Me aferro al recuerdo de un reloj roto que cuenta hacia atrás. Primero muero, después soy viejo, un instante más tarde, un adulto, un joven, un adolescente, un niño, un bebé, y después vuelvo a desaparecer. Y me pregunto con una nota de humor negro donde voy a parar en cada una de mis desapariciones. Parece que puedo ver el vacío, negro, denso, profundo, asfixiante, sobrecogedor... Cierro los ojos, respiro y me concentro en ese reloj roto que resuena en el vacío, el péndulo emite un sonido hipnótico que hace que me vuelva loca. Podría dejarme arrastrar por él, sería más fácil que luchar contra la fuerza titánica que ejerce sobre mí, pero soy demasiado orgullosa para dejarme arrastrar, aunque sea por una fuerza sobrehumana, aunque no haya nadie para contemplar mi derrota... No me importa. Cuando me vaya quiero que sea por decisión propia, quiero poder despedirme adecuadamente, quiero arrastrar mi cuerpo maltrecho hacia su destino final sin que ninguna fuerza exterior me ayude a avanzar. Quiero sentir el orgullo de que debió sentir Héctor en su batalla final contra Aquiles, quiero morir con la cabeza bien alta, mirando a mi alrededor con altanería y desprecio, sintiendome orgullosa de mí misma. Sintiendome orgullosa de mi batalla. Algunos escépticos pensaran que es una batalla perdida por el hecho de que Héctor muere, ¿Pero acaso aquellos escépticos nunca morirán? ¿Acaso no murió también el propio Aquiles? Yo nunca he pedido ni pediré vivir eternamente, solo pido morir con la cabeza bien alta, luchando por lo que quiero y sin arrastrarme ante nadie, ni siquiera ante la propia muerte. Mejor dicho:"Sobre todo ante la propia muerte".
Tal vez estos solo sean los últimos delirios de un alma condenada, pero al menos sé que, si alguien lee esto, no pensará que fui un vencida por las circunstancias, así como que tampoco fui una luchadora nata. Simplemente me recordaran como a la pobre moribunda que dejó que muriese su cuerpo pero nunca su dignidad. Tal vez por orgullo, tal vez por arrogancia, tal vez por la mortífera mezcla de ambos venenos. Pero solo bajo el yugo de ese veneno creado por y para mí. Administradomelo en dosis minúsculas, retrasando lo inevitable, buscando el momento perfecto para despedirme, para iniciar la cuenta atrás de mi reloj roto...
3... 2... 1... Muero.