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EXTRA I

El sonido de las olas chocando entre ellas y deslizándose con suavidad sobre la arena de la playa era relajante. Siendo la una de la tarde, el sol estaba en su mejor punto, logrando que sintieran algo de calor al no estar acostumbrados al tropical clima. Sin embargo, esto no parecía afectar a nadie, encontrando todo el entorno algo de ensueño.

Luego de una ardua busca de países en donde el matrimonio igualitario era legal, Río de Janeiro, Brasil, había sido el elegido entre tantas opciones, vislumbrando con sus paradisíacas playas y sitios turísticos.

La promesa de unir sus vidas no se cumplió sino hasta cuatro años después de haberlo propuesto en medio de la conciencia y el leve estupor del alcohol, y aunque en un principio estaba destinado a realizarse en cuanto Jungkook se graduara en la universidad, sintieron más propicio aplazarlo durante unos años para planificar todo con más calma. Taehyung quería una ceremonia que no olvidarían jamás, marcando el inicio de lo que sería esa importante etapa juntos.

Jeon aceptó, dedicando esos años a entrar al mundo laboral, en donde se desenvolvió con una facilidad admirable. Contrario a lo que muchos pensaron, Jungkook trabajaba en un lugar diferente al de Taehyung, y con este último apoyándolo en cada una de sus decisiones. Les gustaba esa dinámica, y aunque el hecho de no pasar tanto tiempo juntos a veces resultaba insoportable, todo mal rato se desvanecía al llegar a casa y saber que el otro se encontraba ahí. Sin duda alguna, vivir juntos era una experiencia gratificante. Habían tomado esa decisión desde hace un par de años atrás, residiendo ambos en un nuevo departamento que comenzaba a llenarse de cada una de las memorias y experiencias de lo que implicaba vivir en pareja.

Los años no pasaron en vano para ninguno de ellos, y al mismo tiempo sentían que los minutos se detenían cuando sus miradas se encontraban, que los días se volvían más largos cuando se abrazaban luego de estar tanto tiempo separados, y que los años tenían treinta días de más cuando sus corazones se hinchaban de amor con el solo hecho de estar juntos. Se sentían más enamorados con el pasar de las semanas, y sabían que día a día el amor aumentaría en sus almas, volviendo sus vidas más cálidas, y su relación más fuerte.

Sonrió, recordando de pronto todo lo que habían atravesado, desde que se conocieron hasta la propuesta de matrimonio, sintiendo algunas cosquillas traviesas en su estómago, indicándole cuán emocionado y nervioso estaba. Casarse, era algo que sonaba lejano para él, pero desde que lo conoció se había vuelto una realidad, algo que justo estaba viviendo en aquel momento.

Se miró en el reflejo del espejo cuando la chica dejó de arreglar sus cabellos. Durante esos años lo había dejado crecer, hasta el punto de tenerlo hasta el cuello, y gracias a la longitud de este es que era posible llevar aquel peinado que le habían hecho. Dos trenzas prolijas, con algunos mechones sueltos le daban un aire delicado, aún más cuando estas estaban adornadas con pequeñas florecitas blancas, esparcidas a lo largo del cabello.

Cuando la estilista le había propuesto aquel estilo, lo había dudado, pensando que se vería muy femenino, sin embargo, ahora que se detallaba bien, podía afirmar que había sido una excelente idea, y sus mejillas sonrojadas, al igual sus ojos brillantes eran la prueba de ello. Su maquillaje era ligero, solo para resaltar su bonito rostro que con los años se había endurecido, al punto de desaparecer aquellas facciones juveniles para darle paso a unas más adultas, y solo faltaba vestirse para poder estar listo.

—¡Luces tan precioso! —exclamó Sana, mirándolo a través del espejo—. Taehyung se desmayará al verte, estoy segura de eso.

—Dios, te ves más gay de lo que ya eres —se burló Lisa, recibiendo un manotazo por parte de Jungkook—. Ya, sabes que te ves hermoso.

—Sí, me gusta como me veo —aceptó, y miró a la estilista, sonriéndole—. I love it, thank you.

