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18: Parte 3

El principio del caos
Parte 3

—¡Activen los cuerpos de seguridad ya! Nadie entra ni sale de nuestras instalaciones. Cierren todas las entradas y salidas —dictó Ágata con una voz autoritaria, llena de determinación.

Sin dudar, todos siguieron sus órdenes. Armados hasta los dientes, tanto humanos como robots se movilizaron, dispuestos a capturar a Frank y Zayn. La atmósfera se volvió espesa, cargada de tensión, mientras la inminente confrontación se acercaba. El eco de pasos firmes resonaba por los pasillos, intensificando la sensación de peligro que envolvía a la instalación.

***
Frank había llegado al centro de electricidad, un inmenso cuarto repleto de interruptores, botones, máquinas y generadores de energía solar y eólica. Las pantallas en las paredes mostraban el laberinto que rodeaba la instalación y varios puntos de la fábrica, incluyendo la entrada y casi todo el vasto universo que abarcaba. Era un auténtico centro de control, y en el suelo yacían los cuerpos de hombres muertos, desangrados, en sus puestos de mando, extendiéndose en un macabro silencio.

Frank y Zayn habían acabado con ellos y ahora se dedicaban a explorar cada botón e interruptor, adivinando cuál sería el que provocaría un apagón en toda la fábrica. Mientras jugaban a este peligroso juego de adivinanzas, Frank fijó su atención en una de las pantallas. Allí estaba Lewis, corriendo y peleando contra las bestias de Dareen. Siempre habían estado bajo vigilancia constante, pero ahora, a medida que se acercaban al final, esa vigilancia se desvanecía en un silencio ominoso, en una penumbra que amenazaba con tragarlos.

De repente, la conciencia y el resentimiento de Frank se activaron. La traición que había sufrido a manos de Ágata había sido solo un juego más en su retorcida mente. Algo en su interior le decía que debía ayudar a Lewis, que estaba en peligro. Sin pensarlo dos veces, comenzó a pulsar botones, sin tener idea de lo que hacía. Observó que algunos de ellos podían activar y desactivar láseres, mientras veía cómo su grupo y Lewis luchaban por encontrar la salida.

Con determinación, Frank empezó a activar los láseres, guiándolos por el pasillo correcto. Tenía una vista completa de aquel vasto laberinto y, aunque no sabía si sus acciones tendrían algún efecto real, se dejó llevar por el impulso de ayudar. Su corazón latía con fuerza mientras la esperanza de salvación brillaba en medio de la oscuridad.

En un instante, un hombre de seguridad se levantó del suelo, revelando que no estaba muerto. Sin pensarlo, comenzó a disparar. Frank se lanzó a cubrirse detrás de una máquina que parecía un generador de energía y, rápidamente, comenzó a devolver el fuego. En medio del caos que lo rodeaba, su mirada se posó en un extremo del vasto cuarto: había una puerta que parecía una bóveda. La duda lo asaltó sobre si debía abrirla, pero la idea se tornó absurda al ver a alguien disparando desquiciadamente en su dirección.

Mientras tanto, Zayn seguía buscando frenéticamente algo que pudiera causar el apagón. El hombre de seguridad disparaba a su alrededor, impactando varias máquinas y provocando un fallo en la instalación. Las luces parpadeaban inestablemente, y en un momento de gran tensión, un chisporroteo electrizante resonó en el aire. Una de las máquinas se incendió, incendiando cables y aumentando la sensación de descontrol en el ambiente. La situación se tornaba cada vez más peligrosa, y Frank sabía que debía actuar rápidamente.

—¡Lo he encontrado! —exclamó Zayn con un grito de triunfo.

—¡Bájalo ya! —le respondió Frank con urgencia.

Zayn se encontraba frente a un imponente interruptor marcado con un símbolo de advertencia. Con determinación, lo bajó por completo, y en ese instante, las luces se apagaron por completo, sumiéndolos en una oscuridad abrumadora. Sus trajes se mezclaron con la negrura, ocultándolos del mundo exterior y, finalmente, acabando con la vida del hombre de seguridad.

Frank se acercó a la bóveda y trató de abrirla, pero fue en vano. Aunque la curiosidad lo invadía, decidió ignorar lo que había dentro; su prioridad era salir con vida y debía moverse rápido para lograrlo.

Salieron del lugar, dejando llamas a su paso. La oscuridad apenas permitía que sus cuerpos se proyectaran, y las sombras de los hombres de negro se fundían con la penumbra, dando la impresión de que estaban desapareciendo.

