora necesito un tirador, alguien que tenga la suficiente sangre fría para tirar del gatillo. Y que no sea cercano a mi.

¿Cómo hacen las personas hoy en día para contratar un asesino a sueldo? ¿Se anuncian en la guía telefónica como plomeros?

Mierda.

Conozco mi vecindario, no tengo amigos y los vecinos solo son amables, pero sé que hay chicos que se reúnen en los callejones a fumar y beber, tal vez más.

Me pongo la vieja gabardina de papá y salgo a la media noche. La oscuridad es perfecta para reuniones ilícitas y actividades delictivas, y sé que en otro momento me habría asustado salir.

No hoy.

No cuando no tengo nada por qué vivir, excepto por la venganza.

Como lo supuse, el grupo de chicos está reunido cerca de una banca y solo el humo de sus cigarrillos ilumina brevemente sus rostros. No tengo tiempo para rodeos, voy directo a ellos.

—Necesito su ayuda.

Bueno, no son tan chicos como creí. Podrían ser incluso mayores que yo si esos bigotes son un indicio confiable. Me echan un vistazo de arriba a abajo aunque llevo la gabardina puesta.

—¿Te perdiste... Nena? —el que tengo más cerca es el primero en enfrentarme.

—No. Necesito de su ayuda. —insisto.

Uno de los chicos de atrás me señala con su cigarrillo.

—Eres la hija de Steele, el carpintero viejo. ¿Cierto?

—Si —confirmo, pero sale como un pequeño gruñido por el insulto.

—¿Al que mataron? —el chico gira para mirar a su amigo.

No distingo la respuesta, pero es bueno que conozcan lo que pasó así tengo qué explicar menos. Carraspea un poco para atraer la atención de los chicos.

—Necesito que maten al hombre que asesinó a mi padre.

Los chicos se miran y sueltan una carcajada ruidosa.

—¿Ah, si? —se burla uno de atrás—. ¿Y qué te hace pensar que lo haremos?

—Les pagaré. Les pagaré por matar a Jason Taylor.

¿Cómo? Aún no lo resuelvo. Me preocuparé de eso cuando el trabajo esté hecho.

—No queremos tu dinero, princesa —agrega el que está frente a mi—. ¿Sabes el problema que es siquiera intentarlo? ¿A Jason Taylor, el empresario más grande de está maldita ciudad?

¿Lo saben?

Mierda.

Los chicos niegan y yo siento cómo mi plan se evapora lentamente.

—Entonces véndeme una arma, lo haré yo misma si ustedes le tienen tanto miedo.

Provocar a estos chicos probablemente no es la mejor idea, pero necesito seguir adelante y nadie, absolutamente nadie va a detenerme.

—¿Para que puedan rastrear tu arma hasta nosotros? Estás loca, perra. —el chico que permanecía en las sombras se acerca, mirándome por encima del hombro de su amigo—. Si tanto te interesa, cómprala tu misma.

—Bien, ¿En dónde? —tampoco deseo dejar un rastro pero lo haré si es mi única opción.

No puedo esperar al registro de armas, sería mejor que la adquiriera de forma ilegal.

—¿Con el comerciante de armas local? —ríe con burla—. Te diré donde encontrarlo y puedes llevar tu bonito culo hasta allá para que le expliques lo que planeas hacer. No eres la primera persona que necesita una pistola para matar a alguien.

Bien, estamos progresando.

—Entendido, puedo hacer eso. ¿En dónde lo encuentro?

El chico saca otro cigarrillo del bolsillo de su chaqueta y lo enciende. Da una honda calada antes de señalar hacia ningún lado en particular.

—¿Conoces el Mile Club?

¿Hmm?

—¿El restaurante elegante del Columbia Tower? —¿El que es prácticamente inaccesible sin una reservación de meses de antelación?

—Si, ese mismo. Ve ahí una noche como a esta hora y pregunta por Elliot Grey.

¿Elliot Grey?

Estoy segura que ese apellido me suena de algún lado, solo que no lo ubico.

—Si eres tan valiente como pareces, será la cosa más sencilla —dice otro—. Y lleva dinero, dulzura. El señor Grey no es el tipo de hombre al que quieres hacerle perder su tiempo.

Imbéciles.

Cobardes.

Bien, lo haré yo misma.

Asiento en comprensión y me alejo de ellos lo más rápido que puedo. Tengo qué investigar a este Elliot Grey, ese restaurante y conseguir algo de efectivo para hacer el trato.

Porque lo haré.

Taylor tiene qué morir así sea lo último que haga. Ese hombre tiene qué pagar.