Bruna, —una joven brasilera, encargada de la estética de Jungkook— sonrió complacida con la respuesta y le respondió de igual forma en inglés. Dio unos últimos retoques al rostro y pelo del coreano de a penas veinticuatro años y se despidió de todos los que se encontraban en la habitación de hotel.

—Estoy pensando seriamente venirme a vivir a Brasil... —murmuró Lisa, mirando a Bruna salir del lugar, con aquel contorneo de caderas que había cautivado a la chica.

Jungkook rodó los ojos, y en eso Jihyo apareció en su campo visual con un portatraje en manos. Los nervios hicieron estragos en él, sabiendo lo que había dentro; su traje de bodas. Luego de una lucha incansable con Taehyung, había cedido a vestir de blanco, y aunque estaba algo reacio, pudo conseguir un atuendo que le gustara realmente con ayuda de Lisa, Sana y Jihyo.

Las tres chicas presentes eran sus damas de honor, y quienes habían sido escogidas con todo el agrado de Jungkook, sabiendo que no habían otras mujeres que quisiera a su lado en aquel momento. Las consideraba sus mejores amigas, y su presencia era la calma que necesitaba Jungkook. Con respecto a los padrinos de boda, la cosa estuvo bastante complicada, y es que sus cinco hyungs parecían luchar con sus tres amigos, quienes no estaban dispuestos a dejar el puesto con tanta facilidad.

Habiendo solo tres damas, lo correcto sería tener tres padrinos. Esto desató una disyuntiva enorme en la que tanto Taehyung como Jungkook estuvieron envueltos, resolviendo al final de que los ocho chicos serían padrinos, pero con la traba de que sus hyungs tendrían que ir en compañía de ellos mismos. A pesar de que pensaron que estos se negarían, la respuesta fue afirmativa.

De tal forma, Yugyeom iría con Lisa, Bambam con Jihyo, Jackson con Sana, Yoongi con Jimin, Namjoon con Seokjin, y Hoseok se había designado a sí mismo a ser el primero en salir, autodenominándose como el "chico de las flores", y alegando que era el idóneo para empezar la ceremonia.

A Taehyung y Jungkook solo les quedó aceptar.

Una vez vestido, se miró en el espejo de cuerpo completo, complacido con lo que veía. Llevaba un pantalón blanco, junto a unos mocasines del mismo color, y una camisa de tela ligera, pero elegante, de manga corta que hacía lucir ese brazo tatuado que acostumbraba a ocultar en su trabajo. Era curiosa la dualidad que convergía entre su atuendo pulcro, y su estética delicada en contraste con su brazo lleno de dibujos y símbolos, pero así era Jungkook, y cualquiera que lo conocía sabía que su personalidad estaba plasmada con totalidad.

—¿Y... qué tal? —se giró a mirar a sus amigas, encontrando sus ojos algo brillosos—. Oh, no me digan que van a llorar.

Sana tapó su boca, y negó. —Mi corazón está delicado ahora mismo, Kookie. No sabes lo feliz que estoy por verte en este momento.

—Quiero llorar ahora mismo, pero no quiero arruinar mi maquillaje —rió Jihyo, con la voz algo entrecortada—. Luces hermoso, y al igual que Sana, estoy sumamente feliz por ti.

—Me harán llorar a mi —se quejó Jungkook, sintiendo sus ojos algo borrosos—. ¿No pueden ser crueles otra vez? No es momento de que sean dulces.

Todos rieron, y no tardaron en acercarse para aferrarse en un abrazo reconfortante. Las emociones estaban a flor de piel, y podían notarlo. Cuando se separaron, Lisa sonrió.

—Te mereces cosas preciosas, Jungkook. Has luchado por cada uno de tus sueños, y presenciar otro más es un honor para mí —Lisa acarició su mejilla, dejando un beso en esta—. Taehyung y tú se merecen el uno al otro, y sé que serán felices, porque jamás había visto a dos personas que se amen con la misma intensidad que ustedes.

—¡Lisa me hará llorar ahora! —berreó Sana, y Jihyo rodó los ojos, pero encontrándose en una situación similar—. Por ustedes creo en el amor, tú lo sabes, así que estoy muy sensible.