A medida que recorrían los pasillos, activaban explosiones con el mini bot aracne, creando caos a su alrededor y asegurando su escape en medio del desorden. La adrenalina corría por sus venas mientras avanzaban, decididos a sobrevivir.

—¡Ahora sí, vamos al cuarto de resguardo, rápido! —exclamó Frank, su voz cargada de determinación y esperanza.

Zayn asintió y lo siguió de cerca.

—¿Qué tiene ese cuarto? —preguntó Zayn, incrédulo.

—¡Hay de todo! Y también contaremos con refuerzos.

—¿Lo dices en serio? ¿Nos van a ayudar más personas?

—Sí, así es.

Después de varios minutos de marcha, la tensión en el ambiente los estremecía. La alarma de emergencia sonaba por todas partes, acompañada de gritos de personas en pánico. Sin embargo, ellos, como fantasmas ocultos en las sombras, pasaban desapercibidos, sin ser detectados ni siquiera por los robots vigías.

Se colaron por un pasillo donde las luces parpadeaban intermitentemente, fallando en su deber de iluminar. Al llegar a una enorme puerta de hierro, se dieron cuenta de que parecía más gruesa que seis muros de acero juntos. Frank sacó una llave y la introdujo en el cerrojo que se encontraba en el centro de la puerta. La llave giró por sí sola, dando múltiples vueltas, mientras pequeños rectángulos de hierro subían y bajaban como piezas de un rompecabezas. A medida que la llave giraba, se escuchaba un ruido sordo, como si algo se estuviera abriendo del otro lado. Finalmente, la llave se hundió por completo en el cerrojo y la puerta se abrió, emitiendo un chirrido metálico.

Sin pensarlo dos veces, entraron, y la oscuridad los envolvió. Frank recordó que no había manera de encender la luz, ya que ellos mismos habían bajado el interruptor. A pesar de las fallas en varias secciones y pasillos, la fábrica se asemejaba a un laberinto de pasillos desconocidos, mucho más aterrador que el mismo laberinto exterior.

Varias luces titilaban, agonizando por la falta de energía, iluminando el lugar de vez en cuando. Frank se acercó a unos estantes de cristal que contenían esferas del tamaño de una pelota de fútbol, organizadas meticulosamente. Sabía de qué se trataban. Tomó un par de ellas y las encendió; un tintineo resonó mientras la energía se recargaba. Al completar la carga, las esferas comenzaron a brillar intensamente y a levitar por sí solas, siguiendo a Frank y iluminando su entorno. Zayn, a su lado, estaba fascinado por lo que veía; la tierra aún no conocía toda la tecnología que estaban apreciando en ese momento.

—¿Qué vamos a buscar aquí? —preguntó Zayn en un susurro.

—Te dije que refuerzos.

—Pero, ¿qué demonios...? Este lugar parece vacío.

—Es que aquí nadie entra a menos que sea por órdenes de Ágata. Este lugar alberga cosas interesantes y extrañas que ustedes, los humanos comunes, jamás podrán conocer.

—¿Humanos comunes? ¿Acaso tú no eres humano?

—Cierto, te prometí que te contaría... Soy humano al cien por ciento, pero tengo varios ajustes.

—¿Qué demonios? —dijo Zayn, incrédulo.

—Puede sonar loco, pero para ingresar a este mundo, un mundo donde somos desconocidos para la humanidad, pasamos por un proceso de... transformación —hizo comillas con los dedos—Nuestros cuerpos sufren cambios drásticos, no tanto físicos, sino mentales e internos. Somos humanos, pero humanos mejorados. Funcionamos a través de una inteligencia artificial y todos llevamos una marca. —Frank bajó el cierre de su braga, revelando en su cuello, justo donde se unía la clavícula, un pequeño símbolo de un ojo que parecía esculpido en la piel con oro—. La inteligencia artificial aún no está completamente desarrollada; es un secreto confidencial y te lo estoy contando para que entiendas qué tipo de personas somos. Así que los alienígenas existen, pero no somos criaturas deformes como se suele especular. Somos humanos avanzados. Ágata, nuestra líder y directora, quiere convertir la inteligencia artificial en humana, pero eso requiere tiempo, estudio y preparación. Se podría decir que nuestro cuerpo es solo una armadura.

—Estoy confundido... Mis razones para pensar que hay seres más altos que los gobiernos son ciertas. Ustedes son esos objetos no identificados, y estoy planeando una fuga con uno de ellos. O sea, tú... Estoy muy confundido.