—Será mejor irnos a terminar de arreglar —habló Jihyo, y las otras dos asintieron. Su cabello y maquillaje estaba listo, pero aún estaban en batas, y la boda comenzaría dentro de cuatro horas—. Vendremos en cuanto estemos listas, ¿no hay problema?

Jungkook negó. —Arréglense con calma. Yo las espero.

Se despidieron brevemente, y salieron de la habitación, dejando a Jungkook solo en esta. Apretó sus manos y respiró hondo, acercándose a la ventana del lugar para mirar la playa. El lugar era precioso, y desde la altura de su cuarto podía mirar en donde se llevaría acabo la ceremonia. Sería en la playa, a las cinco para poder admirar el atardecer. La fiesta sería a unos cuantos metros de distancia, en donde había un pequeño escenario y mesas para los invitados.

La puerta de su habitación se abrió, y Jungkook sonrió burlón. —¿Qué se les quedó, trío de tontas? —se giró hacia esa dirección, dejando caer su sonrisa en cuanto reconoció a la persona que se encontraba dentro. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y la sensación de estar viviendo una pesadilla fue demasiada real.

Los años parecían haber acentuado todos y cada unos de sus atributos, y Jungkook reconoció que seguía siendo la misma mujer preciosa que conoció tiempo atrás. Su piel estaba levemente bronceada, dejando atrás aquel tono pálido, sin embargo, este lucía totalmente hermoso en ella. Llevaba puesto un vestido largo y de aspecto tropical, tan veraniego como el clima del país, y presumía de su altura y largas piernas con unos zapatos de tacón corrido, de estilo casual y acorde a su atuendo. Su pelo, que alguna vez fue de un castaño claro, casi rubio, ahora era estaba teñido de un brillante vinotinto, haciendo que el tono bronceado de su piel resaltara aún más.

Era hermosa, siempre lo fue y lo seguía siendo, no había razón para negarlo.

—Ha pasado mucho tiempo... —su voz llegó a sus oídos en un tono bajo, pero que pudo percibir—. Luces muy bien, Jungkook.

—¿Qué haces tú aquí? —habló de manera firme, y alzó su barbilla. No era el mismo chico inseguro de antes, y tampoco dejaría que arruinara su día.

La mujer sonrió sin ganas, casi luciendo como una mueca. —Sabía que no sería tan bien recibida y lo merezco. Prometo que no vengo con mal plan.

—¿Cómo podría creerte a ti? —cuestionó incrédulo, y rió con ironía—. ¿Te recuerdo todo lo que fuiste capaz de hacer, Chou Tzuyu?

—No es necesario, es algo que vive en mi memoria todos los días de mi vida durante estos cinco años que han pasado —las palabras salieron de su boca sin ningún afán de burla, más bien, estas denotaban sinceridad—. ¿Podemos hablar? No me tomaré mucho tiempo. Sé que mi presencia no es del agrado de muchos, puedo asegurar que de nadie, pero me arriesgué a venir de todos modos.

Jungkook la miró fijamente, no sabiendo realmente qué hacer. Desde que Tzuyu se había ido de sus vidas, no supo más de ella hasta tiempo después cuando lo contactó para pedirle disculpas, y donde prometió no volver a aparecer, cosa que no había cumplido, puesto que ahora la tenía a unos simples metros. No sabía porqué estaba ahí, y si era sincero la curiosidad carcomía su ser. Estaba seguro de que, cualquier cosa que ella dijera, no le afectaría en nada. Jungkook había crecido, y sabía su valor.

—¿Cómo supiste que estaríamos aquí?

Tzuyu caminó hasta la cama y tomó asiento ahí. —Vi algunas de las fotos que subieron en redes... y sus amistades también habían sido de ayuda para descubrirlo.

—¿Y viniste hasta acá solo para encontrarnos? —enarcó una ceja, tomando asiento en donde mismo había estado al ser peinado y maquillado—. Sí que tienes ganas de hablar cuando eres capaz de viajar kilómetros para encontrarme.

La mujer sonrió, y negó.

—Vivo aquí, Jungkook —dijo, y el menor alzó sus cejas con sorpresa. Podía entender ahora el tono bronceado de su piel—. Regresé a Taiwán luego de la discusión, y tiempo después me vine a vivir acá. La aerolínea en donde trabajaba me facilitó el traslado, siendo sincera, necesitaba empezar de cero, así que no lo pensé mucho cuando me propusieron un puesto aquí.

De todos los lugares en el mundo, justo vinieron a caer en el mismo. Parecía una broma de mal gusto, y Jungkook simplemente quería reír sin muchas ganas. ¿Qué tan jodido estaba como para escoger el mismo país que ella? Es que era algo difícil de creer, pero estaba sucediendo.

—Vaya casualidad... —murmuró, y Tzuyu rió bajito por eso—. ¿Y a qué viniste? ¿aún tienes ganas de separarnos? ¿quieres quedarte con Taehyung?

—Sí que me tienes rencor —habló sin mucho afán.

—No te tengo rencor —aclaró Jungkook—. Mi psicólogo dijo que no era sano para mí hacerlo. Simplemente eres una persona que no quiero en mi vida.

—¿Asististe a un psicólogo?

—Bueno, destrozaste tanto mi salud mental que tuve que buscar ayuda para poder recomponerme —habló serio, con una sonrisa de lado que causaba escalofríos—. ¿Sabes lo que son los ataques de pánico, Tzuyu? ¿sabes lo que es sentirte diminuto al lado de alguien más? ¿sentir que no vales nada al lado de la persona que amas? ¿la desconfianza en uno mismo?

La mujer tragó saliva y bajó la cabeza. —Lo lamento. Sonará vacío, y no sé si realmente llegues a creerme, pero lamento todas y cada una de las cosas que te hice, Jungkook. Cuando te digo que revivo en mi memoria todas esos momentos, hablo en serio, y no hay día en que no me sienta miserable conmigo misma, pero es algo que merezco, ¿no? —rió desgranada, con un humor agrio y desolado, pero Jungkook no flaqueó, manteniendo su postura firme—. Te lastimé a ti, y lastimé a una de las personas más importantes de mi vida, alejándola en el proceso, y es algo que yo misma no me perdono, pero no busco traer de vuelta el tiempo, y acepto cada una las consecuencias de mis actos, solo... solo quiero disculparme apropiadamente, incluso si tú no llegas a aceptar mis palabras.

Jungkook la miró unos instantes, antes de bajar un poco la guardia. Respiró hondo, dejando ir un poco la tensión de sus hombros. —Te disculpaste por mensajes, y prometiste nunca más volver. Esto no era necesario.

—Para mi sí lo es —afirmó, subiendo la mirada—. Pensar en ti o en Taehyung me provoca un sentimiento de culpabilidad que no se iría tan fácil. Incluso, si llegaras a aceptar mis disculpas, aún rondaría en mi ese sentimiento. Sin embargo, tú te mereces que yo me disculpe en persona, porque fui yo quien te dañó y unos mensajes con Instagram no son suficientes.

—¿También te disculparás con Taehyung?

Una sonrisa triste surcó en los labios de Tzuyu, y Jungkook la notó en seguida.

—Me odia, y no creo que sea capaz de soportar una mirada de odio en él. Taehyung fue mi primer amigo, y mi más grande amor... le tengo aprecio, y por eso no lo veré. Le causaré un mal rato, y no quiero eso.

—¿Y a mí no te importa causarme un mal rato?

—Es diferente, sentimentalmente tú eres más fuerte que él y lo sabes.

Jungkook asintió, dándole la razón. Quizás Taehyung no quiera de vuelta a Tzuyu en su vida, pero sabía que su lado dócil y amable no tardaría en salir afectado al verla, recordando que se trataba de su amiga de años la que le había causado daño.

Ladeó su cabeza, y miró a Tzuyu con curiosidad. —¿Aún lo amas?

—Creo que siempre lo haré —confesó—, pero ya no de la misma forma de hace unos años. Fue una persona importante para mí, así que no puedo simplemente dejar de tenerle aprecio. Además, tantos años de un amor unilateral no me dejaron disfrutar de lo que se sentía ser amada de vuelta —sonrió, y Jungkook entendió a lo que se refería—. Siempre fui vista como una mujer perfecta, sin embargo, encontré a alguien que me ama sabiendo que eso es mentira, que tengo defectos y que me puedo equivocar.