—Para concluir esta conversación, porque el tiempo se agota, sé que no entenderás todo al cien por cien, pero no poseo alma. Nuestro espíritu es una inteligencia artificial, pero podemos controlarnos por nosotros mismos. Ella solo funciona como un equilibrio en nosotros, dándonos más inteligencia, precisión, impulsos, entre muchas otras cosas. A diferencia de los cadáveres que estaban con nosotros en la zona médica, ellos estaban siendo experimentados con cerebros artificiales. Eso es aún peor. Con miles de millones de euros en juego, si esto llega a la Tierra, todos caerían en la pereza y el caos. Un jardín del Edén controlado por máquinas...

Zayn tragó grueso. Lo que escuchaba parecía un apocalipsis, y en realidad estaba sucediendo.

—Ahora sí, sigamos con el plan. Mira —Frank tocó un botón y, ante sus ojos, se abrió una enorme pared en dos, revelando una gran fábrica de clones.

Zayn quedó estupefacto, más impresionado de lo habitual.

Frank puso su plan en marcha. Tomó varios clones, consciente de cómo funcionaba cada uno; eran como títeres a su mando. Después de someterlos a un proceso de reconocimiento, al igual que los clones de Ágata, que ella había utilizado para mostrarse en vivo cuando apareció ante las pantallas, presentándose como una heroína frente al virus.

Una vez finalizado el procedimiento, salió de aquel lugar con un gran ejército de clones. Se quitó la máscara que llevaba y la arrojó al suelo, decidido a encontrar a Ágata. Al llegar a la sala de estar de la fábrica, un enorme ejército los asaltó, disparando a su alrededor. Varios robots se unieron a la lucha, y el lugar se convirtió en un campo de fuego y muerte. La sed de venganza de Frank estaba dirigida hacia Ágata.

Tomó dos aracnes, creando una gran explosión. Corrió hacia otro pasillo para evitar ser herido por la detonación, llegando al centro aéreo de la fábrica. Allí, había naves avanzadas en todas partes, y en ese instante, varios de ellas drones encendieron sus luces, movilizándose por sí solas.

—¿Qué son esas cosas? -preguntó Zayn, la curiosidad brillando en sus ojos. No podía evitar cuestionar cada detalle que se presentaba ante él; era el tipo de hombre que no se conformaba con la ignorancia. Sin embargo, en ese momento, su confianza estaba depositada en Frank.

—Si no me equivoco, esos son los drones que transportan alimentos al laberinto —respondió Frank, observando los pequeños dispositivos zumbantes que se movían con precisión.

Zayn frunció el ceño, procesando la información. ¿Qué más habría allí? La desconfianza que caracterizaba su personalidad se entrelazaba con una creciente necesidad de entender la complejidad de aquel mundo desconocido. Decidió seguir a Frank, preguntándose qué otros secretos se ocultaban en la penumbra.

Y Frank tenía razón: los drones estaban sincronizados para arrojar los alimentos en horarios específicos. Eran un poco más pequeños que un helicóptero, y el suave zumbido de sus hélices apenas resonaba en el aire. Se organizaban perfectamente en filas antes de despegar a través de la cortina de protección que cubría la zona aérea. El laberinto se encontraba a solo metros de distancia, y gracias a un sistema operativo avanzado, los drones sabían exactamente dónde estaban cada uno de los reclusos con vida.

Estos drones eran equipados diariamente por un grupo reducido de hombres vestidos de violeta y magenta, quienes se encargaban de colocarlos en sus puestos como parte de un estricto protocolo.

En ese instante, un grupo de guardias irrumpió en el lugar, sorprendiendo a Frank, quien se preparó para activar otro aracne. Estaba rodeado, pero los guardias no se intimidaron en lo más mínimo y comenzaron a disparar. Frank rápidamente se cubrió detrás de una nave, recargando su arma. Sacó de su bolsillo un dispositivo más avanzado que había tomado de aquel cuarto; en lugar de balas, lanzaba rayos que se asemejaban a láseres y eran altamente letales, capaces de abrir huecos de más de cuatro metros de profundidad. Comenzó a disparar a cada guardia que se le acercaba.

Zayn, por su parte, corrió rápidamente a un nivel más elevado, donde descubrió un telescopio que, en realidad, era un arma de guerra camuflada. Quitó el toldo que lo cubría y lo cargó. El arma comenzó a destellar una luz vibrante de color azul, y al completarse la carga, empezó a lanzar rayos, llenando el aire con un zumbido eléctrico.