—¿Y eres feliz? —preguntó sin más.

Tzuyu se llevó una mano al vientre, acariciando la zona, y sonrió. —Nunca había sido tan feliz como ahora.

Aquel detalle causó alivio en Jungkook, y sin ser consciente el peso de ese suceso había desaparecido. Justo en aquel momento se había dado cuenta de que realmente nunca había disculpado a Tzuyu, solo se hacía hecho creer a sí mismo que no le tenía rencor. Ella tenía razón, sí necesitaba verla pedir perdón por lo que le hizo.

—Te disculpo, Tzuyu —dijo luego de un rato, llamando su atención—. Ambos aprendimos de nuestros errores, así que seamos felices.

Se miraron unos cuantos segundos antes de que Tzuyu se levantara de la cama. Le regaló a Jungkook una sonrisa sin mostrar los dientes, y finalmente salió de la habitación, dejando atrás el peso que llevaba consigo durante todos esos años. Respiró profundo, y caminó por el pasillo del hotel, con su mirada fija en el suelo. Sonrió de lado al reconocer que Taehyung tenía razón cuando dijo que Jungkook era el mejor chico que había conocido, y por haber estado cegada en desagradables sentimientos no pudo reconocerlo en el momento.

Llamó al ascensor y esperó paciente a que las puertas se abrieran, sintiendo su boca seca en cuanto este llegó a su piso y reveló a la persona que se encontraba adentro. Sus miradas estaban bañadas en sorpresa, y por primera vez en su vida, Tzuyu quiso ser invisible ante los ojos de Taehyung.

Ambos estaban paralizados en su lugar, y sin ser consciente, se percató de cómo el tiempo había marcado los años en el rostro de Taehyung, volviendo sus facciones mucho más maduras, y en conjunto con el nuevo color rubio ceniza de su cabello, lograba darle un aspecto más imponente.

No soportando más la situación, Tzuyu bajó la cabeza y se encaminó para entrar al ascensor, pero su brazo fue retenido por la mano contraria y la giró para volver a estar frente a frente.

—¿Jungkook te ha visto?

Tragó saliva. —Vengo de hablar con él. No hice nada malo, lo juro. Todo está en orden.

—¿Qué haces aquí? ¿cómo supiste que estaríamos aquí?

—Vivo aquí desde hace años, y me enteré por algunas publicaciones —apretó sus labios, y desvió la mirada—. Ya me iba, no pretendía quedarme de todos modos.

La mirada de Taehyung la volvía diminuta, y es que la seriedad en sus ojos y aquella expresión estoica era sencillamente atemorizante. Se volvió a girar, entrando finalmente al ascensor, presionando el botón del piso de la recepción. Las puertas se fueron cerrando, pero Taehyung las detuvo antes, colocando su mano en el sensor. Tzuyu lo miró con sorpresa, pero bajó nuevamente la mirada al no poder soportar la contraria, la cual se mantenía dura sobre ella.

—¿Cómo estás?

Aquella pregunta la tomó desprevenida, y parpadeó un par de veces. —E-estoy bien.

Taehyung asintió. —Me alegro, en serio.

—Lo siento, ya sabes, por todo lo que sucedió...

El ahora rubio la miró unos instantes antes de retirar su mano de las puertas del ascensor. —Solo... sé feliz.

Las puertas se cerraron en aquel instante, y Tzuyu solo fue conciente cuando miró su reflejo en estas. Sus ojos se sentían algo nublados por las lágrimas, y solo pudo murmurar un desvanecido "gracias" a alguien que posiblemente no volviera a ver en su vida, y eso estaba bien para ella. Empezar de cero, ser feliz, ¿realmente lo merecía? Muchas veces se lo cuestionaba, pero mientras tanto solo se encargaría de disfrutar la compañía de él y del futuro bebé que se aferraba a ella. No había día que no se arrepintiera de haber perdido a Taehyung, no como un hombre, sino como un amigo, pero era algo que asumiría tarde o temprano de la mano de quien la amaba y esperaba en casa.

Taehyung se quedó unos instantes mirando el ascensor, cuando sus pies tomaron vida propia y se encaminó hasta la habitación en donde estaba Jungkook. Tragó saliva una vez estuvo al frente, y tocó la puerta con algo de apuro. Vio que el picaporte se movía, así que lo tomó con rapidez, evitando que abriera la puerta.

—Soy yo, amor.

—¿Taehyung, sucede algo? Te recuerdo que no puedes verme aún —Jungkook rió, y se apoyó a la puerta de espalda—. ¿Estás ansioso de verme, eh? Espera un poco más, viejo tonto.

La voz del menor sonaba con completa normalidad, y Taehyung se sintió aliviado por ese detalle. Cuando miró a Tzuyu, no pudo evitar pensar en el estado de Jungkook, y más cuando esta le había dicho que había pasado a hablar con él. Su novio era fuerte, pero no pudo evitar preocuparse por su estado.

—Treinta años no es ser viejo —siguió el juego, bufando bajito. Se apoyó en la puerta, sin ser consientes que estaban en una posición similar—. Soy muy joven aún.

—Oh, dile eso a tus lentes que parecen lupas porque ya no ves bien.

—¡Siempre he tenido problemas con la vista!

Jungkook rió alto cuando escuchó la voz desesperada de Taehyung. Le gustaba bromear con la edad del contrario, aunque esta no fuera un gran problema para él, es decir, con los años Taehyung se volvía más guapo y atractivo, y Jungkook solo disfrutaba en primera vista como su futuro esposo no hacía más que volverse un hombre precioso.

Se quedaron en silencio unos segundos, pero sabiendo que la presencia contraria estaba ahí. Taehyung decidió no decir nada con respecto al tema, y sabía de antemano que, si algo estaba mal, Jungkook no tardaría en comentarlo. Una vez más se sintió dichoso de saber cuánto había crecido su bonito niño, que aunque pasaran los años y este se volviera cada día más adulto, seguía siendo el mismo chico de mirada brillante que llamó su atención.

—Te amo, Jungkook. Ya quiero unir mi vida entera contigo.

Jungkook rió bajito. —Yo te amo más, amor, y mi vida era tuya mucho antes de siquiera pensar en casarnos.

—Uh, estoy tentado en abrir esta puerta y comerte a besos.

—¡Te lo prohíbo, Kim Taehyung! —exclamó Jungkook, poniéndole seguro a la puerta—. Serás un buen anciano y esperarás a que sea la ceremonia para verme.

Taehyung chasqueó la lengua. —Anciano... no dirás lo mismo en nuestra noche de bodas, mocoso.

Escuchó un jadeo, y rió con gracia, mirando a lo lejos a Sana, Jihyo y Lisa lucir hermosas con sus vestidos. Todos los atuendos eran bastante ligeros, pero con la sutil elegancia que debían tener por la ceremonia. Les guiñó el ojo a las tres, y se fue hasta su habitación, escuchando a lo lejos la bulla que tenían los ocho hombres dentro de esta. Rodó los ojos, sabía que era mala idea unir a los amigos de Jungkook con los suyos, y más aún cuando los dos grupos no hicieron más que llevarse bien.

Entró al cuarto, mirando con una ceja alzada a Jackson y a Hoseok reír con ganas, mientras Yoongi parecía querer sacarles los ojos con una cucharilla.

—No voy ni a preguntar qué está sucediendo —dijo, y tomó su portatraje—. Me cambiaré ya.

—¡Ay, el amor es una magia! ¡una simple fantasía! —exclamó Hoseok, tomando de los hombros a Taehyung para sacudirlo con euforia—. Aún recuerdo cuando este pervertido nos dijo que le gustaba un niño.

—¡Oh, cierto! —intervino Jimin, riéndose de Taehyung—. "Chicos... c-creo que me gusta alguien" —imitó la gruesa voz del rubio, recibiendo una mirada de muerte de su parte.

—"Y es un chico... menor" —le siguió Seokjin, colocando una expresión de tragedia—. "Por favor, no me odien".

—Oigan, déjenlo en paz —habló Yoongi por encima de las risas de los demás—. Estaba confesando ser marica y pedófilo, no cualquiera tiene esos huevos.