Después de un intenso intercambio de disparos, un robot se acercó sigilosamente a Zayn. Estaba a punto de atraparlo por las piernas cuando, en un intento de salvarlo, Frank disparó en su dirección, pero su tiro falló. El arma empezó a girar descontroladamente, lanzando rayos en todas direcciones y causando más caos del que habían imaginado. Uno de esos rayos impactó en los drones, provocando varias explosiones en el aire.

Entre el fuego y las cenizas, Frank avanzó con su grupo. Había perdido a varios en la lucha, pero aún mantenía a algunos a su lado. Corrió hacia el despacho de Ágata. Al llegar, disparó contra la puerta, haciendo que se abriera de golpe hacia el otro lado.

—Así te quería atrapar, hija de puta —exclamó Frank, su voz impregnada de rabia mientras apuntaba con el arma hacia Ágata.

Ella estaba de espaldas, degustando un vino y contemplando la magnífica galaxia a través de la ventana.

—Sabía que buscarías venganza —respondió Ágata, sin girarse.

—Y lo haré. Mereces sufrir más, aunque para ti, el sufrimiento no es más que resistencia, mal nacida —dijo Frank, con furia en cada palabra.

-No le tengo miedo a la muerte. ¡Hazlo! -lo desafió.

—Lewis se enterará de todo el daño que le has causado, y me arrepiento de haberlo traicionado al confiar solo en ti y en tus engaños.

—No estamos aquí para reclamos ni para volvernos nostálgicos. ¡Mátame! ¡Hazlo si eres tan hombre...!

Ágata no pudo terminar la frase. Frank disparó de inmediato, la bala impactando en su cabeza.

En su rostro, se reflejaban la furia, el dolor y el miedo, una tormenta de emociones que lo consumía.

Los clones reaccionaron de inmediato y comenzaron a disparar también contra el cuerpo de Ágata, dejando su figura ensangrentada. Con miles de balas impactando en su cuerpo, Frank había consumado su venganza, aunque aún le quedaba la tarea de destruir el lugar por completo.

Al cabo de un minuto, las luces se encendieron de nuevo por sí solas. Frank quedó desconcertado, sin saber qué esperar.

Y entonces, su voz resonó, como un eco que llenaba el espacio: la voz de Ágata.

—¿Pensaste que sería tan estúpida como para dejar que una maldita cucaracha infectada como tú me asesinara? —dictó Ágata, su voz resonando en todos lados mientras soltaba una risa sarcástica. Prosiguió—: El mejor traidor que conozco, lo hiciste a la perfección, Frank Román Croos. Primero traicionaste a Lewis Foster, y luego a mí —añadió, dejando escapar un llanto burlesco—. El maldito traidor del año, y por los siglos de los siglos...

—¡Un clon! Maté a tu maldito clon —respondió Frank, sollozando y asustado, abrumado por la incredulidad que lo envolvía.

—¡Oh!, qué rápido aprendes. No sería presa fácil para una escoria como tú. Aprendiste tanto a mi lado que, mira, incluso buscaste un ejército de clones. Dile al clon de Lewis que está un poco chueco—se rió sarcásticamente— Y el tuyo, bueno, ¡follátelo pensando en mí! —volvió a reír-. ¿Sabías que cometiste un error?

Frank respiraba con dificultad, intentando contener su rabia—: Eres la peor de todas, por eso...

—Cállate, engendro malparido. Aquí yo soy la voz de mando, la ama, la que controla, la que quita y pone, tú dios. Pobre de Zayn, que tendrá que volver al laberinto después de luchar siete años por salir, y tú lo envenenaste para que te ayudara... ¡De los errores se aprende, Zayn, ¿no? !Ya me cansé de hablar, pongamos fin a esto.

—Eres una... una... —Frank se hundió en llanto.

—¡No llores, pobrecito!... ¡Guardias, agárrenlos! —ordenó Ágata.

En ese instante, varios robots cayeron del techo, formándose y deteniendo a cada uno, eliminando a todos los clones y dejando vivos solo a Frank y Zayn.

—Ya no tengo que decir más hacia dónde irán, ¿no? —exclamó Ágata—. ¡ARROJENLOS AL LABERINTO! -dijo con firmeza.

Frank y Zayn gritaron al unísono un desgarrador ¡NO!

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