Las risas volvieron a llenar la habitación, y Taehyung decidió ignorarlos, terminando de vestirse. Había escogido un pantalón blanco, en conjunto con una camisa de seda color beige y unos zapatos del mismo color. Había decidido no dejar a Jungkook vistiendo solo con colores claros, acompañándolo en la ocasión. Ya la estilista había arreglado su rubio cabello en un peinado que dejaba libre su frente, y aplicado solo un poco de maquillaje en su rostro. Estaba nervioso, no lo iba a negar, y aunque sabía que todo saldría bien, no era algo que se podía tomar a la ligera.

—Jungkook nos dijo que le gustaba Taehyung, pero fue una estupidez porque todo el salón se dio cuenta —Yugyeom rodó los ojos—. Es decir, no había nada que Taehyung hiciera que Jungkook no lo mirada como si fuese un jodido Dios.

Bambam rió. —Cuando nos lo dijo a nosotros nos pidió que por favor no pensáramos mal de él.

—"¡Les juro que Taehyung es un buen hombre y nunca me haría daño" —dramatizó Jackson, ganándose las risas de los demás.

El rubio rió bajo, y se miró en el espejo queriendo que todo estuviera en orden. Unas manos grandes se posaron en sus hombros, y le regaló una sonrisa suave a Namjoon. —¿Nervioso?

—Demasiado.

—Todo saldrá bien —le dijo, y apretó sus hombros—. Su amor superó todas y cada una de las pruebas a las que fue sometido, y sé que podrán con cualquier otra que se les interponga. Jungkook te ama como a nadie, así como tú lo amas a él.

Taehyung asintió, agradeciéndole a Namjoon por sus palabras, que sin esperarlo habían calmado un poco sus incontenibles nervios. Miró la hora, marcando las tres de la tarde, faltando solo dos para poder llevar a cabo lo que marcaría una nueva etapa de su vida. Lo acompañarían sus más cercanos amigos y familiares, siendo algo pequeño pero sentido.

Pensó en Tzuyu, y recordó lo mucho que le hubiese gustado que ella estuviera presente en su boda, así como él estar en la suya, más el destino cambió cada uno de sus pensamientos. No la odiaba, su corazón noble no le permitía tener esos pensamientos, y menos por alguien que, a pesar de lo que hizo, fue considerada como una persona importante para él. No la quería de vuelta en su vida, pero admite satisfecho lo gratificante que fue verla en perfecto estado. Lucía radiante, así que solo le deseaba felicidad. Le causó gracia lo pequeño que es el mundo al llevarlos a escoger justamente Brasil, el país donde residía, pero quizás y fue el destino que los hizo llegar hasta acá para poder ponerle fin a lo que fue esa indeseable experiencia que, con el pasar del tiempo no había sido cerrada como se debía.

Se miró una vez más al espejo, y su estómago se revolvió inquieto. Sin embargo, sonrió. Luego de tanto tiempo se casaría con el amor de todas sus vidas, firmando el papel que los uniría de una manera más formal. Su corazón no cabía de la emoción, y solo deseó que el tiempo pasara más rápido para poder decir al frente de muchas personas que estaba más que de acuerdo en vivir lo que le restaba de vida al lado de su precioso chico.

EXTRA 1/?


Datos curiosos sobre La Vez Que Casi Terminamos:

✧ La idea de la historia nació en una reunión con amigos en la que justamente estábamos jugando al Jenga. A mi mejor amigo fue quien se le cayó la torre, así que yo le hice la pregunta ya que él y su novia tienen muchos años juntos, sin embargo ellos no habían pasado por un suceso así.

✧ La trama de la historia, —lo que sucedió con Tzuyu— nació en mi cabeza momentos antes de dormir, porque mi inspiración llega en momentos poco recomendables. Con esto en mente, la combiné con la idea anterior, y ahí estuve yo, escribiendo a altas horas de la noche lo que sería el prólogo.

✧ No le tenía mucha confianza a la historia solo por el hecho de que desde el principio se sabía de sobra que la pareja quedaría junta. Sin embargo continué con ella, y bueno, estoy gratamente sorprendida con el resultado.

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